La Asociación de Recuperación de la Memoria Histórica exhuma en Boadilla los cuerpos de cuatro hombres que perdieron la vida a manos de las fuerzas falangistas
Madrid
Nadie molestaba a los vecinos de Robleda antes del 11 de agosto de 1936. Pero ese día, todo cambió. Un documento del Archivo Militar de El Ferrol, recuperado por la Asociación Salamanca Memoria y Justicia, recoge el testimonio de un vecino de la localidad, ubicada en la provincia de Salamanca, a pocos kilómetros de Portugal. En él, declara que varios falangistas de Ciudad Rodrigo llegaron al pueblo y detuvieron a nueve personas. Dos de ellas se salvaron porque "tenían amistad con el Alcalde y el Médico". Pero de las demás "no se ha vuelto a tener noticias, diciéndose que tres están enterrados en Castillejo de Huebra y cuatro en Boadilla". 82 años después y a petición de las familias, la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica ha encontrado los restos humanos de los cuatro individuos asesinados por las fuerzas falangistas.
"Las familias y los vecinos de Boadilla sabían que habían sido tiroteados y traídos con un carro a la parte civil del cementerio", relata Marco González, vicepresidente de la asociación creada en el año 2000 para localizar a las víctimas de la represión franquista. "Hemos hablado con vecinos de 80 y 90 años que recordaban cómo gente mayor había traído los cuerpos hasta aquí", asegura. Según el testimonio de los familiares de las víctimas, los hombres fueron detenidos en sus casas y tenían que ser trasladados a Muñoz, una localidad a 50 kilómetros de sus domicilios. Sin embargo, Esteban y Tiburcio Mateos Mateos, Emilio Gutiérez Pascual y Julio Calzada Blasco fueron asesinados por los falangistas a la altura de Boadilla y arrojados posteriormente a una fosa común del cementerio.
Los familiares de las víctimas han esperado años antes de que empiece la exhumación de la fosa, ubicada en la parte civil del cementerio. En el momento en el que se han encontrado los restos, estaban presentes las nietas de los hermanos Mateos, Isabel y Marisol. Esteban Mateos Mateos era labrador y concejal republicano. Tenía 32 años cuando fue asesinado. Su hermano menor, Tiburcio, era jornalero y responsable político o sindical. Cuando los falangistas entraron en el pueblo tenía 26 años. Son los familiares de estos dos hermanos quienes empezaron a investigar lo que pasó el 13 de agosto de 1936, con la ayuda de la Asociación de Documentación y Estudio de El Rebollar y la Asociación Salamanca Memoria y Justicia.
Así, descubrieron que Emilio Gutiérrez Pascual tenía 33 años cuando fue asesinado. También era jornalero aunque se piensa que tenía un cargo sindical al mismo tiempo. Su hijo, de 90 años, vive actualmente en Francia. "Lleva esperando este momento desde que tiene 10 años", recalca González por vía telefónica. El otro vecino asesinado de Robleda era Julio Calzado Blasco, que tenía 18 años. "Su hermana falleció pero traía flores casi todos los días al cementerio", recuerda el vicepresidente de la asociación.
Durante la exhumación, dirigida por el arqueólogo Serxio Castro y en la que participa una docena de voluntarios, se encontraron además dos casquillos de un fusil Mauser y suelas de albarcas. Según explica la asociación, la exhumación es la primera que se lleva a cabo en la región de Castilla y León desde que se aprobó este año el decreto de la memoria histórica y democrática. "El decreto supuestamente iba a agilizar los trámites pero se ha convertido en un laberinto burocrático", denuncia González, que asegura que previamente solo era necesario el permiso del propietario del lugar a excavar, pero ahora se necesita el permiso del Ayuntamiento y también de un comité de expertos de Castilla y León. La asociación lamenta que el nuevo decreto haya servido para "retrasar la intervención" cuando llevan ya más de 140 actuaciones en la región, en las cuales han exhumado más de 800 cuerpos en 18 años.
Se espera que los trabajos se terminen a inicios de la próxima semana. Después, los restos serán trasladados al laboratorio de la Asociación en Ponferrada para poder estudiarlos y determinar el sexo, la edad y las causas exactas de la muerte para poder identificar más fácilmente a las víctimas. "Si la técnica permite individualizar cada uno de los cuerpos, se entregarán los restos a los familiares", explica González. En caso contrario, se hará una inhumación en conjunto en el lugar que ellos decidan.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada