dimecres, 16 de desembre del 2015

Aumentan a diez los cadáveres de la Guerra Civil recuperados en la sima El Raso, en la sierra de Urbasa.





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Un recuerdo y una lágrima.

La sima de El Raso en el monte Urbasa de Navarra es un agujero natural de más de 25 metros de profundidad. Fue explorada en 1950 por miembros del Grupo de Espeleología de Lizarra, entre los que se encontraba Eugenio Roa, cuando se percataron de que allí había más de tres esqueletos, como se pensaba. "La noche del 7 de septiembre de 1936 una turba fascista, con el beneplácito del párroco de Eulate, asesinaba a tres hombres, a tres rojos, cuya única culpa era su ideario de izquierdas, pues los tres eran afiliados de UGT. Las tres víctimas eran mi abuelo Balbino García de Albizu que tenía 58 años y era guarda forestal del Monte Limitaciones en la Sierra de Urbasa en Navarra desde 1915. 

Dejaba viuda y seis hijos. Los otros dos eran Balbino Bados García, maestro de Peralta, y Gregorio García Larrambebere, carbonero; sus cuerpos fueron arrojados a la sima de El Raso", relataba Julia Otxoa en mayo de 2013. Aproximadamente en 1956, las tres familias habían cerrado la oquedal de la cima con un empedrado y señalizado el lugar con una lápida con los tres nombres a donde cada año iba Julia con las familias a rendir homenaje.

En marzo de 2013 la sociedad Aranzadi, por iniciativa de Balbino García de Albizu, uno de los nietos, llevó a cabo la exhumación de la sima de forma altruista, bajo la dirección del forense Paco Etxebarría, al término de la cual se comprobó que en ella se encontraban diez cuerpos y los restos de cuatro perros lanzados por los asesinos para que devoraran parte de los cuerpos y que acabaron comiéndose entre ellos. En junio de 2015 por expreso deseo de sus familias nueve cuerpos, uno de ellos sin identificar, volvieron a la sima en una emotiva ceremonia de inhumación; en el lugar que quedará señalizado como lugar de memoria, se colocará añadida a la que existe, una nueva lápida con todos los nombres.

Los estudios de ADN fueron costeados por las familias que todavía no han conseguido la subvención reiteradamente solicitada al Gobierno de Navarra.


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Aumentan a diez los cadáveres de la Guerra Civil recuperados en la sima El Raso, en la sierra de UrbasaPDFImprimirE-mail
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Martes, 02 de Abril de 2013 10:52


Los restos han sido enviados al laboratorio de Aranzadi en Donostia, donde se realizarán los análisis convenientes y se cotejarán con una propuesta de identificación, que en el caso de que resulte positiva dará lugar a la entrega de los cuerpos a las familias

