dimarts, 12 de maig del 2015

Orfeó Català de Mèxic


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LA CATALUÑA QUE VIVE EN EL CORAZÓN DE MÉXICO


Corazón de Cataluña en México, el Orfeó Català de Mèxic tiene una vida de más de 100 años y continua siendo el centro de la cultura catalana en nuestro país. Nuria Caparrós recrea parte de su tradición y se detiene en un episodio triste —no obstante repleto de humanidad— para esta comunidad extranjera.


Nuria Caparrós Mallart

Uno de los episodios más oscuros y dramáticos de la historia de Cataluña no puede contarse sin contar la historia del refugio que miles de españoles encontraron en la generosidad de México durante el convulso periodo de 1939-1940.
Los buques Flandre, Sinaia, Ipanema y Mexique ‒conocidos también como «buques esperanza»‒, llegaron a México con miles de exiliados que dejaron atrás una vida en la tierra que los vio nacer. De lo que fue esta vida quedaron como testimonio los enseres y paquetes abandonados en los bordes de caminos y cunetas de Cataluña.
La historiadora Carmen Llorens Fabregat, nieta del exiliado Ramón Fabregat i Arrufat (fundador en México de las revistas Pont Blau y Xaloc), cuenta que el 13 de junio de 1939 su abuelo y su madre «llegaron a México por Nuevo Laredo, Tamaulipas, en calidad de (…) exiliados políticos como inmigrantes por el término de un año». Se habían embarcado en el trasatlántico francés Normandie rumbo a Nueva York, desde donde partieron a la Ciudad de México. 
Las inclemencias del tiempo de aquel durísimo invierno de 1939 congelaron las esperanzas y sueños de soldados, mujeres, niños y ancianos, que huyeron a Francia por las carreteras catalanas en un intento desesperado de ir al encuentro de algunos de sus seres queridos. Sin embargo, aquel exilio constituyó un problema para la economía y la política francesas, y pronto se consideró urgente la repatriación a España y la reemigración a países americanos tales como Chile, Argentina y México.
La incertidumbre, el miedo y la tristeza, unidas a la sensación de vacío y frustración por el hecho de haber dejado la amada patria de manera tan forzosa, originaron una sombría incógnita: ¿qué pasaría a partir de ese momento? Era imposible pensar en la idea de crear una vida nueva en un lugar tan remoto.
Así pues, el 13 de junio de 1939 el buque Sinaia atracó en Veracruz para desembarcar a los refugiados españoles. El barco había sido fletado por el SERE (Servicio de Evacuación de Republicanos Españoles) con el fin de buscar un lugar de acogida a los refugiados ante el avance de las tropas franquistas. El general Lázaro Cárdenas, quien anteriormente, en 1937, ya había recibido a 500 niños españoles ‒conocidos como los niños de Morelia‒ abrió las puertas de manera indiscriminada al resto de la emigración republicana.
Lejos de toda expectativa, los interrogantes empezaron a dispersarse y fue creándose un lugar para la esperanza y la ilusión perdidas. Los catalanes exiliados en México pronto encontraron un lugar donde compartir cultura, historia, vida, raíces y familia: El Orfeó Català de Mèxic. Pero ¿cómo y cuándo nació esta institución?, ¿por qué se llamó Orfeó?, ¿qué era exactamente?, ¿quiénes formaron parte de él?, ¿qué impacto tuvo en la vida y la cultura de México? y ¿qué ha supuesto para la historia actual de Cataluña?
El Orfeó Català de Mèxic escribió la primera línea de su historia en 1906. Aquel año la ciudad de San Francisco sufrió un devastador terremoto que se llevó la vida de más de 3 000 personas y provocó que más de la mitad de su población se quedara sin hogar. Con la ayuda de ingenieros, arquitectos, albañiles y mano de obra llegada de diferentes partes del mundo, la ciudad resurgió, literalmente, de las cenizas. Algunos de los catalanes que ayudaron en la reconstrucción de San Francisco decidieron seguir buscando trabajo y fortuna en un país donde el idioma no fuera un obstáculo: México.
Por esta primera oleada migratoria se funda en 1906 el Orfeó Català de Mèxic, fruto de un grupo de catalanes que por motivos nostálgicos tuvieron la necesidad de reunirse y evocar la vida en su Cataluña natal y, por otro lado, quisieron transmitir y proyectar la cultura catalana en México, el país que les ofreció una nueva oportunidad.
