La lucha de Soledad Luque, presidenta de la asociación Todos los niños robados son también mis niños, y de muchas otras víctimas, sigue siendo una batalla por el reconocimiento de la verdad, por el derecho a la identidad y por la justicia
El robo de bebés en España es uno de los crímenes más atroces y ocultos de la historia reciente del país, un acto que ha marcado de manera indeleble a miles de familias y que continúa siendo una herida abierta, en gran parte, debido a la impunidad y la falta de reconocimiento por parte de las instituciones. A lo largo de varias décadas, primero bajo la dictadura franquista y posteriormente durante la transición y la democracia, el Estado español fue responsable de la desaparición forzada de menores, un delito que sigue sin ser adecuadamente investigado ni reparado.
Este crimen, lejos de ser un hecho aislado o un simple negocio económico, está profundamente vinculado a la represión política, ideológica y de género del franquismo, un sistema que utilizó la desaparición de niños para garantizar su control social y político. En este contexto, la figura de Soledad Luque Delgado, presidenta de la asociación Todos los niños robados son también mis niños y profesora asociada en la Universidad Carlos III, se convierte en un faro de lucha y resistencia. Soledad ha dedicado su vida a visibilizar este crimen, a exigir justicia para las víctimas y a recuperar la memoria histórica que las instituciones han querido enterrar. Su lucha se extiende desde el ámbito social y judicial hasta la esfera académica, donde ha sido una de las principales defensoras de la investigación y reconocimiento de este delito.
El robo de bebés en España: un crimen de lesa humanidad
En su intervención durante la Uni de Otoño de la Alianza de Izquierda Europea, Soledad Luque ofreció un análisis claro y directo sobre la magnitud de los crímenes relacionados con el robo de bebés en España, subrayando su vinculación con la memoria histórica y con la construcción de una sociedad democrática que reconozca los crímenes del pasado. Su intervención fue una reflexión en torno a los derechos humanos y a la necesidad de justicia para las víctimas de la desaparición forzada de menores.
"Estamos hablando de desapariciones forzadas de menores, un crimen imprescriptible según el derecho internacional de los derechos humanos", afirmó Luque con contundencia, haciendo un llamado a la sociedad para no dejar que el silencio y la impunidad sigan reinando sobre este tema.
En su intervención, Soledad explicó que, aunque el robo de bebés se presenta a veces de manera simplificada como un negocio lucrativo, "no se trata de un negocio, sino de un crimen de lesa humanidad". En este sentido, detalló cómo la ideología franquista, respaldada por leyes que permitían la sustracción de menores, justificaba estos robos. Los niños y niñas eran arrebatados a sus madres, especialmente a aquellas consideradas "enemigas del régimen" — en su mayoría, mujeres republicanas, pobres o de clase baja — y luego se les alteraba su identidad mediante inscripciones falsas en el registro civil. Este fenómeno, según Luque, fue el resultado de un sistema que no solo atacaba a los opositores políticos, sino que también tenía un fuerte componente de represión ideológica y de género.
El robo de bebés no se limitó a la dictadura, sino que se prolongó durante la transición y en la democracia, "sin que jamás se haya hecho justicia por estos crímenes", aseguró Luque. Las investigaciones que se han abierto a lo largo de los años han sido sistemáticamente cerradas, principalmente por el argumento de la prescripción de los delitos. "Las denuncias se archivan por prescripción, y la impunidad sigue siendo la norma", denunció. Esta falta de acción por parte del Estado sigue dejando a las víctimas sin respuestas y a los responsables sin rendir cuentas ante la justicia.
En cuanto a las víctimas, Soledad subrayó que, aunque algunas personas han logrado encontrar a sus familiares, estos reencuentros no han sido facilitados por las instituciones: "No ha habido ni un solo reencuentro por parte de las instituciones", indicó. La ausencia de un mecanismo institucional para buscar a los niños robados refleja la falta de voluntad política para abordar esta tragedia, dejando a miles de familias con la angustia de no saber el paradero de sus seres queridos.
