AL OTRO LADO
El archivo de Alcalá de Henares guarda los documentos rescatados por el profesor Gutmaro Gómez Bravo referidos a la investigación que, tras su muerte, el franquismo comenzó para saber si Lorca era masón
Podría parecer kafkiano, pero no lo fue. Podría incluso parecer ilógico, pero lo sucedido tras la Guerra Civil tenía una lógica aplastante. Hoy en día cuando muere un investigado, imputado, presunto, la Justicia no puede seguir procedimiento contra él. Pero hubo un tiempo en el que esta lógica no existía.
Miles de españoles lo saben. Sus muertos, asesinados por los ganadores franquistas, tuvieron que sufrir una segunda muerta ya que se les sometió a un juicio duro y riguroso (tenía que ser riguroso). Sufrieron lo que el régimen llamó “depuración de responsabilidades políticas”. En realidad, se trataba de justificar su asesinato con acusaciones insostenibles, absurdas y falsas.
Federico García Lorca fue asesinado la noche del 19 de agosto de 1936.
Tal y como contaba en el diario El Pais Gutmaro Gómez Bravo, historiador español y profesor del Departamento de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense de Madrid, el 10 de febrero de 1940 el titular del juzgado instructor de responsabilidades políticas de Granada iniciaba una investigación. Quería “depurar” la “culpa” de Lorca.
Los documentos se pueden leer con asombro y espanto.
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