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Tras finalizar la Guerra Civil, varios grupos de guerrilleros republicanos permanecieron escondidos en los bosques del norte de la provincia, donde permanecieron hasta comienzos de los años cincuenta. Sus acciones más habituales fueron pequeños robos para poder sobrevivir, pero también realizaron varios secuestros y mantuvieron enfrentamientos armados con la Guardia Civil.
ANGEL CASAS CARNICERO / WIFREDO ROMÁN IBÁÑEZ
En agosto de 1937, las tropas de Franco lanzan su ofensiva sobre la actual región de Cantabria y en dos semanas arrebatan ese territorio a los republicanos. Poco después, consiguen también vencer en Asturias y completan la conquista de toda la Cordillera Cantábrica. A partir de ese momento, muchos combatientes del bando perdedor son detenidos y encarcelados, al tiempo que otros consiguen escapar hacia el exilio o hacia el territorio que aún está en manos de la República. Algunos otros, sin embargo, deciden esconderse en los bosques y en las montañas para evitar las represalias que los vencedores comienzan a practicar sobre los vencidos. Asío es como aparecen los guerrilleros emboscados, un fenómeno que ha sido popularmente conocido como el maquis.
En la provincia de Palencia hubo tres grupos diferentes que, de forma más o menos prolongada, permanecieron en la clandestinidad. El primero de ellos fue el que podría denominarse como guerrilla palentina, ya que sus miembros procedían en su mayoría de la cuenca minera del valle de Santullán. Este grupo prolongó su actividad durante diez años, entre 1937 y 1947 y actuó en una zona que abarcaba Barruelo, Aguilar, pueblos cercanos a Salinas, La Lora palentina y zonas limítrofes de Burgos y Cantabria. Sus acciones más habituales eran pequeños robos que realizaban para poder sobrevivir, aunque también acabaron con la vida de un militar cerca de Cordovilla y de dos guardias civiles, uno en Perazancas y otro entre Rueda y Ligüérzana. Sus miembros fueron paulatinamente detenidos o murieron en enfrentamientos con la Guardia Civil. Uno de sus principales cabecillas, Mariano Ortega, fue detenido en Bilbao y ejecutado en Palencia en marzo de 1951.
El segundo grupo guerrillero que actuó en Palencia se formó en torno a la localidad leonesa de Sabero y estaba dirigido por Ramiro de Cabo Arenas, Ramirón. Su presencia en los pueblos palentinos vino motivada porque esta partida contaba con varios colaboradores en la provincia, entre los que se encontraba Acindino Fraile, vecino de Saldaña. El grupo tenía su base operativa en los montes de Pardomio, cerca de Vozmediano y Sabero, entre el cauce de los ríos Porma y Esla. Desde allí se movían a considerables distancias, como demuestran sus apariciones en Sahagún, Triollo o Saldaña, donde en 1946 atracaron el Banco Español de Crédito. Sin embargo, poco después fueron detenidos algunos de sus miembros y otros, como Acindino Fraile, tuvieron que huir a Francia.
El tercer grupo fue el de los Picos de Europa, al que pertenecían dos de los guerrilleros más conocidos en el país, Juan Fernández Juanín y Francisco Bedoya. Sus acciones en Palencia tuvieron como escenario La Pernía y fueron especialmente frecuentes a finales de los años cuarenta y principios de los cincuenta. Entre ellas destacaron los secuestros de Benito y José González Tejerina, propietarios de la fábrica de harinas de San Salvador, o el asesinato de Benigno Ferreiro, un indiano que fue secuestrado cerca de Reinosa y que falleció en extrañas circunstancias en la Peña de la Hoz, entre Camasobres y Piedrasluengas, cuando la Guardia Civil tendió una emboscada con el propósito de liberarle.
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