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Francisco Granado Gata nació en Valencia del Ventoso en 1935, de donde emigró primero a Madrid, en 1953, en busca de trabajo, y después a Francia, en 1960. Allí entró en contacto con el movimiento de resistencia antifranquista de carácter anarquista, llegando a ser militante de las Juventudes Libertarias, que junto a CNT y FAI integraban el MLE, Movimiento Libertario Español. Como miembro del grupo creado Defensa Interior (DI), volvió de forma clandestina a España en 1963, con intención de participar en acciones de resistencia contra el régimen franquista. El 31 de julio de 1963 fue detenido junto a otro miembro de las Juventudes Libertarias, Joaquín Delgado Martínez.
Ambos fueron acusados de unos atentados que no habían cometido, y en solo 17 días, mediante proceso sumarísimo en Consejo de Guerra, fueron torturados, obligados a confesar la autoría de unos actos que no habían realizado, juzgados sin garantías procesales, sentenciados y condenados a la pena de muerte, cumpliéndose la sentencia el 17 de agosto en la cárcel de Carabanchel, Madrid, a mano de dos de los verdugos oficiales del Régimen franquista. El consejo de guerra sumarísimo obviamente estuvo, como corresponde a un juicio político en una dictadura, plagado de irregularidades.
Francisco Granado y Joaquín Delgado fueron sometidos a torturas y malos tratos en dependencias policiales durante al menos seis días, y en todo momento afirmaron su inocencia respecto de la colocación de los artefactos explosivos por la que fueron condenados; no existiendo ninguna prueba que justificara su condena por tales hechos y ésta se produjo exclusivamente por su antifranquismo y pertenencia al movimiento libertario.
Igualmente hemos de resaltar que los verdaderos autores de la colocación de aquellos artefactos explosivos fueron Sergio Hernández y Antonio Martín, quienes reconocieron ante Notario ser ellos quienes instalaron los explosivos, habiéndolo declarado igualmente en un programa de la televisión franco-alemana «ARTE» emitido el 4 de diciembre de 1996 y ante un periodista del diario «El Mundo», que publicó un reportaje el día 1 de diciembre de 1996. Apareciendo igualmente esas declaraciones en un programa emitido por «Televisión Española» (La 2) el día 9 de noviembre de 1997. Así mismo ratificaron sus declaraciones ante la Sala V del Tribunal Supremo a finales de los años 90.
Es evidente que Francisco Granado y Joaquín Delgado, no tuvieron un juicio justo. Primero porque fueron juzgados por un consejo de guerra militar dependiente y parcial de una dictadura. Y en segundo lugar porque el proceso seguido fue la negación de toda garantía procesal.
Hoy el artículo 5 de la vigente Ley 20/2022, de 19 de octubre, de Memoria Democrática, tiene declarada legalmente de forma taxativa la ilegalidad e ilegitimidad de aquellos Consejos de Guerra y la nulidad de pleno derecho de sus resoluciones y sentencias, por ser contrarios a Derecho y vulnerar las más elementales exigencias del derecho a un juicio justo, así como la concurrencia en estos procesos de intimidación e indefensión.
En suma, es obligación de todos recordar que esos dos hombres murieron por algo tan importante como sus ideas, su oposición a la dictadura y lucha por la libertad; y por ello, debemos exigir que la verdad histórica de estos crímenes franquistas sea reconocida oficialmente, pasados ya 62 años desde aquel 17 de agosto de 1963, así como reconocer la constancia y tenacidad de familiares y amigos, contra aquella injusta condena de dos inocentes.
Desde entonces, y precedido por la campaña internacional en su apoyo, se ha venido reivindicando su inocencia por parte de organizaciones defensoras de los derechos humanos y su reconocimiento como combatientes antifranquistas. En 2003 la CNT de Extremadura ya rindió homenaje en su pueblo a Francisco Granado y en 2015 el pleno del Ayuntamiento de Valencia del Ventoso aprobó por mayoría una moción y declaración de reparación y reconocimiento de su persona, precisamente a instancias de una solicitud elevada al pleno por la ASOCIACIÓN PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MEMORIA HISTÓRICA DE EXTREMADURA (ARMHEX). En dicha propuesta también se contemplaba hacer público en forma simbólica el carácter radicalmente ilegítimo e injusto de la condena, del que fuera natural y vecino de ese pueblo Francisco Granado Gata, como víctima de la represión franquista, y como reconocimiento público de la ignominia del juicio militar sin garantías a que fue sometido junto con su compañero Joaquín Delgado Martínez, en aquellos oscuros años de la dictadura franquista.
Del mismo modo la Corporación, tal y como se le había solicitado por la ARMHEX, acordó expresar en 2015, la solidaridad para con las familias de las víctimas en su lucha ante las diversas instancias judiciales nacionales e internacionales para hacer efectiva la nulidad radical de la sentencia que injusta e ilegítimamente les condenó, a fin de que sean repuestos en su dignidad, y para restituir los derechos que como tal les corresponden y de los cuales se les privó injustamente.
El acto cívico de homenaje, coincidiendo con el 62 aniversario del asesinato de Francisco Granado, se celebrará en el Patio del Centro Socio-Cultural “Los Solares” de Valencia del Ventoso, dando comienzo el Domingo 17 de agosto a las 10.30 h de la mañana.
Este año acudirá desde Francia, su hijo, Richard Granado, que fue el autor del busto que se colocó hace ahora 10 años en el patio de la Casa de Cultura en Valencia del Ventoso. Un acto de Verdad, Justicia y Reparación para con las víctimas del franquismo.
La memoria de las víctimas de la dictadura franquista, su reconocimiento, reparación y dignificación, representan, legalmente un inexcusable deber moral en la vida política y es signo de la calidad de una sociedad.
BADAJOZ. 06080.
Granado y Delgado, los anarquistas ejecutados por piropear a unas muchachas
En 1963, Defensa Interior, la organización anarquista de acción directa contra la dictadura franquista, cometió varios atentados en Madrid. Dos jóvenes libertarios fueron acusados y ejecutados a garrote vil tras ser detenidos por piropear a unas jóvenes.
Aunque desde 1939, con el final de la guerra, se terminaron los combates, la resistencia de izquierdas continuó luchando contra la dictadura de Franco a través del maquis o de acciones de guerrilla urbana realizadas por comandos anarquistas como los de Josep Lluis Facerías o Quico Sabaté, asesinados por la policía franquista en 1957 y 1960 respectivamente.

Titula del diario ABC.

Interior de la Oficina de Pasaportes de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol de Madrid. (Fotografía: Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid).
El lunes 29 de julio de 1963, uno de los comandos guerrilleros pertenecientes a Defensa Interior, organización anarquista de acción directa, colocó un artefacto explosivo en la Oficina de Pasaportes de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol de Madrid. La explosión, que tuvo lugar a las seis menos dieciocho minutos de la tarde, provocó daños materiales en diferentes zonas del edificio y heridas a una treintena de personas. Esa misma noche, a las doce y media, estalló otra bomba en la puerta principal de la Delegación Nacional de Sindicatos.

Interior de la Oficina de Pasaportes de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol de Madrid. (Fotografía: Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid).
Según publicaba el diario ABC, «la indignación de la gente parada en las cercanías de la Dirección General de Seguridad era unánime: todos condenaban enérgicamente el vandálico hecho. Algunos policías manifestaban su opinión acerca de los autores del crimen. Y decían que este tiene todas las características de ser de concepción y ejecución anarquistas y de origen acaso transpirenaico. Se habló concretamente de la F.A.I.».

Interior de la Oficina de Pasaportes de la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol de Madrid. (Fotografía: Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid).
No pasó mucho tiempo hasta que la policía confirmó su teoría. El día 31 de julio dos personas fueron detenidas en relación a los hechos, aunque no fue hasta el 2 de agosto cuando se informó a los medios. Se trataba de dos jóvenes, hijos de anarquistas españoles exiliados, que residían en Francia y militaban en las Juventudes Libertarias. De uno de ellos, Francisco Granado de veinticinco años, casado y con tres hijos, se decía que había cruzado la frontera procedente de Francia, alrededor del día 15 de mayo en automóvil. Del otro detenido, Joaquín Delgado, se afirmaba que llegó en tren el 28 del mismo mes. «El primero introdujo en España 21 kilos de dinamita plastificada, armas y municiones, en el interior de su automóvil. Arropado precisamente por una de las primeras oleadas de turistas, pasó el mortífero cargamento», relataba ABC.

