Dom, 24 Jul 2016
Se avecinaba el año de la Guerra Civil, pero a finales de 1935 ni siquiera los principales jefes de los partidos de la derecha española parecían adivinar que algo tan terrible podía suceder. Su preocupación, según declararon entonces a la revista Blanco y Negro, vinculada al diario ABC, era ganar las elecciones que finalmente se celebrarían en febrero del 36. Exactamente lo mismo que ocurriría ahora. No se trata de buscar parecidos con la España actual, pero sí que merece la pena recordar las opiniones de José Calvo Sotelo, José María Gil Robles o José Antonio Primo de Rivera ahora que, ochenta años después, sus herederos políticos buscan formar gobierno a toda costa.
José Calvo Sotelo, asesinado unos días antes del golpe de estado del General Franco, se presentaba como jefe del Bloque Nacional y partidario del regreso a una monarquía autoritaria. Pero por las urnas. Como cualquier político al uso declaraba que se proponía "intensificar mi campaña política recorriendo capitales y pueblos de numerosas provincias". A pesar de su reconocida enemistad con la República reconocía que "todas las elecciones celebradas desde 1931 han sido puras y legales" y vaticinaba una victoria de "los partidos de derecha y sus alrededores" con entre 257 y 260 diputados de los 473 del Parlamento republicano: "El mayor núcleo de ellos lo tendrá la CEDA. Seguiremos después Renovación y Tradicionalistas. (...) Las izquierdas de todo estilo no serán más arriba de 160 a 180. Pocos para gobernar. Lo suficiente para no dejar gobernar, si los grupos derechistas no adoptan desde el primer instante una tónica fuerte, tajante y decidida".
Imagen del periódico con las reflexiones de Calvo Sotelo sobre lo que ocurría en España en aquel año.
La primera acción del nuevo Parlamento, en su opinión, tendría que ser "la sustitución total de la Constitución. Ya no se puede hablar de revisión parcial. Ni siquiera de revisación. Si las izquierdas triunfasen no dejarían piedra con piedra. Nosotros hemos de sentirnos animados del mismo impulso totalitario. Aunque en servicio de España y de su continuidad histórica, y no en el de la Antiespaña, que mueve ese informe revoltijo revolucionario organizado por el señor Prieto".
Un impulso totalitario (recordemos que triunfaban fascismo y nazismo en Italia y Alemania) que se disputarían la izquierda y la derecha: "Lo que ya no es viable es el centrismo irresoluto, paralítico, que nada hace, ni deja hacer. Necesitamos mano enérgica, competente y continua.... Y las masas impondrán, sobre todo, una política contrarrevolucinaria a fondo.
José María Gil Robles representaba a la derecha que contemporizaba con la República. No consiguió el periodista de Blanco y Negro declaraciones directas suyas, pero de lo que le respondió el político se deduce que estaba muy ocupado preparando la campaña electoral: "De mitin en mitin, el Sr. Gil Robles, jefe de la C.E.D.A., predice el formidable éxito de las huestes que acaudilla, dentro del año próximo. Cien reuniones y actos de propaganda por semana resumen este programa: Aplastar definitivamente a la revolución y a sus cómplices. Luego, revisión total de la Constitución. Espera que en el Parlamento futuro las derechas y "sus alrededores" sumen 250 o 260 diputados".
A José Antonio Primo de Rivera le presenta el periodista como "enérgico, juvenil, pleno de gallardías, entregado al estudio del momento político". Pura coincidencia el apellido con el de un político actual, por supuesto, pero miren lo que decía el jefe de la Falange sobre su actitud ante las elecciones: "La Falange aún no ha adoptado una actitud definitiva Desde luego no se alineará en ninguna alianza que se constituya con un sentido de "unión de derechas". La Falange no es un partido de derechas, como tampoco es de izquierdas. Entiende que esos valores de derechas e izquierdas están caducados, por descansar sobre concepciones laterales, incompletas, de lo que es España".
Sus principales enemigos eran el separatismo, "la negación de España", y el comunismo, "la negación de toda una manera occidental, espiritual, cristiana, de entender el mundo". Curiosamente, al contrario que Calvo Sotelo y Gil Robles, vaticinaba una victoria minoritaria de las izquierdas con 170 diputados: "Las izquierdas burguesas volverán a gobernar, sostenidas en equilibrio dificilísimo entre la tolerancia del centro y el apremio de las masas subversivas. Si los gobernantes -Azaña, por ejemplo- tuvieran el inmenso acierto de encontrar una política nacional que les asegurara la sustitución de tan precarios apoyos por otros más fuertes y duraderos, acaso gozara España horas felices. Si -como es más probable- no tienen ese acierto, la suerte de España se decidirá entre la revolución marxista y la revolución nacional".
Ochenta años después, la derecha necesita el apoyo de los nacionalistas para poder formar gobierno. Su principal aliado rechaza ubicarse en una posición política de derecha o izquierda al uso y amenaza con romper la baraja si Rajoyrecurre finalmente a ellos.
¿Complicado? Así concluía su artículo el periodista de Blanco y Negro, R. Ortega Lissón: "El resultado de nuestras reflexiones es este: Animosas, las derechas; vacilantes, las izquierdas. Inquietud, en el ambiente. Así nace políticamente el año 1936".
Ni Calvo Sotelo ni Gil Robles acertaron en sus pronósticos. En febrero de 1936 los partidos del "Frente Popular" obtuvieron 263 diputados, la derecha 156 y los partidos de centro 54. José Antonio Primo de Rivera se presentó por Cádiz y perdió el único escaño que tenía Falange. Aunque él no lo supiera todavía, estaba a punto de conseguir un enorme protagonismo.
Jesús Martín es periodista.
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