Imagen de uno de los esqueletos hallados en la sima de Urbasa
Diez cadáveres han sido recuperados en la sima El Raso, en la sierra de Urbasa, donde la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra y miembros de la sociedad Arazandi estaban buscando los cuerpos de tres navarros que fueron asesinados durante la Guerra Civil.
IRUÑEA. A las 14.00 horas de este viernes han terminado los trabajos en la sima, en los que también han intervenido dos espeleólogos, y que han sido seguidos de cerca por los nietos de dos de las personas que se sospechaba que estaban en la fosa.
En el lugar se ha encontrado además una granada, algo que no es habitual en Navarra, ya que "no había frente de guerra", según ha explicado a Efe Joseba Eceolaza, uno de los miembros de la asociación, quien ha comentado que han dado aviso a la Guardia Civil que ha enviado equipos especiales para hacerse cargo del artefacto.
Los trabajos en la sima situada en la carretera de Olazagutia a Estella comenzaron cuando las familias de Balbino Bados y Balbino García contactaron con la asociación para exhumar sus cadáveres, junto con el de Gregorio García.
En el caso de este último al no tener familia directa ha sido el Ayuntamiento de Eulate, del que fue vecino y concejal, el que ha llevado la iniciativa y el que ha expresado su disposición a hacerse cargo de sus restos, lo que ha sido destacado por Eceolaza, quien ha apuntado que es la primera vez que se encuentran con que un Consistorio se hace cargo de los restos de una persona que no tiene familia.
"Se trata de militantes republicanos que en 1936 fueron fusilados, con la singularidad de que además los arrojaron a una sima en un intento de ocultar su muerte, de lanzarlos todavía más al olvido", ha señalado Eceolaza.
Tras pedir los permisos pertinentes al Gobierno de Navarra y contactar con la asociación Aranzadi, al frente de la cual trabaja el forense Francisco Etxeberria, comenzaron las labores de recuperación.
Entraron en la sima, rompieron un suelo de cemento y accedieron al interior, donde, según ha relatado, se encontraron con que, además de los tres cuerpos que esperaban, había siete más, lo que hace un total de diez.
Los restos han sido enviados al laboratorio de Aranzadi en Donostia, donde se realizarán los análisis convenientes y se cotejarán con una propuesta de identificación, que en el caso de que resulte positiva dará lugar a la entrega de los cuerpos a las familias y al Ayuntamiento de Eulate en los casos citados. Para ello habrá que esperar entre tres o cuatro meses.
En el resto, en el caso de que no se logre identificarlos, tendrán que decidir qué hacer con ellos, según Eceolaza, quien ha apuntado que una posibilidad sería devolverlos a la sima y rendirles allí algún tipo de homenaje.
Aunque no saben quienes pueden ser, sospechan que entre los siete fallecidos puede encontrarse una maestra republicana de Pamplona y además, como uno de ellos iba vestido de militar, creen que puede tratarse de "alguien obligado a alistarse a los tercios carlistas, que se escapó y cuando lo cogieron lo fusilaron".
La Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra ha actuado a lo largo de diez años en 46 fosas, ha encontrado con éstos un total de 217 cuerpos y ha entregado a sus familias 88 restos.
Eceolaza ha subrayado que "cuando la asociación trabaja sobre una fosa y entrega los restos de un desaparecido a su familia no está resolviendo un problema individual o familiar, sino encarando un problema colectivo de la sociedad, porque no podemos seguir mirando para otro lado mientras hay cientos de navarros tirados en las cunetas".
Por eso, ha reclamado una Ley de Memoria Histórica que "trate de hacer este tipo de actuaciones desde el propio Gobierno de Navarra, de oficio".
Además ha apuntado que desde la asociación han pedido que se conceda el Premio Príncipe de Viana 2013 al forense Francisco Etxeberria, una demanda que cuenta con el aval del científico Pedro Miguel Echenique, Premio Príncipe de Viana y Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica.


La sima escondía nueve esqueletos

Un equipo de especialistas halla enterrados a 20 metros de profundidad en Navarra los restos de nueve fusilados del franquismo
Los asesinos tiraron a sus víctimas a una sima donde los pastores arrojaban al ganado muerto, en Urbasa (Navarra). Sus restos fueron hallados ayer, 76 años después del crimen, rodeados de los huesos de un caballo, una oveja, un cerdo y tres perros. Un equipo de 12 especialistas (forenses, arqueólogos, antropólogos...) trabajó durante todo el día a 20 metros de profundidad para rescatar los esqueletos de las nueve víctimas, fusiladas en 1936. Lo hacen de forma altruista porque ya no hay subvenciones para las tareas de recuperación de la memoria histórica.
A petición de los familiares, el equipo de la sociedad de ciencias Aranzadi, dirigido por el forense Francisco Etxeberria, realizó el pasado 23 de febrero una inspección en el interior de la sima para comprobar que los restos de las víctimas estaban allí. En un principio buscaban a tres personas. Abrieron un pequeño hueco en la tierra, se deslizaron por una vertical de diez metros y llegaron al fondo de la sima, a 20 metros y con forma de campana. Aquel día hallaron seis esqueletos, el doble de los que buscaban. Ayer, tras apartar varias toneladas de tierra, descubrieron tres más.
“Los restos presentaban signos evidentes de muerte violenta. En dos de los cráneos se aprecia el tiro de una pistola de calibre pequeño, con orificio de entrada y salida”, explica Etxeberria, que ha abierto más de un centenar de fosas del franquismo y el 8 de abril participará en la exhumación del poeta chileno Pablo Neruda.
Balbino García de Albizu busca en esta sima los restos de su abuelo, natural de Eulate. Balbino era guarda forestal, estaba afiliado a UGT y tenía mujer y ocho hijos el día que lo mataron, en septiembre de 1936, a los 59 años. Durante todo agosto, los falangistas le habían martirizado con un juego macabro: lo subían a Urbasa y simulaban su fusilamiento. El juego terminó el 7 de septiembre, cuando Balbino no regresó a casa. Año y medio después de su asesinato, en 1938, le citaron a comparecer en el juzgado de incautación de bienes. Naturalmente, no pudo acudir. Su viuda todavía tuvo que pagar 100 pesetas de multa a quienes habían propiciado el asesinato de su marido.


