dilluns, 24 de juny del 2019

80 años del exilio español: recepción y renacer del arte, la ciencia y el pensamiento en México.


http://semanal.jornada.com.mx/2019/06/23/80-anos-del-exilio-espanol-recepcion-y-renacer-del-arte-la-ciencia-y-el-pensamiento-en-mexico-8071.html



Ningún exilio se puede estudiar como un fenómeno singular o aislado. Bien es cierto que responde a unas motivaciones específicas que se producen en el país de origen, pero sus anclajes están siempre enraizados en la historia anterior, incluso de siglos atrás, y esto es lo que en gran medida va a ayudar al exiliado en su necesaria nueva vida. Así, el exilio español de 1939 responde al hecho histórico concreto de la derrota del régimen republicano en una guerra civil, pero no se puede entender la idiosincrasia de los exiliados y las características de las culturas de exilio que produjeron en los países en los que se asentaron, si no se conoce la realidad española del primer tercio de siglo.
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El encuentro de dos colectivos procedentes de un mismo país de origen en otro país es un aspecto importante que hay que tener en cuenta al acercarnos al estudio de cualquier exilio, porque lo normal es que los exiliados tiendan a ir a países en los que, por razones de vecindad o de afinidad histórica, ya han sido frecuentes los intercambios. Así vemos cómo en Francia, México, Argentina, Venezuela, Chile, Cuba..., países todos ellos que acogieron a exiliados del ’39, estaban asentadas de antiguo sendas colonias de emigrados económicos que reaccionaron de forma diversa ante los recién llegados, pero que, en cualquier caso, siempre contribuyeron a facilitar la integración de los que se quedaron. Trabajos publicados sobre los casos francés y mexicano ilustran acerca de ese fenómeno.
Con respecto a México, el proyecto de formación de un archivo de historia oral, auspiciado por el Instituto Nacional de Antropología, sobre el colectivo de refugiados españoles en este país contribuyó a revisar tópicos recurrentes en la historiografía sobre el tema. En relación con el punto en que estamos, se 
ha insistido en el carácter eminentemente conservador de la colonia de emigrados económicos, la mayor parte de cuyos miembros apoyó a los militares sublevados durante la guerra civil y se manifestó contraria a la acogida dispensada a los refugiados españoles por parte del presidente Lázaro Cárdenas. Sin embargo, este profranquismo no fue obstáculo para que los refugiados en este país recibieran ayuda de miembros de la colonia de residentes, en especial a la hora de buscar trabajo, tal y como se constata una vez más en las entrevistas.

