Estos días se cumplen 40 años de una de las semanas más violentas de la Transición Española. La extrema derecha y gran parte de la jefatura del Ejército y la Policía eran contrarios a la legalización de los partidos, a la democratización, a que a los trabajadores y a los jóvenes se les dieran unos derechos sociales y democráticos. Siete personas murieron a manos de grupos de ultraderecha, muy ligados al aparato del Estado. También grupos terroristas de extrema izquierda realizaron secuestros, lo que hizo que la extrema derecha se movilizara para acabar con la respuesta popular de masas que se estaba dando contra el franquismo y por la democracia. En Recuperando Memoria recordaremos a lo largo de esta semana estos trágicos hechos. Hoy, por lo tanto, en Lugares de Memoria, hablaremos de la estatua a los abogados de Atocha, que está en la plaza de Anton Martín (Madrid)
En dicha plaza madrileña esta uno de los poco monumentos que hay dedicados a la violencia política en la Transición no sólo en Madrid, sino en todo el país. Y es que la matanza de Atocha, ocurrida el 24 de enero de 1977, donde murieron tres abogados (Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz y Francisco Javier Sauquillo Pérez del Arco), un administrativo (Ángel Rodríguez Leal) y un estudiante en prácticas (Serafín Holgado) por parte de la extrema derecha, impacto tanto a la sociedad del momento que su recuerdo es imposible de borrar por mucho que lo hayan intentado.
La estatua de Anto Martín es una representación de “El Abrazo” de Juan Genovés, uno de los principales cuadros de la Transición, que representa la salida de los presos políticos de las cárceles.
Fue puesta en dicha plaza en junio de 2003 . En el año 2001, un año antes de conmemorar el 25º Aniversario del atentado, CCOO de Madrid puso en marcha una iniciativa dirigida a las corporaciones locales madrileñas cuyo objetivo consistía en que los Ayuntamientos, dedicaran un espacio público, calle, plaza, monumento, etc., en recuerdo y homenaje a los Abogados de Atocha que antes de su asesinato habían puesto su conocimiento y compromiso al servicio de los ciudadanos de los municipios, incluido Madrid Capital.
Años después, en el en 2007, coincidiendo con el 30 aniversario del atentado fascista y ya constituida la Fundación Abogados de Atocha, solicitamos al gobierno del ayuntamiento madrileño la colocación de una placa que explicara el significado del Monumento, como dice su texto: “para conocimiento del pueblo de Madrid y quienes nos visitan”, propuesta que fue aceptada de inmediato por la Corporación Municipal.
También en el lugar en el que fueron asesinados los abogados, en el portal nº50 de la Calle Atocha, se colocó una placa que recuerda lo que allí pasó.
Ojalá se coloquen más monumentos como este en todos los lugares en los que murieron luchadores antifranquistas a manos de la extrema derecha y las fuerzas de orden público. No podemos olvidar quien nos trajo los derechos democráticos y las libertades.
Autor: Pablo Alcántara
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El entierro de los abogados de Atocha.
Estos días se cumplen 40 años de una de las semanas más violentas de la Transición Española. La extrema derecha y gran parte de la jefatura del Ejército y la Policía eran contrarios a la legalización de los partidos, a la democratización, a que a los trabajadores y a los jóvenes se les dieran unos derechos sociales y democráticos. Siete personas murieron a manos de grupos de ultraderecha, muy ligados al aparato del Estado. También grupos terroristas de extrema izquierda realizaron secuestros, lo que hizo que la extrema derecha se movilizara para acabar con la respuesta popular de masas que se estaba dando contra el franquismo y por la democracia. En Recuperando Memoria recordaremos a lo largo de esta semana estos trágicos hechos. En esta entrada hablamos del entierro de los abogados de Atocha.
Cuatro abogados laboralistas y un administrativo fueron asesinados por la extrema derecha (con apoyo del aparato de seguridad del Estado) el 24 de enero de 1977. Querían acallar la lucha antifranquista y la lucha por la libertad y la democracia. Sin embargo, lo que consiguieron fue que miles y miles de trabajadores y jóvenes se manifestaron para acabar definitivamente con la estructura de la dictadura franquista.
La mayoría de la población quería que el entierro fuera público. Así lo pedían el PCE, partido al que pertenecían los abogados asesinados. También lo quería así el Colegio de Abogados de Madrid, que quería que la capilla ardiente de los abogados se pusiera allí.
El Gobierno de Suárez quería que el entierro fuera algo discreto, para no “asustar” a los militares y alentar a la extrema derecha. Pero, finalmente, debido a las presiones sociales, accedió a que el entierro se convirtiera en una manifestación pública. El Gobierno dijo que no podía garantizar la seguridad de la manifestación. Por lo que tuvo que ser el PCE el encargado de la seguridad, con miles y miles de personas formando el servicio de orden.
Los días posteriores al asesinato, los trabajadores de todo el país mostraron su solidaridad con los asesinados. Se realizaron paros, huelgas por todo la geografía. El día del entierro, 300.000 trabajadores pararon en Euskadi, 40.000 en Navarra, 200.000 en Cataluña, 50.000 en Asturias, decenas de miles en Sevilla, Zaragoza, Murcia y 300.000 en Madrid. También se paralizó la Universidad.
Miles y miles de personas pasaron por la capilla ardiente y depositaron coronas de flores. Y lo más impresionante: más de 100.000 personas se manifestaron durante el paso de los abogados de la capilla ardiente del Colegio de Abogados hasta el cementerio de la Almudena. Recordar que el PCE era aún ilegal, que las manifestaciones todavía estaban prohibidas y que aún había presos políticos en las cárceles. Fue una demostración brutal de fuerza por parte del PCE. Una demostración en silencio, pero muy contundente, que el Gobierno no podía ignorar. Era la mayor manifestación del antifranquismo desde la Guerra Civil.
Aquella demostración de fuerza seguramente fue uno de los motivos de la legalización del PCE. Aquella demostración de fuerza jamás la debemos olvidar. Jamás debemos olvidar la matanza de Atocha.
Autor: Pablo Alcántara
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