Símbolo de la resistencia interior durante el franquismo, Galaxia celebra sus 75 años de historia como precursora del galleguismo cultural.

Madrid-
El golpe de Estado de 1936 fulminó al Partido Galeguista, que había conseguido tres diputados en el Congreso, entre ellos Castelao, padre de la patria que en 1940 se vio forzado a huir al exilio, como tantos otros militantes, aunque peor suerte corrieron sus compañeros Ánxel Casal o Alexandre Bóveda, pasados por las armas fascistas.
Quienes se quedaron intentaron reorganizar el maltrecho partido, una resistencia interior perseguida por el franquismo, de ahí que algunos de sus líderes decidiesen fundar una editorial para burlar la represión y poder reunirse. Así nace, en 1950, la editorial Galaxia, que también supuso el fin del Partido Galeguista y una apuesta por el galleguismo cultural.
Esa vía menos política, encarnada por Ramón Piñeiro, sería criticada por los galleguistas exiliados y luego por el nacionalismo de inspiración marxista, pero en aquel momento su ideólogo y estratega, cuyas tesis modelarían el piñeirismo, entendió que la resistencia debía ser cultural y que había que luchar para que el gallego fuese, precisamente, una lengua de cultura.
Resistencia interior a Franco
Junto a Francisco Fernández del Riego, Xaime Isla y Ramón Otero Pedrayo, al frente del consejo de administración, constituyen una sociedad mercantil anónima, el subterfugio para ejercer como oposición a la dictadura fuera de la clandestinidad. Entonces, Galaxia lanza un cabo al pasado y rescata a clásicos de la Xeración Nós que habían quedado ensombrecidos por la larga noche de piedra, como Cabanillas, Risco, Losada Diéguez o el propio Castelao.
Al tiempo, difunden obras contemporáneas de Álvaro Cunqueiro o Eduardo Blanco Amor y lanzan una publicación monográfica, la Colección Grial, ante la imposibilidad de editar una revista de pensamiento y cultura en gallego en pleno franquismo. Una producción ensayística —que incluiría la Revista de Economía de Galicia— alejada del folclore, el lirismo, la melancolía y lo rural, la estereotipada identidad que podía esperar la dictadura.
La capital del libro en gallego, desde los años cuarenta establecida en Buenos Aires, pasa a ser Vigo, que toma el testigo del exilio y comienza a mirar hacia afuera con la traducción de autores extranjeros (Ezra Pound, Christina Rossetti, Italo Calvino o Nelly Sachs). "Un diálogo de la cultura gallega con la europea sin tener que pasar por el filtro de Madrid", explica Xosé Manuel Soutullo, actual director de Galaxia.
"Las circunstancias para reconstruir el Partido Galeguista eran muy dificultosas, hasta el punto de que Piñeiro fue encarcelado entre 1946 y 1949 por su oposición al franquismo", matiza Soutullo, quien recuerda que la editorial pronto sería represaliada, pues Grial fue fulminada al cuarto número y no volvería a ser editada —ya como revista y también con vocación universal— hasta 1963, cuando la censura amainó su implacable control.
Galaxia, pues, ejerce de puente entre la tradición literaria y las generaciones presentes, encarnadas en escritores como Xosé Luís Méndez Ferrín, Xesús Alonso Montero y Carlos Casares, quienes no solo descubrirían a la Xeración Nós gracias al esfuerzo de la editorial por alumbrar el "apagón del franquismo", sino que también publicarían en la Colección Illa Nova, que aglutinaba a los nuevos valores, como Franco Grande o María Xosé Queizán.
Casares, incluso, la dirigió desde 1985 hasta su fallecimiento en 2002, período en el que emprendió un proceso de profesionalización donde surgieron —al amparo de la introducción de la lengua gallega como asignatura en las aulas— la colección infantil Árbore y la juvenil Costa Oeste, a las que se sumarían nuevos formatos, como cómics, audiolibros, ebooks o discos que recuperaban las protestonas Voces Ceibes o que acercaban al músico Magín Blanco y a la cantante Uxía al público infantil.
Tomaba así Casares el relevo de Piñeiro, artífice junto a Fernández del Riego de la Fundación Penzol, que alberga el legado del bibliófilo Fermín Penzol. "Fue mucho más que un director literario, porque hablamos del estratega político cultural de Galicia", según Soutullo, quien recuerda que por su mesa camilla —"una especie de cátedra socrática en Santiago"— pasaron decenas de intelectuales y pupilos que fueron "adoctrinados en las ideas del galleguismo", como Xosé Manuel Beiras.
"Si pretendían mantener encendida una luz de la cultura gallega, el hecho de que la denominen Galaxia es revelador de la ambición, del fondo y de lo que pretendían hacer", afirma María López Sández, miembro del consejo de redacción de Grial, en el documental Crear porvir, que celebra los 75 años de Galaxia, definida por Alonso Montero en el filme como "una proeza intelectual en un contexto adverso y en un páramo cultural pavoroso".
Un título, a juicio de Xosé Manuel Soutullo, muy apropiado. Crear porvenir, porque "los promotores siempre entendieron Galaxia como un proyecto político-cultural del galleguismo que, al tiempo que nos permitía liberarnos del collar asfixiante del franquismo, promovía partidos como el PSG de Beiras", quien luego se incorporaría al Bloque Nacionalista Galego (BNG), ejerciendo de portavoz nacional y candidato electoral a las elecciones autonómicas.
Aunque, según el director de la editorial, "el gran éxito es que una empresa cultural como esta haya logrado pervivir con vitalidad durante tres cuartos de siglo". Cien novedades al año y camino de los 4.000 libros en su historia desde que tres militantes de las Mocidades Galeguistas decidieron, allá por 1950, prender la luz en el bodegón del hotel Compostela.





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