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«Es insólito el hecho de que los guerrilleros sobreviviesen»
Es uno de los máximos especialistas en la «resistencia antifascista» en Asturias. En su obra 'Luchadores del ocaso' realiza un exhaustivo repaso de 1.200 páginas
Ramón García Piñeiro (Sotrondio, 1961) es historiador y uno de los máximos especialistas en la resistencia guerrillera en Asturias tras la guerra civil española. Con 'Luchadores del ocaso' pretende presentar «un estudio enciclopédico que aborda el fenómeno desde todos los puntos de vista». Lo desarrolla en 1.200 páginas.
-¿Cómo se compusieron estas partidas de guerrilleros en Asturias?
-El núcleo son combatientes del bando republicano que al terminar la guerra se escondieron. Después se sumaron personas que les ayudaban o que eran descubiertas y se veían forzados a huir al monte, otros que escabapan de la cárcel o que volvían a sus pueblos y se sentían perseguidos... Hubo unos cuantos que habían salido de España y deciden volver deliberadamente para luchar. Todos solían tener un compromiso ideológico claro.
-¿Qué zonas fueron las más activas?
-La más importante, con mucho, era la cuenca minera. Laviana, San Martín del Rey Aurelio, Langreo, Mieres, Lena y Aller eran el núcleo duro. Después, en un segundo peldaño, estarían Riosa, Morcín, Piloña, Onís y Cangas de Onís, Bimenes, Teverga, Quirós, los Picos de Europa y el Cuera, Villaviciosa y, muy especialmente, el Suroccidente asturiano: Cangas de Narcea e Ibias. En realidad fue un fenómeno que afectó a toda Asturias.
-¿Qué nombres lograron más relevancia?
-Los más relevantes fueron, en la órbita comunista, Constantino Zapico González 'El boger', Manuel Díaz González 'Caxigal' y su hermano Aurelio. También los 'Gitanos' de San Martín del Rey Aurelio, los hermanos Llaneza Rozada. 'Los Maricos', Manuel y Marcelino Fernández Fernández; Manuel y Constantino Rubio González y Baldomero Fernández Ladreda, al que le dediqué una biografía. En la zona de Picos tuvo mucho nombre Bernabé y la Brigada Machado, compuesta por algunos cántabros; en Villaviciosa, los hermanos Castiello Carriles y en el Suroccidente, la partida de Santeiro, liderada por Serafín Fernández Ramón. Por los socialistas, los más relevantes fueron el Comandante Mata y el Comandante Flórez.
-¿Queda alguno vivo?
-El último que murió fue Manolín el de Llorío, hace pocos años. Está en un asilo de Colombres Felipe Matarranz, que era enlace y estuvo fugado un tiempo con ellos.
-¿Qué diferencia hay entre 'fugaos', guerrilleros y maquis?
-Huídos o 'fugaos' era el primer término que se utilizaba para referirse a aquellos que no se entregan a los tribunales franquistas. Cuando utilizamos el término guerrillero es porque ya se organizan militar y políticamente y actúan contra el régimen. El término maqui lo introdujeron los que vinieron de Francia, donde llamaban 'maquisard' a los miembros de la resistencia francesa contra los nazis.
-¿Sus acciones más sonadas?
-La más importante fue la campaña de sabotajes en el verano del 46. Afectó a las comunicaciones, las minas, los centros de producción, el tendido ferroviario, los postes telefónicos... Casi todo pasó en la Cuenca. Los daños se cuantificaron en millones de pesetas, había zonas que quedaban sin luz, tuvo gran repercusión social...
-¿Qué relación había entre los guerrilleros y los movimientos políticos en la clandestinidad?
-A patir del 41 las organizaciones clandestinas empiezan a mantener contacto con ellos. Los socialistas nunca fueron partidarios de la actividad guerrillera. Nunca creyeron que los sabotajes o los atentados podrían hacer caer al régimen de Franco. Pedían que solo actuasen en defensa propia y, cuando pudieron, empezaron a mantenerles económicamente para que no tuviesen que actuar para conseguir comida. El Partido Comunista sí creía al principio que la guerrilla podría acabar con Franco. Intentó organizarlos, militarizarlos, encauzar sus acciones a motivos políticos... Pero con mucha dificultad. Las órdenes llegaban desde Moscú o Francia y los guerrilleros no siempre se entendían con ellos. A partir del 48, el PC vio que no era útil y les pidieron que dejasen la acción armada, lo que acabó en un conflicto abierto entre el PC y los propio 'fugaos', que se sintieron abandonados.
-Analiza en el libro su forma de vida, incluida la sexual... ¿Qué podría contarme sobre ello?
-Pues que tenían más relaciones sexuales de lo que podría esperarse. Como ninguna chica daba cuenta de que se relacionaban con los del monte, ellos podían tener varias amantes a la vez... También hay alguna referencia a la homosexualidad, con algún mote femenino entre los guerrilleros, pero no encontré reconocimiento expreso de prácticas homosexuales entre ellos. También hubo algunas mujeres, pocas, que se les unieron y tuvieron descendencia con ellos. Bernabé, por ejemplo, tuvo novia en la zona de Llanes y llegaron a tener hijos...
-Tenían claves propias para poder acercarse a las casas...
-Dependiendo de si la ropa que estaba en el tendal era blanca o de color, se podía o no visitar, por ejemplo. Se colocaban palos en las proximadades de en diferentes posiciones y tamaños para indicar si había peligro o no...
-¿Cuántos eran?
-Es complicado calcularlo, pero al principio huyeron unos 15.000, a partir del 21 de octubre del 37. En abril del 39, cuando terminó la guerra, quedarían unos 1.000. A partir de ahí, cuando el régimen se consolida, solo quedan unos 400 o 500 a principios de 1940. En los años 42 y 43 eran unos 200. De estos últimos, diez lograron pasar a Francia, el resto murieron todos poco a poco en emboscadas, en sitios, en cercos... El que yo considero el último guerrillero murió en el barrio minero de La Camocha en octubre de 1952, era Ramón González González. También hay que recordar a Eduardo Carlos Álvarez, que fue capturado en 1958 en Villamayor, en Piloña. Fue condenado a muerte, pero estuvo en la cárcel hasta la amnistía de 1977.
-En realidad no eran tantos, pero se habla mucho de ellos...
-Porque marcaron la memoria colectiva por el insólito hecho de que sobreviviesen, algunos hasta 15 años, en el monte. La gente se asombraba de esa capacidad. En Asturias, a diferencia de otros lugares, contaban con un gran apoyo social que se fue apagando con los años y el hastío. Para las comunidades que los tenían cerca fue un verdadero suplicio.
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