Entre los socios fundadores encontramos tanto a maestros de obra como a algunos intelectuales, entre los que destacan los músicos Guillem Ferrer Clavé (nieto del gran Anselm Clavé), Josep Rocabruna y Francesc Jordà. El afán y la motivación de reunirse a cantar las canciones de su amada y extrañada tierra dieron paso al nombre de Orfeó.
Cabe mencionar que éste fue el primer orfeón que hubo en México. Si bien el país gozaba de una excelente tradición de música folclórica, no había ningún legado de música coral. En poco tiempo, se organizaron presentaciones en los centros culturales más importantes de la época, y algunos de ellos contaron con la participación de grandes y reconocidas personalidades del arte dramático y la lírica, tales como Virginia Fábregas o Esperanza Iris. Los catalanes supieron responder a la generosidad y fraternidad mexicanas aportando una riqueza cultural sin precedentes.
Tiempo después, el Orfeó creó una agrupación coral infantil llamada Cor de Nois, y dio cabida a un conjunto de actividades destinadas a fomentar las relaciones culturales y sociales: fiestas, bailes, juegos, tertulias, talleres, etc. Además, la institución celebraba las fiestas oficiales de Cataluña, México y algunas españolas. Todas estas actividades estaban reguladas bajo los criterios morales propios de la cultura y la época.
De 1917 a 1923, el Orfeó vivió una época especialmente prolífica, pudiéndose incorporar a él secciones tan importantes como la de arte dramático, la deportiva y un grupo excursionista.
Sin embargo a partir de 1929 la entidad sufrió una larga etapa de crisis económica fruto de los hechos políticos acontecidos en España: la República, la creación del Estatut y la guerra. Esta complicada situación se superó diez años más tarde, en 1939, con la llegada de los exiliados.
Testimonios de la época relatan la cálida acogida que recibieron los refugiados. Según la historiadora Carmen Llorens Fabregat:
Mi madre me contó que cuando llegaron a México lo primero que hizo mi abuelo fue ir al Orfeo Catalán, en primer lugar «por ser catalán» y, además, para obtener información. Le dijeron que «podían vivir en unos departamentos baratos y cómodos ubicados en el Paseo de la Reforma». «Estaban amueblados, tenían dos habitaciones y comedor, pero no tenían cocina». «Comíamos donde podíamos y también íbamos a comer y a tomar café al Orfeo Catalán, en donde tu abuelo se reunía con catalanes amigos de él». El primer trabajo de su padre Ramón fue como agente viajero del aceite comestible Casa y «lo consiguió en el Orfeo Catalán».
De este modo, durante el periodo comprendido entre 1939 y 1945 el Orfeó Català de Mèxic fue llenándose de vida con los recién llegados. Aumentó considerablemente el número de socios y se desarrollaron en él todo tipo de actividades artísticas, culturales, deportivas y literarias.
Esta riqueza cultural era producto de una comunidad catalana muy activa, en la que destacaban el compositor Baltasar Samper, el escritor Josep Carner, el político y abogado Josep Tomàs i Piera, el también político Ferran de Zulueta, el médico y político Salvador Armendares, Ramon Peypoch, Josep Panisello, el escritor y político Jaume Miravitlles y Carles Pi i Sunyer, ingeniero y político, entre otros.
Por otra parte, la necesidad de proyectar la cultura catalana durante la vida en el exilio fue la motivación para unir diferentes experiencias y talentos con el fin de difundirlos a través de algunas publicaciones tales como Full CatalàQuaderns de l’ExiliPont BlauXalocLletresLa Nostra RevistaButlletí de l’OrfeóRevista de l’Orfeó y El Poble Català. Este gran esfuerzo editorial fue posible gracias a las colaboraciones de Joan Sales, Josep M. Ametlla, Pere Calders, Ramón Fabregat i Arrufat, Lluís Ferran de Pol, Vicenç Riera Llorca, Agustí Cabruja, Raimon Galí, Josep M. Miquel i Vergés, Avel·lí Artís-Gener, Ernest Guasp i Garcia y Enric Fernández-Gual.
Carmen Llorens nos relata:
De esta época recuerdo las visitas de mi abuelo Ramón a su despacho en el centro de la Ciudad de México, en la calle de Uruguay 40, y caminar por la calle de Bolívar, en donde por algún tiempo se ubicó el Orfeo Catalán, y ver a mi abuelo abrir un buzón de correspondencia y platicar con otros catalanes en su lengua de origen. También vienen a mi memoria presencias y nombres como los de Pere Bosh Gimpera, Bartolomeu Costa-Amic, Vicenç Riera LLorca, Josep Giménez Giménez, Miguel Ferrer y tantos otros unidos por ideales y proyectos editoriales en común, y por la convicción y el compromiso de impulsarlos desde México.

