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Era 1946. Al tiempo que España se desangraba en la posguerra, los republicanos al otro lado de la frontera no olvidaban su país ni sus tradiciones. En Perpiñán levantaron una falla crítica con la dictadura

Falla "Cremem a Franco". Perpiñán, 1946 / Levante-EMV
Francia concentró los años posteriores a la Guerra Civil el mayor número de exiliados españoles, que en muchos casos apostaron por permanecer cerca de la frontera, anhelando una caída del régimen franquista que nunca ocurrió.
Por eso, enclaves como Perpiñán quedarán siempre en el mapa de la memoria histórica española, junto a otros como Colliure o Argelès-Sur-Mer. Dentro de esa resistencia, los republicanos no se quedaron de brazos cruzados en su país de acogida.
Un ejemplo es la falla que se levantó y quemó en Perpiñán, en 1946, hace casi 80 años. Una curiosidad que el periodista y crítico Francisco Agramunt recoge en "Vida i obra del pintor Balbino Giner Garcí"a (Col·lecció Bocins, Diputació de València, 2023).
La obra de Agramunt relata la vida del «último bohemio de la escuela de París», ya que
(València, 1910-1976, Perpiñán) fue miembro de la afamada escuela y amigo, entre otros, de Pablo Picasso, aunque se instaló en la ciudad fronteriza —donde aún hoy es reconocido— y no en la capital francesa. Con una «personalidad curiosísima» y muy «estrafalario y simpático», era «conocido por todo Perpiñán», asegura Agramunt, que también añade que encajaría en la descripción de bon vivant.El pintor nació en la calle Na Jordana de València, en el Carme. Se formó en la Escuela de Artes y Oficios y, posteriormente, en la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de València. Como otros artistas, fue becado para ir a la Academia de España de Roma, donde le pilló el golpe de estado, no regresó y pasó por Bélgica, hasta instalarse definitivamente en París en 1936.
Posteriormente, con la invasión nazi, bajó hasta Perpiñán y se acercó más a España, como ya publicó este diario. Allí logró éxito y se ganó la vida haciendo retratos a la burguesía.
Hijo de Na Jordana
Que naciera en Na Jordana es clave en esta historia, pues tiene mucho que ver con que él fuera el encargado de levantar la falla antifranquista en el exilio. Como cuenta Agramunt, el padre del pintor —Balbino Giner Caballer– era «pintor de abanicos y artista fallero, muy vinculado a la Falla Na Jordana-Burjassot», de quien heredó la ‘vena artística’.
Por eso, cuando en Perpiñán se plantearon crear un monumento fallero, —que se plantó en la plaça del pont d’en Vestit con el lema «Cremem a Franco»— él se encargó. «Los promotores de las actividades encargaron al pintor valenciano el diseño y la construcción del cadafal porque Balbino dominaba el oficio, ya que de joven había ayudado a su padre en la construcción de varias fallas», cuenta Agramunt.

Balbino Giner le hacía fallas a Picasso. / Levante-EMV
Una ciudad acogedora
Perpiñán acogió a Balbino Giner y otros «con las puertas abiertas» y los republicanos no dejaron de hacer mítines, reuniones y actos políticos contra la dictadura, además de celebraciones como las fallas antifascistas. Para concienciar a la población, «los exiliados más activos proyectaron la construcción de una falla antifranquista en la que el personaje principal era el traidor Franco, el militar golpista que había acabado con el régimen republicano, aliado de los nazis y que había impuesto una férrea dictadura», añade el libro.
Como también detalla, el ninot de Franco —a lo alto de la falla— era de cartón , vestía uniforme militar con medallas y condecoraciones, y alrededor de su cadafal había diferentes figuras sobre personalidades del régimen. Era una falla a la antigua usanza, en el buen sentido, pues estaba repleta de crítica.
De hecho, desde el Museu Faller de València la califican como «de factura naif, llena de todo el significado que se le podía dar a una falla que tenía como objetivo la ridiculización satírica y cremà del sanguinario dictador genocida, y de todo lo que suponía su régimen de terror y persecución».

Detalle de la falla de Franco includido en el libro "Vida i obra del pintor Balbino Giber García". / Levante-EMV
Un llibret antifascista
Pero no solo eso, también había un «Llibret de la Falla de la plaça del Pont d’en Vestit», con escritos en valenciano de varios autores, entre ellos el poeta Joan Miquel Romà, también valenciano y, además, amigo de Balbino Giner hijo, con quien compartía exilio. «Joan Miquel había sido compañero inseparable de juventud, junto a los pintores Fernando Rodríguez Beut, José Amérigo Salazar, Francisco Lozano y Juan Renau, los escultores Rafael Pérez Contel y José María Hervás, y los escritores Juan Gil-Albert y José Bueno».
Entre otras cosas, Romà había formado parte de la Unión de Escritores Artistas Proletarios y fue uno de los redactores «más relevantes» de la revista Nueva Cultura, dirigida por Josep Renau, posteriormente también exiliado, pero en su caso, a México.
Además, formó parte de la Alianza de Intelectuales Antifascistas y participó en el II Congreso Internacional de escritores por la Defensa de la Cultura. El poema del llibret estaba «repleto de connotaciones antifascistas» y críticas al capital, la Falange, las tropas africanas que acompañaron al ‘Generalísimo’ y la Iglesia. «Espanya és la carabassa/ tan buida com el seu cap i que el dolor la traspassa / Està plena de dolors d’infàmies i robatoris, d’assassinats i presons», son algunos de los versos.

Parte inferior de la falla. / Levante-EMV
El poeta catalán Esteve Batllet también escribía: «Tant de bo! quan cremi aquesta falla/veiem la fi, no d’un ninot de palla,/ sinó la mort real del Dictador». Y es que, aunque fuera simbólicamente, «Franco serà cremat», decían.
«Perpinyà té falla enguany i els valencians enyorant la seua València viuen unes hores de sabor valencià, pensant en els germans que, junt al Micalet, festegen les falles sense donar-li a la festa el caliu sincer, ja que la ‘democràcia’ els impedeix l’expressió», dejó por escrito, por su parte, Joaquim Sánchez Pomar, exsecretario del Comité Central Faller, también fuera del país.
Celebraciones que no faltaron
Francisco Agramunt explica que «en todos los lugares donde se concentraron artistas republicanos valencianos se montaron fallas, sobre todo en Latinoamérica». Sin embargo, afirma que la de Perpiñán «es la más importante levantada al término de la II Guerra Mundial, porque fue la más grande, en la que participaron varios artistas y tenía un libro».
Perpiñán también era «donde más valencianos había y donde un mayor número de republicanos españoles se estableció, con una comunidad grandísima que prácticamente tomó la ciudad», apunta.
A diferencia de lo que pasaba en el cap i casal, «casi todas las fallas que se construyeron tanto en Francia como en América eran muy críticas con Franco, y en muchos casos levantadas por artistas o hijos de valencianos. Es lo que correspondía a la época», explica Francisco Agramunt, que pronto publicará "El exilio artístico español en Francia", con la Institució Alfons El Magnànim, el más extenso libro sobre el exilio de los artistas al país vecino.
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