dijous, 28 de març del 2024

18 de julio de 1936: un general casi desconocido

 https://www.eldiario.es/opinion/tribuna-abierta/18-julio-1936-general-desconocido_129_11237025.html

Franco en el segundo aniversario de la muerte del general Mola

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He seleccionado a tres personajes relacionados con el 18 de julio con el propósito de mostrar cómo el historiador puede plantear interrogantes sobre episodios muy trabajados tras nuevas combinaciones de datos. Lo hago en un contexto en el que ya parece saberse todo sobre el golpe y en el que Mola figura como principal muñidor de la conspiración. Es una visión alicorta. La documentación disponible permite añadir nuevos nombres al suyo. 

Lo hago en un contexto en el que la controversia entre Gobierno y oposición, tanto de derechas como de ultraderecha, hace recordar la actuación de ciertos medios de comunicación en la primavera de 1936. Siempre se supo que desempeñaron un papel muy importante en la crispación del clima político. Menos se sabía que algunos de entre ellos (pienso en ABC, El DebateLa Nación, como cabezas de fila de otros menos generales) acompasaban sus comentarios, artículos de opinión y noticias en sincronía con la conspiración en marcha entre ciertos sectores del Ejército. Los impulsaban la trama civil.

El proceso se conoce hoy mejor gracias a la apertura de archivos, españoles y extranjeros. Son fundamentales para iluminar la acción humana en el pasado en condiciones dadas, pero moldeables. ¿Qué hubiera ocurrido si los gobiernos de la primavera de 1936 hubiesen tomado otras decisiones sabiendo, como sabían, el tipo de agitación que se expandía en el Ejército? 

Escribo estas líneas para incitar a quienes sepan más que servidor a que den un paso al frente. La historia no puede invertirse. Lo que pasó, pasó. Los historiadores nos acercamos, en la medida de nuestras posibilidades, a interpretar lo que hubo detrás de los datos conocidos. Siempre susceptible de modificación cuando aparecen nuevos datos relevantes.  

En este sentido, desde que empecé a ocuparme hace casi veinte años de la dinámica que condujo al estallido de 1936, he ido identificando tres figuras claves, de quienes se sabe poco todavía. Dos fueron monárquicos, uno civil y otro militar, y sus nombres son sobradamente conocidos, aunque menos sus actuaciones en la época. Fueron un general (presumiblemente co-planificador), un diplomático medio fascista y un comandante ambiciosillo y sin el menor escrúpulo. Me apresuro a señalar que sus expedientes personales o han desaparecido o no están completos. Tal vez sus descendientes guarden como oro en paño documentación adicional. 

De ser así, sería muy de agradecer que la entregaran a los archivos correspondientes. Incluso con plazos de cierre. Siempre es mejor saber dentro de, por ejemplo, 25 años que permanecer indefinidamente en la ignorancia. Los historiadores del futuro que pudieran estudiarlos extraerían, quizá, otras conclusiones. A lo mejor no son las de servidor, pero ni hay historiadores definitivos ni, por ende, historia de tal carácter. 

El probable co-planificador es conocido porque fue el sucesor de Franco como jefe del Estado Mayor Central en la primavera de 1936. Me atrevo a pensar que a numerosos lectores, e incluso investigadores de pro, el nombre no les dirá mucho: fue el general de División José Sánchez-Ocaña y Beltrán. En 1935 había sido el número dos de Franco cuando este ocupó durante algunos meses aquel puesto. 

Hasta que servidor indagó en tal caballero nadie había ilustrado con ejemplos concretos el papel de Franco como el general del que dependía la Sección Servicio Especial. Esta denominación ocultaba un servicio de información interno al Ejército con ramificaciones en todas las unidades, tanto en la península como en el Protectorado y los archipiélagos. Es decir, a Franco iban a parar los informes que producían los jefes y oficiales de la SSE. O una selección de los más importantes. Lo mismo ocurrió con Sánchez-Ocaña. Nada de esto aparece, sin embargo, en sus respectivas entradas de Wikipedia. En el diccionario bibliográfico de la RAH ni se menciona al segundo.

Pues bien, así como una parte (pequeña) de los informes generados por la SSE se encuentra disponible en el Archivo General Militar de Ávila, en la primavera de 1936 la que indudablemente debió de seguir suministrando a la Superioridad ha desaparecido. Primer misterio. Esto significa que los historiadores no podemos reconstruir esta parte del pasado, que no sería precisamente desdeñable de cara a los preparativos del golpe militar.. 

Segundo misterio. Sánchez-Ocaña y Beltrán cesó en su puesto a raíz del “Alzamiento”, cosa en sí no extraña porque también lo hizo su jefe el ministro (también presidente del Gobierno) Santiago Casares Quiroga. En Wikipedia se afirma que el tan escasamente conocido general “no fue represaliado por ningún bando”. Es cierto, pero se oculta por qué. La primera razón es que no tardó en refugiarse en la embajada de Bolivia. La segunda es absolutamente abracadabrante: su expediente militar, su hoja de servicios y todos los papeles complementarios que en ella suelen conservarse han desaparecido como el humo en el azul del cielo en una cálida noche de verano. No figuran en el Archivo General Militar de Segovia en el que se guardan celosamente tal tipo de documentos. Que al subjefe primero y jefe supremo después de los espías militares le ocurra esto es difícil que sea por casualidad. 

Tercer misterio. Del coronel Uguet, jefe directo de la SSE, sí consta su cargo en su expediente, pero nada más. También se refugió en una embajada. En la postguerra ascendió al empleo de general

No ignoro que Wikipedia tiene razón, con todo, al afirmar que Sánchez-Ocaña “sobrevivió a la contienda, pero que no llegó a ocupar ningún puesto activo posteriormente”. Se queda corta. Como ocurre cuando hay que ocultar algo delicado, lo mejor es despistar. Afortunadamente existe el buscador de ABC. Cualquiera que sea la opinión que merezca el periódico que más acentuó la agitación en contra de la República en la primavera de 1936, su colección es con frecuencia insustituible. 

Pues bien, si se utiliza tal mecanismo puede leerse que en la audiencia militar de Su Excelencia el Jefe del Estado (SEJE) del 12 de septiembre de 1962 el primer nombre que aparece es el del teniente general en la reserva Don José Sánchez-Ocaña y Beltrán. Habría que preguntarse cómo y por qué, incluso en esta última, tan escurridizo general pasó al grado más elevado posible en el Ejército español (porque capitanes generales se contaban con menos de los dedos de una mano).

Es decir, para tener una idea más clara de lo que se sabía en las alturas del Ministerio del Ejército de la época acerca de los preparativos del golpe los papeles de Sánchez-Ocaña -si conservó alguno- podrían, quizá, arrojar una luz nueva y potencialmente decisiva. No conviene que a los máximos responsables de la tragedia española se les ignore en el juicio de la HISTORIA. Ni que a los conocidos se les exima de todas sus culpas. Con todo hay ciertos indicios de por dónde pudo haber discurrido su actuación. 

En la primavera de 1936 el Estado Mayor Central del Ministerio de la Guerra distribuyó a las divisiones orgánicas de la península y al alto mando en los archipiélagos instrucciones muy precisas sobre cómo debía actuarse en el caso de un colapso de la ley y el orden. Implicaban la movilización de la fuerza y la ocupación de puntos estratégicos muy variados. Es difícil que no fueran visadas por el ministro Casares Quiroga, aconsejado por algún miembro del gabinete militar. Se conservan las dirigidas a Cabanellas (en la quinta división orgánica) y a Llano de la Encomienda (en la cuarta). También en Canarias y Galicia. Las fechas de envío varían, pero llevaron a la actualización de las medidas para prevenir algaradas revolucionarias. Fue muy fácil darles la vuelta de cara a lo que había que hacer en un caso, contrario, de sublevación contra el Gobierno y, caso necesario, contra los propios mandos.  Es decir, Sánchez-Ocaña abordó el complemento de las “instrucciones” muy generales de Mola sin que nadie se diera cuenta y la SEE cooperó entusiasta como veremos más adelante.