Ramón Fabregat i Arrufat con Vicenç Riera Llorca. Fotografía cortesía de Carmen Llorens Fabregat.
Ramón Fabregat i Arrufat con Vicenç Riera Llorca. Fotografía cortesía de Carmen Llorens Fabregat.
A todo este privilegiado elenco de personalidades que contribuyeron a otorgarle al Orfeó un lugar destacado entre las instituciones culturales y sociales de la Ciudad de México, hay que añadir la presencia y aportaciones de intelectuales y conferencistas tales como August Pi i Sunyer, Lluís Nicolau d’Olwer, Jaume Aguadé, Víctor Alba, Salvador Armendares, Lluís Aymamí Baudina, Agustí Bartra, Artur Bladé i Desumvila, Josep Carner, Dalmau Costa, Odó Duran D’Ocon, Pere Foix, Josep M. Francès, Eduard Nicol, Marcel i Miquel Santaló, Joaquim Xirau, Gutierrez Tibon, Deogràcies Civit, Josep M. Poblet, Avel·lí Artís Balaguer y Lluís Nicolau d’Olwer.
Este gran despliegue de actividad y movimiento cultural de la institución fue la causa de que los años comprendidos entre 1954 y 1964 fueran los de máximo esplendor para el Orfeó Català de Mèxic. Durante esa etapa la totalidad de las secciones florecieron y se consiguió proyectar la esencia de la cultura y la política catalanas en México.
Además, tres acontecimientos de gran importancia se sucedieron en la vida del Orfeó Català de Mèxic. El 5 de agosto de 1954, Josep Tarradellas fue elegido presidente de la Generalidad en la Embajada de la República Española en la Ciudad de México; por otra parte, en 1956 el Orfeó fue el gran anfitrión durante la visita del célebre músico Pau Casals en Veracruz; y finalmente, en 1957 tienen lugar en México los Jocs Florals de la Llengua Catalana (concurso literario), en el Palacio de Bellas Artes.
El Orfeó contó también con varias visitas de relevancia: el barítono Manuel Ausensi, el cantautor valenciano Raimon, la cantante Gloria Lasso, la actriz Aurora Bautista, la cantante lírica y soprano Montserrat Caballé, y además recibió al emblemático equipo del Barça.
Entre los años 1965 y 1975, se fue gestando, en el seno de las secciones infantil y juvenil, la segunda generación del exilio. Esta sangre nueva pronto tomó las riendas del destino del Orfeó.
En aquella época se impulsaron los Jocs Florals en Guadalajara y en la Ciudad de México y tuvieron lugar una serie de manifestaciones y representaciones como símbolo de rechazo a los últimos coletazos del franquismo.
Si bien algunas secciones continuaron activas, sí se resintieron algunas secciones, como la de arte dramático, que dejó de tener tantos participantes. La sección deportiva continuó trabajando en mantener el equipo del Barça. En un intento de aumentar su actividad, el Orfeó abrió sus puertas a pintores catalanes y conferenciantes como Oriol Anguera, Pau de Ballester, el historiador francés Couchaud, el Dr. Lluís Pericot, el Dr. Joan Vila, Antoni Peyrí, Deogràcies Civit, Marcel Santaló, Albert Folch i Pi, Marc Aureli Botey, Ramón Xirau, etc.
Se celebraron varios homenajes y se recibieron las visitas de personalidades como Avel·lí Artís-Gener (Tísner), la dramaturga Maruxa Villalta, Montserrat Caballé, el portero de fútbol internacional Ricard Zamora, el político Josep Andreu i Abelló, la actriz Teresa Gimpera, el difusor de arte y cultura Miguel Álvarez Acosta, el ingeniero y político catalán Carles Pi i Sunyer y el compositor y el director de orquesta Antoni Ros Marbà.
Tras algunos de los cambios de sede que experimentó la entidad a lo largo de su historia, es en el año 1974 cuando se inaugura la Nova Llar Catalana con la compra del inmueble de la calle Marsella 45, en la colonia Juárez, y sede actual del Orfeó Català de Mèxic.
Esta nueva casa marca el inicio de una etapa donde se produjeron cambios importantes. A partir de la muerte del dictador, en 1975, se potencian las relaciones con otras entidades, y muy especialmente con la Generalidad de Cataluña (gobierno catalán). Fueron invitadas grandes personalidades de la política catalana a pronunciar conferencias, entre las que destacan Heribert Barrera, Narcís Serra, Jordi Solé Tura, Miquel Roca i Junyent y Aina Moll. Se recibió a Jordi Pujol en calidad de candidato a la presidencia de la Generalidad, y durante su estancia Pujol pudo visitar al político Francesc Farreres i Duran en Cuernavaca.
Gracias a la colaboración de la Generalitat de Cataluña, en 1984 se celebraron las Jornades de Catalunya a Mèxic (Jornadas de Cataluña en México), en las que tuvo lugar la exposición Artistas catalanes contemporáneos, inaugurada por el consejero Max Cahner. En el mismo periodo también se presentaron la exposiciónCuixart en el Museo Nacional de Arte, una exposición de obra plástica y de impresiones del exilio catalán en el local del Orfeó, varias conferencias de Joan Oró, Jaume Sobrequés, Xavier Rubert de Ventós y César Pi i Sunyer en el Palacio de Minería y en la Universidad Nacional, mesas redondas alrededor de los temas de la lengua y la economía catalanas, conciertos a cargo de Betsy Pecanins, Marta Garcia Renart y Victoria de los Ángeles, y se ofreció la proyección de películas catalanas y representaciones del baile típico catalán, las sardanas.
Por otra parte, en 1986, el Orfeó recibió la Cruz de San Jorge de Cataluña (distinción creada por la Generalidad de Cataluña), y en 1989 Miquel Soler publicó el libro L’Orfeó Català de Mèxic (1906-1986), sobre la historia de la institución.
En esta etapa se consiguen dos objetivos muy importantes: La reaparición de laRevista de l’Orfeó Català y el aumento notable de las relaciones institucionales del Orfeó al convertirse en embajada oficiosa de la Generalidad.
Si bien éste no fue un periodo de mucha actividad para las secciones, sí se consiguió mantener un alto número de eventos culturales: películas, conciertos, exposiciones, homenajes, mesas redondas, concursos literarios y fotográficos, etc.
En los últimos años, el Orfeó ha contado con la visita de muchos personajes del ámbito cultural, académico y político. Además, en el año 2006, se publicó el libro100 anys de l’Orfeó Català de Mèxic, escrito por esta servidora con motivo de los cien años de la institución.
Además, el Orfeó ha ido desarrollando una gran labor encauzada a acercar la cultura catalana a México: las clases de catalán a cargo de la directora de cursos, Eva Capdevila, la apertura al público de la biblioteca Pompeu Fabra y de la filmoteca, la gran variedad de platillos catalanes de alta calidad que ofrece el restaurante de la casa, la fundación de la Asociación de Escritores y la instauración del premio anual de literatura Tirant lo Blanc, que distingue a textos en catalán y español, convenios con diversas universidades mexicanas y con el Colegio de Jalisco, etc.
Actualmente, el Orfeó Català de Mèxic constituye un marco donde se desarrolla la vida catalana en México y donde también tienen cabida las relaciones políticas, culturales e institucionales de Cataluña con el exterior.
Es mucho más que una entidad, es una casa, un hogar que da cobijo a los hijos de un exilio distinto. Por una parte, a los descendientes de los exiliados catalanes de 1939, y por otra, a catalanes que, como yo, hemos llegado a esta bendita tierra por motivos mucho más amables. Sin embargo, se desata una oleada de sentimientos encontrados cuando la nostalgia golpea sin tregua, y es en esos momentos que el Orfeó puede significar mucho más que las cuatro paredes que lo sostienen. Así es ahora, igual que lo fue en el pasado. Dice Carmen Llorens respecto al vínculo que su madre estableció con el Orfeó:
Sin embargo, los lazos de mi madre con el Orfeó Català estuvieron siempre presentes, pues cuando mi abuelo murió en 1985, se hizo socia del Orfeo Catalán y como tal recibía folletos sobre las actividades conmemorativas y culturales que llevaba a cabo el Orfeo, a las que mi madre nunca asistió, pero que dan cuenta de que los lazos con el Orfeo Catalán traspasaron sus muros y tendieron distintos puentes, tan distintos como las historias de vida personales, y que no por ello fueron menos entrañables y significativos.
Carnet de socia. Imagen cortesía de Carmen Llorens Fabregat.
Carnet de socia. Imagen cortesía de Carmen Llorens Fabregat.

