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Cómo el fascismo y el patriarcado sacaron lo peor que tenían guardado, para represaliar a las mujeres que apoyaban a la guerrilla antifranquista.
Saludos gente que lee. Aquí estoy de nuevo, y esta vez vengo acompañado de un texto bien amargo. Llevo un tiempo dándole vueltas a los temas de género y su relación con la guerrilla, y para la gente que sigue el blog, ya sabéis que procuro ir metiendo artículos al respecto. Ya sea de la participación de las mujeres en la guerrilla antifranquista, en la resistencia, en las redes de evasión, el apartado de “mujeres de armas tomar” e incluso una incursión en el tema de sexualidad y guerrilla. Hoy pretendo ir por otro lado.
Como os decía, me rondan desde hace tiempo ideas, no ya sobre la participación femenina tanto en la guerrilla como en los grupos de apoyo, si no de la poca elección que tuvieron todas aquellas mujeres, cuando el desastre llamó a su puerta. Hombres y mujeres vieron como crecía la violencia política, hombres y mujeres vieron como se desataba una cruenta guerra civil, hombres y mujeres vieron como esa guerra la iba perdiendo la república, y todas esas personas, ellas y ellos, vieron como dicha guerra acababa. Desde ese momento, hombres y mujeres del bando perdedor, tuvieron un serio problema, pues supuestamente habían escogido mal el lado del que luchar o a quien mostrar sus simpatías. Y respecto a los bandos, tampoco les habían dado a elegir en cual hacerlo. Vieron que el supuesto ganador de la contienda, no daba la guerra por terminada, pues la violencia siguió a todo trapo, encarcelamientos, delaciones, torturas, sacas a medianoche, o a mediodía, robos, violaciones, fusilamientos...
Y entonces... entonces llegó el dilema. ¿Qué hacer? Quedarse y padecer todo aquello de lo que ya se comentaba por lo bajinis (o por los cadáveres que aparecían con cada vez mayor asiduidad), hubieras o no hubieras participado en la contienda, o esconderte, o marchar al monte, pues no todo el mundo vivía cerca de la frontera con Francia, que te daba una relativa esperanza de salvación.
Y llegó la represión, una represión brutal, y llamó a todas las puertas de las casas del bando perdedor, aunque la guerra supuestamente hubiera terminado. Y aquí vienen mis desvaríos.
La cuestión, es que los hombres pudieron elegir. O eso creo. Como ya habían elegido antes, que mientras ellos trataban de cambiar la historia, o hacían la revolución, ellas mejor se quedaban en el hogar, cuidando del mismo y de la familia. Pudieron elegir si se quedaban en casa, en el pueblo y aceptaban la ola de cruel violencia que se les iba a echar encima, o si se marchaban. Pero ellas no, ellas no pudieron elegir. Ellas tuvieron que quedarse en casa, cuidando de la familia, de la gente mayor, de la gente enferma, de los hijos e hijas, de la hacienda, la mayor parte de las veces mísera. Dentro de la mentalidad de la época, tampoco tan diferente de la que tenemos ahora, ellas no habían participado en la contienda, así que nada tenían que temer.
¿De verdad se creyeron eso los maridos, padres, hijos, hermanos, o compañeros y camaradas, cuando cogieron su pequeño atillo, y con todo su dolor, se despidieron y marcharon para montes, ciudades o lejanos países? ¿De verdad no pensaron que el punto por donde iban a venir los golpes, era por quien se quedaba en casa? ¿Y si lo pensaron, en que lugar nos deja eso a los tíos? ¿Qué haríamos hoy si esa derechita valiente tuviera mayoría absoluta y le diera por hacer limpieza? ¿Qué haría haría yo con mi padre y su alzheimer? Que difícil es todo...
Ellas se quedaron. Se quedaron y pagaron. Vaya que si pagaron por todos aquellos que se habían marchado.
Hoy seguimos a todas aquellas que no tienen nombre, a todas aquellas que sufrieron las iras de los vencedores por ser pobres, ser de izquierdas, y como no, por ser mujeres. Además, no estaban en las sierras, armadas y preparadas a devolver golpe por golpe. Estaban en sus casas, con mucho más trabajo y menos dinero del que hubieran deseado, con montones de problemas, con diversas personas a su cargo, y con mucho más valor del que se esperaba la morralla fascista que les hizo la vida imposible. Empecemos pues con la película de terror y la galería de monstruos.
