https://www.publico.es/politica/memoria-historica-20-familias-logran-identificar-victima-represion-franquista.html
La titánica tarea de reconocer estos restos como represaliados mediante pruebas de ADN dificulta los procesos para este reconocimiento democrático más de 80 años después de los hechos.
SEVILLA
Desde pequeña, Mari Carmen España vivió la historia de su abuelo muy de cerca, sin saber bien qué había pasado con aquel jornalero de Lantejuela (Sevilla) en agosto de 1936. Desde que tenía casi uso de razón iba conociendo de primera mano su historia, la de Manuel España, fusilado por los falangistas el 17 de septiembre de 1936.
Después de 16 años de búsqueda, indagaciones y finalmente exhumación de la fosa en el municipio de La Puebla de Cazalla (Sevilla), dieron con los restos pero no con su identificación. Esta pasada navidad se topó con la peor de las noticias, un jarro de agua fría que no esperaba. "El propio Viceconsejero de Cultura de la Junta de Andalucía, me comunicó que el ADN no había dado positivo y que era uno de los 75 cuerpos de la fosa de La Puebla que no podían identificarse". Así empezaba la carta que Mari Carmen le dirigía a su abuelo Manuel España, unas líneas en las que le explica cómo asumir después de tanta lucha que la búsqueda no ha podido completarse.
En su carta prosigue: "Me entristece enormemente, abuelo, no poder llevarte a Lantejuela, el pueblo donde viviste y quería enterrar tus restos con los de tu hijo". De todos los que fueron enterrados en aquella fosa, solo han podido identificar por pruebas de ADN dos de los 77 cuerpos encontrados. "Abuelo, he hecho todo lo que pude por encontrarte", le aseguraba al difunto.
"Sólo me queda el consuelo de haber hecho, abuelo, todo lo que pude por encontrarte y desenterrarte de esa tierra infame"
El antropólogo Juan Manuel Guijo cuenta a Público como el caso de la Puebla y de su fosa conocida como la del Carnero fue muy compleja. Los cuerpos se encontraban a casi cinco metros bajo tierra. "Los familiares han culminado una batalla titánica porque el caso de La Puebla comenzó antes de la existencia de la Ley de Memoria Histórica de 2007, y fue el primer caso que salió a la luz pública en el que querían intervenir las familias en una fosa colectiva en Andalucía, situada en un cementerio municipa", explica.
Después de más de una década y el firme convencimiento de que aquellas víctimas podrían encontrarse, llegaron hasta aquella profunda zanja que albergó a 77 fusilados del verano de 1936. "Sólo me queda el consuelo de haber hecho, abuelo, todo lo que pude por encontrarte y desenterrarte de esa tierra infame, a ti y a todos los demás, cuando vi con miedo y espanto cuántos había".
Ocho mujeres y dos neonatos fusilados
España narra cómo en aquella exhumación se encontraron restos de "ocho mujeres y dos neonatos. Cinco metros, abuelo. Os metieron en la fosa más profunda que se hallado en Andalucía y España". Guijo pudo estar de primera mano en la intervención arqueológica y recuerda como este triste proceso aislado se repite "por desgracia" en la mayoría de identificaciones. "No es que el caso de Puebla no concuerde. Es que hay mucha diferencia entre la no concordancia y la ausencia de la sustancia orgánica que contiene el ADN", ilustra el experto, al no contar con suficientes marcadores. "No hay contaminación ni nada parecido, sino que, en los huesos, prevalece la parte mineral sobre la orgánica".
El problema: "En los huesos, prevalece la parte mineral sobre la orgánica"
En este proceso entran en juego factores muy importantes para la identificación de las víctimas como puede ser "los objetos asociados, los testimonios de las ejecuciones y los datos antropológicos" .
Tantos años bajo una tierra húmeda no permiten, 80 años después, dar garantías ni resultados. Guijo aclara como los responsables del laboratorio de la Universidad de Granada que llevan el banco de ADN hablan de manera personalizada con todos aquellos familiares que desean informarse. "En la entrega de las muestras se explica todo el proceso e incluso se muestran las instalaciones", pero nadie cuenta la poca garantía del proceso. Y es que Guijo apunta que la influencia de los aspectos ambientales, hace que solo entre "el 10% y el 20% de las familias demandantes tengan resultados". No debe olvidarse que "estas familias son solo una pequeña parte de las que deberían personarse si no hubiesen pasado 80 años y muchas hubiesen muerto".
Identificar los huesos del abuelo por su calzado en el esqueleto
Volvemos a la fosa de la Puebla donde Miguel G. R., familiar de uno de los arrojados esta profunda fosa, ha sido uno de los agraciados por tener los resultados positivos en la identificación del ADN de su abuelo.
Juanma no olvidará el día que Miguel halló los restos de unas extremidades inferiores en una zona situada a una cota muy alta de la fosa . "Antes de evaluar nada por nuestra parte, a Miguel, que estaba excavando con nosotros, se le cambió la cara y nos dijo que ése era su abuel". Miguel solo podía tener una evidencia: el calzado del esqueleto, idéntico al que llevaba su abuelo, según se recordaba en su casa. "Miguel fue la persona que comenzó a exhumar el esqueleto y estuvo conmigo en el levantamiento de todos los huesos", concluye Guijo.
Esperanza y opacidad en el proceso
El actual Gobierno andaluz invirtió el año pasado 363.000 euros para la continuidad del convenio del banco de ADN, en convenio con la Universidad de Granada y el laboratorio genético del investigador José Manuel Lorente. Fuentes del Ejecutivo regional señalan que el acuerdo para mantener activo este proceso de identificación de ADN y la creación del banco, asciende a un millón de euros, "repartidas en varias anualidades hasta 2021".
"Siempre recuerdas los huesos rotos de manos y muñecas, los agujeros de bala de los cráneos"
Guijo aclara que hay mantener el vínculo con la Administración, ya que en el caso del ADN "es necesario un itinerario que controle la procedencia de las muestras, su conservación y el manejo de datos personales". Sin embargo, señala la necesidad de "mantener la guardia sobre la calidad de las intervenciones, los fundamentos que se usan en los diagnósticos y las investigaciones previas", para que el proceso culmine con el mayor éxito posible.
Mari Carmen España sufrió un duro golpe cuando averiguó que, después de 16 años, no podía saber cuál de aquellas víctimas era su abuelo, Manuel España. "No te olvidas de la violencia con la que fueron asesinados. Recuerdas los detalles de la intervención, los huesos rotos de manos, muñecas, cráneos por golpes y torturas; los agujeros de bala de los cráneos", sostiene, y aclara, con el paso de los días, cómo este duro proceso ha valido la pena "Los hemos sacado de aquel horror donde los tiraron y ahora vamos a tener un sitio honrado y con sus nombres a donde llevarles flores. Eso es lo que decía un familiar ya anciano y, en cierta forma, es sentir algo de alivio", sentencia.
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