http://www.larepublica.es/2014/11/la-invisible-cruz-del-valle-de-los-caidos-metafora-de-la-impunidad/
En 2009 tuvo lugar un acto público en San Lorenzo sobre la situación planteada por el monumento de Cuelgamuros, eso que se ha dado en llamar el Valle de los Caídos. Tuve ocasión de participar y desarrollar una idea de la que participamos muchos: es un monumento irrecuperable y representa una humillación continuada, un recordatorio permanente de la impunidad franquista que proyecta hacia el futuro su sombra. Funciona también como una metáfora de lo que ocurre en España respecto de la impunidad del franquismo: está ahí, es enorme, pero nadie quiere mirarla. Nadie. Ultimamente se encamina hacia Argentina a quienes buscan Verdad, Justicia y Reparación, pero pocos se atreven a alzar su voz en las Cortes o en las direcciones de los partidos para llamar a las cosas por su nombre. Cuelgamuros refleja muy bien la situación de fondo. Las empresas que lo construyeron con generosas contratas, con presos algunas de ellas a los que brindaron graciosamente «redimir pena a través del trabajo», son hoy poderosas constructoras situadas en el IBEX35.
Al tratarse de una cruz se bloquea usualmente el debate pues, siendo un símbolo cristiano aparentemente, cuestionarlo parece a muchos cuestionar al cristianismo. Tal vez si hubiese sido una esfera o una pirámide se habría actuado de otra forma, pero siendo una cruz hay quien recula. ¿Es una cruz? Una cruz es un instrumento de tortura, de muerte atroz y pública para escarmiento de rebeldes en la cultura de la antigua Roma. Esa construcción en Cuelgamuros transmite ese mensaje igualmente: viene a decir a cuantos la vean, «aquí acabarán quienes se rebelen», es una cruz clavada en el corazón de España, un túmulo inmenso donde un carnicero con pretensiones de caudillo yace rodeado de los cadáveres de sus enemigos y de sus soldados. Como monumento y templo consagrado es un fracaso, pues el horror y el asco que levanta supera con mucho lo que sus defensores pueden imaginar, el contenido devora lo religioso, se lo come: no es cristiano, sino nacional-católico, la variante más netamente hispana del totalitarismo.
La palabra es demolición. Debe ser demolido, desmontado, pero difícilmente lo será antes de que España logre librarse de la impunidad y la sombra. La clase dirigente en España no es ya franquista, eso es algo de hace mucho tiempo. Son otra cosa. Postfranquistas es la palabra; les incomoda sobremanera que se les hable del pasado. Algunos incluso exponen su rechazo a lo que fue el golpe y la guerra, pero todos ellos lo justifican en el fondo; fue necesario, musitan, el Valle lo muestra en los frescos de su cripta.
Les molesta que fuese necesaria —a su juicio— tanta sangre, sobre todo porque, para variar, su clase sufrió bajas sensibles, pero siempre acaban justificando el golpe y la guerra. La Cruz de Cuelgamuros es insoportable para muchos. A unos porque les recuerda el origen criminal y sangriento de sus privilegios de hoy, a otros porque les recuerda el miedo y la angustia de los que sufrieron la guerra. La incomodidad ante su existencia es lo que predomina. Cuelgamuros suscita fanatismo nacional-católico pero también asco, indiferencia, miedo, horror, fascinación morbosa e incluso estupefacción. Como templo es un fracaso. La cruz de los caídos sobrevive en Cuelgamuros porque los españoles se han acostumbrado a no verla, es invisible a sus ojos, al pasar por allí la mirada no repara en ella. Es tan gigantesca como invisible. Admitir que está ahí sería muy difícil de llevar.
En 2010 sacamos el siguiente comunicado para explicar nuestra posición ante el Valle. Desde esa fecha cada año vamos allí a decir lo que es necesario decir.
Valle de los Caídos: “Verdad, Justicia y Demolición”
Federación Estatal de Foros por la Memoria, 20 Noviembre 2010
Por justicia y dignidad democrática
De todos los grandes monumentos construidos como símbolos por los regímenes fascistas del siglo XX, solamente el Valle de los Caídos sobrevive. La Cancillería del Reich en Berlín o la gran cruz gamada del estadio de Nuremberg fueron destruidas y luego reutilizados sus restos en monumentos erigidos para recordar a sus víctimas o celebrar su derrota. En España no sólo el pasado fue diferente, sino que también lo es el presente: El Valle de los Caídos, un recordatorio gigantesco del fascismo en su variante nacional-católica española, no es cuestionado en lo esencial. El diseño inicial sobrevive: no se ha pensado en desmantelar sus estructuras; se respetan los sepulcros de los líderes; los frescos que glorifican la masacre que llevó a cabo un asesino perjuro, mediante la cual secuestró la soberanía del pueblo español durante cuarenta años. La orden sacerdotal consagrada al respeto de su memoria sigue allí, como siguen los miles y miles de cuerpos de los muertos en batallas y paredones que llenan las criptas del valle.