Rasgos definitorios del exilio republicano español de 1939
El siglo xx ha sido siglo de “desorden de las identidades humanas”, en palabras de Manuel Vázquez Montalbán. Nunca en la historia de la humanidad se han producido desplazamientos de población del calibre de los provocados por los conflictos y enfrentamientos bélicos que han tenido lugar en esta centuria y continúan a un paso de su final. En este marco de constantes migraciones forzadas se sitúa el exilio de la guerra civil. Pero hay que tener en cuenta el carácter que presentó la guerra para entender la proyección que adquirió un exilio no muy extenso cuantitativamente si lo comparamos con otros exilios que se estaban produciendo de forma coetánea, pero sí de fuerte impacto desde una perspectiva cualitativa.
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La llegada de la República generó grandes expectativas. Políticos, intelectuales, pedagogos, sindicalistas... estaban convencidos de que la educación y la cultura sacarían al pueblo español de su ignorancia y las reformas económicas y sociales le librarían de su opresión y miseria seculares. Sin embargo, esto pronto se frustró. El enfrentamiento ideológico entre derechas e izquierdas, la confrontación de clases y la radicalización política y sindical tuvo su explosión en la sublevación militar de julio de 1936, que en pocos días degeneró en guerra civil.
Las primeras derrotas militares que sufrieron los republicanos pusieron en evidencia la división que aquejaba a las izquierdas enfrentadas a dos concepciones contrapuestas, pues mientras los anarquistas querían hacer la revolución convencidos de que este era el camino para ganar la guerra, los comunistas proclamaban la necesidad de ganar la guerra y hacer la revolución después. Estos últimos fueron los que se impusieron con el apoyo de la urss. La derrota del ejército republicano no hizo sino agudizar viejas divisiones que aquejaban a la izquierda en España y que se llevaron al exilio, contribuyendo en gran medida al fracaso político del mismo.
No un solo exilio sino muchos
La Guerra civil fue la primera guerra de ideas que estalló en una Europa traspasada por la necesaria toma de postura activa ante la realidad. El conflicto conmocionó a una gran parte de la opinión pública europea y americana. La mayoría de los intelectuales sintieron la Guerra civil española como algo propio: significaba la defensa de las clases populares oprimidas, de la libertad y de la cultura contra el fascismo y el totalitarismo. La celebración del ii Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura en el verano de 1937 en Valencia, Madrid, Barcelona y París constituyó un hito en este compromiso de la intelectualidad que tuvo otra muestra de solidaridad en la formación de las Brigadas Internacionales.
Uno de los rasgos más definidores de este exilio de 1939 es su carácter plural, ya que no se puede hablar de un exilio sino de muchos debido a la diversidad en la procedencia geográfica, composición socio-profesional, adscripción política y sindical así como países de asentamiento de sus integrantes. En cuanto a la procedencia geográfica, el mayor porcentaje en Francia fue de catalanes y aragoneses. 
En el caso de la emigración a países hispanoamericanos el primer lugar lo sigue ocupando Cataluña seguido de Madrid donde tenía un fuerte peso el sector terciario. Esta distinta geografía hace que se hable de forma genérica del exilio de los republicanos españoles, pero también del exilio de los catalanes, de los vascos, de los valencianos, de los gallegos... En algunos casos estos exilios regionales presentan una personalidad propia ya que son el reflejo de una cultura que tiene como vehículo de expresión una lengua diferente al castellano.
En la actualidad no se sostiene la idea tantas veces repetida de la existencia de dos exilios (el francés y el americano) nítidamente diferenciados en función de la actividad profesional. Es cierto que una parte importante de quienes se quedaron en Francia procedían de los sectores agrícola e industrial (construcción y metalurgia sobre todo) y también el que a América, por las mayores facilidades que ofrecía la lengua, los rasgos culturales comunes o la posibilidad de encontrar trabajo, trataron de emigrar los intelectuales, dirigentes políticos y funcionarios de la administración, pero también lo es, como se ha visto, que en uno y otro continente se asentaron gentes de distintas adscripciones laborales.
Otro aspecto que hay que retener es que fue un exilio de la izquierda española, es decir, de republicanos, socialistas, comunistas y anarquistas, que, en los momentos del éxodo, ya no integraban ese frente popular que ganó las elecciones en febrero de 1936. El desarrollo de la guerra y la posterior derrota abrieron profundas brechas entre esos grupos y en el seno de cada uno de ellos. Aunque en el exilio hubo tomas de postura y actuaciones coyunturales unitarias, cada grupo vivió de forma diferente su exilio tanto desde el punto de vista político como cultural.
Con respecto a los lugares de asentamiento, el país que acogió un mayor volumen de refugiados fue Francia. No obstante, de las 465 mil personas que atravesaron la frontera a finales de enero y principios de febrero de 1939, la mayoría retornaron a España. Un informe del gobierno francés evalúa su número en 140 mil a finales de 1939, pero esta cifra es baja porque había personas que estaban indocumentadas y por tanto no sujetas a control. En cuanto a Inglaterra, durante la guerra había acogido a 4 mil niños vascos, después se instaló aquí un núcleo muy pequeño de exiliados, pero muy escogido desde el punto de vista intelectual. Por último, un tercer país europeo que acogió a republicanos españoles fue la Unión Soviética. A este país llegaron 2 mil 967 niños en cuatro expediciones entre 1937 y 1938, además en estos años llegaron unos quinientos adultos en gran parte estudiantes para pilotos y marinos. En la primavera y verano de 1939 reemigraron desde Francia y el norte de África algo más de un millar de personas militantes del Partido Comunista Español. Algunos partieron después a países de la Europa del Este, pero el volumen fue pequeño. La presencia de exiliados en otros países europeos fue también muy escasa.
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Si exceptuamos México y en otro nivel Chile y la República Dominicana, los países de Hispanoamérica se mostraron en general poco receptivos, impusieron condiciones y establecieron criterios de selección para la admisión de refugiados. México fue el país que acogió un mayor número de republicanos, en torno a 22 mil entre 1939 y 1948 de procedencia socio-profesional diversa, como ya indiqué. Dentro de ella hay que destacar el grupo de intelectuales y políticos. Según ha señalado Javier Rubio, de los 197 diputados a Cortes que había en el exilio en 1945, 139 residían en América y de éstos 95 en México. Ello, unido a la situación bélica que asoló Europa entre 1939 y 1945, explica que fuera en este país donde se inició la reconstrucción de los órganos de gobierno de la República española en el exilio y de las estructuras orgánicas de los partidos políticos y organizaciones sindicales.

Las culturas del exilio de 1939
El exilio republicano fracasó desde el punto de vista político, pero en contraposición generó unas prácticas culturales extremadamente ricas. […] Al acercarnos al estudio de las prácticas culturales de los exiliados españoles tenemos que tener en cuenta el país en el que asentaron, ya que se dan diferencias significativas entre unos, otros. Como ya dije, los tres países que acogieron un mayor volumen fueron Francia, México y la Unión Soviética. En relación con este último, hay que tener en cuenta el hecho de que aquí no se puede hablar de una cultura de exilio propiamente dicha. Alguno escritores y artistas llegaron a este país ya adultos, pero los que fueron niños (la mayor parte) aprendieron un oficio o cursaron estudios superiores y desarrollaron sus conocimientos en el seno de la sociedad soviética, en donde se daba un interés por lo español, sobre todo por su música y teatro clásicos, pero esto no eran expresiones de una cultura de exilio, sino patrimonio del pueblo español. En cuanto a México, los refugiados dieron vida a una rica cultura de exilio que se movió entre los márgenes de la cultura de élite o la alta cultura y que ha sido objeto de numerosas exposiciones, recopilaciones bibliográficas y estudios l

* Alicia Alted Vigil es autora del libro La voz de los vencidos: el exilio republicano de 1939 e investigadora en el Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad Nacional de Educación a Distancia –uned–, de Madrid. Fragmento del texto publicado originalmente en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (www.cervantesvirtual.com)