“Coincidimos con los nacional-socialistas en que cada raza tiene un significado cultural particular y unas características que deben exaltarse en sus facetas excelsas”, Vallejo-Nágera, con calle en Madrid.
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Dirigido por Rossa Brines y producido por Félix Vidal, la Conselleria de Transparència i Memòria Democràtica de Generalitat de Valencia que dirige Rosa Pérez Garijo estrenó el pasado 15 de febrero en la televisión valenciana Els àngels caiguts. El fanatisme dels psiquiatres de Franco. Este documental se presentó hace meses, coincidiendo con el octogésimo aniversario del fusilamiento durante la dictadura franquista del rector de la Universidad de Valencia, Joan Peset i Alexandre (1886-1941).
Se trata de un film de unos 40 minutos de duración, destinado especialmente al ámbito educativo, al objeto de fomentar una cultura antifascista, democrática y de respeto a la diversidad, por la mucha falta que hace y hará en los sucesivo. A tal fin se indaga en las raíces totalitarias, fascistas y excluyentes del franquismo, representadas en los psiquiatras falangistas Juan José López Ibor, Francisco Marco Merenciano y, sobre todo, Antonio Vallejo-Nágera, al que se le conoce también por el doctor Mengele español, si bien su concepto de eugenesia difiere del que se aplicara en la Alemania nazi (biológica), pues en España pesaba la decisiva influencia de la iglesia nacional-católica (eugenesia conductista). Su promotor fue autor, entre otras obras, de Eugenesia de la Hispanidad. Regeneración de la raza.
Antonio Vallejo-Nágera conocido como el 'Mengele español'La publicación de los papeles del proceso seguido en la posguerra contra Juan Peset Alexandre (1886-1941), el eminente catedrático de la Facultad de Medicina y rector de la Universidad de Valencia fusilado en Paterna por la dictadura, destapó que uno de los denunciantes había sido precisamente su alumno Francisco Marco Merenciano, director del Hospital Psiquiátrico de Valencia, llamado en aquella época Manicomio de Jesús: “En todo resentido existe siempre un marxista auténtico, aunque no esté encuadrado en las filas del socialismo; los resentidos son bombas de dinamita esparcidas y ocultas en la sociedad y que un día u otro explotan individual o colectivamente” (Francisco Marco Merenciano, 1942).
La raza social a la que aspiraba Vallejo-Nágera se basaba en los pilares de la aristocracia, el militarismo y el catolicismo. Para tal fin era preciso identificar el gen marxista o gen rojo que envenenaba esa idea. Admirador de las teorías psiquiátricas del nazismo, después de haber vivido un tiempo en Alemania, estimaba que la raza hispana se había pervertido por haber olvidado los conceptos de Dios, patria y familia, en favor de la lucha de clases y la emancipación obrera: “Coincidimos con los nacional-socialistas -escribió este psiquiatra- en que cada raza tiene un significado cultural particular y unas características biopsíquicas que deben exaltarse en sus facetas excelsas”.
La psquiatría franquista y ultracatólica, como la psiquiatría del nazi-fascismo, consideró cualquier forma de disidencia política como una tara mental, por lo que será uno de los brazos armados de la dictadura para su legitimación en el poder durante tantos años: “La perversidad de los regímenes democráticos favorecedores del resentimiento promociona a los fracasados sociales con políticas públicas, a diferencia de los que sucede con los regímenes aristocráticos, donde solo triunfan socialmente los mejores” (Vallejo-Nágera, 1939).
Como jefe de los Servicios Psiquiátricos Militares de la dictadura franquista, a Vallejo-Nágera se encargó un estudio que demostrase la inferioridad mental de las personas de ideología marxista. Según Eduard Pons Prades en su obra Los niños republicanos (RBA, 2005), ese estudio lo llevó a cabo en 1938 sobre los prisioneros de guerra republicanos, para determinar qué malformación llevaba al marxismo. Se utilizaron a tal efecto dos grupos de presidiarios: uno estaba formado de miembros de las Brigadas Internacionales, internados en el campo de concentración de San Pedro de Cardeña, y otro lo integraban 50 presas de una cárcel malagueña. En ese mismo libro de Pons, el autor afirma que el psiquiatra asturiano pidió en otro de sus proyectos la creación de un Cuerpo General de Inquisidores.
En Els àngels caiguts participan con sus opiniones varios expertos que analizan el pensamiento y proceder de la dictadura franquista en esa especialidad médica, como el psiquiatra y ensayista Cándido Polo, el psiquiatra e historiador de la ciencia Enric Novella y la profesora Vicenta Verdugo, especialista en el conocimiento de la represión en las cárceles de mujeres. También interviene alguno de los hijos separados de sus “madres marxistas” para combatir lo que Vallejo Nágera llamaba el “gen rojo”: “Cuando desaparecen los frenos que contiene socialmente a las mujeres [...], se despiertan en el sexo femenino -escribe este doctor en 1939- el instinto de crueldad [...] que no queda satisfecho con la ejecución del crimen, sino que aumenta durante su comisión” (Vallejo-Nágera, 1939).
Impresionan, sobre todo, al final de la película, las palabras de un hijo de una de las víctimas (Enrique Vila), crecido en una familia adoptiva después de que se le separara de su madre al nacer, y que aún hay no ha perdido la esperanza de encontrar a quien le dio la vida. También encontramos en Els àngels caiguts el testimonio de Jordi Griset, víctima de los tratamientos psiquiátricos que durante la dictadura pretendieron curar la homosexualidad.
Contrastan en el documental estas dos citas intercaladas entre las imágenes y entrevistas que se nos ofrecen: la primera es de Juan José López Ibor y se refiere a las “propiedades terapéuticas” de la guerra española, que “ha permitido la reanudación de la buena y auténtica tradición cultural española […] y logrado el descuaje de lo que en ella había de advenedizo y poco consistente”. La otra es de Albert Einstein: “La única cosa [...] que puede mantener viva en nosotros la esperanza de tiempos mejores es la lucha heroica del pueblo español por la libertad y la dignidad humanas“.
Según me comentó Rossa Brines, Els àngels caiguts ha sido solicitado desde Portugal e Italia, que soportaron también sendos regímenes dictatoriales, y el psiquiatra Cándido Polo tiene interés en que se difunda también en América Latina, donde se dieron regímenes similares en los que también se perpetró el robo de niños, a semejanza de lo que ocurrió en la España franquista.
Después de visionado El fanatisme dels psiquiatres de Franco, puede ser una buena elección hacer lo propio con Nebel im August, una interesante película alemana de 2016, dirigida por Kai Wessel, basada en una historia real que noveló el escritor Robert Domes: Ernst, un niño yeniche internado en un psiquiátrico alemán durante la etapa nazi, debido a su conducta supuestamente inadaptada, advierte de modo paulatino el programa de eutanasia que se aplicaba en uno de los centros de salud mental del III Reich. En torno a 200.000 personas discapacitadas, con problemas de salud física o psíquica, fueron asesinadas en ese periodo.
PS. El nombre del doctor Juan Antonio Vallejo-Nágera (1889-1960) sigue estando en el callejero de la ciudad de Madrid.
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