A María Miralles Segarra le tocó lo que a muchas, aunque ella, dentro de lo que cabe, fue afortunada. Su marido, de la CNT, se había echado al monte en 1938, tras el hundimiento del frente aragonés. Lo buscaron a él, pero solo la encontraron a ella. Así que fue primero detenida, y posteriormente encarcelada. Y he dicho que fue afortunada, pues su compañero, al enterarse, bajó del monte y se entregó. Él también fue afortunado, no se lo pelaron, solo lo condenaron a 20 años por luchar en el lado equivocado.
Cambiamos de tierra y nos vamos a Asturias, allí, en Grado, una sección de Falange colabora con la guardia civil en la persecución de la gente del monte. El mierdas que está al mando de la benemérita, se lleva como rehenes a la madre, el padre y dos hermanas de un guerrillero, para que su familia les indique donde está escondido este. Como no dicen nada, el mierdas levanta el fusil, ¿será para asustar? Un disparo, dos disparos, tres disparos, cuatro disparos. Todos a la cabeza, cuatro personas muertas. Un hombre, tres mujeres, personas sin nombres, y ahora también, sin vida. Pero recuerde, con Franco se vivía mejor...
También asturiana era Leontina Rubio González, hermana de guerrilleros. Entre sus declaraciones, encontramos esta: “Vinieron a por mi madre y a por mí. Nos llevaron a Gijón con otras detenidas de la zona. Delmira, Maruja la de La Mosquitera, Rosa la del Sogueto y Francisca, a la que llamábamos Pacha. Nos metieron en una cuadra con caballos. A mi madre la llevaron a otro sitio. Nos ataron como a las bestias. Al cabo de unos días nos trasladaron a la cárcel del Coto y más tarde a la cárcel de Oviedo. No es necesario decir que sufrimos malos tratos: palos y hambre, además de cárcel”.
Seguimos el deambular por tierras ibéricas, diferentes tierras, mismas historias. Ahora estamos en Granada, y mirar lo que contaba Manuel García, enlace de la guerrilla: “Por cada uno que tenía uno en la sierra se llevaban a un familiar. En mi casa, ya ves, hubo un tiempo que la llave la tenía una tía mía, porque mi hermana estaba en la sierra, mi madre estaba en la cárcel por mi hermano, mi hermana estaba en la cárcel por su marido, que también estaba en la sierra, y yo, que me llevaron a la cárcel por llevar comida a los de la sierra”.
Siguiendo en la misma provincia, nos arrimaremos al guerrillero anarquista Juan Garrido Donaire, “Ollafría”, pero como es dificil de encontrar, mucho mejor nos pasamos por su casa en Colomera, que alguien habrá. La mujer, Leonor Martín Pajares, fue detenida y torturada salvajemente, posteriormente juzgada y condenada a 8 años de cárcel, además, por si fuese poco, su hija, fue insultada, humillada y tenía que pasar largar horas delante del cuartelillo.
Nos adentramos ahora por Sevilla, pasan los años, sigue la represión. Carmen Caballo Granados hacia de estafeta del Comité́ Regional de la CNT de Andalucía, era la hija de un guerrillero. Detenida junto a su madre el 23 de agosto de 1950. Fue Procesada y condenada a cuatro años de prisión en Sevilla. La esposa de Caballo, Isabel Granados Sánchez, corrió la misma suerte.
Seguimos por tierras andaluzas, aunque cambiemos de provincia. Ahora nuestra pesadilla llega a Córdoba, y vamos a casa de Francisco Milla, un guerrillero de la partida libertaria de Los Jubiles. Como a él no lo podían pillar, esos guardias civiles tan valientes, decidieron matar a patadas a su madre y a su hermana. Si señor, “todo por la patria”.
Ya que estamos con Los Jubiles, diremos que a Rosario Rodríguez Muñoz, “la Jubila”, la encarcelaron en repetidas ocasiones, su delito, tener a tres hermanos en la sierra y a su compañero en la cárcel, además de ser de CNT y Mujeres Libres. Emilia Salazar Coca, madre de guerrilleros de la partida, recibió palizas tremendas por parte de la guardia civil, al igual que la hermana del guerrillero Manuel Jiménez, quien perdió al hijo que llevaba en el vientre debido a los golpes. Julia Martínez Pérez, compañera del guerrillero “Bejar” pagó su amor con 6 años de cárcel. Todas estas mujeres tenían además, una vez en libertad, que acudir cada día al cuartelillo de Bujalance.
