dilluns, 6 de maig del 2019

La base de submarinos nazis que construyeron 2.080 esclavos españoles.

https://www.elmundo.es/papel/historias/2019/05/06/5cced687fdddff408f8b461a.html?fbclid=IwAR0zddB9fv_u1Z02FdRIUsgYWqBDPYxasYP_QJaOaELmoK3_23Z_lnzxwjY





Casi medio millón de españoles cruzó la frontera a principios de 1939 huyendo de Franco. A dos millares de ellos, confinados en campos de trabajos forzados, les esperaba un calvario tras la rendición de París: la construcción de una base submarina para el III Reich en Burdeos
Jornadas de 12 horas, seis días a la semana, día y noche... Los accidentes, lo penoso del trabajo y la mala alimentación mataron a 68 compatriotas. Un monumento honra la memoria de aquellos presos en el complejo militar, hoy reconvertido en espacio cultural
El U-188, a las órdenes del capitán Siegfried Lüdden, arribó a la base de Burdeos el 19 de junio de 1944. Había zarpado de Penang, en la isla indonesia de Sumatra -ocupada por los japoneses-, el 1 de enero. En su última singladura hundió siete mercantes, 42.549 toneladas. El mando de los U-Boots lo había dado por perdido al no recibir mensajes desde mayo. En realidad, tenía la radio rota. Pero su carga, intacta: tungsteno, estaño, opio y quinina, materias de las que el Reich sólo podía abastecerse en Asia y transportaba a Europa en submarino.
Tras los desembarcos aliados en Normandía y la Provenza, los nazis se batían en retirada. Los submarinos en condición de navegar dejan el puerto bordelés rumbo a Alemania. El U-188 y el U-178, que le había precedido, son hundidos por los propios alemanes en los últimos días de agosto del 44 al tiempo que la capital del Garona es liberada.
Hace fresco en esta mañana primaveral de Burdeos. Ha llovido y el cielo está lleno de nubarrones. El agua del puerto tiene color plomo. La vista, desde el tejado de la vieja base, a 19 metros de altura, es impresionante.
Hay verdín y hierbajos sobre las dos losas de hormigón que forman la cubierta. Están intactas. Una tercera estructura de tipo Fangrost las recubría. En sus vigas de 32 toneladas impactaban las bombas, impidiendo que los explosivos afectaran al techo. Aún son visibles los impactos por donde busca el sol algún arbusto.
Ningún bombardeo aliado, ni el raid americano de 17 de mayo de 1943 que mató a 184 bordeleses, hicieron mella en esta base... que construyeron, entre otros trabajadores forzados, republicanos españoles. Abajo, junto al aparcamiento, un modesto monumento con una bandera comida por el sol, honra su memoria.
Mathieu Marsan, que ha escrito en In Situ, revista del patrimonio una historia de la base, me proporciona los datos que siguen.

Un submarino pasa delante de una bandera nazi en la base de Burdeos.
Flashback de 80 años. Primeros meses de 1939. 460.000 españoles cruzan la frontera huyendo de Franco. Cuando Francia capitula, el régimen de Vichy asigna a los trabajadores extranjeros a la construcción del Muro del Atlántico, 4.000 kilómetros de fortines para hacer frente a una invasión.
La Organización Todt supervisaba las obras. Entre ellas, los abrigos gigantes para los submarinos que diseñó la Kriegsmarine. Burdeos fue el último, tras Brest, Lorient, Saint-Nazaire y La Rochelle. La Italia fascista disponía desde el verano del 40 de una base de submarinos en Burdeos, llamada Betasom. Los alemanes la fortificaron para albergar sus sumergibles destinados al Atlántico sur y el Índico, como el U-188.
De septiembre del 41 a mayo del 43, se levantó una estructura colosal que consumió 600.000 metros cúbicos de hormigón. Las dimensiones de tal desmesura son éstas: 45.000 metros cuadrados. Un rectángulo de 235 por 160 metros cobija 11 dársenas que podían albergar 15 submarinos. Siete de ellas podían vaciarse de agua para reparar los navíos en dique seco. Todos los alveolos estaban protegidos por cortinas dobles de acero. Todo, bajo el paraguas del triple tejado.
JOSÉ MARÍA OTTO WARNCKE, UN ALEMÁN QUE LLEGÓ A COMANDANTE EN UNA DIVISIÓN DE LA CNT, FUE EL ENLACE CON LAS AUTORIDADES
Impresiona recorrer el amplio pasillo que comunica las dársenas. Una cisterna que flota sobre el agua quieta de una de ellas azuza nuestra imaginación. Material de desecho se acumula en las células de trabajo de las cabeceras... pero son restos de diversas actividades culturales que, de modo intermitente, han ocupado este lugar tenebroso durante los 75 años que han pasado desde la Liberación.
La base estaba unida a tres búnkeres vecinos. Por vía férrea al almacén de torpedos, por un oleoducto al depósito de combustible. El tercero protegía la esclusa que facilitaba el acceso a los sumergibles.
El año que viene se van a restaurar cuatro dársenas para montar una instalación artística. De momento las exposiciones, como la que nos ha traído aquí, se disponen en la torre donde antaño estaban las oficinas y la maquinaria. Un búnker con una altura de 23 metros.

