dimarts, 31 de maig del 2016

LA FOSA: CADA OBJETO UNA HISTORIA.



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UN ZAPATO DE TACON.

“Su principal y único “crimen” el haber sido protagonistas de manifestaciones a favor de la II República y haber luchado por la liberación de la mujer en todos los ámbitos de la vida cotidiana”
Las ejecuciones que el régimen franquista llevó a cabo en la localidad de Fregenal de la Sierra (Badajóz) fueron realizadas principalmente sobre hombres, aunque se sabe que también  existió un gran número de mujeres ejecutadas.
El blog Arqueología de la Guerra Civil Española nos dice al respecto:
“Algunas, mujeres “de bandera”, como la Chata Carrera que se paseaba a caballo por las tierras de la comarca de Sierra de Suroeste pregonando las ideas que llevaran a la humanidad a la revolución social, y liberaran a la mujer de la opresión. Otras, jóvenes vecinas, se organizaban para mejorar su situación laboral y personal, y algunas, fieles compañeras de relevantes personalidades políticas, gestaban en su interior el futuro de la humanidad.
Todas ellas habían conseguido ver con sus propios ojos el gran cambio que la II República trajo a la feminidad de nuestro Estado, sin tener que abandonar ni supeditar por ello su propia condición y género.
Pero finalmente, todas igualmente vieron frustrada su lucha y su destino, junto al de sus frutos, enterrados junto a la II República en las fosas comunes del cementerio de Fregenal de la Sierra”
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Zapato de tacón asociado a un individuo de sexo femenino enterrado en la Fosa 1 del cementerio de Fregenal de la Sierra.

UNA BOTELLA.

” Botellas entre las piernas de los enterrados”
Según una Orden del General Franco de 22 de enero de 1937 relativa a la inhumación de combatientes y su identificación, cita una serie de supuestos a tener en cuenta. Uno de ellos dice: “ El cadáver, en el caso debe tratarse de un soldado o combatiente, se enterrará con la medalla de identidad reglamentaria. Pero si carece de ella se colocará entre las piernas una botella taponada dentro de la cual irá la filiación sucinta del inhumado”.
En el llamado “Cementerio de las botellas”, cementerio del penal- sanatorio Fuerte San Cristóbal en el monte Ezkaba de Pamplona, se cumplió afortunadamente esta orden, aunque la mayoría de las veces sólo se aplicó con los soldados y combatientes del ejército rebelde.
En éste cementerio hay un registro de 131 enterramientos de presos muertos por enfermedades principalmente. Desde el año 2007 y en varias campañas hasta 2013 se realizaron exhumaciones a cargo de la Sociedad Aranzadi que lograraron rescatar los restos de 45 personas reclamadas por los familiares.
Los 131 enterramientos presentaban entre sus piernas una botella con un documento identificativo de la persona enterrada, que en algunos casos se ha perdido.
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Imagen Koldo Pla.

UN CRUCIFIJO.

“Sus asesinos vieron antes de disparar el crucifijo que portaba, más no les importó… era un cura rojo”
A lo largo de la fosa de más de 30 metros de larga había 59 personas asesinadas y enterradas en el olvido en Gumiel de Izán, cerca de Aranda de Duero en Burgos. Fue exhumada en el año 2011 por Aranzadi y la Asociacíon para la Recuperación de la Memoria Historica de Burgos.
A los asesinos no les dio tiempo a matar a todos los que querían, porque esta fosa estaba preparada para albergar aún más cuerpos. Los últimos metros de zanja están cavados, pero vacíos
Junto a los huesos también ha aparecido un crucifijo de 10 centímetros, de los que se colgaban al cuello Se cree que pertenece al franciscano Emiliano María Revilla, detenido por un grupo de falangistas el 29 de julio de 1936 en su pueblo burgalés, Revilla Vallejera, por ser considerado “un cura rojo que denunciaba el hambre y la miseria de los campesinos”. El padre Revilla fue llevado hasta la prisión central de Burgos. Salió de ella con otras 13 personas en una saca el 4 de septiembre de ese año.
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Crucifijo hallado junto a los restos óseos en la fosa de Gumiel de Izán (Burgos). Imagen Oskar Rodríguez.

UNA CARTERA.

“Se paró el reloj en su cartera una vez muerta y sus llaves no abrieron más la cerradura de su casa”.
En la fosa de Valdediós en Villaviciosa (Asturias) aparecieron en la exhumación del año 2003 los restos de 17 personas, hombres y mujeres asesinados por los fascistas.
El llamado “individuo 17” presentaba en el momento de su exhumación una cartera de piel de cuero en cuyo interior hay un reloj de pulsera femenino y dos llaves pequeñas. También láminas metálicas en el tórax que corresponden a un corsé y plomos para las prendas de vestir. El informe dice que era una mujer de entre 20 y 40 años.
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Montaje sobre fotografías originales del Informe relativo a los restos humanos hallados en la fosa de Valdediós (Asturias). Dpto. de Antropología. Sociedad de Ciencias Aranzadi.

UN ESPEJO.

Su rostro reflejado en el cristal de un espejo, última visión antes de ser asesinada.
Uno de los objetos hallados en la exhumación de la “fosa de las mujeres” era un espejo y pertenecia de una mujer coqueta que llevaría en los bolsillos de su ropa. Este humilde objeto rescatado de entre la tierra, nos muestra la vida cotidiana de una mujer antes de ser apresada por los enemigos de la libertad. ¿Cuantos momentos capturó ese espejo de su vida privada?
En abril del año 2012 se exhumaban dos fosas comunes en Espinosa de los Monteros, una de hombres con 9 cuerpos y otra distante unos 200 metros de la anterior con los restos de 4 mujeres.
El 20 de octubre de 1936 un grupo de desalmados falangitas asesinaba de forma indiscriminada a 13 personas en Espinosa de Los Monteros (Burgos) y los enterraba de forma ilegal en dos fosas para tratar de borrar sus crímenes.
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Fotografía Oskar Rodríguez.

UN LAPIZ.

Un pequeño lapicero, un tesoro en prisión. 
¿Cuantas cartas su dueño escribió a su familia y a la de sus compañeros?
El pequeño lapicero salió entre la tierra que se cribaba por voluntarios junto a la fosas de Estépar. Primero localizamos una parte de la madera exterior y rápidamente paramos la criba. Había que mirar con detenimiento y buscar las otras dos partes que faltaban de ese lápiz no mayor de 3 cm. Primero apareció la otra parte de madera y al final la mina, la cual colocamos cuidadosamente dentro de una de las partes.
Finalmente después de verlo con detenimiento y disfrutar de su hallazgo, pensamos rapidamente en su dueño asesinado en la fosa y al instante llevamos el pequeño objeto al técnico que practicaba la exhumación, quien con sumo cuidado colocaba junto a los huesos el lapicero.
Imagen: CRONICAS A PIE DE FOSA. Fosas de Estepar (Burgos).
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