diumenge, 26 d’octubre del 2025

“Aquí mismo te mato, rojo”: la pesadilla de los políticos que pasaron por los calabozos franquistas de Sol

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La Real Casa de Correos en la Puerta del Sol

5 de enero de 1972. Faltan horas para la noche de Reyes. Willy va por la plaza de Callao. Aparecen, frente a él, el temido comisario Billy 'el Niño' y un confidente de la policía, que bajan por la Gran Vía madrileña. El joven de 19 años se da cuenta que uno de sus compañeros en la facultad de Económicas en la Universidad Complutense era en realidad un policía infiltrado. Lo detienen. Directo a la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol.

“Me llevaron al calabozo. Allí un guardia que custodiaba las celdas me dijo: ‘¿Qué has hecho, niño? Que hoy aquí no están ni las putas’. Le dije que era solo un estudiante y que luchaba por la libertad. Luego me llevaron al interrogatorio en un despacho que daba a la calle San Ricardo. Había una mesa enorme con fotografías y documentos. Yo no contestaba. Me decían que no iba a salir de allí vivo por cobarde. Y me recordaron que allí se había suicidado [tirándose] por la ventana Julián Grimau. Pero en realidad lo habían tirado ellos”, rememora en una conversación con infoLibre Willy Meyer, aquel joven que posteriormente se convertiría en la etapa democrática en una de las caras más reconocibles de Izquierda Unida.

El edificio que hoy acoge la sede la Comunidad de Madrid en la Puerta del Sol fue durante la dictadura franquista la ubicación de la Dirección General de Seguridad, epicentro de la represión y lugar de torturas. Desde el pasado miércoles, a través de una orden publicada en el BOE, ese emplazamiento está considerado por parte del Gobierno un lugar de memoria democrática. Una decisión que, en cambio, ha provocado una respuesta airada de la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, que trata de tumbar ese reconocimiento en los tribunales.

"Los calabozos siniestros"

Pero dentro de esos muros hay miles de historias de tristeza, represión y torturas, que sufrieron en sus carnes algunos políticos que luego formaron parte del sistema democrático. Meyer desempolva esa pesadilla: “Billy sacó su pistola y me dijo: ‘Aquí mismo te mato, rojo, hijo de puta’. Me hizo una falsa ejecución. Montó el arma, me la puso en el pecho y disparó en seco”.

“Aquellos calabozos eran una cosa siniestra. Eran grises, con la luz muy tenue. Sólo bebí agua durante tres días”, relata con amargura pero vigor a la misma vez. Pero hay momentos también para la esperanza que nunca olvidará: “En la celda abrí un yogur que habían traído, dentro había una nota plastificada. Ponía ‘ánimo, compañero’. Eso me dio fortaleza”, relata Meyer, que llegó a ser eurodiputado décadas después.

Las imágenes brotan a través de sus palabras: “Te hacían la ficha, te tomaban las huellas. Te tenías que quitar el cinturón y los zapatos. Te quedabas a la espera. Escuchabas el teléfono al fondo por el que llamaban para subir a los detenidos. Ascendías por la escalera al patio central, y luego había otra escalera. Subías pensando en lo que te esperaba…”, ahonda Meyer.

Cuando fue diputado en el Congreso (en la legislatura entre 1996 y 2000), Meyer fue de nuevo al edificio, ya convertido en sede de la Comunidad de Madrid: “Lo único que quedaba eran los calabozos, que daban a la calle del Correo. Y eran una especie de almacén con cosas de limpieza y escobas. Me pregunté cómo era posible que no hubiera ningún reconocimiento a lo que allí había pasado. La libertad de las cañas de Madrid tuvo un precio mucho antes de gente que dio todo por conseguir la libertad”.

"Era el centro de planificación de un exterminio"

Meyer iría desde la Dirección General de Seguridad en aquella detención a la cárcel de Carabanchel. Pero no fue la última vez que pisó aquel edificio de la Puerta del Sol, ya que en abril de 1972 volvería a ser detenido por una huelga de la construcción de Comisiones Obreras. Y ahora reflexiona sobre la declaración de ese edificio como lugar de memoria democrática: “Es una magnífica noticia. Se hace justicia por todo el dolor que allí se padeció. Es un reconocimiento a la resistencia entre 1939 y 1977, que fue allí detenida, torturada, maltratada y liquidada en condiciones terribles”.

Recalca: “Además, se termina con una anomalía en Europa. Es el único edificio en las grandes capitales que fue centro de tortura fascista en el que no había un reconocimiento a la resistencia. Hay que recordar que la Dirección General de Seguridad fue un centro de torturas y asesinatos, era donde estaba la Brigada Político-Social, que fue creada por Franco a imagen y semejanza de la Gestapo para tener toda la información de todas las personas conflictivas para la dictadura. Era el centro de planificación sistemática para ese exterminio. Por allí pasaron sindicalistas, socialistas, comunistas, democristianos… Se está haciendo ahora justicia con las personas que lo dieron todo por conseguir la libertad”.

¿Qué le parece que Ayuso combata en los tribunales la decisión del Gobierno? Meyer responde: “Me parece normal porque ella nunca ha hecho una condena clara de la dictadura franquista. Ni tampoco el PP, como sí ha hecho la democracia cristiana en toda Europa, donde se han levantado lugares de memoria. Pero es que el Partido Popular no es antifascista. La presidenta de Madrid es de la ultraderecha más clara. Afortunadamente la justicia pondrá las cosas en su sitio y Sol dejará de ser una anomalía europea y se recordará la resistencia”.

"Las mazmorras"

También tiene grabada para siempre en su cabeza la fecha del 29 de septiembre de 1975 Paco Miranda: “Me detuvieron en el parque de las Avenidas. Estaba repartiendo hojas entre la gente con cuatro o cinco compañeros de la universidad. De un coche salió un policía de la Brigada Político-Social. Me metieron en una lechera hacia la Dirección General de Seguridad”.

“Me encerraron en una mazmorra”, recuerda Miranda, que hoy es concejal de Más Madrid en Alpedrete. Esa palabra la repite en varias ocasiones: mazmorra, mazmorra, mazmorra. Para explicar una imagen que hoy pocos reconocen: “Cuando vas por la Puerta del Sol y ves esos semicírculos con barrotes junto al suelo… eran las mazmorras”.

“Allí iban colocando a la gente que entraba. Había tres catres. Estuve dos días allí asustado. No hablábamos mucho entre nosotros. Los detenidos políticos éramos los apestados, el foco de los franquistas”, recuerda Miranda, que sería trasladado luego para cumplir pena en la cárcel de Carabanchel.

Por eso, este antiguo integrante del Movimiento Comunista pone énfasis en que hay que explicar la historia de lo que sucedió y lamenta que apenas se haya hecho caso a lo dura que fue la represión franquista durante la dictadura, más allá de la Guerra Civil. Y habla de que no se ha enseñado a los jóvenes la verdadera historia de aquellos días: “No me extraña lo que hace Ayuso con su negacionismo. Es coherente con lo que hace. Lo que me hubiera sorprendido es que hubiera puesto una placa”.

“Los jóvenes no saben que había policías en todas las universidades. No lo estudian. No se explica que poner un cartel te podía suponer una condena de seis años”, añade Miranda, que no puede dejar de recordar estos días a Mari Luz Nájera, su compañera en la facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense, que murió por el golpe de un bote lanzando por la policía durante una manifestación. Y termina la conversación con esta frase de Guantanamera como filosofía vital: “Con los pobres de la tierra quiero mi suerte echar”.

"Los compañeros se quitaban la camisa y en silencio te enseñaban los moratones"

Los calabozos de la Dirección General de Seguridad siguen muy vivos en la mente también de José Ángel Gomez Chamorro, histórico dirigente socialista que llegó a ser diputado en la Asamblea de Madrid y concejal en Alcorcón. Tenía apenas 19 años cuando quedó con algunos compañeros del activismo antifascista en el barrio de Malasaña. Era estudiante y trabajaba en una tienda. Después de un encuentro clandestino en 1974 en la plaza del Dos de Mayo lo interceptó la Brigada Política-Social.

“Me llevaron a la Puerta del Sol. Me metieron en los calabozos. Todo era tremendo, eran como cuevas con camastros de cemento”, describe Chamorro. La tortura psicológica fue brutal durante las 72 horas que estuvo allí detenido: “Me decían: ‘eres maricón y por eso te vas con esos’. Te daban sólo agua cuando a ellos les parecía. Por la noche siempre te intimidaban, te asustaban”.

“Algunos allí nos conocíamos, pero no hablábamos para que no lo supieran”, prosigue el histórico socialista madrileño, que relata la angustia que corría por su venas cada segundo: “Entrabas sin saber cómo ibas a salir, si te iban a pegar un tiro o si te mandaban a la cárcel de Carabanchel”.

El Gobierno declara Lugar de Memoria Democrática la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid

El Gobierno declara Lugar de Memoria Democrática la Real Casa de Correos, sede de la Comunidad de Madrid

Y describe con toda la crudeza: “Yo era muy joven. Aquellas horas sacaban de allí a algunos más mayores a ratos. No hablábamos entre nosotros. Además, había dos policías que siempre nos controlaban. Volvían a los calabozos. Seguían en silencio, pero se quitaban las camisas para que viéramos lo que les habían hecho. Venían hechos polvo, con moratones en la espalda y los brazos. La brigada se cuidaba de no pegarles en la cara”.

Cuarenta años después, Chamorro (como lo conocen en el partido) volvió a la Puerta del Sol. Era diputado autonómico, elegido en la lista encabezada por Ángel Gabilondo, y acudió a los actos del Dos de Mayo. Detalla ese momento: “Fui al servicio. Y, al bajar las escaleras, reconocí la zona de los calabozos. Me empecé a asfixiar, me dio un ataque de ansiedad. Me vino a la cabeza todo lo que me dijeron durante aquellas 72 horas”.

Pero ahora mira al presente: “Por fin es un lugar de memoria. Esto dignifica al edificio. Joaquín Leguina tuvo la lucidez de que la Puerta del Sol fuera la sede de la Comunidad, un centro de tortura pasó a ser un institución democrática conseguida por el pueblo español. Y ahora el Gobierno lo ha reconocido como lugar de memoria”. A la vez muestra un lamento final: “No hemos hecho pedagogía. Hubo un intento con la asignatura de Educación para la Ciudadanía, pero lo tumbó la derecha. Ha faltado una explicación en los colegios e institutos para transmitir lo que fue la dictadura. Hemos fallado en no explicar los cuarenta años de dictadura”.