Detalle de una de las dársenas de la base de submarinos de Burdeos.
Para levantar este complejo en 19 meses, la organización que dirigía Albert Speer, arquitecto de cabecera de Hitler y ministro de Armamento, empleó 6.475 trabajadores, contratados o forzados. Sólo 886 fueron alemanes. Hubo 2.931 franceses, 396 belgas, 138 italianos, 67 holandeses y 2.080 españoles.
Los republicanos españoles estaban acantonados en el cuartel Niel, donde este año una exposición ha rememorado su sacrificio. Porque el trabajo era duro: jornadas de 12 horas, seis días a la semana, día y noche. Los accidentes, lo penoso del trabajo y la mala alimentación segaron la vida de 68 compatriotas.
El cuartel Niel y la vida de los españoles estaban regidos por José María Otto Warncke, curioso personaje del que Agustín Castellano y un equipo de historiadores preparan una biografía. Cristian Segura trazó una semblanza en El País de la que resumo los datos esenciales. Warncke (Hamburgo, 1897) llegó a las Canarias durante la I Guerra Mundial, tras ser evacuado de la entonces colonia alemana del Camerún. Allí le había enviado su familia, negociante de tabaco. Luego arraigó en Barcelona, donde se empleó como comercial y fundó una familia.
En la Guerra Civil, llegó a comandante en una división de la CNT y luchó en Aragón. Cruzó la frontera para acabar en un campo de trabajos forzados de la Francia colaboracionista de Vichy. Audaz, se convirtió en enlace de las autoridades y reclutador de trabajadores republicanos.
Warncke evitó a los republicanos a su cargo los maltratos de otros campos, aunque algún testimonio le acusa de deportar a comunistas con los que no se llevaba bien. Por si acaso, cuando llegó la Liberación de Francia en 1944, volvió a España. Once años después emigró a Alemania donde fue nombrado... delegado oficial del gobierno republicano en el exilio. Murió en 1972.
Si la programación cultural de la base se consolida, sería de desear un libro que cuente su historia y la de los que lo levantaron. Entre ellos, más de 2.000 españoles.

Soles, orillas y 'El genio de la libertad'

En la sala oscura, refulgen dos gongs dorados. Vibran. Sin efecto 'gooonnnggg'. Un zumbido, sí. En realidad son las frecuencias emitidas por el sol transcritas y tratadas por un programa informático. Estamos ante 'De un sol a otro', obra de Stéphane Thidet, que ha sido escogida como título de la muestra de arte visual que se puede ver en la base submarina de Burdeos. Su comisario, Charles Carcopino, que se acoge a la protección de Ray Bradbury en 'Crónicas marcianas': «La Ciencia no es nada más que la exploración de un milagro que no llegamos a explicar y el Arte, la interpretación de ese milagro». Así, Evelina Domnitch y Dmitry Gelfand le sacan el lado poético (e hipnótico) a la electrolisis. Y Étienne Rey nos ofrece un viaje sensorial con su haz luminoso de Space Odyssey.
Se trata de la primera exposición de las tres que cada año se adueña temporalmente de la instalación. Le sucederá el mes que viene 'Orillas', del belga Harry Gruyaert, que fotografía horizontes marinos. Forma parte de la temporada cultural veraniega de Burdeos, que este año se titula 'Liberté'. Entre otras razones, porque el Louvre mostrará en la capital del Garona (y del vino) 'El genio de la Libertad' de Augustin Dumont, réplica de la columna de la parisina plaza de la Bastilla.