La cruz que culmina la basílica se interpreta por razones culturales de acuerdo con la iconografía cristiana. Es un error: la gigantesca cruz de Cuelgamuros, que impone su presencia a cientos de kilómetros de distancia, tiene poco de símbolo de perdón y salvación; la cruz es sobre todo la representación de la muerte infame y dolorosa que aguarda a los que se rebelan contra el poder.
La enorme cruz de Valle es un aviso a navegantes erigido en el centro de la península, una espada de Damocles, una amenaza latente al conjunto de la sociedad española: no es la cruz de Cristo sino la de Espartaco, como aquellas de las que colgaron miles de esclavos sacrificados por haber osado cuestionar el poder establecido a lo largo de los siglos; por haberse atrevido a soñar y proponer un mundo mejor.
En suma, el Valle de los Caídos es un horror que persiste de forma inconcebible en el corazón mismo de un país, España, que se complace en autoconsiderarse como país democrático, pero cuyas instituciones son incapaces de hacer frente a este legado indeseable. Es más, en los últimos años el Valle se ha convertido en un centro de peregrinación del fascismo internacional.
La Federación Estatal de Foros por la Memoria propone una solución justa al problema del Valle de los Caídos:
* La basílica debe ser desacralizada, no puede consentirse ni por un día más que se emplee la religión para legitimar un lugar infame como ese, construido para dar sentido y legitimidad al golpe, la guerra y la dictadura. La orden religiosa custodia del Valle debe ser trasladada, y los restos de Franco y Primo de Rivera deben ser exhumados y entregados a sus familias.
* El número y el origen de los miles allí sepultados deben ser cuantificados e investigados: son la prueba de un crimen de masas, la guerra, pero también del asesinato, la cárcel y la deportación que supuso la dictadura. No se trata de un problema de ubicación de huesos, se trata de hacer saber cómo se construyó aquel osario y cuál su origen.
* El espacio del Valle, sus instalaciones y la Basílica tienen que ser reconvertidos en un Memorial dedicado a las víctimas del fascismo y a los presos políticos que lo construyeron como trabajadores forzados. De un lugar de memoria fascista debe transformarse en un lugar de memoria democrático, como Auschwitz o el Museo del Holocausto de Jerusalén. Un lugar para homenajear y recordar a las víctimas, y no a los verdugos.
* Las empresas y grandes fortunas que se lucraron con la construcción del Valle y el empleo masivo de trabajadores forzados, deben ser investigadas, sus nombres publicados y obligadas a pagar indemnizaciones a los supervivientes y sus familias, tal y como han hecho recientemente el Estado, instituciones y empresas alemanas con los trabajadores que fueron deportados para sostener el esfuerzo de guerra nazi.
* El Valle debe ser retirado de la propaganda turística de la Comunidad de Madrid que actualmente, de forma indecente, lo sitúa como una parte de la llamada Ruta Imperial que une enclaves históricos; este simple hecho, esta consideración como «imperial» al monumento fascista, nos muestra la insensibilidad y la nula credibilidad democrática de quienes niegan el derecho de obtener justicia, e incluso el reconocimiento de su misma existencia, sólo en el caso de las víctimas del franquismo.
* La gran cruz debe ser desmantelada, de ninguna forma puede consentirse que se siga alzando hacia el cielo ese símbolo de muerte y venganza. Propugnamos una voladura (controlada) como culminación de un gran acto público nacional de desagravio a las víctimas del franquismo.
Hoy, la pervivencia del Valle de los Caídos es una prueba de la plena vigencia del “modelo español de impunidad”, que niega el derecho a la VERDAD, la REPARACIÓN y la JUSTICIA a las víctimas del franquismo y las mantiene en un status de aberrante indefensión jurídica. Es un símbolo de la continuidad del franquismo, al igual que el carácter legal y firme de las sentencias y tribunales que juzgaron en el pasado a cientos de miles de españoles, que una mal llamada Ley de Memoria mantiene.
Denunciamos el miedo de las autoridades a afrontar la necesidad de poner fin a la pervivencia del Valle. Las propias dimensiones del monumento impiden ocultar su presencia; las acciones cosméticas, tales como disimular las concentraciones fascistas con un camuflaje de misa católica, no resuelven el problema. Lo fundamental es la propia existencia de la cruz y de todo al conjunto monumental como principal lugar de memoria de la sublevación contra el régimen democrático, de la guerra contra el pueblo español y del fascismo nacional e internacional.
La Federación Estatal de Foros por la Memoria cree que es indispensable una acción decidida que ponga fin a esta situación. Es preciso hacer pedagogía pública de los crímenes franquistas y de la necesidad de actuar de forma contundente y clara en el Valle de los Caídos.
En las puertas del mausoleo fascista, ciudadanas y ciudadanos venidos de todas partes exigimos coherencia democrática y valor para poner fin de una vez a este gigantesco homenaje de la dictadura. Por higiene ciudadana y por respeto a la dignidad de las víctimas del franquismo hacemos un llamamiento a todas las fuerzas políticas y sociales a abrir un proceso que ponga fin a esta situación.
Por justicia y dignidad democrática
Federación Estatal de Foros por la Memoria
El Escorial, 20 de Noviembre de 2010
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