La excavación de las fosas del cementerio civil de Castelló, que lleva a cabo el equipo especializado de Arqueoantro con financiación del ayuntamiento y de la diputación, se ha encontrado con un obstáculo: las corrientes subterráneas que han bañado durante décadas los cuerpos de los fusilados enterrados. Los arqueólogos y antropólogos que trabajan estos días de sol a sol en la capital de La Plana se centran en una zanja de la fila cuatro con un total de 39 víctimas, la mayoría oriundas de Alcalá de Xivert, un municipio de la comarca del Baix Maestrat que sufrió el asesinato del 11% de su población en la oscura posguerra franquista.
Los cuerpos, según explica el arqueólogo de Arqueoantro Álex Calpe, están enterrados en una zanja alargada, a poco más de un metro de profundidad, que va prácticamente de punta a punta del cementerio y no en una fosa profunda como en el campo santo de Paterna. "En el cementerio civil de Castelló las primeras fosas son en filas de uno en uno, luego la mayoría van a una zanja que va de lado a lado", cuenta Calpe a elDiario.es. Los cuerpos —"relativamente bien enterrados, prácticamente ni se tocan"— están registrados correctamente y "son fáciles de individualizar" pero los excavadores se enfrentan a un problema que nada tiene que ver con el franquismo: las corrientes subterráneas que recorren el subsuelo del cementerio.
Si en Paterna ya es complicado llevar a cabo una excavación por el calor y la humedad que deterioran las condiciones de los huesos, tal como explicó la antropóloga responsable del laboratorio de Arqueoantro, en Castelló hay "corrientes subterráneas que pasan donde están los cuerpos", explica Calpe.
"Al pasar de forma constante por los cuerpos, sufren proceso de desmineralización, digamos que los lava por dentro y hace que no quede ADN. Es tierra de río, unos cantos rodados enormes con tierra, y al ser el relleno más pesado ejerce más presión sobre los restos", añade el arqueólogo. Hace dos años exhumaron una docena de cuerpos de los que sólo pudieron sacar "ADN parcial" a uno. "Tiene pinta de que va a ser complicado", reconoce el responsable de la excavación.
Los descendientes de los represaliados han acudido durante toda la semana presencialmente al cementerio para seguir la evolución de la excavación. Los responsables de Arqueoantro, que arrastran una larga experiencia en trabajos de exhumación, han vuelto a tratar con los familiares cara a cara, una tarea habitual que se vio interrumpida durante la pandemia de la COVID-19 por las medidas de seguridad (optaron por retransmitir en Youtube). En el cementerio civil de Castelló, una excavación anterior permitió exhumar, entre otros, el cuerpo del alcalde de Llucena, fusilado en 1939.
La mayoría de los cuerpos de la fila 4 provienen de Alcalà de Xivert, una población castellonense en la que 61 vecinos fueron víctimas mortales del nuevo régimen franquista, especialmente en 1940. Tenían edades comprendidas entre los 21 y los 60 años y casi todos eran jornaleros. "El Baix Maestrat fue, junto con Els Ports, una de la primeras comarcas donde entraron las tropas franquistas y, por tanto, también una de las primeras que sufrió la represión", escribe el historiador Juan Luis Porcar en Un país en gris i negre. Memòria històrica i repressió franquista a Castelló (UJI, 2020).
La localidad cuenta con "el índice represivo más elevado" de toda la comarca, según las investigaciones de Porcar, miembro del Grup per la Recerca de la Memòria Històrica de Castelló. Alcalà de Xivert perdió a cerca del 11% de su población a consecuencia de la represión de posguerra por parte del régimen franquista.
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