En la misma provincia, Josefa Gómez, que era mujer de un célebre guerrillero, fue detenida en febrero de 1940, para que delatase a su marido. Como no lo hizo, y pese a estar embarazada de varios meses, recibió una tremenda paliza, y como aún así no cantó, tuvo que pasar por la simulación de su fusilamiento. Muy provida, esta gente del régimen.
Huyendo de este panorama, nos trasladamos hasta la provincia de Jaen, y aquí, tampoco se andan con tontadas. El 7 de julio de 1949, las hermanas María y Antonia Pantoja Carrillo fueron descubiertas por la guardia civil en una cueva, con la intención de avituallar a la guerrilla, no hubo preguntas, fueron eliminadas “in situ”.
Si echamos un ojo a Cataluña y sus tierras, también encontramos infinidad de casos, pero ya puestos, nos vamos a Rubí. Allí estaba María Antonia Teresa Martí. Su compañero militaba en la clandestinidad libertaria catalana, pero fue descubierto y tuvo que emigrar. Ella se quedó con sus tres criaturas de corta edad. A los franquistas no les gustó que se les escapara una presa, así que lo pagaron con ella. Fue detenida, maltratada, apalizada repetidamente, torturada, además de sufrir cuatro años de prisión. Como resultado de las palizas, tuvieron que extirparle un riñón.
No deja de ser revelador lo que le decía su padre a la guerrillera “Chelo”. “Si os véis mal, si alguna vez os hieren, si os dejan malheridas o lo que sea, mataos, que no os cojan vivas. Por lo menos, que no os cojan vivas”. Cómo tendría que estar el asunto, para que un padre le diga esto a su hija. Consuelo Rodríguez López fue primero enlace, y luego, una vez descubierta, se sumó a la Federación de Guerrillas León Galicia. Consiguió pasar a Francia. Esto debe ser lo único bueno que cuento en este artículo, por suerte, no fue la única.
También por tierras de león, nos encontramos el caso de Carmen, del pueblo de Castrillo. Desconozco si tenía a alguien en la sierra, o simplemente, le tocó por qué si. La cuestión es que había unos guerrilleros apostados en una casa de su pueblo, y los civilones, tan machos y tan valientes contra la gente desarmada, decidieron dejar de ser valientes, y envíar a Carmen, con su hijita de 9 meses en brazos, como escudo humano. La pusieron delante, y los cagones detrás. Y cuando empezó el tiroteo, la niñita de 9 meses recibió un disparo y murió en brazos de su madre. Como decía el lema de tan insigne cuerpo, “El honor es mi divisa”.
Buscando a aquellas que no tienen nombre, llegamos hasta una casa de Santa Mariña, en Lugo. Dicho lugar, era uno de los apoyos para la guerrilla de la zona, que, por desgracia, fue descubierto por la guardia civil. Cuando llegaron los civilones, salió una anciana, que hizo lo que tenía que hacer. Se puso a toser, que era la contraseña para señalar peligro. Los tres guerrilleros que había en el interior salieron en tromba pero fueron liquidados. Poco después lo fue la anciana y las dos mujeres que con ella vivían. Esto ocurría a finales de agosto de 1944.
Seguimos por el norte y como no, todo lo que va mal, puede empeorar. Otro ejemplo de españolito de bien, de buena familia, seguro que temeroso de Dios, amante de la familia, del orden y capitán benemérito, el infame Bravo Montero. Hasta ahora no habíamos sexualizado la represión, pero estaba claro que con esta calaña de gente, yonquis de poder y prostíbulos, no iba a tardar en suceder. Para abrir boca, os dejo una perlita escrita por Babas Montero, perdón, Bravo Montero: “Las mujeres se ofrecen, campesinas y juguetonas, coloradas y sanas, podridas y vengativas, una -pobrecilla- se tira al tren por no acudir a mi presencia, otra se corta las venas de la mano en un calabozo para suicidarse, que en su sostén, único sitio vedado al registro, llevaba afilado puñal, para utilizarlo contra ella o contra mí, otra se inocula una grave enfermedad y viene a mí para hacerme participe de su mal. Grandes y sublimes mujeres enemigas que se sacrifican por un ideal revolucionario antes de CANTAR, españolas al fin. Yo no las toco, me volví casto y sigo mi camino, o mi Imperio, con mis cárceles y mi Ley, humillándome solo ante Dios de las Alturas”.
