Los días 9 y 10 de mayo de 2009, el Foro por la Memoria de Córdoba llevó a cabo una exhumación en la localidad de Belmez. Esta fosa albergaba los restos de cuatro guerrilleros asesinados en una fecha tan tardía como finales de octubre de 1949. En estos momentos la guerrilla en Córdoba estaba prácticamente deshecha, subsistiendo algunos grupos aislados y ya con escaso apoyo en los pueblos, ya que los enlaces habían sido sistemáticamente eliminados. La información que aportada procede del libro de Francisco Moreno (La resistencia armada contra Franco).

Según se recoge en este trabajo, la noche del 21 octubre, cuando visitaban una de las casas del pueblo para aprovisionarse, se produjo un encuentro entre tres guerrilleros y la Guardia Civil que ya estaba alerta sobre su presencia. En este enfrentamiento murió uno de los guerrilleros, mientras que el resto consiguió abandonar la localidad.

Al día siguiente otros tres guerrilleros que acudieron a Belmez en busca de camuflaje (algo frecuente en esta época de la guerrilla) o para establecer contacto con algún enlace, fueron envenenados por la Guardia Civil, que conocía de antemano su presencia, sacados a las afueras del pueblo cuando ya el veneno surtía efecto, y rematados a tiros.

Las víctimas fueron:

Manuel López González “Paco Peñaflor” o “Solitario”, con 35 años, de Villanueva del Rey.

Antonio Vargas Montes, 29 años, de Santa Cruz de Tenerife y residente en Sevilla.

Alejandro Escribano Cobos, 27 años, de Pedroche.

Benito Calero Fuidia, 24 años, Belmez.

De Antonio Vargas Montes es de quien actualmente conocemos más datos, sabemos que fue militante del PCE y que pasó por tres Consejos de Guerra. Finalizada la guerra actuó como Secretario de Agitación y Propaganda del PCE, encargándose de la distribución del Mundo Obrero, así como de prestar ayuda a los presos.

Desde el Foro dejaron constancia de que este trabajo se pudo llevar a cabo gracias a Luisa Gómez Castro (recientemente fallecida), su mujer, ya que fue la encargada de reunir toda la información posible y tras su asesinato, aún siendo la mujer de un rojo, tuvo el valor de desafiar a todo el aparato franquista, buscando el paradero de su marido. En el año 77 visitó Belmez, y tras casi veinte años de espera, la Guardia Civil le entregó un paquete con los efectos personales de Antonio.

La labor de Luisa ha sido continuada por sus hijos, Luís y Mª Carmen, a quienes los componentes del Foro por la Memoria esperaban poder ayudar a recuperar la memoria de su padre y la de todos aquellos que desaparecieron en las noches de niebla.

Texto preliminar adaptado de Manuel Vacas (Historiador).

 

Cementerio de Belmez

Fosa individual

    

Fosa común

             

Historia previa a la exhumación, de los acontecimientos acontecidos en Belmez en octubre de 1949

Entre los días 22 y 23 de octubre de 1949 fueron asesinados por la Guardia Civil en Belmez (Córdoba) Manuel López González, guerrillero apodado El Solitariode 34 años; Benito Calero Fuidia, acusado de enlace de la guerrilla, 24 años; Antonio Vargas Montes, secretario de Agitación y Propaganda del Comité Regional del Partido Comunista, 29 años; y Alejandro Escribano Cobos, vecino de Córdoba, 24 años, militante del PCE, acusado de bandolerismo1. Precisamente será este año de 1949 cuando la dictadura franquista intensifique la represión, ejemplo de ello es el asesinato de doce guerrilleros en un enfrentamiento con la Guardia Civil, miembros de la plana mayor de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón.

Para el esclarecimiento de estos brutales asesinatos hemos realizado un trabajo de documentación que nos ha llevado a recorrer varios archivos. En primer lugar se hizo una petición al Registro Civil de Belmez de los certificados de defunción de las cuatro personas asesinadas. También fue consultado el libro de enterramiento del Archivo Municipal de Belmez, apareciendo inscrita la inhumación en dos fosas comunes en el suelo del cementerio de dicho municipio. Este hecho, junto a los testimonios aportados por los familiares nos llevó a la localización exacta de ambos enterramientos.

El siguiente escalón en la búsqueda en archivos conducía al Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla, encontrándonos con tres expedientes militares distintos, referentes a las personas ejecutadas en Belmez en aquella fecha. El más importante es la causa 691/49 instruida con motivo de la muerte por la Guardia Civil de los supuestos bandoleros: Benito Calero Fuidia, Antonio Vargas Montes y Alejandro Escribano Cobos 2 , donde se cuentan los hechos ocurridos aquel día. Este documento resulta esclarecedor en parte, dada la parcialidad con que la parte implicada, es decir, la Guardia Civil, relata los hechos, por lo que la información extraída del expediente ha tenido que ser contrastada con el resto de los datos de los que disponemos.

Los hechos comenzaron con la detención de Manuel López González la noche del 21 de octubre. En la declaración realizada ante la Guardia Civil esa misma noche, El Solitario, refería la existencia de una persona de confianza en la sierra, Benito Calero. Inmediatamente la guardia civil sale en su busca y no tardan en dar con su paradero. En los interrogatorios que se realizan sale a relucir toda la historia, y nos permiten atar los cabos que los testimonios orales nos habían aportado de forma aislada. Tomando como base la declaración de Benito Calero parece ser que él había actuado como enlace de la guerrilla y punto de apoyo desde el cortijo de Las Caleras. Desde hacía algo menos de un mes y a espaldas de su mujer y toda su familia, había estado reportando los artículos más imprescindibles a un grupo de guerrilleros que se escondían por allí, recibiendo a cambio, según información del expediente, 25 pesetas. Efectivamente, nadie en la familia de Benito conocía este hecho y fue una sorpresa para todos.

Poco antes de que la Guardia Civil lo detuviera, se habían presentado algunos guerrilleros más buscando a los cinco que se escondían en las inmediaciones, y entre todos le proponen a Benito realizar un secuestro para recabar fondos o bien realizar un atraco con la misma finalidad. Todo se acuerda para el día 20, momento en que tres guerrilleros y Benito parten hacia Belmez en búsqueda de una persona a la que poder extorsionar. Parece ser que los objetivos fijados no se encontraban en la localidad en ese momento y tras unas horas de espera deciden dirigirse al interior del pueblo Manuel López González y otro más, quedando en las afueras Benito y El Rubens. La declaración de Benito dice que a las doce de la noche y viendo que no volvían decidieron marcharse, sin embargo, es la información aportada por la sobrina de Manuel López la que nos refiere lo que sucedió. Al parecer, la intención de ambos guerrilleros era buscar una taberna para comprar algo de comida. Estando en este menester la Guardia Civil les dio el alto y pidió la documentación. Ante esto, El Solitario saca su arma y dispara a la Guardia Civil, sin embargo la pistola se le encasquilla y recibe un disparo en el estómago mientras su compañero consigue escapar.

En este punto enlazamos con el principio del relato, y vemos que la declaración de Manuel López se produce a raíz de este enfrentamiento y posterior detención. Su testimonio se produce en la Casa de Socorro de Belmez a las 3:40 horas de la madrugada del día 21. Esa misma madrugada morirá. El informe facultativo de la autopsia revela que murió por herida en región abdominal y nada dice del impacto de bala en el cráneo que pudimos ver al exhumar su cuerpo.

Volviendo a la declaración de Benito, testifica además que en Peñaladrones y en el Albardado tenía esta partida escondidas sendas escopetas. Refiere que había oído que un par de personas iban a llegar al Arroyo Albardado. Se trataba de dos personas importantes en la organización guerrillera que iban a difundir propaganda y a tratar cuestiones relativas a la organización.

La Guardia Civil acompaña a Benito a Peñaladrones en busca de la escopeta. Parece ser que éste se mostraba nervioso y dubitativo en cuanto a la localización exacta y consigue demorarse hasta que se hace de noche. En ese momento, aún yendo esposado, sale corriendo y se adentra entre la espesura, sin embargo la Guardia Civil consigue alcanzarlo con tres impactos por la espalda.

Mientras, en el Arroyo Albardado, se habían apostado algunos guardias que, al notar que dos personas suben por su orilla le dan el alto, organizándose un tiroteo del que resultan muertos los dos hombres: Alejandro Escribano y Antonio Vargas.

Las autopsias revelan que los tres murieron por impactos de bala en el tórax, sin embargo nada dice del impacto de bala en el cráneo que uno de ellos presentaba. Por cierto, dicho impacto tuvo su orificio de entrada en la barbilla o en el interior de la boca.

Benito, Alejandro y Antonio fueron asesinados el 23 de octubre de 1949 y arrojados a la misma fosa común en el cementerio de Belmez, mientras que Manuel López González fue enterrado en una fosa individual.

1 Utilizando terminología de la época y haciendo alusión al Decreto-Ley de 18 de abril de 1947 sobre represión de los delitos de bandidaje y terrorismo, BOE nº 123 (3-5-1947), oficialmente los guerrilleros eran bandoleros y terroristas.
2 Archivo Militar Territorial II de Sevilla (en adelante AMTS), Legajo 653-9519, Causa 691/49, Exp. 8107.

 

Homenaje

          

Informe antropológico

Informe histórico

Denuncia

Recurso

Autopsia

Artículo de opinión

Equipo Foro por la Memoria de Córdoba en 2009;

Isabel Amil (Presidenta)

Francisco Molinero

César Pérez Navarro (vicepresidente y arqueólogo director)

Guadalupe Gómez (arqueóloga) 

Luis Tovar (arqueólogo)

Inma López Flores (antropóloga) 

Carmen Jiménez Aguilera (historiadora)

Manuel Vacas (historiador)

Bruno Rascâo (fotógrafo)

Víctor Caparrós Lorente

Ludovic Caballero García

Ángeles Jiménez

Foro por la Memoria de Sevilla 

Juan Luis Castro Fernández (arqueólogo)

Daniel Barragán (arqueólogo)

*La exhumación y recuperación de la memoria de estos represaliados fue posible gracias al PCA, que sufragó los indispensables gastos de alojamiento, manutención y análisis de ADN. También a la ayuda de los familiares, el apoyo de miembros del Foro por la Memoria de Sevilla y, en definitiva, el trabajo voluntario de los técnicos. 

*Fotografías: Bruno Rascâo / César Pérez / Carmen Jiménez.