dimecres, 23 d’octubre del 2024

La iglesia catalana del horror: un convento medieval convertido en campo de concentración

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Iglesia del Carme

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La Guerra Civil es una herida que todavía sigue abierta en todo el país. A pesar de las leyes de Memoria Histórica aprobadas por los diferentes gobiernos de las comunidades autónomas y el Gobierno, aún quedan muchos muertos en cunetas, fosas comunes y cuerpos sin exhumar y varios monumentos franquistas todavía en pie.

Las profundas cicatrices en todo el país que dejó en la población todavía duran, y Cataluña fue una de las regiones más afectadas por el conflicto. Las tensiones políticas y sociales, que se venían gestando desde hace años, culminaron en una brutal guerra que dividió familias, ciudades y regiones enteras y causo miles de muertos.

El impacto de la guerra

El impacto de la contienda en Cataluña fue devastador de forma literal. Varios pueblos fueron derruidos por completo a causa de las bombas y edificios históricos fueron saqueados, quemados e incluso usados como centros de detención y tortura

Es sabido que lugares como el edifico de Correos o el edificio de la actual Jefatura de la Guardia Civil de Barcelona fueron usados como centro de tortura. Y es que el triunfo del bando franquista, hizo muchos lugares de culto y edificios históricos fueron reutilizados como campos de concentración y de tortura. En Belchite hubo uno, Correos otros, pero  uno de los más significativos fue la Iglesia del Carmen de Manresa.

Iglesia del Carme

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De iglesia a campo de concentración

El emblemático templo de Manresa no sólo fue usado como una prisión temporal para miles de personas que sufrían la represión durante la guerra, sino que fue uno de los 300 campos de concentración franquistas. Allí no iban sólo los presos comunes, sino los disidentes políticos y sus familiares, indigentes, independentistas marroquíes, homosexuales,​ judíos y personas de etnia gitanas.

En Manresa no hubo tiempo para tanto. Era un campo de concentración sólo para contrarios al golpe militar. A los republicanos y otros ciudadanos que estaban en contra del alzamiento de Franco y sus militares simpatizantes. Y todo, en un templo sagrado.

Un templo gótico

La Iglesia del Carmen de Manresa, cuyo origen data del siglo XIV, era una obra maestra del gótico catalán diseñada por el maestro Berenguer de Montagut, quien también participó en la construcción de la basílica de Santa María del Mar en Barcelona. Este templo gótico se erigió como una iglesia de nave única con capillas laterales y bóvedas de crucería, características típicas de la arquitectura de la época. 

Uno de los elementos más destacados de su diseño era un pequeño óculo en la fachada principal que, según la leyenda local, fue el lugar por donde entró una luz misteriosa proveniente de Montserrat, lo que dio origen al célebre Milagro de la Luz, un hecho que todavía se celebra en la ciudad de Manresa.

Con el paso de los siglos, la iglesia sufrió varias transformaciones. En el siglo XVII, se colocó un majestuoso retablo barroco en el altar mayor, el cual, aunque desaparecido tras la Guerra Civil, aún tiene algunas partes conservadas en el Museo Comarcal de Manresa. 

Además de su importancia arquitectónica, la iglesia también fue un lugar frecuentado por San Ignacio de Loyola, quien, según los testimonios de su canonización, visitaba el templo a diario junto con otros lugares religiosos de la ciudad.

El impacto de la Guerra Civil

Todo eso quedó teñido y destrozado por la Guerra Civil. A partir de febrero de 1939, cuando la ciudad de Manresa cayó bajo el control del ejército franquista, la ermita fue transformada en un campo de concentración. 

Durante los meses que siguieron, miles de prisioneros republicanos cruzaron sus puertas, para enfrentarse a condiciones infrahumanas en su interior, donde vivieron torturas y una incertidumbre aterradora. Aunque este campo solo estuvo operativo unos meses, hasta junio de ese mismo año, la Iglesia del Carmen se convirtió en un símbolo del sufrimiento y la represión en Manresa.

Destruida tras el conflicto

La estructura gótica del templo no sobrevivió intacta a la contienda. Poco después de su utilización como campo de concentración, las milicias obreras antifascistas destruyeron gran parte del edificio. La iglesia, que fue lugar de torturas, pero también un símbolo de fe y cultura durante siglos, quedó en ruinas, testigo mudo de uno de los periodos más oscuros de la historia de España.

Tras el final de la Guerra Civil y con la consolidación del régimen franquista, se decidió reconstruir la iglesia del Carmen. La tarea fue encomendada al arquitecto Juan Rubió Bellver, discípulo del famoso Antoni Gaudí

Reconstrucción del templo

Bajo su dirección, la iglesia fue restaurada con un estilo neogótico que respetaba, en parte, el diseño original del siglo XIV, pero con una estética más modernizada acorde a la época. A pesar de los esfuerzos por devolverle su antiguo esplendor, las fachadas exteriores nunca fueron completadas, lo que deja una sensación de obra inconclusa en el exterior del templo.

Adyacente a la iglesia se encontraba un convento carmelitano, una construcción de dos plantas que albergó a los religiosos hasta el siglo XIX. Tras la desamortización de 1835, el convento se transformó en cuartel militar, función que mantuvo durante más de un siglo, hasta la década de 1960. 

Espacio de memoria

En la actualidad, parte de este edificio ha sido reconvertido en un albergue juvenil que forma parte de la red de albergues de la Generalitat de Cataluña. Aunque gran parte del convento original ha desaparecido, aún se pueden admirar algunas de las columnas del antiguo claustro gótico que conectaba la iglesia con el convento.

Hoy en día, la Iglesia del Carmen de Manresa sigue siendo un lugar de culto, pero también un símbolo de la historia reciente de España. La transformación de un majestuoso templo gótico en un campo de concentración durante la Guerra Civil es un recordatorio de las tragedias vividas durante esa época. 

La restauración del templo permite que los visitantes y fieles aprecien la belleza arquitectónica del edificio, pero también invita a la reflexión sobre el pasado y la memoria de aquellos que sufrieron en su interior.

De hecho, el Ayuntamiento de la ciudad ha aprobado una moción para que recuerde que allí hubo un campo de concentración, cuántas personas había y las torturas recibidas. Un pequeño gesto para recordar todo el daño causado por la guerra y el franquismo.