divendres, 14 d’octubre del 2016

La amnesia oficial ante los desaparecidos por el franquismo

https://www.es.amnesty.org/en-que-estamos/blog/historia/articulo/la-amnesia-oficial-ante-los-desaparecidos-por-el-franquismo/




Por Olga Rodríguez (@olgarodriguezfr)
Decía el poeta argentino Juan Gelman que un país sin memoria no puede tener un civismo sano, y por eso mismo conviene analizar de qué modo en España se ha construido un relato amnésico que oculta a los desaparecidos de una de las dictaduras más largas de Europa.
La impunidad del franquismo sigue viva y sobre ella se ha levantado una cultura del olvido que excluye de los libros de texto de escuelas, institutos y universidades buena parte de los crímenes del franquismo. Tal es así, que somos muchas las personas de mi generación –nacida en 1975– que crecimos pensando que ese abuelo, tío o bisabuelo desaparecido eran algo extraño y excepcional. Solo cuando ya de adultos rebuscamos en el pasado descubrimos que el dolor y el miedo adheridos en nuestras abuelas, en nuestros padres, formaban parte de un daño colectivo infligido sobre cientos de miles de personas con un propósito claro: el del castigo a aquellos que no comulgaron con el golpe de Estado de 1936 ni con la dictadura posterior.
Soy integrante de esa generación a la que se ha llamado “los nietos”. Crecí tratando de entender la desaparición forzada de mi bisabuelo, el sentimiento de humillación de mi abuelo –apaleado, arrestado y sentenciado a muerte–, la frustración de la familia cuando tras la llegada de la democracia se les siguió negando verdad, justicia y reparación, la tristeza de mi madre al certificar que nuestra historia, como la de tantos, iba a seguir estando oculta, clandestina, condenada a permanecer en las cunetas del subconsciente de este país.

He sido testigo de encuentros y jornadas en los que por primera vez, después de tantos años, hijos y nietos de desaparecidos podían hablar en alto, entre lágrimas y de forma casi catártica, ante un público dispuesto a escucharles. He visto con asombro cómo en decenas de pueblos me siguen pidiendo que haga de mi voz un susurro a la hora de nombrar a los desaparecidos. Me he encontrado con gente de mi generación que solo se atreve a hablar de sus abuelos asesinados a puerta cerrada, fuera de los bares de sus pueblos o barrios. Muchas víctimas siguen teniendo miedo.

España sigue encubriendo los crímenes de la dictadura, invisibiliza a los desaparecidos, niega a las familias reconocimiento y homenajes oficiales y concede a los verdugos el beneficio de la duda, mientras silencia a las víctimas. Como subraya Amnistía Internacional y como han recalcado al menos cinco mecanismos de Naciones Unidas en estos dos últimos años, España ni investiga ni permite investigar –poniendo impedimentos a la querella argentina abierta contra los crímenes del franquismo– la desaparición de más de 100.000 personas durante el régimen franquista.
La ONU ha instado a las autoridades españolas a cumplir con sus obligaciones internacionales y a colaborar con otras jurisdicciones que pretendan iniciar investigaciones. Está en juego la salud democrática del país, porque solo a través de la reivindicación de justicia, con su carácter ejemplarizante, y de la defensa de los derechos humanos, se puede construir un futuro sano. 

Mientras la impunidad del franquismo permanezca perdurará el mensaje de que se puede  matar y cometer crímenes de lesa humanidad sin pagar por ello. ¿Qué pensaríamos de una Alemania que no hubiera investigado los crímenes del nazismo, que no hubiera reconocido a las víctimas, que no rindiera homenaje oficial a los asesinados y que no reivindicara el estudio de su pasado reciente?