La última orden de busca y captura del prófugo Lerdo de Tejada, que huyó de España antes del juicio, caducó en 2015
Madrid
Fernando Lerdo de Tejada Martínez, prófugo de la justicia desde 1979, cuando se escapó de España para evitar sentarse en el banquillo por la matanza de abogados laboralistas de Atocha (Madrid), es ya un hombre libre. La última orden de busca y captura dictada por el Juzgado Central de Instrucción número 1 de la Audiencia Nacional contra este militante del partido de extrema derecha Fuerza Nueva cesó en 2015, según fuentes policiales consultadas por EL PAÍS.
El ultraderechista puede regresar a España sin temor a entrar en prisión por su participación en la masacre donde murieron el 24 de enero de 1977 cuatro abogados y un trabajador de un bufete de Madrid vinculado a Comisiones Obreras y al Partido Comunista.
A diferencia de los otros cuatro extremistas relacionados con el comando, que fueron condenados a 464 años de cárcel, Lerdo de Tejada fue procesado, pero no se sentó en el banquillo. Huyó antes del juicio durante la Semana Santa de 1979 gracias a un permiso concedido cuando estaba en prisión preventiva en el penal de Ciudad Real.
Se desconoce desde entonces si el fugitivo más célebre de la Transiciónestá vivo. Las bases de datos policiales no recogen su entrada a España. No consta tampoco que este ultra, que hoy tendría 63 años, haya renovado su DNI o pasaporte dentro o fuera del país. Y su ficha policial carece de domicilio. “El hecho de que no figure una dirección o fecha de expedición de DNI se debe a un posible error al transferir los datos al nuevo sistema”, justifica un alto mando policial, que descarta una mano negra para destruir de los archivos el rastro de Lerdo de Tejada. Un ultra que ha podido entrar a España con identidad falsa.
“Nunca supimos dónde estaba”, confiesa el que fuera jefe del espionaje español durante la Transición, el teniente general Andrés Casinello. Una fuente policial conectada con la lucha antiterrorista añade la dificultad de investigar a los prófugos. El motivo: las reticencias de los jueces a autorizar los pinchazos telefónicos a los familiares.
“Se lo tragó la tierra. No sé nada de él. Pero se protegerá si vive. Somos los primeros sorprendidos de su situación. Y no creo que vaya a cambiar”, explica sin inmutarse y bajo anonimato uno de sus hermanos. Su versión choca con una fuente muy cercana al clan, Martina, asistenta durante dos décadas en la casa blanca, que es como se conoce al complejo de tres viviendas de los Lerdo de Tejada en El Toboso (Toledo). “La madre de Fernando Lerdo de Tejada me dijo hace cinco años que su hijo estaba bien, que había engordado y que no se casó. Vive fuera. Pero no sé dónde”, recuerda en su casa esta jubilada.
La matriarca de los Lerdo de Tejada, hoy nonagenaria, colaboró durante la Transición con el fundador de Fuerza Nueva, el fallecido notario Blas Piñar. El líder ultra llegó a ser testigo en enero de 1977 de la boda en El Toboso de uno de los diez hermanos del clan. Al ágape asistieron militares y tres inspectores de Policía. En este pueblo de 2.200 habitantes recuerdan la constante presencia del líder Piñar en las casas de esta adinerada saga durante los estertores del Franquismo.
Las hipótesis sobre el paradero del fugado de Atochaapuntaron a Latinoamérica, donde la extrema derecha española extendió sus tentáculos en la década de los ochenta del siglo pasado. Siempre bajo las órdenes de Blas Piñar y al calor de dictadores.
El malagueño Juan León Cordón, responsable en Paraguay entre 1983 y 1989 del Frente Nacional, un grupo resurgido de las ruinas de Fuerza Nueva, reconoce que “oyó hablar” de la presencia de Lerdo de Tejada en la República sudamericana. “Me dijeron que estuvo por aquí. Pero no le vi”, relata este sexagenario que se presenta como amigo del exministro de Justicia de Paraguay Eugenio Jacquet, ideólogo del dictador Alfredo Stroessner.
“Cuando llegaban camaradas de España no preguntábamos qué habían hecho. Era como la legión”, recuerda Cordón. El Paraguay de Stroessner protegió hasta la caída del dictador (1989) a un centenar de ultras españoles, según Cordón. El censo incluyó a fugitivos como Emilio Hellín, que en 1980 asesinó a la estudiante de 19 años Yolanda González.
El cerebro del grupo de extrema derecha Frente de la Juventud, José de las Heras Hurtado, un prófugo localizado por este periódico en 2016 en su refugio secreto de un suburbio de Guarujá (Brasil), sostiene que no conoce el paradero del evadido de Atocha. “Pregúntele a la madre o a sus hermanos. Eran muy cercanos a Blas Piñar. Yo nunca le vi en Brasil”, dice este abogado de 72 años. El grupo que lideraba De las Heras protagonizó asesinatos y atentados. Su currículum incluye el envío de la carta bomba a EL PAÍS en 1978 que mató al conserje Andrés Fraguas e hirió a varios trabajadores.
