Se han entregado a sus familias los restos exhumados de dos de las 108 víctimas de la represión que fueron enterradas en el cementerio parroquial del municipio madrileño. Otras 14 muestras esperan el cotejo de ADN con sus allegados.
La Facultad de Ciencias Biológicas ha sido el escenario de un hito en la memoria democrática en la Comunidad de Madrid. Sorprendentemente, han tenido que pasar casi 50 años de la muerte del dictador Franco y más de 80 de los sucesos para que se entregue a dos familias los cuerpos exhumados de los represaliados en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo en 1939. La primera exhumación que ha llegado hasta la identificación y la entrega de las más de 300 fosas que se cree que hay en la comunidad según el equipo de arqueólogos ArqueoAntro. En concreto, este martes se han entregado los restos de Florencio Elipe Sánchez, de Hortaleza, y Martina Aparicio Bastero, de Colmenar Viejo.
Natalia Elipe, nieta de Florencio, ha explicado que su abuelo era albañil y que fue afiliado del PSOE y, después, del PCE. Al acabar la guerra fue condenado a muerte y fusilado en 1939, cuando su hijo tenía 16 meses. Hoy ese hijo estaba junto a su mujer y su hija Natalia, emocionado. “Esto es un sueño que no pensamos que pudiera pasar”, explicaba esta última, al “llevar a mi abuelo a casa”. Ellos esperan que las demás familias de los 108 que se han buscado en el cementerio de Colmenar corran la misma suerte. Una suerte que bien aplauden también los familiares de Martina, única mujer entre los registros de los fusilados entre abril y noviembre del 39 en ese cementerio madrileño. Magdalena Colmenarejo, nieta de Martina, ha querido recordar a su madre Magdalena, fallecida hace tres años, quién luchó por recuperar el cuerpo de sus dos padres, ambos fusilados.
Mientras que su madre fue asesinada por ser la esposa de Blas Colmenarejo del Valle, este fue fusilado en Alcalá de Henares en cuestión de meses. Los restos de Blas pudieron descansar nada más llegar la Transición en una tumba de la familia, pero los de Martina no. “Han pasado 85 años de estos hechos y hemos ido recuperando la dignidad de todos aquellos a los que se la arrebataron injustamente”, ha reconocido Magdalena, sosteniendo la única foto que tienen de Martina y sus hijas poco tiempo antes de la detención de esta. Está dignidad pasa por dar sepultura a los restos de los fusilados, cómo ha recordado el nieto de Martina y hermano de Magdalena, que ha pedido que cualquiera que sepa dónde hay restos de represaliados lo comunique a la autoridades. “Hoy se cierra el círculo para la familia Colmenarejo-Aparicio”, ha indicado.
En el primer año se esperaba encontrar una gran cantidad de víctimas en la primera zona donde se abrió fosa y aparecieron tan solo 14 cuerpos
Una satisfacción que comparte la familia de Florencio, que por fin puede llevarse a su casa el cuerpo del militante del PSOE y del PCE y que este mismo jueves recibirá sepultura en el cementerio de Hortaleza, su lugar de origen.
Una resolución “muy difícil”
Una suerte, que como ha recordado la antropóloga forense de Aranzadi, Almudena García-Rubio, no siempre es posible. García-Rubio, que ha estado al frente de las tareas de búsqueda, exhumación e identificación de las víctimas de Colmenar, ha echado la vista atrás de cómo empezó todo y la prudencia que en todos los casos hay que tener. “La experiencia nos dice que es muy difícil” y ha puesto el ejemplo de Baleares, donde de los casos que se han considerado viables en la teoría solo en el 50% han tenido una identificación con resultados. Una prudencia que estuvo muy presente en las tareas de exhumación que se hicieron en el propio Colmenar, ya que en el primer año se esperaba encontrar una gran cantidad de víctimas en la primera zona donde se abrió fosa y aparecieron tan solo 14 cuerpos. El resto de las víctimas encontradas, cerca de 80, se encontraron al año siguiente en un pasillo del cementerio llamado ‘el paseo’.
En el caso de Florencio, la humedad hizo que no se pudiera identificar bien el ADN e hizo falta enviar muestras hasta en tres ocasiones
A la dificultad de encontrar en sí los restos se une la identificación. En el caso de Florencio, la humedad hizo que no se pudiera identificar bien el ADN e hizo falta enviar muestras hasta en tres ocasiones. En otros casos, no hay ADN suficiente entre los restos. En otros casos, como el de Martina, su estructura ósea hizo que fuera identificable al ser la única mujer fusilada. Una amputación, una cojera o cualquier detalle significativo del historial médico también ayuda en esa identificación. Desde la asociación Comisión de la Verdad San Sebastián de los Reyes, impulsores de la investigación y la exhumación de los 108 represaliados, no dejan de pedir que los familiares entreguen muestras de saliva para tener con qué cotejar el ADN de los restos encontrados. Y aún así, puede que haya cuerpos que no se identifiquen.
“Un acto de reparación”
El acto se ha llevado a cabo precisamente en la facultad donde se han llevado a cabo los procesos de identificación de los restos exhumados. Actualmente, hay 14 muestras más que se están cotejando. Luis Ríos Frutos, responsable del departamento forense de la facultad, ha pedido paciencia a los familiares y el decano de la facultad, Benito Muñoz Araujo, ha recordado que este “es un primer paso, pero queda mucha gente por identificar”. Por su parte, el secretario de Estado por la Memoria Democrática, Fernando Martínez López ha agradecido que haya familias que nunca hayan dejado de buscar a sus familiares. “Es un acto de reparación, para hacer el duelo que nunca les permitieron” ha recordado el representante del Gobierno central, a la vez que se ha resaltado que es la primera vez que se entregan los restos mortales de dos asesinados por el franquismo en la Comunidad de Madrid, “no será olvidado por nadie”.
El largo camino hasta llegar a esta entrega ha sido recordado también por Carmen Carrera, secretaria de la asociación Comisión de la Verdad San Sebastián de los Reyes. Gracias a la investigación del historiador Roberto Fernández Suarez, ha explicado, se supo que 108 personas habían sido ejecutadas y enterradas en el cementerio parroquial de Colmenar Viejo: 44 vecinos de Colmenar Viejo —donde se incluye la única mujer de este caso, Martina Aparicio Bastero—, 25 de San Sebastián de los Reyes, 16 de Fuencarral, 11 de Hortaleza, cinco de Moralzarzal, tres de Chozas de la Sierra (hoy Soto del Real), dos de Manzanares el Real, uno de Miraflores de la Sierra y otro de El Molar. “Gracias a los testimonios de vecinos y vecinas de la zona hemos sabido dónde estaban, pero necesitábamos encontrarlos y saber qué había pasado por ellos”, ha explicado Carrera, que ha adelantado la intención de la asociación para levantar un monumento de recuerdo en la zona donde se encontraban las fosas comunes hasta hoy.
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