dilluns, 6 de desembre del 2021

El horror de la represión franquista en las plazas de toros valencianas.

 https://www.lavanguardia.com/local/valencia/20211205/7907234/horror-represion-franquista-plazas-toros-valencianas.html


Se tiene constancia de que al menos cuatro albergaron a prisioneros en la Comunitat Valenciana: la de València, Alicante, Monòver y Utiel

Historiadores piden que algún elemento de memoria recuerde lo que pasó

Plaza de toros de València, en la actualidad

Plaza de toros de València, en la actualidad

 Raquel Andrés Durà

Miles de personas pasan a diario por la plaza de toros de València. Junto a la Estación del Norte, es uno de los primeros edificios que ven los recién llegados a la ciudad. En sus alrededores, hay dos monumentos que recuerdan a dos toreros: una escultura en acero, en homenaje a Manuel Granero, y otra en bronce, que representa a Manolo Montoliu. Nada menciona, sin embargo, uno de los episodios más escalofriantes que se vivió en el coso: el horror de la represión cuando fue, en 1939, un campo de concentración franquista.

Y no es la única. En los 42 campos de concentración que hubo en la Comunitat Valenciana (provisionales y estables), según Los campos de concentración de Franco -un libro y una web de Carlos Hernández de Miguel que los recopila- hubo, al menos, tres plazas valencianas más que sirvieron a la dictadura franquista para castigar a los que defendieron el régimen democrático: la de Alicante, la de Monóvar y la de Utiel.

 

Campos de concentración en las ciudades que rompían con la imagen de "paz" que vendía Francisco Franco

El historiador Jorge Ramos Tolosa explica que estos campos de concentración duraron tan poco tiempo porque, al estar dentro de los municipios, daban una imagen que rompía con la de la pretendida “paz” que vendía Francisco Franco con el establecimiento de la dictadura. Como la Guerra Civil acabó en València y Alicante, fue la primera experiencia de la represión franquista que se vivió. Hasta entonces, los horrores de la guerra aquí se habían limitado a los racionamientos.

Estos campos funcionaron como meras prisiones desde la que se trasladaba a los prisioneros a otros emplazamientos: “Querían controlar a la población que había participado de manera militar o política en la Guerra Civil, clasificarla, registrarla”.

¿Por qué son menos conocidos que los de la Alemania nazi?

¿Por qué los campos de concentración franquistas no se conocen tanto como los campos de concentración y los campos de exterminio de la Alemania nazi? “Tiene mucho que ver con que durante mucho tiempo ha sido un tema tabú durante el franquismo y durante la democracia. Se está haciendo mucho trabajo desde los cambios de gobierno de 2015 en muchos frentes, como identificación y exhumación de fosas”.

“Pero todavía se está tratando desde perspectivas que son muy anómalas en otras democracias. Se considera que trabajar por la memoria, la justicia y la reparación es una cuestión de venganza política. Y no es así. Es una cuestión de derechos humanos y de derecho internacional”, sostiene el historiador.

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Ramos añade que “el muro de silencio desde arriba ha confluido con el miedo y el silencio que ha acompañado a muchas personas”. “La represión fue tan dura y fue un periodo tan oscuro que mucha gente se ha muerto sin querer hablar de estos temas”, afirma.

Para no olvidar que hubo campos de represión franquistas en algunas plazas de toros valencianas, el historiador defiende que la memoria democrática se trate “de una manera integral e interdisciplinar y no de manera aislada”: “Debe estar continuamente en los medios de comunicación, sistemáticamente en los planes de estudio en todos los niveles de enseñanza, en la política institucional y en la cultura”.

Un campo de concentración en el centro de València

Se trató de un campo provisional en el que, según los partes oficiales de la época, había 3.500 prisioneros, aunque la cifra real podría multiplicarse. Estuvo en funcionamiento, al menos, durante el mes de abril de 1939.

En la actualidad solo existe una fotografía que recuerde el horror en el centro de València: la descubrieron los historiadores Javier Esteve y Jorge Ramos Tolosa en el archivo de la Biblioteca Nacional.

La plaza de toros de València como campo de concentración franquista, foto descubierta por los historiadores Javier Esteve y Jorge Ramos Tolosa en el archivo de la Biblioteca Nacional

La plaza de toros de València como campo de concentración franquista, foto descubierta por los historiadores Javier Esteve y Jorge Ramos Tolosa en el archivo de la Biblioteca Nacional 

 Cedida por Jorge Ramos Tolosa

En el diario Avance se publicó un texto del coronel Antonio Aymat que apelaba a los “soldados que habéis pertenecido al Ejército Rojo”, a quienes les daba dos instrucciones.

La primera: “Para legalizar vuestra situación y ser encaminados a vuestro destino, tenéis que pasar por el campo de concentración para ser clasificados”.

Texto de la época del diario 'Avance'

Texto de la época del diario 'Avance'

 LV

La segunda: “Los que estáis en Valencia debéis acudir a la Plaza de Toros, donde se os dará de comer con rancho en frío y se formarán distintos trenes para trasladaros a los lugares de clasificación. La clasificación tiene que ser breve, así es que acudid enseguida para que legalicéis pronto vuestra situación”.

Un testimonio de la época lo recogió el periodista Miquel Ramos en un vídeo que compartió en las redes sociales. En él, su tía Maria Dolz, originaria de Montcada, recordaba que la plaza de toros estaba “llena de rejas” y, desde dentro, agarrados a los barrotes, los presos le decían: “Escuche, ¿usted es de Montcada? Dígale a mi madre que estoy aquí, ya en València”. Y es que a muchos los habían detenido huyendo de algún frente y sus familias no tenían noticias de ellos.

