dimecres, 19 de març del 2025

Pilar Gimeno: “Han vuelto a casa. 17 víctimas del franquismo reciben sepultura en sus pueblos tras más de 80 años en el olvido"

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En un emotivo acto celebrado el 12 de marzo, sus restos, exhumados del Valle de Cuelgamuros, fueron identificados y devueltos a sus familias, que por fin pueden despedirlos con dignidad



Pilar Gimeno y su prima Milagros Gil recogiendo los restos de su tío Felipe Gil

Lucía Parro Pantoja 

Han tenido que pasar más de 80 años para que 17 víctimas del franquismo regresaran a sus hogares. Personas que fueron arrancadas de sus casas, fusiladas y enterradas en fosas comunes sin el más mínimo respeto. Décadas después, cuando sus familiares aún lloraban su ausencia, sus restos fueron trasladados sin permiso al Valle de los Caídos, hoy Cuelgamuros, en un intento más de borrar su identidad y humillar su memoria. Ahora, tras un largo proceso de exhumación e identificación, vuelven al lugar donde siempre debieron estar.

Pilar Gimeno, presidenta de la Asociación de Familiares y Amigos Asesinados y Enterrados en Magallón (AFAAEM), ha sido una de las principales impulsoras de esta lucha. Su historia personal, marcada por la represión franquista, la llevó a convertirse en una de las figuras más activas en la defensa de la memoria democrática en España. “Lo poquito que costó llevárselos y más de 80 años nos ha costado traerlos a casa”, lamenta.

El proceso de recuperación no ha sido sencillo. Durante años, la asociación ha trabajado incansablemente para localizar a las familias de los desaparecidos, recabar documentación, obtener permisos y realizar pruebas de ADN. “Es un trabajo arduo y muy difícil. Se trata de recorrer pueblos, buscar testimonios, convencer a las familias de que reclamen los cuerpos de sus seres queridos y luego afrontar toda la burocracia”, explica Gimeno.

“Desde la primera reunión en La Moncloa, lo tuve claro: yo lo que quería era que volvieran a casa. No tenían que haber salido nunca de allí, así que nuestra misión era traerlos de vuelta. Y hoy podemos decir que han vuelto a casa”.

Un funeral de Estado para las víctimas del franquismo

El pasado 12 de marzo, en un acto solemne y cargado de emoción, las víctimas recibieron un homenaje oficial. La ceremonia, que tuvo lugar en Magallón —Zaragoza—, contó con la presencia del ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, la ministra Pilar Alegría, el secretario de Estado Fernando Martínez y diversas autoridades locales. “Fue un acto sobrio, pero muy emotivo. Un funeral de Estado como se merecen. Porque las víctimas del franquismo también tienen derecho a ser honradas con dignidad”, señala Gimeno.

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Sin embargo, la presidenta de AFAAEM no puede evitar recordar todo el sufrimiento que han soportado estas familias a lo largo de los años. “Primero los asesinan, los meten en una fosa como si fueran perros rabiosos, profanan sus tumbas, secuestran sus huesos y los llevan a humillarlos. No les bastó con matarlos, tenían que seguir ultrajándolos incluso después de muertos”, denuncia.

El acto fue un momento de alivio para las familias, pero también de reivindicación. “Nos ha costado décadas llegar hasta aquí. Y todavía hay quienes nos dicen: “¿Para qué remover el pasado? Es mejor olvidar”. Pero, ¿Cómo vamos a olvidar si hay familias que llevan 80 años sin saber dónde están sus seres queridos? ¿Cómo vamos a olvidar si hay madres que murieron sin poder llevar una flor a la tumba de sus hijos? Que no nos vengan con cuentos. Primero, en mi herida mando yo. Y segundo, una herida, para que se cure, hay que abrirla, drenar el pus y luego sanarla. Y la herida, cuando la abres, ella solita habla.

El silencio impuesto y la lucha por la memoria

Durante años, el franquismo impuso un silencio forzado sobre sus crímenes. Las fosas comunes se cubrían con tierra y con olvido. Muchas familias vivieron con el miedo de hablar, de recordar en voz alta lo que había ocurrido. “Las fosas se abrían y se cerraban con el silencio dentro. Por eso hay que abrirlas, porque cuando se desentierra un cuerpo, también se desentierra el silencio”, afirma Gimeno.

Esa es, precisamente, la tarea de los memorialistas: romper el pacto de silencio y rescatar la verdad. “Los guardianes de la memoria somos los memorialistas. Porque recordar no es una cuestión política ni partidista, es una cuestión de dignidad. La memoria no pertenece a ningún partido, es patrimonio de toda la sociedad y es responsabilidad de todos —administraciones, sindicatos, asociaciones— asegurarnos de que se transmita a las nuevas generaciones. Sin memoria no hay justicia, y sin justicia no hay democracia”.

A pesar de los avances en los últimos años, Gimeno advierte de que aún queda mucho por hacer. “Todavía hay cientos de fosas sin abrir, cientos de familias esperando respuestas. Y mientras tanto, nos recortan recursos, nos ponen trabas y algunos intentan enterrar la memoria con excusas de concordia. ¿Concordia? ¿Qué concordia es esa en la que las víctimas han tenido que convivir con sus verdugos durante 40 años sin poder hablar? ¿Qué concordia es esa en la que una madre tenía que ver pasar cada día por su puerta al hombre que mató a su hijo? Eso no es concordia, eso es miedo impuesto”, denuncia.

Sin memoria no hay futuro

El trabajo por la memoria democrática no es solo un ejercicio de justicia con el pasado, sino una garantía para el futuro. “España avanza cuando recuerda con dignidad, honra a las víctimas y defiende la verdad frente al olvido. El pasado hay que recordarlo, por doloroso que sea, porque es imprescindible para comprender el presente y diseñar un futuro en el que jamás se repita una historia de represión y silencio”, asegura Gimeno.

Por eso, insiste en la importancia de que las nuevas generaciones conozcan la verdad. “No puede ser que haya jóvenes que digan que con Franco se vivía mejor. No puede ser que en los colegios no se estudie lo que fue la dictadura. Hay que contar lo que pasó, hay que explicar por qué hay miles de personas en fosas comunes, hay que recordar los crímenes de la dictadura. Porque sin memoria, no hay futuro”.

Para Pilar Gimeno y otros activistas de la memoria histórica, la lucha no termina aquí. Quedan muchas fosas por exhumar, muchas familias por encontrar a sus desaparecidos, muchas historias por contar. Y lo harán, con o sin apoyo institucional. “Siempre hemos estado al pie del cañón, sin miedo y sin recursos. Y así seguiremos. Porque los de la memoria democrática somos los que siempre hemos estado ahí, los que siempre hemos parado al fascismo. Y no nos van a callar”.

Un homenaje a quienes nunca debieron ser olvidados

El retorno de estos 17 asesinados es un acto de justicia y reparación, pero también un símbolo de resistencia y dignidad. Para Pilar Gimeno, la memoria de estas víctimas es un faro que guía la lucha por un futuro sin miedo. “Su lucha es la semilla de un futuro en el que jamás se vuelva a repetir una historia de represión y silencio. Porque recordar no es revancha, es justicia. Y porque sin memoria, no hay democracia”.

Mientras las familias lloran por fin a sus seres queridos en sus hogares, la lucha por la memoria continúa. Porque aún quedan muchas voces silenciadas y muchas heridas abiertas. Pero cada fosa que se abre, cada cuerpo que regresa a casa, es una victoria frente al olvido.