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(Publicado en Ronda Semanal el Sábado 11.08.2018)
Tengo ante mí dos escritos sobre dos personas que están en mi corazón. Son Blas Infante y José Hormigo. Los escritos son de Raúl Solís y Juan Miguel Batalloso. Cuatro andaluces como tantos miles entregados a la causa de la libertad, la igualdad y la fraternidad de Andalucía.
Blas Infante, andaluz de Casares, murió por fusilamiento en un acto especial de Queipo de Llano “el criminal que según el historiador Francisco Espinosa firmaba cada día entre 40 y 50 ejecuciones de muerte, y quiso celebrar a lo grande el cuarto aniversario de La Sanjurjada, el primer intento de golpe de Estado contra la II República el 10 de agosto de 1932 liderado por el General Sanjurjo.
Esa noche, en la madrugada del 10 al 11 de agosto de 1936, Blas Infante hace el último paseo de su vida. Lo acompañan cuatro hombres más, todos de especial simbolismo para celebrar por todo lo alto el aniversario de La Sanjurjada. En la camioneta, como si fueran reses de ganado, en la oscuridad absoluta de la muerte, montan a Blas Infante, Emilio Barbero concejal de Izquierda Republicana y teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sevilla; Fermín de Zayas funcionario municipal del consistorio hispalense y secretario de la masonería en Andalucía; Manuel Barrios militante del PSOE y elegido diputado a Cortes en las elecciones generales de 1936; José González Fernández de la Bandera médico y alcalde de Sevilla entre 1931 y 1933. Todos son ejecutados en el kilómetro 4 de la Carretera de Sevilla a Carmona. Blas Infante gritó dos veces: Viva Andalucía Libre justo antes de que la bala lo silenciara para siempre; a él, no a su grito. El cuerpo sin vida de Blas Infante es tirado en una fosa común del Cementerio de San Fernando de Sevilla. Allí sigue.”
José Hormigo, andaluz de El Saucejo, ha muerto en estos días “en los que una vez más descubro con tristeza, nostalgia y melancolía que la vida, ese misterioso fuego interior que me hace existir y me impulsa a escribir se me va, se nos va irremediablemente. Mis amigos, mis camaradas, mis compañeros de militancia y lucha por la más amplia de las democracias se van en silencio como si nada hubiesen significado para este presente histórico que aunque repleto de contradicciones, no es de ningún modo comparable con aquel atroz régimen que los reprimió, encarceló y torturó. Es tanto lo que nos queda por hacer y por mejorar, que a veces olvidamos de donde venimos y el caudal de dolor tan espeluznante que tantas y tantas personas tuvieron que soportar para conseguir esto que tenemos y que algunas mentes olvidadizas se atreven a despreciar y vituperar a toro pasado como si ellas hubiesen estado allí recibiendo los golpes de aquella feroz dictadura…
En mi memoria del corazón, que es por cierto la única y más auténtica de las Memorias que un ser humano pueda tener, se agolpan numerosas personas que fueron mis referentes en un tiempo en el que descubrí que una vida sin ideales apasionados y encarnados de justicia, libertad y fraternidad no tenía sentido para mí. José Hormigo era un obrero que escribió artículos, trabajos y libros, al mismo tiempo que fue fundador e impulsor de la Asociación Memoria, Libertad y Cultura Democrática. Su vida está repleta de acontecimientos de dolor, sufrimiento y sacrificio. Desde muy niño sufrió con su familia los zarpazos de la dictadura, sufrimiento que lo acompañó hasta prácticamente la llegada de la democracia con numerosas detenciones, encarcelamientos y torturas. Y aun así siempre sacó fuerzas para seguir y seguir sin descanso por la senda de la democracia y el socialismo.”
Francisco Pimentel
Memoria Histórica de Ronda
memoriaronda@gmail.com
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