Madrid, 27 de
noviembre de 1930
Señor don Fermín
Galán – JACA
Mi distinguido
capitán y amigo:
Sin otros títulos
para dirigirme a usted que el de compañero y el de la amistad que me ofreció en
agradecimiento por mi intervención en el violento incidente de Cudia Mahafora,
le escribo. Sabe el Gobierno y sé yo sus actividades revolucionarias y sus
propósitos de sublevarse con tropas de esa guarnición: el asunto es grave y
puede acarrearle daños irreparables. El actual Gobierno no ha asaltado el
poder, y a ninguno de sus miembros puede echársele en cara haber tomado parte
en movimientos de rebelión: tienen, pues, las manos libres para dejar que se
aplique el Código de Justicia Militar inflexiblemente sin remordimiento de
haber sido ellos tratados con menor rigor. Eso, por un lado; por otro, recuerde
que nosotros no nos debemos ni a una ni a otra forma de gobierno, sino a la
Patria, y que los hombres y armas que la Nación nos ha confiado no debemos
emplearlos más que en su defensa. Le ruego medite sobre lo que le digo, y, al
resolver, no se deje guiar por un apasionamiento pasajero, sino por lo que le
dicte su conciencia. Si hace algún viaje a Madrid, le agradecería tuviera la
bondad de verme. No es el precio a la defensa que de usted hice ante el general
Serrano, ni menos una orden; es simplemente el deseo de su buen amigo que le
aprecia de veras y le abraza,
Emilio Mola
En noviembre de 1930 el General Mola,
Director General de Seguridad del Gobierno de General Berenguer, más conocido
como la "Dictablanda", enviaba esta carta al Capitán del Regimiento
Galicia Fermín Galán Rodríguez, al que conocía desde los años de la Guerra de
África. El motivo de la misiva no era otro que frenar un intento de sublevación
que finalmente fue sofocada: La sublevación de Jaca.
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