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ARAINFO REDACCIÓN | 9 octubre, 2018 16.10
El 18 de septiembre de 1936 un grupo de al menos 22 personas fueron apresadas por falangistas y guardias civiles en Morillo de Galligo. Entre ellos se encontraban cuatro mujeres que fueron asesinadas por los represores a las afueras de la vecina localidad de Biscarrués, tal y como conocemos gracias en gran parte a las investigaciones de Antonio Ubieto.
Recogidos sus cadaveres por vecinos del pueblo, fueron trasladados a una fosa del cementerio donde han permanecido durante ochenta y dos años hasta que hace unos meses se puso en marcha el proyecto de recuperar los restos de estas inocentes víctimas del fascismo. Los trabajos han sido promovidos por la Asociación AIDOS, que centra sus objetivos en el estudio de la represión sobre la mujer durante la guerra civil y el franquismo, y subvencionados por el Gobierno de Aragón.
La historia de Felipa Larraz Beitia, Ramona Barba Marcuello, Antonia Larraz Giménez y Modesta Rasal Vera se ha mantenido sepultada todos estos años bajo dos metros de tierra, pero también oculta bajo el silencio y el miedo impuesto por la violencia y la represión de los cuarenta años de dictadura franquista. Finalmente este triste episodio que ya es parte de la historia contemporánea, ha tomado el protagonismo justo y necesario.
Durante el pasado septiembre se ha llevado a cabo la exhumación de los restos humanos de la fosa. Los trabajos han sido dirigidos por el arqueólogo Hugo Chautón que cuenta con amplia experiencia en proyectos similares, y ha contado con la colaboración de las integrantes de AIDOS y de los familiares de las víctimas que en todo momento han mostrado su reconocimiento a la labor desarrollada y son también protagonistas directos de este relato que ahora ve la luz.
Actualmente se están realizando los estudios antropológicos de los restos exhumados, coordinados por el Dr. José Ignacio Lorenzo, junto a las pruebas de identificación genética. En las próximas semanas está prevista la celebración de un acto de reconocimiento a las víctimas que incluirá la entrega de los restos a sus correspondientes familiares.
Cada proceso de investigación, cada exhumación de cualquiera de los cientos de fosas comunes que aún se encuentran por cunetas y laderas, o en la tapia del cementerio de cualquier pueblo como Biscarrués, supone la recuperación de una pieza del rompecabezas que es nuestra historia reciente, compuesto por miles de pequeños relatos de sufrimiento y humillación, de asesinatos y torturas y cuya realidad permanece aún desconocida para muchos.
Rescatar este pasado implica un avance trascendente, un paso adelante en la recuperación de la normalidad democrática y de la dignidad pisoteada de aquellas olvidadas como Felipa, Modesta, Ramona y Antonia que tan injustamente perdieron sus vidas por la libertad.
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