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domingo, 9 de diciembre de 2012
¿Eres unos de los niños que fueron adoptados en las inundaciones del Vallés de 1962?
Quizá no todos los niños que sobrevivieron en la riada y fueron a parar a otras familias sepan que son adoptados y, para los que sí lo saben, puede ser un duro golpe pensar que quizá pudieron haber irregularidades en su adopción…
No queremos herir a nadie, ni ofender a las familias que adoptaron, queremos pensar que sólo les movían fines puramente humanitarios y estamos seguras de que dieron a esos niños todo su amor.
Nuestra denuncia es contra las autoridades de la época, quienes a la vista de las evidencias, no hicieron lo que debían o no hicieron lo suficiente, para devolver esos niños que sobrevivieron a sus familias de origen.
Somos conscientes de que todo esto puede ser un duro golpe para vosotros, para los niños que fuisteis adoptados de la riada... pero pensad que vosotros NO fuisteis abandonados por vuestros padres, que ellos NO os dieron en adopción, la naturaleza os arrebató de su lado llenando su vida de dolor... pensad que posiblemente no todos erais huérfanos y mientras iniciabais vuestra andadura al amparo de una nueva familia, vuestros padres os buscaban desesperados, rotos de angustia y de dolor y llevan 50 años llorando vuestra pérdida.
Podéis ayudarnos a saber la verdad.
¿ADOPCIONES IRREGULARES RIADA 1962?
En el contexto de la conmemoración del 50 aniversario de las inundaciones del Vallés de 1962 y a raíz de la aparición de documentos inéditos encontrados en los archivos históricos de algunas de las localidades afectadas por la tragedia y en los archivos del Gobierno Civil de Barcelona, se ha empezado a hablar de una más que probable verdad, de la posibilidad de que los niños que sobrevivieron a la riada y no fueron encontrados por sus familias, fueran dados en adopción por las autoridades a familias pudientes que lo solicitaron.
Las evidencias que apuntan a ello se basan en hechos contrastados :
En los Archivos Históricos de Terrassa, Rubí y Govern Civil de Barcelona existen cartas, dirigidas a los respectivos alcaldes o al mismo gobernador, de familias bien posicionadas social y económicamente que solicitan la adopción de niños supervivientes de las inundaciones.
L’Arxiu Històric de Terrassa en una de las conferencias con motivo del 50 aniversario de las inundaciones expone documentos inéditos acerca de las riadas entre los que figura L’Opuscle: “Orfes imaginaris” donde se transcriben una veintena de esas cartas, de esas solicitudes de adopción que llegaron al Ayuntamiento de Terrassa.
A parte de estas solicitudes de adopción, estos “huérfanos” no han dejado ningún otro rastro documental, ¿quiénes eran? ¿cuántos había realmente?, ¿Qué pasó después? – de ahí que el recopilatorio de L’Arxiu hable de “huérfanos imaginarios”.
Por otra parte, historiadores expertos en la etapa del franquismo afirman que en aquella época no se facilitaba la adopción legal.
Hemos sabido de casos de niños que sobrevivieron a la riada y fueron adoptados. No sabemos si realmente quedaron huérfanos ni si sus adopciones fueron irregulares.
En el libro “La riuada de Franco” de Ferran Sales i Aige i Lluís Sales Favà, los autores hablan por primera vez de este tema. En un breve capítulo que titulan "Mercado de huérfanos de la riada" hacen público un caso de adopción irregular de un niño de la riada, caso sobre el que existe una investigación y un expediente judicial que confirma que se trata de un hecho cierto y no de hipótesis o suposiciones.
En el libro “La riuada de Franco” de Ferran Sales i Aige i Lluís Sales Favà, los autores hablan por primera vez de este tema. En un breve capítulo que titulan "Mercado de huérfanos de la riada" hacen público un caso de adopción irregular de un niño de la riada, caso sobre el que existe una investigación y un expediente judicial que confirma que se trata de un hecho cierto y no de hipótesis o suposiciones.
¿Qué pasó realmente? ¿A dónde nos llevarían todas estas evidencias?
domingo, 2 de diciembre de 2012
NUESTRA HISTORIA - segunda parte - NIÑOS ¿HUERFANOS? ADOPTADOS
Angel y Antonio foto septiembre 1961 |
Después de una dura búsqueda entre los escombros y los cadáveres de la tragedia, nuestro padre sólo encontró el cuerpo sin vida de su hijo mayor, Ángel de 6 años, y el de de nuestro abuelo. Su hijo menor, Antonio de 3 años, nunca apareció y fue dado oficialmente por desaparecido.
El hecho de no encontrar a su pequeño Antonio acentuó más si cabe el dolor de nuestros padres, un dolor acompañado de la angustia de una búsqueda permanente y sin frutos.
