La línea de defensa Inmediata construida en 1938 desde el Puig a Vilamarxant dejó un reguero de construcciones militares de las que sobreviven un 80 %, aunque no todas protegidas
Visitar un búnker, recorrer una trinchera o entrar en un refugio a pocos kilómetros de València es una intromisión en la historia que se debe a los grupos cívicos que desde hace años exigen la protección de estas construcciones y su puesta en valor. En concreto, todas las que compusieron la Línea de defensa Inmediata de València, construida en 1938 como última oportunidad del bando republicano de frenar a los nacionales antes de tomar la capital. Nunca entró en funcionamiento, pero la veintena de centros de resistencia y puntos de apoyo que salpican esta línea imaginaria entre el Puig, Rafelbunyol, Moncada, Bétera, San Antonio de Benagéber, l'Eliana, Riba-roja y Vilamarxant dan cuenta de que se realizó una gran inversión para defender València.
Los años del olvido terminaron en los 90, cuando varias asociaciones cívicas comenzaron a reivindicar estas construcciones como parte del patrimonio paisajístico. Entre ellas, la Coordinadora en Defensa de los Bosques del Túria, o el Grupo de Estudios Posición Defensiva València, o tantos otros cuya presión sobre los distintos gobiernos llevó al Consell a aprobar en 2017 una modificación de la Ley de Patrimonio. Con ella, cualquier construcción de la Guerra Civil contaba con la catalogación de Bien de Relevancia Local, un primer paso para proteger estas estructuras.
«De los municipios que tienen estas construcciones, hay de todo. Paterna las protegió mucho antes que el Consell, Riba-roja tiene un gran patrimonio puesto en valor, como Rafelbunyol; l’Eliana lo perdió todo en los 70 y en San Antonio no se ha hecho nada», explica Esteban Clemente, miembro de la Coordinadora y presidente del Centro de Estudios Locales de San Antonio de Benagéber. Esta semana fueron noticia los tres búnkeres y el fortín que hay junto a la urbanización Colinas de San Antonio porque una empresa constructora quiere soterrarlo y edificar nuevos chalés, algo que las asociaciones cívicas califican de error. «Este conjunto de ruinas es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar porque se ven muy bien las trincheras», explica.
En total, del cerca de 30 kilómetros que tiene esta línea hasta Vilamarxant (oficialmente llega hasta los Altos de Carassols, en Riba-roja), se conserva el 80 % de las estructuras. Clemente considera que entre un 20 y un 30 % ha sido destruido o soterrado por diversas razones, la principal por estar en zonas donde se ha construido después. «Es lo que pasó en l’Eliana, donde se edificaron chalés en zonas forestales encima de casamatas y estructuras varias, no se le daba ninguna importancia entonces», cuenta Clemente.
Fotografías de los americanos
Los distintos grupos de historiadores, memorialistas y ecologistas han desarrollado diversos trabajos para catalogar todo este patrimonio y no siempre ha sido fácil. Si embargo, según explica Clemente, fueron fundamentales las fotografías que realizó el avión americano cuya delegación visitó España en 1957. Esas imágenes aéreas, que se pueden ver en el Visor Cartogràfic de la Generalitat, muestran la ubicación de estas construcciones defensivas y permiten compararlo con los mapas actuales para ver si hay una urbanización encima, si el bosque se las ha tragado o si siguen a plena luz del día, esperando una protección y una puesta en valor social.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada