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“Con el tiempo empecé a darme cuenta de que las pequeñas historias personales sí importan. Ante la fiebre consumista que es marca de una época, hay que defender cosas esenciales como recuperar la pequeña historia de personas y lugares.”Ariel Dorfman
… A la memoria de Marisa Sánchez
La evasión de presos del Fuerte de Ezkaba se produce el 22 de mayo de 1938, cuando la guerra va a cumplir dos años y se inclina a favor de los rebeldes. El bando republicano agota sus posibilidades lanzando una postrera ofensiva en el Ebro, confiando en resistir lo suficiente como para que la guerra europea que se barrunta inevitable, conlleve el apoyo de las democracias contra el fascismo, si bien éstas prefirieron mirar para otra parte.
Esta evasión, como hecho histórico, enfrenta una pelea desigual entre quienes tratan de recuperar su memoria y quienes la silencian, memoria frente a olvido, pero sus magnas dimensiones sigue haciéndola fuente de investigación. Ya existe un excelente libro sobre la fuga. Sus autores, al evaluar la inacabable lista de miles de presos, señalan: “a partir de esta impresionante muestra podría hacerse un pormenorizado estudio histórico y sociológico, pero no es este el espacio ni el momento adecuado. Nos limitamos a hacer un sencillo balance y algunas observaciones y comentarios”. Este es el punto de partida que inspira el presente trabajo, una investigación complementaria, y motivada por la fascinación que produce cuanto rodea aquella legendaria fuga.
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