Cuando nuestra madre fue dada de alta del hospital, recorrieron nuevamente la riera buscando entre los escombros con la esperanza de encontrar el cadáver o al menos, ni que fuera alguna pieza de su ropa, algún rastro de él. Buscaron también entre los nuevos cadáveres que más tarde aparecieron en el puerto de Barcelona..
Al no encontrarlo, en el fondo de su ser apareció abriéndose paso entre el dolor y la resignación, la esperanza de que estuviera vivo y siguieron buscando ..
Buscaron en un albergue de Matadepera donde alguien les dijo que había niños de la riada que se habían salvado. Allí vieron a un amigo de sus hijos y esperanzados corrieron a preguntarle, pero su pequeño, su niño no estaba... Mi madre recuerda que a la salida de aquel albergue no pudieron contener su desesperación ... Siguieron buscando por las calles y los parques de la ciudad, corriendo detrás de cada niño que veían más o menos de su edad, para ver si era su hijo... Con el paso del tiempo, aunque nunca perdieron la esperanza, se resignaron a convencerse de que había muerto y poco a poco, con un gran coraje y fortaleza, fueron rehaciendo su vida.
Se refugiaron en el trabajo para doblegar el dolor, y después nacimos nosotras, y trabajaron aún más para darnos lo mejor. Construyeron un nuevo hogar, pero nuestro abuelo y nuestros hermanos siempre estuvieron presentes.
Hace ahora unos 8 años, por azar llegó a nuestras manos, un ejemplar de un diario en el que se hablaba de un niño superviviente de la riada del 62 que había sido adoptado. Jamás nos habíamos planteado esa opción porque, como dijo nuestra madre al enterarse de la noticia: nunca se hubiera podido imaginar que alguien que se encontrara un niño que no fuera suyo no lo devolviera..
Empezamos a buscar información en el Arxiu Històric de Terrassa, y encontramos numerosas solicitudes de adopción realizadas, a raíz de la tragedia, por personas "de muy buena posición social y económica" pidiendo niños para adoptar "a la carta", especificando edades, sexo... A su vez había otras cartas de familiares de los damnificados que pedían desesperados noticias de sus seres queridos. Todo ello nos hizo pensar que, posiblemente las autoridades no hicieron nada, o no lo suficiente, para devolver a los niños que habían sobrevivido a sus familias de origen y que esos niños finalmente fueron dados en adopción.
Desde que leímos aquellas cartas nos invadió la indignación, no se trataba sólo de buscar a nuestro hermano, de averiguar si fue uno de los niños que sobrevivió, sino de un tema de JUSTICIA SOCIAL, porque esos niños que se quedaron esas familias adineradas, llevan 50 años siendo llorados por sus familia biológica. Desde entonces hemos intentado averiguar cuál fue el destino de esos niños que se salvaron. Pero nosotras no somos historiadoras, ni periodistas... no tenemos el tiempo ni los recursos, no tenemos los medios para llegar al final del camino y las instituciones, igual que entonces, no parecen dispuestas a implicarse.
Por eso hemos dado este paso, hacer pública nuestra historia, porque quizá hoy, igual que ayer, sea la colaboración ciudadana la que nos pueda ayudar, la gente de a pie, la que aporte su granito de arena en esta búsqueda y la que, con su apoyo, genere un interés que haga que las instituciones se impliquen y se pueda por fin averiguar la verdad.
miércoles, 28 de noviembre de 2012
NUESTRA HISTORIA - primera parte -
Nuestro padres Antonio Martínez Martínez y Manuela Fernández Morales, naturales de Doña María y Abla respectivamente, en la provincia de Almería, llegaron a Terrassa como tantos otros inmigrantes en busca de un futuro mejor y de un “cambio de aires” para mejorar la salud de nuestro hermano mayor, que por aquel entonces padecía frecuentes resfriados.
Se alojaron provisionalmente en la calle Hockey, en el barrio de Egara, en espera de poder construir su propio hogar, sin imaginar siquiera el revés que la vida les tenía reservado.
Nuestra historia empieza, como la de tantas otras víctimas de esta tragedia, aquella fatídica noche del 25 de septiembre de 1962.
Era un día como tantos otros. Nuestro padre se fue a trabajar a la fábrica, trabajaba en la AEG, en el turno de tarde. Y nuestra madre se quedó en casa con los pequeños, Angel de 6 años y Antonio de 3 años y con nuestro abuelo José María, que había venido del pueblo para visitarlos porque los echaba mucho de menos.