Fernando Lerdo de Tejada escapó de España gracias a un permiso concedido por el entonces magistrado de la Audiencia Nacional Rafael Gómez-Chaparro. Este juez, antiguo miembro del Tribunal de Orden Público (TOP) franquista, abandonó la investigación tras el suceso envuelto en una monumental polémica. El magistrado autorizó la salida de prisión del ultra sin el conocimiento del fiscal y de la acusación particular que defendía a las víctimas.
Antes de la huida de Lerdo de Tejada, Gómez-Chaparro había concedido dos permisos para asistir a una boda al inductor de la matanza, Francisco Albadalejo, y otros cuatro al ejecutor del crimen, José Fernández Cerra.
Hoy, a sus 96 años, Gómez-Chaparro sufre problemas de memoria. Uno de sus cinco hijos, el abogado Fernando Gómez-Chaparro, reacciona como un resorte cuando se le pregunta si su progenitor fue de extrema derecha o maniobró durante la investigación para tapar las conexiones entre los pistoleros de Atocha y el búnker Franquista. “Mi padre no fue de extrema derecha. Nunca llevó la camisa azul. Solo aplicó la ley. El Gobierno de Adolfo Suárez aprobó los permisos de fin de semana para presos. Y mi padre cumplió con la ley. De lo contrario, hubiera prevaricado”. El letrado desconoce si Blas Piñar pidió personalmente a su padre que diera un permiso a Lerdo de Tejada, como recogieron las crónicas.
"El juez llegó a un acuerdo tácito que consistía en dar permisos a los procesados de Atocha ", recuerda un ultra
La fuga de Lerdo de Tejada sentó como una traición en los cenáculos ultras de la Transición. Así lo cree Juan Antonio Larrea, antiguo militante del Frente Nacional de la Juventud (FNJ), legión neofascista de 150 cachorros que perpetró asesinatos, asaltos y secuestros durante los años de plomo. “La huida de Lerdo de Tejada condenó a sus camaradas a cumplir íntegras sus penas. Los implicados en la matanza quedaron fuera de la amnistía que incluyó a presos con delitos de sangre de GRAPO, ETA, FRAP… El juez entendió que aquella amnistía era un acto injusto y llegó a un acuerdo tácito que consistía en darles permisos que les facilitaría Justicia y que el Gobierno les había negado. El primero en salir de prisión fue Lerdo de Tejada. Su familia era la más influyente, de clase alta, burguesa. Los demás [procesados] eran humildes. La fuga dejó al juez en una situación tan difícil que suprimió los permisos. Lo escuché de varios condenados”, afirma Larrea. El ultra concluye: “Lerdo de Tejada traicionó a sus camaradas”.
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HOMENAJE ULTRA AL ASESINO FERNÁNDEZ CERRA
JOAQUÍN GIL / JOSÉ MARÍA IRUJO
La extrema derecha española prepara una cena-homenaje para el asesino de la matanza de Atocha José Fernández Cerra, según ha podido saber EL PAÍS. “Se ha convertido en una persona muy discreta y correcta. No quiere hablar con la prensa”, valora Juan Antonio Larrea, antiguo militante del grupo ultra Frente Nacional de la Juventud (FNJ) y presidente de la Asociación In Memoriam Juan Ignacio, una entidad inscrita en 2011 en el registro de asociaciones del Ministerio del Interior que el pasado año organizó una cumbre fascista en Valencia donde asistió Edda Negri Mussolini, nieta del dictador italiano.
La Audiencia Nacional condenó en febrero de 1980 a Fernández Cerra a 193 años de prisión como autor de nueve asesinatos –cinco consumados y cuatro frustrados- y por un delito de tenencia ilícita de armas. La sentencia le consideró ejecutor material de la masacre de Atocha junto a Carlos García Juliá.
Antiguo militante de Falange, Fernández Cerra salió en libertad condicional en 1992 del penal de El Dueso (Cantabria), donde estudió Derecho y redujo su estancia por trabajos.
El ultra, que ha declinado atender a EL PAÍS, reside en Alicante y figura en el registro mercantil como administrador único de una empresa de reformas y otra de comercio al por mayor.
Su camarada Carlos García Juliá, condenado a 193 años de prisión por Atocha, consiguió que un juez le autorizara a viajar a Paraguay cuando estaba en libertad condicional con la excusa de que tenía una oferta de trabajo de una naviera. En 1994 un tribunal solicitó a García Juliá que regresara a España. Desoyó la petición. Dos años después, el ultra fue detenido en Bolivia por tráfico de drogas y encarcelado en el penal de alta seguridad de Palmasola (La Paz).
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