El robo de bebés desde una perspectiva histórica y de género
En diferentes artículos académicos y capítulos de libros, Soledad ofrece un análisis profundo y riguroso sobre la evolución de este fenómeno a lo largo de la historia de España. Según Luque, el robo de bebés no puede entenderse únicamente como un crimen económico, sino como una práctica sistemática que estuvo respaldada por un proyecto ideológico y político. El fenómeno de los bebés robados tiene tres fases principales, que abarcan desde la dictadura franquista hasta los últimos años de la democracia. En todas ellas, el denominador común es la impunidad y la falta de justicia. Esta idea de las tres fases o etapas es fruto de la investigación realizada por Soledad y su asociación “Todos los niños robados son también sus niños” desde 2011. Estas etapas que no son cajones estanco, sino que se van solapando entre ellas, y donde hay que considerar fundamentalmente la represión ejercida contra las mujeres:
"En la primera fase, que se extiende desde el final de la Guerra Civil hasta 1952, más de 30.000 niños fueron tutelados por el Estado, entre los cuales se encuentran hijos e hijas de mujeres antifranquistas, explica Luque en sus diferentes publicaciones. Durante esta etapa, el robo de bebés era una estrategia directa para eliminar la posible "contaminación ideológica" que representaban los hijos de las mujeres republicanas. El psiquiatra franquista Vallejo Nágera, impulsor de la teoría del "gen rojo", defendió que los niños de estas mujeres debían ser apartados de ellas y reeducados en "familias de bien", según la visión ultraconservadora del régimen.
"El robo de estos niños fue un crimen institucionalizado, sustentado tanto por un marco legal como por un respaldo ideológico", mantiene Soledad en sus investigaciones, detallando cómo las leyes del franquismo permitían la sustracción de menores, y cómo el régimen utilizaba a instituciones como las cárceles para llevar a cabo estos delitos.
La segunda fase de los robos, que se extendió desde 1952 hasta la muerte de Franco, vio un cambio en el perfil de las víctimas. Si bien los primeros casos estaban enfocados en las mujeres republicanas, en esta segunda etapa el robo se amplió a mujeres solteras, jóvenes, pobres o de clases bajas, quienes fueron víctimas de un sistema que veía en ellas sujetos sin derechos, incapaces de decidir sobre su maternidad.
"La segunda fase fue la más extensa, y los hospitales y clínicas privadas se convirtieron en los lugares donde se cometían estos crímenes", explica Soledad. En estos centros, las madres eran engañadas, se les decía que sus hijos habían muerto al nacer, cuando en realidad estos bebés eran entregados a otras familias.
Finalmente, la tercera fase del robo de bebés se extendió hasta la democracia a través de una transición que no rompió con muchos sectores del franquismo. Una democracia donde nunca se ha revertido el modelo de impunidad al no investigar estos crímenes. La motivación económica nunca fue la principal en ninguna de las tres etapas, incluso en la democracia tuvo este crimen una ideológica, social y moral heredera del régimen franquista. No podemos olvidar que esta desaparición forzada de memores también se produjo en los centros del Patronato de Protección a la Mujer.
La impunidad y la falta de justicia
Lo más doloroso para las víctimas de este crimen es que, a pesar de la existencia de pruebas y denuncias, los responsables siguen sin ser juzgados. En su artículo, Soledad Luque destaca que, desde la muerte de Franco, las investigaciones por el robo de bebés han sido cerradas en su mayoría. Las víctimas, lejos de recibir justicia, han sido sometidas al olvido institucional, lo que refleja la falta de compromiso del Estado con la reparación de esta terrible injusticia.
"Las víctimas de este crimen siguen siendo víctimas del silencio y la impunidad. No pedimos dinero, sino justicia", concluye Soledad Luque, recalcando que la reparación no pasa por compensaciones económicas, sino por el reconocimiento del crimen y la investigación de los responsables.
Justicia, memoria y el derecho a la identidad
El robo de bebés en España no es solo un capítulo oscuro de la historia reciente, sino un crimen que continúa afectando a miles de personas, que aún buscan a sus familiares desaparecidos. La lucha de Soledad Luque y de muchas otras víctimas sigue siendo una batalla por el reconocimiento de la verdad, por el derecho a la identidad y por la justicia. Como bien dijo Soledad en su intervención en la Uni de Otoño de la Alianza de Izquierda Europea, "recuperar la memoria es hacer justicia, no solo para las víctimas, sino para toda la sociedad".
Este crimen imprescriptible, que comenzó en la dictadura y se perpetuó durante la democracia, sigue siendo un tema pendiente para la justicia española. Mientras las víctimas sigan buscando a sus seres queridos, la lucha por la reparación y la verdad continúa, y con ella, la esperanza de que algún día el Estado asuma su responsabilidad y devuelva a las familias lo que les fue robado: la identidad y la dignidad.
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