dissabte, 4 de febrer del 2017

MEMORIA / BAJO EL PINSAPO. Francisco Pimentel.





(Publicado en Ronda Semanal el Sábado 04.02.2017)

El martes muy temprano fui a las fosas comunes y bajo el pinsapo le conté a mi abuelo y a todos los compañeros, amigos y camaradas que allí están que hacía unas pocas horas que por fin Ronda le había quitado la medalla de oro a quien los había asesinado.

También les dije que junto con la medalla el pleno del ayuntamiento había acordado por unanimidad quitarle también el título de hijo adoptivo a Franco. 

Que ambos honores se los habían dado sus compinches sin que nosotros hubiéramos podido emitir nuestra opinión. 

Pero… qué les iba a decir yo a nuestros muertos que ellos no supieran de estos viles y malvados personajes que glorificaban al más repugnante de entre ellos…

No obstante me complacía poder decirles una vez más a nuestros familiares y ciudadanos que fueron fusilados por defender la libertad, la igualdad y la fraternidad que su sacrificio no había sido en vano.

Que su último pensamiento que habría sido para nosotros, que somos el futuro de aquel presente de lucha contra el fascismo, que seguimos su ejemplo de resistencia ante la barbarie y seguimos en la tarea de cambiar el sistema social que entre Hitler, Mussolini y Franco nos impusieron a punta de pistola.

Debajo del pinsapo les dije que sus hijos, nietos, biznietos y cada día más gente estamos recuperando su memoria, difundiendo la verdad de lo que pasó contra las mentiras que difundió el franquismo, reclamando que se haga la justicia que la “transición democrática” sigue aplazando, reparando las heridas causadas mediante acciones que nos devuelvan la dignidad secuestrada…

También le dije al pinsapo que le agradecemos el honor de haberos cuidado y haber estado tan cerca de vosotros, de haberos acariciado con sus raices, de ser parte de vosotros mismos, de haberos dado sombra en verano, de adornarse de nieve para deciros que un invierno más estaba con vosotros, que nació para señalar donde estaban las fosas como en tantos y tantos otros sitios la gente, el pueblo había plantado un árbol especial para que no se olvidara el sitio donde estáis.

Que mientras el fascismo nazi-franquista se repartía medallas y honores de vanagloria continuando su saqueo fundacional, nuestra gente tenía el honor y el amor de un árbol extraordinario y magnífico, lleno de vida, lleno de savia impregnada de república y socialismo.

Allí recordé también una vez más al capitán Leret, a los padres de Hilda Farfante, al padre de Juliana, al abuelo de María José el secretario socialista de Antequera Juan López de Gamarra, al abuelo de Emilio Silva, al abuelo de Marisa Peña y tantos y tantos y tantos otros que vamos sabiendo que fueron asesinados por todos los pueblos de España al mismo tiempo que a vosotros nuestros familiares y ciudadanos rondeños y serranos.

Una vez más recité mentalmente el poema-oración de Marisa Peña: Mientras me quede voz / hablaré de los muertos / tan quietos, tan callados, / tan molestos. / Mientras me quede voz / hablaré de sus sueños, / de todas las traiciones, / de todos los silencios, / de los huesos sin nombre / esperando el regreso, / de su entrega absoluta / de su dolor de invierno. / Mientras me quede voz / no han de callar mis muertos.

Francisco Pimentel 
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