diumenge, 6 de desembre del 2015

Algeciras conmemora el centenario de Adolfo Sánchez.


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ADOLFO SÁNCHEZ · A.I.
RUBÉN ROSÓN
05/12/2015 14:23
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Algeciras recordará antes de que concluya el presente 2015 el centenario del nacimiento de Adolfo Sánchez Vázquez, uno de sushijos más ilustres y una de las grandes mentes del pensamiento español del pasado siglo.
Nació el 17 de septiembre de 1915 en Algeciras. Siendo aún unniño, se traslada con su familia a El Escorial, para pasar después a Málaga, donde estudia el Bachillerato y, a continuación, Magisterio. Es allí donde Adolfo Sánchez se inicia en su pasión por la literatura, “animado por la personalidad de Emilio Prados, uno de los grandes de la generación del 27”. Colabora en la revista Octubre, fundada por Rafael Alberti.
En 1935 inicia sus estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid, donde se adentra en los círculos intelectuales del momento y comienza a colaborar en la sección de literatura de Mundo Obrero.
El inicio de la Guerra Civil le sorprende en Málaga, donde había fundado la revista Sur, dedicada a la poesía. Se ve obligado a abandonar sus estudios y escribe su libro de poemas El pulso ardiendo, que se publicará años más tarde. Durante la guerra dirige los periódicos Ahora y Acero.
Se exilia a Méjico en 1939. El exilio, en sus palabras, recogidas en la semblanza que de él realiza la Universidad de Cádiz es “un desgarrón que no acaba de desgarrarse, una herida que no cicatriza, una puerta que parece abrirse y no abre...”. En la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) finaliza sus estudios de Filosofía, donde fue catedrático a tiempo completo y coordinador del Colegio de Filosofía desde 1966. También fue profesor de la Universidad de Michoacán. Además, mantiene su actividad cultural con su participación en la fundación de Romance y su colaboración en la revista España Peregrina.
Su labor filosófica le ha hecho acreedor a numerosos galardones y reconocimientos, entre los cuales se cuentan el Premio Nacional de Ciencias y Artes (México) o la Gran Cruz de Alfonso X El Sabio (España), y el Premio María Zambrano de la Junta de Andalucía, entre otros, a los que se suma el Premio Universidad Nacional en el área de Investigación en Humanidades, y es profesor emérito de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus obras han sido traducidas a varios idiomas.
A ello hay que sumar numerosos doctorados honoris causa por parte de las universidades de Puebla, Nuevo León, UNAM, Michoacana y Guadalajara, en México, las de Cádiz y la Complutense de Madrid, en España, además de otras como las de Buenos Aires (Argentina) y La Habana (Cuba), entre otras. También fue nombrado Hijo Adoptivo de Málaga, donde vivió varios años.
En 1975 vuelve por primera vez a España desde su partida al exilio. Ha sido uno de los grandes pensadores españoles en el exilio y un gran especialista en los problemas planteados por el marxismo en relación con el arte y la estética. Falleció en México D. F. el 8 de julio 2011 a los 95 años.
Obra
La obra de Adolfo Sánchez Vázquez, como destaca la web que le dedica la UNAM, se ha desplegado principalmente en direcciones como la ética, la estética, la filosofía política y la filosofía contemporánea, aunque no ha dejado de abordar otras problemáticas. En el caso de la ética, frente al apriorismo, utopismo y moralismo, intenta fundar una ética desde el punto de vista científico. En el terreno de la estética su reflexión se inicia con el libro Las ideas estéticas de Marx (1965) y se continúa en la antología sobre Estética y marxismo (1970), así como en otras obras en donde se despliega un abanico de opciones frente a las tesis cerradas o normativas. Sostiene una concepción abierta de la relación estética entre el hombre y la realidad, concibiendo al arte como una forma de praxis.
Su pensamiento está influenciado por una interpretación humanista de la filosofía de Marx. Investigó fundamentalmente en los ámbitos de la estética y la ética. Según Sánchez Vázquez, la primera debe fundamentarse en el concepto de trabajo, que es considerado como fundamento de toda relación estética. Sánchez Vázquez defendió siempre un marxismo antidogmático y abierto, que conecta con su propio concepto de praxis y que le permite unir sus otros campos de interés, en especial, la ética y la estética.
A lo largo de su obra ha hecho una honda reflexión sobre el legado de Marx y sus consecuencias en la filosofía, la sociedad, la política y la historia. Esta reflexión ha sido profundamente crítica y autocrítica. Por un lado, ha buscado destacar y enriquecer las concepciones originales del marxismo pero, por otro, ha sido un opositor implacable de las falsificaciones y dogmatizaciones que se han hecho en su nombre. En ese sentido, ya desde la década de los ochentas, al mismo tiempo que hacía una crítica al llamado “socialismo real”, fundamentaba la tesis de un socialismo democrático.
Pensamiento dialéctico, en movimiento, en crítica y autocrítica, con una voluntad creativa, reflexionado desde la óptica de una relación entre teoría y praxis y, por tanto, en sintonía con los problemas más acuciantes del mundo contemporáneo. Su aportación ha enriquecido a la cultura mexicana en general y a la universitaria en particular.
Según sus propias palabras, “el marxismo representa una innovación radical en la filosofía. Su novedad estriba en ser una nueva práctica de la filosofía pero lo es justamente por ser una filosofía de la práctica”.
Poesía
En 2005 reunió su obra lírica, oscurecida tanto tiempo por su producción filosófica, en el volumen Poesía, que se divide en tres apartados correspondientes a otros tantos momentos de su trayectoria vital, como destaca en su texto sobre el algecireño para la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Francisco Ruiz Soriano. 
El primero, Poesía en vela, recoge sus composiciones iniciales, marcadas por el vanguardismo y el compromiso político. El segundo, Poesía en guerra, es un compendio de la lírica de trincheras. Por fin, Poesía en exilio, escrita en su destierro mexicano, presenta una conciencia crítica erigida contra la injusticia y la indiferencia humanas: al cabo, una manifestación moral de la memoria.