En lo personal, estas letras pretenden ser un homenaje, pues dan testimonio de mi gran respeto y admiración a todos aquellos valientes que lucharon con las fuerzas minadas para construir un sueño nuevo en tan lejano lugar, una pequeña pero rica Cataluña en el seno del Orfeó Català de Mèxic. Y sobre todo, expreso mi más profundo agradecimiento a México, el país que lo hizo posible.
Carmen Llorens no pudo decirlo mejor:
(…) desde esta mirada y hoy que el Orfeo Catalán me da cobijo, como descendiente de exiliados catalanes, para facilitarme la consulta de documentos de mi abuelo, comprendo por qué cuando entro al vestíbulo del edificio ubicado en la calle de Marsella 45, en la colonia Juárez, siempre me detengo un momento para ver las grandes escaleras, los cuadros, las fotografías y la vitrina donde se exhiben los libros más antiguos: para que todos estos recuerdos y otros lleguen cada día con más fuerza y nunca se vayan.


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Nuria Caparrós Mallart (Barcelona, 1974). Escritora, editora, correctora y traductora en varios proyectos literarios y educativos en la Ciudad de México. Maestra de catalán en el Orfeó Català de Mèxic. Autora del libro 100 años del Orfeó Català de Mèxic (2006). http://www.inspirandoletrasyvidas.com. E-mail:inspirandoletrasyvidas@gmail.com.
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