viernes, 1 de julio de 2016
Hoy hemos comenzado las excavaciones en las trincheras republicanas de la Universidad Complutense. Como ya comprobamos en 2008, antes de llegar a los niveles de la Guerra Civil hay que pasar por las trazas de otros pasados menos antiguos. Basura, realmente. Pero ¿qué no lo es? ¿Acaso no son basura las latas y los vidrios de la Guerra Civil? ¿O el hecho de que hayan participado en una guerra les otorga un estatus privilegiado? En cierta manera sí. Son basura y algo más.
Pero ¿qué basura no es algo más? Cualquier desecho lleva inscrito la marca de una vida. Y la basura de la Ciudad Universitaria nos habla de vidas marginales y de dobles vidas. Los restos de los niveles más superficiales, que se pueden datar desde los años 80 hasta la actualidad, reflejan la existencia de los otros. De la gente que no es "normal".
Documentar estos restos es lo que los ingleses llaman queer archaeology. Una arqueología de aquellas personas a las que la sociedad considera "raras" (queer), fundamentalmente por su orientación sexual, pero no solo. Es una arqueología que se interesa por las vidas de los otros, que considera tan dignas como cualquier otra.
Los restos de basura del campus nos hablan de dos tipos de vida marginada.
Los preservativos son un testimonio de sexo prohibido. De encuentros homoeróticos que hasta hace muy poco tiempo solo podían tener lugar en los márgenes de la ciudad y de los que no se podía hablar.
Los restos más abundantes pertenecen a otros marginados: las personas sin techo. En el abrigo republicano que estamos excavando hay abundantes huellas de uso reciente (hacia 1993) por parte de una persona sin hogar, quizá una mujer. Entre los objetos que documentamos se encuentran muelles de un colchón, una zapatilla aparentemente femenina, un pintauñas rosa, crema hidratante, medicinas (paracetamol, aspirinas, pastillas para la irritación de garganta), latas de refresco, un brik de zumo, una lata de aceitunas, envoltorios de pañuelos de papel, huesos de un guiso. Los productos de higiene y las medicinas nos hablan de una persona que trata de cuidarse, incluso en una situación de marginalidad extrema.
Podemos observar los restos y sonreírnos: el típico nivel de basura y condones. O podemos verlos como el testimonio de otras vidas. Y quizá aprendamos algo.
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