dijous, 28 de desembre del 2017

CIENTOS DE REPUBLICANOS FUERON TORTURADOS Y ASESINADOS en el valle de la Sauceda y el cortijo del Marrufo, en Cádiz, por agentes franquistas


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Sauceda y Marrufo word pressManuel Guerrero era propietario del cortijo El Marrufo y 20 fincas, en total 4.599 hectáreas. En 1935, en El Marrufo vivían 30 familias, 112 empleados. El proyecto de Reforma Agraria de 1933 del Gobierno republicano incluyó la finca como Propiedad Expropiable, pero el golpe fascista no permitió llevarlo a cabo. Cortes de la Frontera, Ubrique, el valle de La Sauceda y los habitantes del Marrufo, permanecieron fieles a la República. Los trabajadores comenzaron a explotar las 800 hectáreas del Marrufo como propiedad comunal, organizando su vida laboral y social. Constituyeron el Comité de Defensa del Marrufo en contacto con los comités de La Sauceda, Ubrique, o Jimena. Los sublevados controlaron rápidamente las ciudades costeras de Cádiz y los municipios del entorno de la Sauceda: Jerez, Algar, San José del Valle, Alcalá de los Gazules, Ubrique, Ronda, Cortes de la Frontera y Jimena. En octubre permanecía Repúblicana sólo el valle de La Sauceda, fundamental para los sublevados por dominar la retaguardia gaditana, su riqueza pecuaria y forestal, el control de la línea férrea Ronda-Algeciras y el avance hacia Málaga, aún Republicana.
Entre las montuosas tierras de la Sauceda se habían refugiado familias de campesinos llegados de las localidades vecinas, anarquistas, republicanos, socialistas, que temían por sus vidas ante el avance sublevado. El 31 de octubre los rebeldes atacaron con contundencia, con 4 columnas de ejército, para aniquilar un valle de campesinos: Desde Jerez, al mando del comandante Salvador Arizón, desde Ubrique, el alférez José Robles Ales, desde Jimena, el comandante Fermín Hidalgo, y desde Alcalá de los Gazules, el capitán Antonio Fernández. La población civil del poblado de La Sauceda huyó presa del terror cuando la zona fue arrasada por los bombardeos de 4 aviones Breguet XIX.
La resistencia armada del comité de defensa del Marrufo no impidió la ocupación del cortijo por la columna de José Robles. En la ofensiva final los franquistas detuvieron a los habitantes que no pudieron huir, destruyeron el poblado, asesinaron a unas 50 personas, robaron todo lo que encontraron en las casas y chozas antes de meterles fuego. El Marrufo fue el cortijo de la represión franquista, uno de los primeros campos de concentración y fusilamiento de la Guerra Civil. Los hombres fueron encerrados en barracones, las mujeres y los niños en una ermita. Inmediatamente comenzaron las torturas y los fusilamientos diarios que no cesarían en muchos meses.
Según José María Pedreño, expresidente de la Federación Estatal de Foros por la Memoria, El Marrufo se convirtió en un centro de detención, tortura y ejecución donde los sublevados pusieron en práctica su plan de exterminio contra los desafectos al nuevo régimen, un lugar de ensañamiento, de terror caliente, donde falangistas participaban frecuentemente en los fusilamientos. Según Andrés Rebolledo, presidente del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar, “las ejecuciones de los prisioneros no fueron puntuales, hubo premeditación y alevosía, día a día, con tranquilidad, en diferentes lugares, sin causa ni juicios”.
Los detenidos cavaban su propia tumba antes de ser ejecutados sin ningún tipo de procedimiento judicial. Otros presos arrojaban después los cuerpos a las fosas comunales clandestinas y los cubrían de tierra. Los días de mucha lluvia aparecieran desenterrados algunos cadáveres debido a la dureza del terreno. Se vieron jabalíes con restos humanos en sus fauces. Las mujeres eran torturadas y violadas antes de fusilarlas. Apenas ha quedado constancia documental de la oleada criminal inicial. Entre noviembre de 1936 y marzo de 1937 en El Marrufo fueron asesinadas cerca de 600 personas. En el conjunto de los 7 pueblos que componen el Campo de Gibraltar fueron fusiladas unas mil personas.
Se han exhumado unas decenas de represaliados gracias al esfuerzo del Foro por la Memoria del Campo de Gibraltar y la Asociación de Familiares de Represaliados por el Franquismo de La Sauceda y El Marrufo. Los cadáveres recibieron al fin una sepultura en el cementerio de La Sauceda, rehabilitado especialmente para estas víctimas. Buena parte de los cráneos exhumados tienen orificios causados por impacto de proyectil, fracturas fragmentos o esquirlas del hueso, algunos fueron asesinados con alambres alrededor de las muñecas.
Según el experto en exhumaciones de víctimas del franquismo, Juan Manuel Guijo, en El Marrufo hubo un verdadero genocidio: Los signos de violencia, el depósito colectivo en enterramiento no convencional, la ocultación, la clandestinidad de las ejecuciones para asegurar la impunidad de los crímenes, la motivación política de sus asesinos, la lejanía de núcleos habitados. Los enterradores, seguros de su total impunidad, actuaban en sitio idóneo con menos prisas, mas limpieza, tranquilidad, organización, que en los fusilamientos de cementerios de pueblos o ciudades, donde había que trabajar rápido para esconder lo que se había hecho de noche, cuerpos tirados, señales de forcejeo y resistencia, arrojados, amontonados sin consideración.
Desde tiempo inmemorial el valle de La Sauceda fue un lugar casi mágico debido a su propia configuración, su impresionante belleza e inaccesibilidad, una especie de “zona liberada” al margen de la monarquía castellana, comuna libertaria multirracial y ecológica, república libre, cuya fama rebelde y resistente pervivió hasta la sublevación militar fascista. No es casualidad la marea de refugiados que llegaron a la zona, y la alta combatividad que demostraron repeliendo una y otra vez las acometidas de las columnas militarizadas fascistas. Solo el fuego y metralla de la aviación y la artillería franquista acabaron con ese símbolo de resistencia y libertad que ha sido siempre La Sauceda. Así actúa la reacción frente a los espíritus combativos y libertarios que son el ejemplo, marcan el camino y representan la resistencia frente a los opresores de los pueblos.
La llamada “Transición democrática” ha dejado sin castigo ni denuncia acciones inhumanas como las recién descritas. La Sauceda, las fosas comunes de El Marrufo y el fascismo latiendo aún en esta España “democrática”. Cuenta Andrés Rebolledo: «Lo que ocurrió, ocurrió; hay que asumirlo y hay que afrontarlo, lo fácil, la postura cómoda, gracias al discurso que ha habido durante toda la dictadura y la Transición, es dejar las cosas como están. Un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla, y no lo digo yo. Es necesario que la sociedad sepa de dónde viene, conozca su historia y, sobre todo, luche por mantener los derechos que todo ciudadano debe tener».

Documentación original: Excelentes páginas en los trabajos del Foro por la memoria del Campo de Gibraltar, y la Casa de la Memoria de la Sauceda. Además en La Vanguardia (Jorge Gutiérrez). Público (Alejandro Torrús). La voz del Sur (Paco Sánchez Múgica). El Mundo ( Álvaro Carvajal). Rebelión (Manuel Almisas). Radio recuperando memoria (Pablo Alcántara). La Andalucía (Andrés Rebolledo y Sebastián Chilla)

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