Eso de que se volvió casto habría que preguntárselo a Isabel García Suárez, que se tiró al tren tras las violaciones y torturas recibidas por Montero y su tropa en 1942. Le destrozaron los pechos, la quemaron con cigarrillos, por tener un familiar en el monte. Por si acaso, antes, ya le habían matado al padre y a la madre. Cómo son, estos “españolitos de bien”, cómo se preocupan por las familias de los y las demás.
Nos pasamos a tierras leonesas, donde tantos quebraderos de cabeza dio la guerrilla a las fuerzas represoras, y estas, como no, valientes sin parangón, eligieron el eslabón fácil para devolver los golpes. Empezamos con Carmen Jérez Rodríguez, compañera de un guerrillero libertario. La detuvo la guardia civil en julio del 46 y fue llevada a Rúa Petín donde la tuvieron dos meses, luego pasó 9 detenida en Ponferrada. Fue torturada y repetidamente violada en ambos lugares, durante meses, hasta que finalmente, su cadáver apareció en el término de Montearenas, en avanzado estado de gestación.
Volvemos a las contrapartidas que actuaron en Asturies, que tienen para un capítulo en solitario. La de Caudal la mandaba el cabo civilón Alfonso Padilla Ortega. Este se jactaba de: “Haber asesinado con sus propias manos a 36 fugitivos y de haber violado a las mujeres más bonitas de Mieres”. La morralla de Vox estaría encantada de apoyar su candidatura para lo que fuera.
Por colaborar con los huidos, la madre de Celso Álvarez Martínez fue violada, mientras que su hermana era obligada a limpiar la sangre de la gente torturada en el cuartelillo. Violador habitual de familiares de gente en la sierra fue el falangista y capitán Hilario Martínez Fernández, destinado en Asturias. Pistola en ristre y normalmente borracho, abusó de muchas mujeres en el concejo de Ibias durante 1938.
Volviendo a Galicia, nos chocamos de frente con la muerte de Rosario Hernández Diéguez, aunque ella, por lo menos si pudo esconderse. Era de Vigo y había llamado demasiado la atención como abanderada socialista. Esto ocurrió en aquel verano de 1936. Los falangistas la encontraron 40 días más tarde. Fue torturada, repetidamente violada, y a ella también le aplicaron esa costumbre franquista de cortarle los pechos, finalmente la asesinaron. Para acabar la fiesta, la montaron en un bote y anclaron su cuerpo a una de las placas de hierro de las cercanas islas Cies. El mar no la devolvió. Tenía 20 años.
A Emilia Cabaleira Amoedo, de Redondela, quien auxiliaba a la guerrilla gallega, al igual que su hijo Antonio, le llegó la hora con 54 años. El 13 de febrero del 37, guardias civiles y falangistas rodearon su casa. Además de ellos dos, había 4 guerrilleros dentro, solo Fernando Castro consiguió salir con vida, herido, pero vivo. Los demás cuerpos aparecieron 3 días después. Torturados y asesinados. Y como no, la nota macabra, la firma fascista. A Emilia, le habían cortado los pechos. No contentos, seccionaron el pene y los testículos de su hijo, para introducirlos en la boca de la madre.
No me extraña que no quieran que hurguemos en la memoria, mirar toda la mierda que sale. Las familias de toda esta gentuza siguen teniendo puestos privilegiados en este país, así que por lo menos, que carguen con la vergüenza de lo que hicieron sus padres y sus abuelos.
