martes, 18 de octubre de 2016
Miembros del batallón Bakunin posando
en el monte de San Pedro (febrero de 1937).
Euskadi se encuentra en el epicentro político y militar de la España de la década de 1930, como lo demuestran cuatro acontecimientos clave. Así pues, el nuevo régimen se gestó en el pacto de San Sebastián en agosto de 1930. Posteriormente, el martes 14 de abril de 1931, a las seis de la mañana, la IIª República española fue proclamada por el ayuntamiento republicano-socialista de Eibar, varias horas antes de su instauración en Barcelona y Madrid. A su vez, en tierras vascas se forja el comienzo del fin de la IIª República, con el cierre de la frontera francesa por las tropas del general Mola que conquistan Irún en septiembre de 1936, aislando el Norte leal. Finalmente, el bombardeo de Gernika por la aviación alemana no sólo constituye el símbolo de la guerra civil española sino el arranque del moderno modo de hacer la guerra que va a caracterizar la Segunda Guerra Mundial. Como ha señalado el historiador J. L. de la Granja:la República nació y empezó a morir en Euskadi.
Miembros del batallón Bakunin posando
en el monte de San Pedro (febrero de 1937).
Dentro de la guerra civil en Euskadi cabe distinguir tres fases:
· División en verano de 1936: Gipuzkoa-Bizkaia frente a Araba-Navarra, equilibrio que se rompe en septiembre con la ofensiva sobre Gipuzkoa.
· A primeros de octubre el frente se estabiliza en el límite entre Gipuzkoa y Bizkaia (línea del río Deva). Ofensivas de Villarreal y batalla naval de Machichaco. Esta situación perdura hasta el 31 de marzo de 1937, con el inicio de la ofensiva de Mola.
· 31 de marzo-19 de junio: toma de Bilbao y caída de toda Bizkaia.
Dentro de este contexto general, nos encontramos ante una realidad material que presenta una gran potencialidad desde el punto de vista de la Arqueología de la guerra civil española, en comparación con otros frentes en los que hemos trabajado con anterioridad. En este sentido, escenarios de la guerra como el del monte de San Pedro nos permiten constrastar una serie de hipótesis de trabajo.
Cueva refugio en las trincheras del monte de San Pedro.
En primer lugar, apenas se han trabajado arqueológicamente espacios que fueron frente de batalla en los primeros meses de la guerra. Ello se debe, en parte, a la reocupación de esos paisajes durante fases posteriores del conflicto, lo que ha hecho desaparecer u ocultar los restos de ese primer nivel de ocupación. Esta primera fase de combates es especialmente interesante ya que reproduce un modo de hacer la guerra totalmente premoderno. Como vimos, es el momento de la improvisación, de las escaramuzas entre columnas, de la amortización de armamento antiguo y obsoleto, de reutilización de fortificaciones de otros tiempos (trincheras de las guerras carlistas, por ejemplo). Esta situación se deja entrever sobre todo en esta área del Frente Norte, una zona periférica en el conjunto de las maniobras que están teniendo lugar en otras zonas calientes del Estado, como puede ser la sierra de Madrid sin ir más lejos. El cierre de la frontera francesa en septiembre de 1936 incrementará esta particularidad en el Euskadi republicano, dependiente de la ayuda exterior que consiga hacer llegar a territorio leal. En el caso franquista, la batalla de Villarreal fue un claro ejemplo de la falta de medios en esta primera fase de la guerra; sólo la resistencia numantina y la incompetencia militar republicana explican que Vitoria-Gasteiz no hubiese caído en manos del Gobierno de Euzkadi. Dentro de estas coordenadas, el monte de San Pedro constituye un caso excepcional, ya que se han fosilizado allí estos meses iniciales de la guerra, al no haber sido reocupado con posterioridad a junio de 1937.
Miembros del batallón Bakunin posando
en el monte de San Pedro (febrero de 1937).
En segundo lugar, este frente de batalla aporta otra posible vía de trabajo arqueológica. En el bando franquista, a pesar de existir un Ejército profesional, se integraron milicias con combatientes procedentes de ideologías y partidos concretos. Así pues, en el frente de Araba lucharon centurias de Falange, requetés y milicias de Acción Popular. A su vez, el Cuerpo de Ejército de Euskadi también contempló la creación de batallones formados por combatientes de afín ideología. Por lo tanto, había batallones anarquistas, socialistas, comunistas, nacionalistas vascos (PNV, ANV) y republicanos. Esta circunstancia no sólo caracteriza y diferencia a la guerra civil de otros conflictos armados contemporáneos sino que abre una nueva posibilidad para la Arqueología, y que podemos resumir en la siguiente pregunta de investigación:¿la ideología concreta de los soldados de una posición se refleja en la materialidad generada durante la ocupación del sitio? ¿se puede acceder a la conducta política de los combatientes a partir del análisis del registro arqueológico? En puridad, no sería descabelladlo encontrar objetos de naturaleza religiosa en una posición requeté de tradicionalistas católicos o de combatientes del PNV; sin embargo, a priori, sería más complicado documentarlos en un puesto anarquista o comunista.
Blocao de la Avanzadilla del Monte de San Pedro:
obsérvese la piqueta para sostener alambrada de espino, encontrada en el lugar..
En tercer lugar, se nos plantea la posibilidad de estudiar el salto poliorcético que se dio entre los combates de otoño de 1936 y la primavera de 1937. En este sentido podemos rastrear arqueológicamente el modelo de guerra total implantado en la ofensiva de Bizkaia: empleo masivo de maquinaria de guerra, el impacto de los bombardeos aéreos, etc…
En cuarto lugar, podemos aportar datos materiales sobre la ayuda internacional cursada a nivel material a los dos bandos en el período abordado, una cuestión crucial en unos momentos en los que reviven discursos revisionistas que quitan peso y relativizan la ayuda alemana e italiana en la victoria franquista. A este respecto, la Arqueología se presenta como una herramienta fundamental para contrastar la información oficial vertida en los partes militares y la propaganda, y para suplir el vacío dejado por las fuentes orales, en unos años en los que ya están desapareciendo todos los veteranos de guerra que protagonizaron aquellos hechos.
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