Hallan hasta 10 cuerpos de fusilados en la Guerra Civil en Urbasa

La Sociedad de Ciencias Aranzadi comenzó las excavaciones en busca de tres cuerpos y, hasta el momento, han recuperado los restos de 10 personas. La cifra podría aumentar en las próximas horas.


MARTES, 7 DE MAYO DE 2013

La fosa de Julia Otxoa


Al calor de un lápiz, por Julia Otxoa 

La noche del 7 de septiembre de 1936 una turba fascista, con el beneplácito del párroco de Eulate, asesinaba a tres hombres, a tres rojos, cuya única culpa era su ideario de izquierdas, pues los tres eran afiliados de UGT. Las tres víctimas eran mi abuelo Balbino García de Albizu que tenía 58 años y era guarda forestal del Monte Limitaciones en la Sierra de Urbasa en Navarra desde 1915. Dejaba viuda y seis hijos. Los otros dos eran Balbino Bados García, maestro de Peralta, y Gregorio García Larrambebere, carbonero. Tras matarlos al pie de la sima los arrojaron a su oquedad, de 20 metros de profundidad, para ocultar su crimen.
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Durante toda mi vida, desde que a temprana edad supe de esta barbarie, recuerdo que sus hijas, Mercedes García de Albizu, y mi madre Ignacia García de Albizu, han mantenido su memoria viva en mi familia. Hasta esa sima, cerrada con una gruesa capa de cemento por aquellos que temían que pudieran encontrarse las huellas de la matanza, hemos subido fielmente cada año, para depositar flores, con nuestro cariño e íntima promesa de  invulnerable memoria de los hechos. 
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Es ahora, 77 años después, cuando ha sido posible su exhumación, tras las gestiones realizadas por un primo mío,  Balbino García de Albizu Jiménez, y las de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra. De este modo, y tras las autorizaciones correspondientes, ha sido la Sociedad de Ciencias Aranzadi la que bajo la dirección del médico forense Francisco Etxeberría la ha podido finalmente llevar a cabo, junto con todo su equipo de arqueólogos y antropólogos, formado por más de catorce personas, con carácter altruista y voluntario, dando un inmenso ejemplo ético de colaboración desinteresada en la recuperación de la Memoria histórica. Tienen en su haber la exhumación de cientos de fosas por toda España.
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La convivencia experimentada con todos ellos ha sido extraordinaria y esperanzadora, también con la presidenta, Olga Alcega, de la Asociación de Familiares de Fusilados, Rosa Irisarri y tantos otros, hemos trabajado junto a ellos codo con codo, bajo una intensa lluvia y viento, embarrados completamente, pero llenos de entusiasmo por estar colaborando en dar visibilidad a nuestros familiares, a esas víctimas con las cuales, como dice el propio forense Paco Etxeberria: “El principio de verdad, reparación y justicia, no se ha cumplido todavía” .
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Uno de esos días, cuando ascendían por fin los restos, no de cuatro cuerpos como creíamos en un principio, sino de diez personas, en el momento en que Paco abrió ante las cámaras de televisión una cajita con los pocos objetos encontrados entre los esqueletos y puso en mi mano un pequeño lápiz azul, me emocioné profundamente. De algún modo, aquel lápiz significaba la petición de escritura de un relato, la de esos pobres e indefensos esqueletos, algunos de ellos bastante destrozados por mordiscos de los perros, se encontraron los restos de tres canes, que posiblemente alguien arrojó vivos a esa sima y que para sobrevivir se alimentaron de los cadáveres........

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No quiero extenderme demasiado para no fatigar al lector, tan sólo acabar con una reflexión. ¿Que clase de Estado es aquel que desconoce todavía hoy, setenta y siete años después, la identidad de miles de sus ciudadanos asesinados, ocultos en cunetas, simas y  fosas comunes?  
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Muchos esqueletos siguen reclamando todavía que les pongamos un nombre, que escribamos su historia, como la de estos siete innominados encontrados por sorpresa en el interior de la sima de Urbasa, y que ahora será preciso investigar para encontrar su identidad y entregarlos a sus familiares y darles el digno enterramiento al que como seres humanos todos tenemos derecho.
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Al calor de un lápiz han dormido durante muchos años, a veinte metros de profundidad, desparramados sobre la húmeda oscuridad de las piedras, solos, aguardándonos, esperando nuestra palabra, el lenguaje que los nombre y rescate del olvido.
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* La primera ilustración es un fotomontaje deJulia Otxoa, la segunda y tercera son el exterior y el interior de la sima, en la cuarta se muestra un cráneo con un orificio de bala y en la quinta el lápiz. Las fotos son de la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
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