Dolz también relataba cómo los franquistas abusaban de las mujeres: “Íbamos las hijas a llevar la cestita con comida. ¿Qué hacían? Los porteros se la quedaban. Además, decían: “No verás a tu padre si no pasas a hacerme compañía”. ¿Qué querían? ¡Violarlas!”.

La mayoría de los presos de la plaza de toros de València acabó en el campo de concentración de Albatera, uno de los más duros del estado español.

Plaza de toros de València, en la actualidad

Plaza de toros de València, en la actualidad

 Raquel Andrés Durà

Para el historiador Jorge Ramos, “una de las cosas más llamativas” de València es que “la mayoría de la gente no sabe que había un campo de concentración” en la plaza de toros.

Por ello, apela directamente a la consellera de Memoria Democrática, Rosa Pérez, a la que ya le ha pedido algún “elemento de memoria” que recuerde este episodio. “Se han hecho muchas cosas en los últimos años, pero aún quedan muchas cosas por hacer”, sostiene.

Fuentes de la Conselleria afirman que hay "voluntad" se señalizar estos espacios y que se incluirán en un catálogo extenso de espacios de la memoria democrática en la Comunitat Valenciana.

Los propios inspectores franquistas alertaron de las duras condiciones de la plaza de toros de Monòver

Este municipio de la comarca del Vinalopó Mitjà, en la provincia de Alicante, albergó un campo de concentración estable en su plaza de toros. El franquismo lo usó como tal entre abril y noviembre de 1939, cuando pasó a llamarse “campo penitenciario”. El coso data de 1912 y cerró sus puertas en 1968 por el deterioro de sus instalaciones; tras una remodelación, volvió a abrir en 2002.

El técnico de Patrimonio del Ayuntamiento de Monòver, Ferran Díaz, explica que llegó a albergar hasta 1.200 presos al mismo tiempo. Al ser partido judicial, acogió a prisioneros de la comarca, algunos procedentes incluso de Villena y Biar. Estaban pendientes de juicio y permanecían en la plaza de toros hasta que acababan en una prisión de manera permanente. La mayoría se enviaban al Reformatorio de Alicante.

Plaza de toros de Monòver, que fue campo de concentración franquista

Plaza de toros de Monòver, que fue campo de concentración franquista

 'Los campos de concentración de Franco'

Díaz cuenta que “se tiene constancia de la muerte de varios presos” en la plaza de toros de Monòver, donde destacaba el frío que hacía y unas condiciones precarias de salud e higiene que llevó, incluso, a que “los inspectores franquistas dijeran que no podían estar ahí los presos”.

El arqueólogo que descubrió los “Tesoros de Villena”, José María Soler García, pasó por la plaza de toros de Monòver como represaliado. En su autobiografía cuenta que trabajó en Correos de 1922 a 1939, cuando le expulsaron tras la victoria de las tropas franquistas en la Guerra Civil. Le trasladaron al municipio alicantino junto a otros reclusos.

Un preso se había ahorcado de uno de los hierros que sirven para colocar las cuerdas en los callejones

José María Soler García, prisionero en la plaza de toros de Monòver

Soler García relata que fueron alojados en los palcos de la plaza de toros de Monòver, “que estaban separados del ruedo por unas telas”. Desde allí, “a los dos o tres días de estancia”, vieron “a un preso que se había ahorcado de uno de los hierros que sirven para colocar las cuerdas en los callejones”. De los palcos los movieron al anillo interior del ruedo, “que estaba enfrente de los tendidos”: “A mí me cupo la suerte de que me tocara la almohada de mi jergón encima de una ratonera”.

Allí vieron un “espectáculo” que, recordaba, les “tuvo bastante atemorizados”: un grupo de soldados se llevó a uno de los presos y lo devolvió “con las señales de la tremenda paliza que le habían pegado”. Repitieron la acción, hasta que, a la tercera ocasión, el preso “fue señalando a alguno de los compañeros”. “Se trataba de un intento de fuga, parece ser, en el que iban a tomar parte algunos de Villena”, escribió Soler García.

Un preso iba con señales de la tremenda paliza que le habían pegado

José María Soler García, prisionero en la plaza de toros de Monòver

De la plaza de toros, que fue campo de concentración provisional, le trasladaron a unos almacenes y, finalmente, a la Prisión Provincial de Alicante.

“Nunca olvidaremos aquella procesión en fila india por las calles del pueblo, cada uno con sus artículos personales encima, incluso el colchón, y a través de unas calles con sus puertas y ventanas cerradas a cal y canto. La estancia en aquellos almacenes fue bastante normal, comparada con todo lo que habíamos sufrido antes”, explicó en sus memorias.

Otras plazas de toros que albergaron el horror: Alicante y Utiel

El coso de Alicante, cerca del casco antiguo y junto al Auditorio (ADDA), fue uno de los campos de concentración que tuvo la ciudad hasta mayo de 1939. Otros cercanos como el Castillo de Santa Bárbara, el Castillo de San Fernando y una casa de ejercicios espirituales llamada San Ignacio, en el barrio de Benalúa, estuvieron activos hasta noviembre y diciembre de 1939.

Plaza de toros de Alicante, que fue campo de concentración franquista

Plaza de toros de Alicante, que fue campo de concentración franquista

 'Los campos de concentración de Franco'

Por otro lado, la plaza de toros de Utiel también fue un campo de concentración provisional. Se estima que en su recinto habrían vivido sufrido condiciones terribles más de 6.000 personas. Estuvo operativo, al menos, durante abril de 1939.