Violaron a la mujer y la pasearon junto a su marido. Una vez asesinada, le cortaron los pechos. Uno de los verdugos, brazo ejecutor de la represión franquista, se los llevó a su casa. Cuando entró por la puerta, se los esgrimió a su esposa y le dijo: “Estas sí que son tetas y no las tuyas…”. Leandro del Río Naveira, en el libro inédito Memorias dun fillo paseado, cita el nombre de aquella “mala persona, bruta y sin escrúpulos” que “tomó parte en el asesinato de mi padre, pues pertenecía al equipo de sanguinarios asesinos de Ordes.
Manuel del Río Mandayo, primer secretario general del PSOE de Ordes, que vivía de la agricultura y la ganadería, fue paseado en octubre de 1936. Su cadáver halló sepultura en el cementerio compostelano de Boisaca, donde 4 meses después serían enterrados los cuerpos de 11 paisanos fusilados tras ser condenados a muerte en un consejo de guerra. Además de Mandayo, también serían carne de cuneta otras 7 personas. Una veintena de muertos en una localidad que no llegaba entonces a los 2.000 habitantes.
¿Por qué tantas víctimas en Ordes, una tierra donde no hubo guerra? “Por la fuerte actividad de los partidos, sindicatos, agraristas y frentepopulistas que lucharon por los valores de la 2ª República”, explica el historiador Manuel Pazos. “Cuando se proclamó la 2ª República, las formaciones de izquierda, todos los partidos, desde comunistas hasta anarquistas se organizaron contra el caciquismo”.
En las elecciones de 1936, “el gobierno municipal pasó al bando del Frente Popular y comenzaron actuaciones contra el caciquismo”, añade Pazos, investigador de la represión en la comarca coruñesa y uno de los autores del libro Os nomes do terror (Sermos Galiza), que revela los nombres de los verdugos franquistas en Galicia. Uno de los coordinadores del libro, Xosé Ramón Ermida confirma que todos los nombres están perfectamente documentados.
A esa significada actividad política progresista se unió la resistencia que opusieron los republicanos ordenses al golpe militar fascista, afirma Pazos, en el capítulo que se titula Atila en Ordes, e incluye una lista de victimarios. “Si no se organizara tal resistencia en los días posteriores al golpe, quizás no hubiera habido tanta represión, un proceso perfectamente planificado por los militares donde no hubo improvisación. En la represión hubo connivencia entre militares, falange, guardia civil, patronal conservera y el clero”.
Amparados por la guardia civil, falangistas y matones campaban a sus anchas, tuvieron las manos libres para hacer lo que quisieron. Persiguieron a izquierdistas y demócratas, sucediéndose torturas, asesinatos. Los verdugos fueron militares, curas, falangistas, políticos y matones, personas violentas que cometieron atrocidades impunemente. El alcalde, un teniente coronel ferrolano permaneció pasivo ante los actos violentos. Un jefe de Falange se hacía llamar el 28, presumía de haber matado a ese número de personas. Un guardia civil redactor del informe que motivó el asesinato de 11 vecinos era según testigos “un criminal, un terrorista, una bestia”. Acompañaba a los falangistas en los paseos.
Un cura apodado el Cerdo Cebado sermoneaba en la misa que había que “exterminar” a “los retoños hijos de rojos menores de 2 años”. Un cura “muy bruto”, “gritón” y “mala persona”, según los testigos citados por Pazos. Creó “un ambiente hostil” contra los miembros del Frente Popular sometidos a juicio militar: “Fue el responsable total de estas muertes”, acusa Naveira, quien lo califica como un sacerdote “sin conciencia, ni escrúpulos, ni sentimientos humanos”.
Falangistas y matones rapaban el pelo a las mujeres que simpatizaban con la República y las obligaban a desfilar por el centro del pueblo a mediodía, para humillarlas ante la mayor gente posible. Lo cuenta el abogado y escritor ordense Manuel Astray Rivas en el libro Síndrome del 36: la IV Agrupación del Ejército Guerrillero de Galicia: “De trecho en trecho, los esbirros armados con fusiles cargados les hacían detenerse, a culatazos, para que gritaran ¡Viva Franco! y ¡Arriba España!”.
Los represores forman parte de las élites actuales. Los herederos y descendientes de los represores judiciales, militares, políticos, siguieron ocupando el poder político, económico, militar, tras el 79. El historiador Dionisio Pereira, uno de los 4 coordinadores del libro, fue procesado en 2007 tras una denuncia de los familiares del exalcalde y jefe de Falange de Cercedo, Manuel Gutiérrez. En 1978, la revista Interviú fue secuestrada por publicar una investigación de la vinculación de la familia Rosón con la represión en Galicia.
El poder siempre ha evitado que se mostrase la cara de la represión de los verdugos. Es el resultado de una “transición” que se realizó mediante un pacto en el que la fuerza de los vencedores sometió a los herederos de las víctimas. Esta es la situación que llaman “estado de derecho”, quienes se les llena la boca llamándose “constitucionalistas” .
Extraído del artículo de Henrique Mariño en Público (incl. imagen). Censo de muertes violentas en las comarcas de Ordes
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