diumenge, 31 de juliol del 2016

Una trinchera sitúa la batalla de Madrid a un kilómetro de donde se creía.

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En la misma campaña arqueológica se ha localizado la primera trinchera atribuida a los republicanos de la Casa de Campo.


La excavación de una trinchera en la Ciudad Universitaria ha localizado restos que permiten situar la batalla de Madrid, librada el 19 de noviembre de 1936, a más de un kilómetro del lugar donde se creía que los republicanos pararon al bando franquista. También ha sido hallada la primera trinchera de la Casa de Campo atribuida a los republicanos. Probablemente sea la única que se conserva en el parque del mismo asalto, indican los arqueólogos.
Trinchera excavada en la Ciudad Universitaria. JAIME VILLANUEVA
“Este es el mejor lugar para estudiar la guerra”, explica Alfredo González Ruibal, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y experto en la Guerra Civil española, mientras señala la zanja en zigzag que ha excavado su equipo en la Ciudad Universitaria. En esos fosos, abiertos en la tierra y que todavía se adivinan entre los matojos, los soldados luchaban y vivían, de tal forma que es donde más restos se encuentran, desde armamento a medallas de la Virgen o de San Antonio de Padua.
El estudio de la munición localizada en un alto situado en la parte superior de la trinchera excavada a espaldas de la facultad de Psicología de la UNED, ha permitido a los arqueólogos acreditar un ataque franquista hacia el interior de Madrid del que no se tenía noticia. “Hemos documentado una penetración de los legionarios al interior de Madrid, hacia el barrio de Tetuán, en noviembre de 1936”, aclara el investigador.
Ese descubrimiento les permite situar la batalla de Madrid, de 19 noviembre de 1936, a más de un kilómetro de la zona donde se creía que el Gobierno de la República había parado a los nacionales. Un hallazgo “verdaderamente importante”, señala González Ruibal. La Ciudad Universitaria conserva entre cinco y seis kilómetros de trincheras, que se comunicaban con el barrio de Tetuán y con la primera línea republicana en la ribera del Manzanares.
El equipo arqueológico ha llegado a esta conclusión por el tipo de armamento localizado en la zona. “A los brigadistas internacionales se les pertrechó con lo primero que llegó de la Unión Soviética, fusiles británicos y armas del siglo XIX. Material obsoleto”, explica el responsable de la excavación.
Su munición es muy reconocible: incluso se han localizado balas de 1870. González Ruibal concreta: “Cuando encontramos ese tipo de balas, además de restos de mortero o granadas, sabemos en qué momento nos encontramos de la Guerra”. En este caso, la lucha se desarrolló entre legionarios y brigadistas polacos.
En su opinión, este hallazgo “cambia un poco la historia”, porque se pensaba que se había parado el ataque sublevado en el río Manzanares, en la zona del puente de San Fernando, al sur de Puerta de Hierro. Una circunstancia que demostraría que esa zona de la ciudad pudo haber pasado a manos de los sublevados. Además, permite mover el foco de atención de lugares icónicos como la Facultad de Medicina o el Hospital Clínico, donde todavía se pueden observar impactos de proyectiles.
La trinchera localizada en la Casa de Campo también ha aportado información fundamental sobre la lucha que se desarrolló en ese punto, a dos pasos de las ruinas de la Casa de Vacas. “Su estado era muy bueno, debido a que los franquistas no la reutilizaron, porque una vez tomada continuaron el avance”, explica el experto. Los arqueólogos han descubierto en ese lugar una zanja de unos 40 metros, en la que los brigadistas alemanes lucharon durante unas dos semanas. “En otros puntos del parque aguantaron unos escasos dos días”, puntualiza González Ruibal. Los datos de los que se disponía hasta este momento apuntaban a que la mayor parte del combate se centralizó en la zona del Lago y del Puente de los Franceses.

Granadas artesanales

Entre los hallazgos más interesantes en este punto se encuentran varias granadas artesanales, algunas sin explotar. Los soldados las fabricaban a mano, debido a la escasez de armas que había en la República cuando los franquistas estaban a punto de llegar a las puertas de Madrid. “Se habían quedado sin suministro de granadas y las fabricaban como podían”, relata el investigador.
Para ello reutilizaban los tubos de calefacción de los trenes, cortándolos en trozos e introduciendo un relleno de pólvora con una mecha. Y así las han localizado, algunas sin explotar. También ha aparecido un proyectil de artillería de 12 kilos intacto, “de los que hacían daño”, describe González. La Guardia Civil se ha hecho cargo de él. Estos restos han permitido documentar varios ataques contra esta trinchera.
El objetivo de la investigación es entender la guerra en toda la región, de forma global, no solo en el frente de la Ciudad Universitaria. Para lograrlo, los arqueólogos esperan poder ampliar el proyecto a cinco años y cubrir el periodo que va desde 1936 a finales de los cuarenta. González Ruibal explica que siempre ha estado interesado en la arqueología contemporánea y ha tratado de “estudiar temas que nos tocan a todos, que son emocionantes y que tienen que ver con el presente, aunque hayan pasado hace 80 años”.