Y ya que estamos con la sexualización de la represión, esta siguiente, ni siquiera tiene relación con la guerrilla, si no que es simplemente para denunciar el “aquí todo vale” del falangismo y las gentes de poder: “Don Teodoro Inglott abusaba de algunas de las muchachas que trabajábamos en la casa por cuatro perras, todas chicas del pueblo, hijas de familias muy pobres a las que los amos daban una salida como había sido siempre. Pero después del golpe de estado del 18 de julio la cosa se puso más dura. Era una especie de barra libre, hasta se intercambiaban las criadas, muchas de ellas menores. Don Teo, como le llamábamos, era dueño de media Tafira, íntimo amigo de Eufemiano, el tabaquero jefe de falange, que era dueño de Las Meleginas, La Angostura, La Calzada y de la zona del Dragonal Bajo y Alto. Los dos eran unos violadores, los dos abusaban de todas las muchachas que acababan en sus manos, uno en sus fincas, el otro en sus fábricas y en los centros de tortura. Yo fui una de las que estuvo a la fuerza con Don Teo, me hizo dos hijas. Era el derecho de pernada de la época, lo que no te casabas con nadie, solo pasabas día sí y día también por las manos de aquel asqueroso que hedía a mierda. No te podías marchar de allí porque lo pagabas con tu vida o la de tus familiares. Te podían acusar si querían de comunista y desaparecerte en cualquier sima, llevarse a tus hermanos y meterles cuatro tiros en la nuca antes de tirarlos a un pozo. No puedo contarte más, ni quiero darte más detalles, pero todo lo que puedo decirte es sucio y feo, ni un momento de placer tuve, solo dolor y humillación. Todavía tantos años después me restriego la piel con el estropajo como si tuviera metida en la carne la raña y la peste de aquel criminal…». Testimonio de Fefita Troya Robaina, criada en varias haciendas de miembros del régimen franquista en la zona centro de la isla de Gran Canaria, vecina del barrio de San Roque, Las Palmas GC”.
Para terminar con el tema, y ya dando por supuesto que la realidad siempre supera a la ficción, la morralla fascista no deja de sorprendernos y fue capaz de llevar la denigración sexual y patriarcal hasta las tumbas. Esto era un tema que yo desconocía completamente, pero tras una visita a la librería La Voragine de Santander, para presentar el libro de Manolo Huet, me regalaron la “Cartografía de la desaparición forzada en Andalucía”, en la cual colaboraban. Y en dicho trabajo descubro, para mi sorpresa, el apartado “enterrada como una puta”. Pues si, los seguidores de la unidad familiar y la religión en las escuelas, desarrollaron una nueva innovación a la hora de enterrar a ciertas mujeres “rojas”: “La hemos enterrado como a una puta. Con un hombre arriba y otro abajo, muertos. Penetrándola, o simulando que lo hacen, en una siniestra coreografía”.Ella era Antonia Regalado, violada y asesinada por los seguidores de la cruzada patriótica. No fue la única. Tras la violación sistemática y la posterior ejecución, descubrimos que en Fregenal de la Sierra (Badajoz) varias mujeres fueron enterradas desnudas entre dos varones...
Otro tipo de represión sufrió Alida González Arias “la Penca”, compañera del mítico guerrillero leonés Manuel Girón. A diferencia de las demás mujeres señaladas en este artículo, la guardia civil actuó con ella sin violencia física, le jodieron la vida de otra manera. A ella le tocó cargar con el muerto, nunca mejor dicho, del asesinato de Manuel Girón, cometido realmente por un infiltrado de la guardia civil. Ella fue señalada como traidora. Juzgada y encarcelada por poco tiempo, acabó emigrando a Suiza con la losa de haber acabado con quien fue su compañero. La verdad no salió a la luz hasta muchos años más tarde.
Bueno, como podéis imaginar, se pueden escribir unos cuantos miles de artículos más, sin repetir un solo nombre de las víctimas, aunque seguro que el de los verdugos se repite de tanto en tanto. En fin, nos leemos el próximo mes, y ya adelanto que será más alegre a la vista.
Salud y memoria.
Fuentes: Por qué estorba la memoria (Gerardo Iglesias), Hasta su total exterminio (Arnau Fernández), El monte o la muerte (Santiago macías), Las luchas del campesinado. Resistencia antifascista y represión en Bujalance durante la posguerra (Ignacio Muñiz y Jose Luis Gutiérrez), Mi infancia en el franquismo (Enésida García), Morir, matar, sobrevivir (VVAA), archivo personal, Cartografía de la desaparición forzada en Andalucía (VVAA), Luchadores del ocaso (ramón García) y https://viajandoentrelatormenta.com/esclavas-de-la-oscuridad/ , http://www.buscameenelciclodelavida.com/2017/01/atila-en-galicia-estampas-por-castelao.html http://www.estelnegre.org/anarcoefemerides/0802.html, https://www.publico.es/sociedad/franquismo-acabo-partida-guerrilleros-anarquistas-anos-50.html y https://www.nosdiario.gal/articulo/memoria/violacions-rapas-humillacions-represion-xenero/20190816230153083173.html
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