divendres, 20 de desembre del 2013

Pequeñas historias con importancia. JOSEP RAMONEDA


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El Rey me dijo: “Las condiciones de Carrero no las habría podido aceptar”

En septiembre de 1999, los Reyes de España inauguraron, en el CCCB de Barcelona la exposición Días de radioque conmemoraba el 75º aniversario de Radio Barcelona. Uno de los ámbitos de la exposición estaba dedicado al atentado contra Carrero Blanco. Era una sala más bien oscura, con la luz concentrada sobre un coche aplastado en el techo, ambientada con el sonido de los partes de Radio Nacional de España que daban cuenta de lo acontecido. Al entrar en este espacio, el rey Juan Carlos se me acercó a un palmo, como si fuera a hacerme una confidencia. Y me dijo: "Si esto no hubiera ocurrido tu y yo no estaríamos ahora aquí". "Yo no, usted no lo sé", contesté. "Yo tampoco", me dijo. E insistí: "¿Por qué?". "Porque las condiciones que Carrero me habría puesto yo no las habría podido aceptar". Cuando terminó la visita corrí a transcribir la conversación en mi cuaderno. Allí la guardé hasta hoy.
Este breve diálogo me recordó una escena que viví, junto con mi amigo y compañero de fatigas periodísticas, José Martí Gómez, muchos años antes. Al inicio de la Transición, cuando Rodolfo Martín Villa era ministro del Interior del Gobierno de Adolfo Suárez, Martí y yo le visitamos en el palacete de la Castellana, sede del ministerio, para entrevistarle para el diario barcelonés El Correo Catalán. El despacho del ministro era el mismo que había ocupado Carrero Blanco como presidente del Gobierno.
El Rey me dijo: "Las condiciones de Carrero no las hubiera podido aceptar"
Al terminar la entrevista, me acerqué al ventanal que daba al paseo. Estaba mirando a la calle, cuando Martín Villa me señaló la parada de autobús que había delante. Como es sabido, días antes del atentado, Carrero Blanco había recibido la visita del secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Previamente, como es costumbre por razones obvias de seguridad, el FBI había peinado el edificio. Martín Villa nos contó que desde aquella ventana un agente americano se había dado cuenta de que había una persona sentada en la parada que llevaba un buen rato allí sin subir a ningún autobús. Esta persona, nos dijo el ministro, resultó ser uno de los autores del atentado. "¿Qué me quiere decir con ello?", pregunté. "Nada", contestó Martín Villa, "sencillamente les doy una información".
Pequeñas historias sobre un atentado mítico que, probablemente, no cambio el curso de la historia de España pero sí que la aceleró. Todo hace pensar que con Carrero, el franquismo no habría sobrevivido mucho tiempo a Franco, pero seguramente la agonía del régimen habría sido más larga.