Nuestra madre recuerda que todo empezó con una tormenta eléctrica con poca lluvia… de repente, un ruido ensordecedor como un gran golpe y la casa se vino abajo llenándose todo de agua. Sin saber cómo se encontró colgada de una viga, con su padre agarrado a su brazo y el pequeño Antonio –al que nuestro abuelo pudo alcanzar a la luz de un relámpago al oírlo llorar – agarrado a sus piernas.. Al pequeño Angel no lo vieron, ni siquiera lo oyeron.. Sólo se oían los rezos y los gritos desesperados de nuestro abuelo al ver a su hija en semejante trance. Con la luz de un nuevo relámpago nuestra madre vio a lo lejos una tromba de agua que venía hacia ellos y sólo tuvo tiempo de decir : padre, no rece usted más que nos vamos todos….
El agua les arrastró, ella notaba como mientras rodaba, a pesar de los golpes y vaivenes, llevaba agarrado con fuerza a alguien por la camiseta. No sabe con certeza si era su padre o su hijo menor, aunque cree que era el niño, hasta que notó que se le soltó de la mano y entonces se desvaneció.
Su siguiente recuerdo es una luz tenue en la lejanía con alguien que haciéndole señales desde una ventana la llamaba. Sin saber qué pasaba ni dónde estaba como pudo se acercó .. Aquellas personas salvaron a nuestra madre. La lucha contra el agua le había arrebatado sus ropas y había llenado su cuerpo de heridas. Dos hombres la izaron como pudieron a través de la ventana, la pusieron en un colchón y la taparon con mantas.. Pero el agua seguía creciendo también en esa casa.... La dueña se le acercó y le dijo que tenían que salir de allí para intentar salvar a su familia, pero que enseguida que pudieran pedirían ayuda para que vinieran a buscarla, ya que nuestra madre, que estaba malherida y había perdido mucha sangre, no se podía desplazar. Se quedó en aquel colchón y su siguiente recuerdo es estar en el Hospital de Sant Llàtzer de Terrassa. Aquella familia pidió ayuda hasta conseguir que la fueran a buscar, salvándole así nuevamente la vida.
Nuestro padre salió de trabajar, ajeno al drama que acababa de vivir su familia. Compartió parte del camino con un compañero de trabajo que también era del pueblo. Al salir esperaron un poco a ver si cedía la lluvia, pero según recordaba este compañero, no esperaron apenas nada, porque nuestro padre empezó a intranquilizarse y se encaminó carretera arriba hacia su casa. También recordaba que conforme caminaba y a la luz de los relámpagos nuestro padre se alarmó: no veo la casa, no veo la casa, no se ve la casa!!... el compañero le tranquilizaba: cómo no va a estar la casa Antonio, es que está muy oscuro y a lo lejos no se ve bien .. pero no pudo proseguir su camino, unos familiares salieron a su encuentro para impedírselo porque sus temores eran ciertos y donde estaba la casa ya no había nada.
Su siguiente recuerdo es una luz tenue en la lejanía con alguien que haciéndole señales desde una ventana la llamaba. Sin saber qué pasaba ni dónde estaba como pudo se acercó .. Aquellas personas salvaron a nuestra madre. La lucha contra el agua le había arrebatado sus ropas y había llenado su cuerpo de heridas. Dos hombres la izaron como pudieron a través de la ventana, la pusieron en un colchón y la taparon con mantas.. Pero el agua seguía creciendo también en esa casa.... La dueña se le acercó y le dijo que tenían que salir de allí para intentar salvar a su familia, pero que enseguida que pudieran pedirían ayuda para que vinieran a buscarla, ya que nuestra madre, que estaba malherida y había perdido mucha sangre, no se podía desplazar. Se quedó en aquel colchón y su siguiente recuerdo es estar en el Hospital de Sant Llàtzer de Terrassa. Aquella familia pidió ayuda hasta conseguir que la fueran a buscar, salvándole así nuevamente la vida.
Nuestro padre salió de trabajar, ajeno al drama que acababa de vivir su familia. Compartió parte del camino con un compañero de trabajo que también era del pueblo. Al salir esperaron un poco a ver si cedía la lluvia, pero según recordaba este compañero, no esperaron apenas nada, porque nuestro padre empezó a intranquilizarse y se encaminó carretera arriba hacia su casa. También recordaba que conforme caminaba y a la luz de los relámpagos nuestro padre se alarmó: no veo la casa, no veo la casa, no se ve la casa!!... el compañero le tranquilizaba: cómo no va a estar la casa Antonio, es que está muy oscuro y a lo lejos no se ve bien .. pero no pudo proseguir su camino, unos familiares salieron a su encuentro para impedírselo porque sus temores eran ciertos y donde estaba la casa ya no había nada.
¡Gracias a Dios que al menos me has quedado tú!!, exclamó al encontrar a nuestra madre en el hospital. Después inició un duro peregrinaje entre cadáveres hasta encontrar el cuerpo sin vida de nuestro abuelo, y el de su hijo mayor Angel. Antonio, el pequeño, nunca apareció.
Eran muy jóvenes, nuestro padre tenía 31 años y nuestra madre 28 años, y esta tragedia truncó sus vidas para siempre.
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