Portada de ABC informando de la detención de Delgado y Granado.
El diario madrileño y La Vanguardia, entre otros medios, también publicaron los detalles de la peculiar detención de Granado y Delgado. Los jóvenes, lejos de mantener un perfil bajo, como hubiera correspondido a dos personas supuestamente implicadas en una acción guerrillera, se mostraron despreocupados y, en ocasiones, se comportaron como dos tarambanas, lo que levantó las sospechas de la policía.
Mientras estaban en las inmediaciones del Palacio Real, los jóvenes preguntaron cómo se entraba en el edificio pero, finalmente, decidieron ir hacia la plaza de la Armería. Allí y, apoyados en la balaustrada que da al Campo del Moro, «comenzaron a piropear descaradamente a las jóvenes que por allí pasaban, en especial a las turistas que hablaban en francés».

Portada de La Vanguardia, informando de la detención.
De hecho, fue el uso del francés y la mala suerte la que hizo que la Guardia Civil se decidiera a identificarles. «Un cabo de la Benemérita que estaba cerca de ellos y que, al parecer, había sido profesor de francés en una academia, se dio cuenta de que no hablaban con corrección el idioma y, ante las impertinencias que decían, se acercó para identificarles», relataba ABC, que también detallaba su posterior detención y las pertenencias que se les incautaron.
Entre ellas había un mapa de Madrid en el que estaban marcados algunos lugares como la Puerta del Sol y la fuente de Neptuno, dos puntos de la ciudad que eran de interés para cualquier turista, que es lo que dijeron ser Granado y Delgado. A pesar de todo, la policía no les creyó y en los siguiente días, las investigaciones aportaron numerosas pruebas en su contra. Por ejemplo, la aparición de una bala de Colt-45 en el coche de Granado y un telegrama enviado a Francia media hora después de la explosión en la Dirección General de Seguridad, en el que decían que «estaban bien de salud». La cosa empeoró aún más cuando, durante un registro en el garaje donde Garrido tenía el automóvil, se descubrió un «pequeño arsenal terrorista» que, según fuentes policiales, podía haber servido para cometer «unos dos mil atentados como los de la Sección de Pasaportes de la Dirección General de Seguridad». No es de descartar que los medios y la policía exagerasen.

Noticia de La Vanguardia informando de la ejecución de Granado y Delgado.
Las cosas pintaban cada vez peor para Garrido y Delgado. Además de esas pruebas, reales o preparadas por la policía, los muchachos fueron interrogados duramente por el policía Saturnino Yagüe González, el inspector de la Brigada Político Social Enrique González Herrera e incluso por Carlos Arias Navarro, Director General de Seguridad. Tras varios días de torturas, Francisco Granado y Joaquín Delgado declararon ser miembros de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias y se atribuyeron los dos atentados. Posteriormente, también se les imputaría un tercero contra un avión de Iberia cometido el 6 de junio de 1963.
Una vez que la policía tuvo armado todo el proceso, los detenidos fueron sometidos a un Consejo de Guerra que, según informaron varios medios de comunicación extranjeros, no fue convocado en tiempo y forma y ni siquiera fue público. Algo que el diario ABC, afecto a Régimen, se encargó de desmentir diciendo que asistió «el señor Navarro, de la agencia norteamericana United Press Internacional».
Aunque los atentados no habían causado víctimas mortales y cuando se celebró el Consejo de Guerra muchos de los heridos ya se estaban recuperando, Francisco Granado y Joaquín Delgado fueron declarados culpables y condenados a muerte por garrote vil. Tras ser confirmada la pena por el Consejo de ministros en el que se sentaba Manuel Fraga Iribarne, la ejecución se llevó a cabo en la prisión de Carabanchel el 17 de agosto de 1963, apenas dos semanas después de su detención. Los cuerpos, que no fueron entregados a las familias, se enterraron en secreto en el cementerio de Carabanchel.

Titula de ABC informando de la ejecución.
La historia de Granados y Delgado se tornó aún más cruel cuando, en 1996, se estrenó Un crimen legal dirigido por Lala Gomà y Xavier Muntanyà. En este documental, militantes libertarios declaraban que si bien era cierto que los dos jóvenes eran anarquistas, no habían sido los autores del atentado.
Por esa razón, en 1999 las familias de Granado y Delgado presentaron un Recurso de Revisión ante la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo contra la sentencia de 1963. Aunque fue denegado, en 2004 el Tribunal Constitucional dio amparo a los demandantes, por entender que había habido una «vulneración del derecho a la prueba» y, por tanto de defensa, por lo que anuló la decisión del Supremo. Sin embargo, en 2006 la Sala Militar volvió a desestimar el recurso. A día de hoy, y a pesar de las declaraciones de los miembros de Defensa Interior que exculpaban a Delgado y Granados, la justicia española continúa considerándolos culpables y avala su ejecución.


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