El Ayuntamiento de Pamplona clausurará la cripta del Monumento a los Caídos poniendo fin a las misas y homenajes franquistas
Tras el auto judicial del pasado lunes que avala la exhumación de los restos mortales de la cripta del Monumento a los Caídos de la capital navarra, ayer miércoles comenzaron los trabajos para desenterrar a las siete personas que aún yacen en el cementerio de dicha cripta.
Hace apenas dos semanas, el Ayuntamiento de Pamplona entregaba los restos mortales del general Emilio Mola a sus descendientes y hoy miércoles exhumará los cuerpos del general José Sanjurjo y de las otras seis personas enterradas en la cripta, que será clausurada como cementerio.
De esta manera, el Ayuntamiento pondrá fin a los homenajes y misas en honor a los caídos del bando franquista en un espacio público, como determina la Ley de Memoria Histórica.
Durante los trabajos de exhumación, a cargo del prestigioso forense Francisco Etxeberria y un equipo de expertos de la sociedad Aranzadi, podrán estar presentes únicamente los familiares de las personas enterradas, el personal técnico municipal y del Arzobispado de Pamplona.
Tal y como recoge el acuerdo entre el Ayuntamiento de Pamplona y el Arzobispado, las exhumaciones se realizarán en absoluta intimidad y no se permitirá el acceso a la prensa, ni se sacarán fotos de las exhumaciones, salvo que las familias lo autoricen. Un sacerdote estará presente por si los allegados requieren sus servicios.
Monumento a la ignominia
El Monumento a los Caídos es un edificio construido en 1942 e inaugurado con el nombre de Navarra a sus Muertos en la Cruzada. En su cripta descansaban los generales Emilio Mola, jefe del golpe de Estado de 1936, y José Sanjurjo, que ya había intentado una asonada contra la República en 1932. Según el documento del libro del Cementerio Municipal de Pamplona, Mola no habría sido trasladado al Monumento hasta el 15 de julio de 1961.
El nombre original del edificio se encuentra desde hace años tapado por el de Sala de Exposiciones Conde de Rodezno, uno de los treinta y cinco altos cargos del franquismo imputados por la Audiencia Nacional en el sumario instruido por Baltasar Garzón por el delito de crímenes contra la humanidad y que permanece ahí gracias a las evasivas de UPN. La plaza donde se ubica el edificio, que llevaba también el nombre de Conde de Rodezno, pasó a llamarse Plaza de la Libertad por iniciativa del Consistorio.
José Sanjurjo, cuyos restos serán exhumados hoy, debía asumir la jefatura de la sublevación, ya que era considerado como el general de más prestigio y un líder aceptable para las distintas tendencias ideológicas reaccionarias que participaban en el golpe. Pero falleció el 20 de julio en un accidente de avioneta que le llevaba de Estoril a Burgos.
Fue Mola quien proclamó en Pamplona el estado de guerra el 19 de julio de 1936 con estas palabras: “El restablecimiento del principio de autoridad exige inexcusablemente que los castigos sean ejemplares, por la seriedad con que se impondrán y la rapidez con que se llevarán a cabo, sin titubeos, ni vacilaciones”
La rapidez y la falta de titubeos y vacilaciones que exaltaba Mola se sufrió especialmente en la ciudad de Pamplona. Según el reciente estudio encargado por el Consistorio bajo el nombre Informe pericial sobre vulneraciones de derechos humanos sufridas por la población residente en Pamplona durante la guerra civil y la etapa franquista, 306 pamploneses, de los que 304 eran hombres y 2 mujeres, fueron asesinados durante la Guerra Civil y el franquismo por razones políticas y, en la mayoría de los casos (302), sin juicio previo ni sentencia firme.
El informe recoge también que fueron represaliadas y objeto de vulneración de derechos humanos 1.310 personas en la ciudad, aunque esta cifra es una primera aproximación ya que existen otros 451 casos sobre los que se tiene noticia, pero aún no se han podido validar.
Los excompañeros de cripta de Mola y Sanjurjo
Junto a los generales Mola y Sanjurjo están enterradas en la cripta del Monumento a los caídos otras seis personas, que representan cada una de ella a una de las merindades de Navarra: Joaquín Sota Garayoa (Tafalla), que se enterró en este lugar por ser el más joven (15 años) que cayó en la batalla; Severino Arregui Olalquiaga (Pamplona), la persona de mayor edad abatida en combate del bando franquista; Pedro Martínez Chasco (Estella), capellán voluntario “desde el primer día del alzamiento”; los hermanos Joaquín y Dimas Aznar Zozaya (Aoiz) y Jaime Munárriz Escondrillas (Cascante) que fue herido en la noche del 18 al 19 de julio tras un intercambio de disparos con miembros de la UGT y cuya familia se ha mostrado favorable a la exhumación.
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