dijous, 14 d’agost del 2014

En busca de nombres y apellidos para los fusilados de La Orbada


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MEMORIA HISTÓRICA | SALAMANCA


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Ical
  • Se extenderá durante agosto una nueva campaña para la exhumación de los restos de las fosas comunes de la Guerra Civil en el monte de Salamanca.
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Ical - lunes, 11 de agosto de 2014
Porque en todas las civilizaciones desde la prehistoria se ha dado un trato especial a los muertos, la Asociación Memorial de La Orbada, en Salamanca, defiende así la necesidad de que también salgan de las cunetas aquellos que fueron asesinados durante la Guerra Civil, ajusticiados en los caminos y enterrados a pocos metros del suelo, casi siempre sepultados con piedras para no tener siquiera que cavar un hoyo mayor de unos 13 centímetros.

El secretario de este colectivo, Luis Castro, se sorprende de que haya necesidad de preguntar por qué dedicar sus esfuerzos e incluso parte de su vida a una causa como la de desenterrar el pasado, ya que la respuesta “cae por su propio peso, tiene simplemente una lectura humana”.

Durante el mes de agosto esta asociación ha iniciado una nueva campaña para la búsqueda y exhumación de fosas, debido a que existe constancia de que en esta zona hay varios enterramientos.

Por ese motivo, el grupo formado por profesores y estudiantes del Instituto de Formación Profesional en Ciencias Forenses, liderado por el arqueólogo Ricardo Ortega, no busca restos humanos sin más, sino a personas con nombres y apellidos, con familias que aún les guardan en su memoria y sufren sin saber donde llorarles.

Así, pueden encontrarse con la fosa donde descansa el cuerpo del jornalero de Cantalpino Alfonso Caballero Mulas, quien salió junto con otros compañeros el 11 de diciembre del año 1936 con destino a la cárcel de Burgos, pero a la que no llegó nunca. También creen desde la asociación que se encuentran en algún lugar bajo las encinas los restos mortales del maestro de Garcihernández, Alberto Sánchez Morante, o el comerciante Eladio Rivera Huertas, natural de Ciudad Rodrigo.

Pueden estar también 13 vecinos de Babilafuente, la mayoría de ellos jornaleros, al igual que el grupo de presos que fueron llevados desde Salamanca el 20 de diciembre de 1936 y cuyos nombres constan en el libro del cementerio de la ciudad.

OBJETIVO: ACOTAR ENTERRAMIENTOS
El rastro de estas “almas” es el que pretende seguir este grupo formado por una treintena de personas, a través de la toma de muestras en el terreno y del estudio del mismo. Gracias a los testimonios de los vecinos y personas que han querido colaborar, se ha elaborado un mapa con posibles ubicaciones, pero Ortega confiesa que la búsqueda resulta complicada por los cambios orográficos que se han producido en los terrenos.

Divididos en dos grupos, uno de ellos se encarga de prospectar la zona, para buscar evidencias en la superficie del terreno que puedan indicar un enterramiento y el segundo, tiene la responsabilidad de tomar cotas y analizar la posición de los caminos antiguos.

Por su parte, el presidente de la Asociación, Severiano Delegado, explica que cuentan también con la colaboración del Instituto Geográfico Nacional, que les ha proporcionado las imágenes que disponen de la zona y ahí pueden ver la evolución desde las primeras fotografías tomadas del monte, que datan del año 1936.

La campaña se desarrollará hasta finales de este mes, está financiada con fondos privados y esperan obtener los datos necesarios para que en la próxima campaña se lleven a cabo ya labores de excavación.

LA 'FOSA DE LOS NAVARROS' 

Delgado recordó que es el segundo proyecto que llevan a cabo en esta zona salmantina y el del verano pasado concluyó con el hallazgo de la llamada ‘fosa de los navarros’, conocida así por los vecinos del pueblo porque se conocía que ese fue el destino de un grupo de republicanos que fueron sacados de la cárcel de Valladolid en el año 1936, lugar donde les llevaron tras ser detenidos en Navarra.

El presidente de esta asociación recuerda que los testimonios señalan que hubo disidencias entre falangistas vallisoletanos y un grupo de requetés sobre el destino de este grupo, que en principio iba a ser fusilados en las tapias del cementerio de Valladolid. Al final, la presencia de un capitán joven evitó que murieran allí y fueron llevados de vuelta a dos camiones. El grupo en el que viajaban más de una docena de presos y que era conducido por falangistas, no los llevó de regreso a Valladolid y los fusilaron en el monte de La Orbada.

Según el relato de testigos del municipio, recogido por esta asociación, en el pueblo se conocía perfectamente esta historia y que allí había una fosa de presos navarros, porque después de llevar a cabo el asesinato se avisó a unos vecinos de que les habían dejado “pájaros en la finca”. Fueron ellos quienes encontraron los cuerpos y los enterraron.

Después de las labores de exhumación, explica que encontraron huesos humanos y otros restos, aunque no los cuerpos completos, ya que se cree que esta zona era frecuentada por alumnos de Medicina que acudían hasta allí en busca de huesos para sus estudios.

Además, aparecieron artículos personales, como varios peines, algo que era habitual en la época, el llevar un pequeño peine en el bolsillo, algún cepillo de dientes o una bolsita con monedas.

LA ORBADA, VINCULADA A LAS MATANZAS 

Estos historiadores reconocen que aún se encuentran con dificultades a la hora de recabar información por parte de los testigos y vecinos del pueblo, debido a que muchos están ya “cansados” de que se asocie su pueblo a las matanzas. Sin embargo, algunos de los vecinos creen que es “de justicia” colaborar con esta causa y son quienes ayudan de manera desinteresada a este grupo para que puedan obtener los resultados que desean.

Esta es la opinión de uno de estos vecinos, Agapito Rodrigo, quien quiso pasar a visitar al grupo y mostrarles su apoyo en esta tarea. En su terreno, recuerda que sus antepasados situaban un enterramiento y ante la veracidad de estos hechos, el grupo asegura que acudirá a inspeccionar la zona.

El presidente de la asociación reconoce que a veces les resulta difícil obtener la colaboración de los vecinos y considera que algunos están “agobiados” de tener el “san benito” de ser conocido su pueblo como la zona de “las matanzas de La Armuña” y en muchos casos no “quieren saber nada”.

Sin embargo la historia de este pueblo quedará ya siempre unida a estos tristes sucesos porque además de los ciudadanos anónimos que perdieron la vida allí, también fue el lugar donde se encontró el cuerpo fusilado del por aquel entonces alcalde de Salamanca, Casto Prieto, y del diputado José Andrés y Manso, que fueron las primeras víctimas de los sublevados mediante sacas de la cárcel en Salamanca, por ser los máximos representantes del Frente Popular y en represalia por la muerte en acción de guerra del jefe de los falangistas Onésimo Redondo. En el Archivo Histórico Provincial se encuentra el acta redactada por la autoridad del municipio en la que se da parte de cómo se hallaron los cadáveres.