Los restos mortales de José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martinez han sido entregados a sus familiares
En 1939, tres personas fueron asesinadas en Chinchilla de Montearagón, (Albacete) a causa de la represión franquista. Ochenta y cuatro años después, José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martinez Ponce han sido exhumados y ya descansan junto a sus familiares. Los restos mortales de estas tres personas, naturales de Madrigueras, han sido entregados a sus familias, tras la investigación del Laboratorio de Antropología de la Universidad Autónoma de Madrid, donde se ha llevado a cabo la labor de identificación.
Pepe Tendero es el nieto de José Tendero, quien fue alcalde de la localidad de Madrigueras, (Albacete) y ha recibido los restos mortales de su abuelo tras 84 años. Con este gesto, una herida que llevaba abierta más de ocho décadas en esta familia, por fin se cierra. Junto con la Asociación de Memoria Histórica Chinchilla de Montearagón, Madrigueras y Comarca, los familiares de las personas que han sido exhumadas de la fosa común en la localidad chinchillana, han podido enterrar a sus familiares tras más de 80 años, y ya pueden respirar aliviados tras un sufrimiento que se ha transmitido de generación en generación.
Pepe Tendero, nieto de José Tendero, confiesa a El Digital de Albacete que el alivio que siente, “más que por nosotros, es por nuestros padres”. Unos padres que “nunca nos dijeron nada, para que no sufriéramos lo que ellos han padecido”, como explica Pepe Tendero. La historia de esta familia es solo un ejemplo de las muchas familias albaceteñas y castellanomanchegas, que han luchado durante años por recuperar los restos de sus seres queridos, ya que muchos de ellos todavía están repartidos por diferentes puntos de la provincia de Albacete, donde se encuentran más de siete mil personas que fueron represaliadas, víctimas de la dictadura franquista, según datos del Mapa de la Memoria Democrática de Albacete.
El proceso de exhumación tras “ochenta y cuatro años lloviendo”
El proceso de exhumación arrancaba el pasado mes de julio. Tras conseguir rescatar los cuerpos, el equipo del Laboratorio de Antropología Forense de la Universidad Autónoma de Madrid ha trabajo durante ocho meses sin descanso, en labores de identificación. Un proceso largo y delicado, ya que “los terrenos de Chinchilla son muy complicados”, explica el nieto de José Tendero, que añade que “ochenta y cuatro años lloviendo, son muchos años. Había muchísima agua”.
“Hemos pasado momentos muy difíciles, los primeros días sacamos camiones y camiones de tierra”, asegura Tendero, que manifiesta que “después de tres días sacando tierra, llegamos a la fosa y no había nada”. Chinchilla de Montearagón cuenta en la actualidad con varias fosas comunes, por lo que era complicado señalar el punto exacto donde se ubicaban los restos mortales de estos vecinos de Madrigueras. “Continuamos en otra fosa. Tras tres días y quince personas excavando, vimos tres siluetas”, recuerda Pepe, que aclara que “aunque había momentos con la moral muy baja, fue una satisfacción inmensa”.
Tras la recuperación de los restos mortales de José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martinez Ponce, llega el largo y tedioso proceso de identificación, que se ha llevado a cabo en la universidad madrileña, bajo la dirección de Ángel Fuentes, que ha sido ejemplo de solidaridad, realizando esta labor de manera altruista.
Una identificación que no se ha podido llevar a cabo por ADN, ya que el estado de los cuerpos era delicado, propiciado por el paso del tiempo. “Al final no ha podido ser por ADN y se ha hecho con un estudio antropológico”. Un trabajo que se ha alargado durante meses, concretamente “desde el día 8 de julio hasta este 16 de marzo”, tal y como apunta Pepe Tendero.
Un equipo de grandes profesionales, capitaneados por Ángel Fuentes, que, tal y como explica Pepe Tendero, “es él quien lo ha hecho todo. Tiene muchísima experiencia y ha sacado a más de 800 personas de fosas comunes”. Una labor completamente admirable, ya que todo el equipo antropológico de la universidad madrileña lo ha llevado a cabo de manera desinteresada. “Para nosotros, Ángel lo ha supuesto todo. Han venido a colaborar de manera altruista”, manifiesta Pepe, que quedará eternamente agradecido junto al resto de familiares, al gran equipo que ha hecho posible esta labor. De esta manera, y gracias al conjunto de arqueólogos de Fuentes, se cierra una herida que se debería de hacer cerrado hace muchos años.
El laboratorio forense y el equipo de Ángel Fuentes
Ángel Fuentes es el arqueólogo forense que ha llevado a cabo la investigación, junto con el resto del equipo del Laboratorio de Arqueología Forense Universidad Autónoma de Madrid. Una labor de exhumación e identificación que ha durado unos ocho meses aproximadamente. “Tenemos un sistema de localización por fotografías antiguas”, asegura Ángel Fuentes a El Digital de Albacete, que manifiesta que, gracias a ello, “detectamos la fosa por análisis de imagen”.
Tras la recuperación de los restos mortales de los ciudadanos de Madrigueras, “intentamos hacer la identificación por ADN”, recuerda el arqueólogo, aunque finalmente no pudo ser por este método, debido a la mala conservación de los cuerpos. “Los cráneos estaban destruidos por el ‘tiro de gracia’. No tenían ADN por el deterioro, ya que estaban en una zona inundada”, matiza el experto, que añade que “finalmente lo hicimos por identificación antropológica, es decir, por medidas”. Un cambio de planes, que presentó algunas dificultades. “Dídimo era muy joven, tenía 27 años, pero Tendero y Sahuquillo eran muy parecidos en edad y fue más complicado”, tal y como explica el especialista.
Una gran labor, la que ha llevado a cabo todo el equipo de arqueólogos forenses, a los que los familiares de José Tendero, Dídimo Martínez y José Sahuquillo estarán eternamente agradecidos. “Es cierto que los familiares se sienten solos, es un camino de soledad”, manifiesta Fuentes, que explica que “son personas que llevan mucho tiempo buscando a los suyos y no es fácil encontrar un sitio en el que te marquen el camino”. El arqueólogo forense de la universidad madrileña asegura que es complicado dar con el camino a seguir cuando no sabes cómo empezar. “Hasta este momento, para ellos ha sido andar en el desierto y a oscuras”, matiza Ángel Fuentes.
El arqueólogo ha puesto sobre la mesa el valor de los familiares, y ha indicado que “todo se ha hecho con fondos de las familias”. Fuentes también ha destacado la labor del Ayuntamiento de Chinchilla de Montearagón que “se ha comportado de una manera excepcional, sin ponerse en la foto. Encontramos todo el apoyo del pueblo”.
Un apoyo “silencioso y tranquilo, pero eficaz”, tal y como manifiesta Fuentes, que destaca que “esta actitud debería ser la normal, pero no es lo habitual”. Ángel Fuentes recalca que este tipo de acciones “se hace para todos, para las familias y para el pueblo. Es algo muy positivo”, y añade que “las familias ahora pueden descansar. Son familias numerosas, enteras, que están en piña, que no se les ha olvidado su abuelo. Ni con 100 años más, esta familia habría podido olvidarlo”.
La historia de Sahuquillo, Tendero y Dídimo
La historia de José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martínez Ponce es la de muchos españoles repartidos por todo el país. “La acusación es adhesión a rebelión, como hacían con todos”, explica el nieto de Tendero. “Es un caso un poco raro”, puntualiza Pepe, ya que los tres hombres eran de Madrigueras, sin embargo, fueron ejecutados en la localidad chinchillana. “El 3 o el 4 de abril los llevaron a La Roda, aunque la denuncia que consta es del día 9”, apunta Pepe Tendero. “Sin embargo, desde el día 4 de abril ya estaban en La Roda”, aclara Tendero, que expone que “para el día 25 de abril ya estaban condenados a muerte. En dieciséis días tenían todo resuelto”.
El traslado de José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martínez Ponce de La Roda a Chinchilla de Montearagón sigue siendo un misterio sin resolver a día de hoy. “Desconocemos por qué los trasladaron a Chinchilla”, apunta Pepe Tendero.
La fosa común
Los familiares contaban con un punto señalado, donde podría estar la fosa común, aunque era una zona extensa y el paso del tiempo jugaba en contra de ellos. Pero los familiares contaron con una persona que les trajo suerte. “Un señor nos contó que, cuando era un niño, se dedicaba a cuidar ovejas. La misma mañana que asesinaron a mi abuelo, a José y a Dídimo, el niño pasaba con su burro y vio los cadáveres”, recuerda el nieto de José Tendero. Por esta razón, “de siempre, todo el mundo decía que estaban en esa zona”, señala Pepe Tendero, que apunta que “antiguamente, se llamaba ‘el corralillo’, donde se enterraba a la gente que se suicidaba, a las afueras de los cementerios católicos”.
Aunque los familiares tenían un hilo del que tirar, no sabían exactamente en qué punto se encontraban los cuerpos. “Los arqueólogos hicieron estudios y analizaron el terreno también”, apunta Pepe. Con la zona acotada, “excavamos dos fosas, en la primera no encontramos nada. En la segunda, por suerte, encontramos a nuestros familiares”, puntualiza el nieto de Tendero, que recuerda que “la archivera del Ayuntamiento de Chinchilla, investigando, nos explicó que la otra fosa era de ocho falanguistas, que los trasladaron al Valle de los Caídos”.
Sobre el resto de las fosas comunes de la época que existen en Chinchilla de Montearagón, Pepe apunta que “hay otra con 23 personas que murieron en el penal, según los datos del registro de Chinchilla”. Además, Pepe Tendero recuerda que el objetivo era encontrar a cuatro personas “pero a este último no lo hemos encontrado”.
No es la primera vez que los familiares de Tendero, Sahuquillo y Martínez intentan recuperar los restos de sus seres queridos. A pesar de sus intentos, es ahora cuando por fin la ley lo ha permitido. “Con la nueva ley de memoria histórica decidimos intentarlo”, apunta Pepe, que recuerda que “hace muchos años recurrí al archivo y me enviaron el dossier de la condena, pero en aquellos años era imposible hacerlo”. “Ahora se reúnen las condiciones y tuvimos la enorme suerte de conocer al arqueólogo de la UAM”, explica Tendero.
“Abriendo fosas, cerrando heridas”
El lema de esta asociación y de muchas familias que buscan sin descanso a sus abuelos y bisabuelos es ‘abriendo fosas y cerrando heridas’. Una frase que lo significa todo para Pepe, que recuerda que “esta frase está en el Cementerio de Sevilla, reza a pie de una fosa”, y añade que “nos pareció que era más que lógico. Abriendo fosas, y cerrando las heridas de los familiares”.
Unas familias en las que en casa no se hablaba del tema, “no sé si nos querían proteger para que no sufriéramos lo que ellos padecieron, o porque les hicieron creer que eran los malos”, explica el nieto de Tendero, que destaca que “hay que recordar que estas personas estaban defendiendo la legalidad vigente en aquel momento”.
“El dolor se hereda”
Sobre los asesinatos de la Guerra Civil, Ángel Fuentes, arqueólogo forense del Laboratorio de la Universidad Autónoma de Madrid, explica que “son hechos que cambian la vida de la gente por mucho tiempo. No solamente es el que matan, es la mujer que tiene hijos y los tiene que sacar adelante. Son los hijos que pierden oportunidades y se tienen que poner a trabajar”, y asegura que “el dolor se hereda”. “Este país debe respetarse y asumir todo lo sucedido y ponerlo en su sitio para que no sea un lugar donde tropezar”, manifiesta el arqueólogo.
También cabe recordar, tal y como explica Pepe Tendero a El Digital de Albacete que “todavía quedan 23 personas ahí”. Por ello, Pepe pide a las administraciones “que sean un poco más ágiles” a la hora de realizar este tipo de labores, ya que “hace falta mucho tiempo y mucha gente. Nosotros nos hemos costeado todo, con la colaboración del equipo de antropólogos, que lo han hecho de manera altruista”.
En la provincia de Albacete 7.611 continúan en fosas, según datos del Mapa de la Memoria Histórica de Albacete. Más de siete mil familias que no han conseguido recuperar a sus seres queridos. El dolor y el sufrimiento de toda una generación de hijos, que a día de hoy son abuelos, que no han podido recuperar los cuerpos de sus padres, y que han vivido toda una vida con ese dolor dentro. La exhumación de José Sahuquillo, José Tendero y Dídimo Martínez ha abierto la posibilidad de seguir cerrando heridas en la provincia de Albacete.
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