divendres, 29 de gener del 2021

Un diario inédito nos recuerda, de nuevo, quienes eran los malos en la Guerra Civil.

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El historiador Alan Herchhoren ha hecho públicas las memorias de Lino Muela Román un exiliado que luchó en la Guerra Civil

  


Las memorias del guerrillero Lino Muela Romàn están acompañadas de ilustraciones hechas a mano.

Las memorias son un género literario que establece una alianza entre las dos herramientas más poderosas que tenemos los seres humanos para trascender: la memoria y la palabra escrita. Y aunque uno corre el riesgo de caer en manos de una mente manipuladora, del mismo modo, también puede acabar disfrutando del testimonio de quien no pretende otra cosa que denunciar los crímenes que se quedaron sin el merecido castigo y, todavía mucho tiempo después, sin la reprobación absoluta de la sociedad en la que fueron perpetrados. El que esto firma reconoce el segundo supuesto al leer este comienzo: “Yo, Lino Muela Román, natural de Riba de Saelices, provincia de Guadalajara, después de tanto tiempo de silencio, quiero dejar escritas, para que quede constancia de las torturas cometidas con mi cuerpo en el pueblo de Cobeta, y las vicisitudes que tuve que pasar a lo largo de mi vida”.

Material inédito

El historiador por la Universidad de Alcalá de Henares Alan Herchhoren ha dado a conocer un diario inédito que había ido pasando de mano en mano entre los vecinos de Lino Muela Román, un guerrillero que luchó en el 15º Cuerpo Guerrillero en el frente del Alto Tajo (Guadalajara), lo que le permitió ser testigo de primer orden de las barbaridades que ocurrieron en un territorio que además de ser frente de guerra, fue ocupado por las tropas franquistas desde el comienzo del conflicto.

Guerra de espías

El héroe de nuestra historia, Lino Muela, era un sindicalista al que el levantamiento armado liderado por Franco pilló en plena actividad y que no dudó en ponerse en manos del Gobierno de la República para defender la libertad que se estaba viendo amenazada. “Pretendíamos armas para defender el Gobierno de la República, a nuestro gobierno, aquel que fuera constituido por la voluntad del pueblo español y en contra de aquel otro impuesto

por las armas el crimen y el terror”, explica el soldado. Los republicanos de su pueblo cayeron todos por la afilada estrategia que ponían en práctica los fascistas: enviaban espías a recorrer los pueblos camuflados y se mezclaban entre la gente para tirar de la lengua y elaborar las listas negras que posteriormente serían utilizadas para los encarcelamientos y fusilamientos en masa. Lino Muela relataba un episodio de estas características en el que unos espías se hicieron pasar por afiladores: “Los afiladores no eran tales, sino que resultaron ser los que mandaban una de las dos compañías que asediaron el pueblo. Eran teniente uno y capitán el otro, del regimiento de Calatayud”.

Río de sangre

Y a teniente acabaría llegando el mismo Lino, que relata uno de los momentos más trágicos de la guerra: la hora de entregar las armas y rendirse a un enemigo que representaba todo

lo contrario a los ideales republicanos; llegó el momento de decirle a los soldados que estaban bajo su mando que la única opción era rendirse o intentar escapar: “Les dije que España continuaría siendo un río de sangre en el que nosotros desempeñaríamos el papel de víctimas y que solo verían cárceles y campos de concentración”. Muchos intentaron escapar y otros se rindieron para acabar en manos de los tribunales populares que en la mayoría de los casos no mostraron piedad: “El crimen más grave que pudo cometer Franco con los vencidos: Inhibirse y dejarnos en manos del pueblo; dejar la justicia al arbitrio y bajo la voluntad del pueblo era lo mismo que dictar sentencia en favor de las envidias, el odio y la venganza”, cuenta Lino Muela en sus memorias

Antes de pasar página

Herchhoren explica el contexto en el que estas memorias se crearon: “fueron escritas a máquina de escribir y con ilustraciones hechas a mano, realizadas en Francia en junio de 1968 con motivo de las protestas que sacudían el país en aquel entonces”. Y es que Lino acabaría convirtiéndose en uno de tantos exiliados que escaparon a Francia huyendo del franquismo. Gracias a unos amigos pudo cruzar la frontera y afincarse en el país vecino, después de luchar en la guerra y vagar durante meses escondido por el monte; donde sobrevivió como pudo. Gracias al espíritu de supervivencia y a la suerte, Lino muela pudo salir adelante y dejar un testimonio sobrecogedor y muy útil para entender porque antes de pasar página del capítulo más doloroso de nuestra historia reciente, todavía, hace falta leer bien y reconocer unos hechos que merecen justicia y reparación.