dilluns, 1 de desembre del 2014

El ascenso de Companys al poder según el director de El Diluvio


http://heraldodemadrid.net/2014/11/27/el-ascenso-de-companys-al-poder-segun-el-director-de-el-diluvio/


ARTÍCULO HISTÓRICO


Jaime Claramunt
El 25 de diciembre de 1933 falleció en Barcelona don Francisco Macià, primer presidente del gobierno autonómico de Catalunya. En aquel momento parecía que le había querido casi unánimemente su pueblo.
Planteóse, pues, el importantísimo problema de quien podía recoger la herencia política de Macià, sucediéndole en la más alta magistratura de la región autónoma catalana.
Corríase el grave riesgo de que los partidarios de Estat Català se apoderasen de la gobernación de Cataluña, lo que equivaldría a poner esta región frente a casi todo el resto de España.
Estat Català era un partido declaradamente independentista. Lo había fundado Macià en sus tiempos de animadversión contra España. Pero una vez establecida la República española e implantado el régimen autonómico en Cataluña, el jefe nacionalista gobernó lealmente cual si fuera un republicano federal; aunque allá para sus adentros mantuviera siempre sus ideales separatistas.
Ninguno de los militantes de Estat Català reunía ni muchísimo menos las condiciones necesarias para suceder a Macià en el gobierno de Cataluña. Gentes de mentalidad estrecha, exclusivista, con un apego desmesurado a Cataluña que les convertía en enemigos de España, si llegaran a gobernar concitarían contra los catalanes el odio de toda la nación.
Para evitar este peligro era necesario que el sustituto de Macià no fuese un exaltado nacionalista, sino un republicano entusiasta. Y en tal concepto candidato alguno podía competir mejor con Luis Companys.
El diario barcelonés El Diluvio del que yo desde hacía muchos años era director, había contribuido poderosamente a la instauración de la autonomía en Cataluña. En esa obra puse yo los mayores esfuerzos de mi inteligencia y mi voluntad.
Sin dudas ni titubeos escribí para mi sección Crónica diaria un artículo que titulé “La herencia política de Macià”. En él abogaba con plétora de argumentos porque la herencia política de Macià la recogiera un republicano.

El artículo decía en esta o muy parecida forma:
Y si después de lo dicho se nos pregunta quién debe ser el sustituto de Macià, sin vacilación responderemos
-Pues Luis Companys
Primero me propuse publicar la crónica sin consulta previa a Companys. Pero después varié de opinión y telefónicamente le supliqué que se avistara conmigo en El Diluvio. Al poco rato departíamos con la cordialidad que nunca faltó en nuestras relaciones amistosas.
Enterado Companys de mi artículo, me suplicó con su vivacidad característica, después de expresarme su sincera gratitud, que no lo publicase. Alegaba que generalmente conocido el afecto que nos unía, por alguien podía atribuírsele la sugerencia de mi crónica.
Insistí en mi propósito y afirmose él en su criterio, más al verme firme en mi opinión, que consideraba yo beneficiosa así para Cataluña como para toda España, cedió Companys en su negativa y al día siguiente apareció mi artículo en El Diluvio.
Diario este republicano federalista, que siempre defendió calurosamente las aspiraciones autonómicas del pueblo catalán, bastábase para crear un estado de opinión favorable a que fuese Companys elegido primer magistrado de Cataluña.
La candidatura se impuso tras una vibrante campaña de El Diluvio y los nacionalistas catalanes exaltados tuvieron que renunciar a su propósito de que un correligionario suyo ocupase la vacante dejada por Macià.
La elección de Companys, hecha por el parlamento de Cataluña, fue muy favorablemente acogida en toda España. Jubilosamente la recibió el pueblo catalán, de honda raigambre republicana y federalista.
Si en Companys la tendencia no ya separatista sino regionalista tan solo se hubiera sobrepuesto a la republicana, con toda seguridad que no asciende a la presidencia del Gobierno autonómico de Cataluña.
¡No obstante de separatista fue la principal de las acusaciones que contra Luis Companys formularon los jueces que lo condenaron a ser pasado por las armas en los pozos del castillo de Montjuich!
No fue Luis Companys astro de primera magnitud en la política catalana. Nunca pasó de la categoría de satélite y no ya de personalidades insignes, pues exceptuando don Nicolás Salmerón, influyéronle hombres que no tuvieron muy elevada representación política.
Faltábanle a Companys, para ser una primera figura, la videncia que dan una vasta mente y una cultura extraordinaria, así como la firme voluntad que distingue a todos los grandes constructores de multitudes.
Companys era, así en sus amistades como en sus amores, inconstante y tornadizo. Por lo inquieto, voluble y fácilmente impresionable, no pocos amigos de infancia y juventud de Companys le llamaban Pajarito.
Luis Companys era muy mujeriego. Sin causa alguna que lo justificase, caprichosamente se divorció de su primera mujer y contrajo segundo matrimonio cuando ya sus hijos eran mayores de edad. Y de seguro que no hubiera sido este su único divorcio de no morir prematuramente.
Cuando contrajo su primer matrimonio, vivía en una casa de huéspedes barcelonesa en la que, el día de la boda, se presentó, como de costumbre, a la hora de la comida. Advertido por sus compañeros de pensión, cayó Companys en la cuenta de que se había casado y precipitadamente marchó al domicilio conyugal.
Tales condiciones de carácter tenían forzosamente que transparentarse en la personalidad política de Luis Companys, falta por completo de relieve, a no ser por su ardiente republicanismo de toda la vida. Lo defendió siempre sin debilidades ni desmayo y en ocasiones con gran riesgo personal.

Conferencia pronunciada por Jaime Claramunt en la emisora cubana CMZ en la década de los 40