dilluns, 14 de març del 2016

Cazarabet conversa con... Vicente Aupí, autor de “El General Invierno y la Batalla de Teruel” (Dobleuve)


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El General Invierno y la Batalla de Teruel

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Se trata de un periodista, escritor e investigador sobre temas de meteorología, astronomía….
Ambos libros han sido editados por Dobleuve.
Sobre El General Invierno.
El General Invierno y la Batalla de Teruel es el primer libro sobre el impacto de los temporales de frío y nieve en este decisivo episodio de la Guerra Civil Española, en el que más de 15.000 combatientes padecieron congelaciones que llevaron a la muerte en unos casos y a traumáticas amputaciones en otros, con un balance de bajas equiparable al causado por las balas y las bombas. La Batalla de Teruel es un caso único en la historia de España, ya que por la magnitud de sus fríos pertenece a las guerras del General Invierno, la imaginaria figura que se hizo leyenda en Europa al expulsar a Napoleón y Hitler de Rusia y al actuar como implacable juez en algunas de las más grandes batallas, como las de la Gran Guerra del Norte y el gran asalto de la Caballería Francesa a la Armada Holandesa.
 Como otros capítulos de la contienda española, el de Teruel ha sido objeto de análisis en libros históricos y militares, pero sorprendentemente faltaba su estudio fundamental: el de las condiciones meteorológicas del crudísimo invierno 1937-1938, durante el cual se combatió a temperaturas inferiores a los -20 ºC y el campo de batalla estuvo continuamente inmerso en oleadas de aire polar. El lector encontrará aquí la revelación del gran paralelismo entre los hechos históricos de la guerra y los fenómenos atmosféricos, que tuvieron un papel determinante en el desarrollo y desenlace de la batalla, ya que los dos ejércitos mandaron sus filas a Teruel sin tener en cuenta la crudeza del invierno. Asimismo, los estudios de campo realizados por el autor para esta obra aportan luz sobre algunas de las causas que pueden explicar la gran incidencia de las congelaciones merced a procesos meteorológicos como el de la inversión térmica, de consecuencias devastadoras para las tropas que se vieron obligadas a pernoctar en el frente a cielo abierto.
El-triángulo-de-hielo.jpg Las Brigadas Internacionales llamaron a Teruel "el Polo Norte", mientras que corresponsales como Herbert Lionel Matthews, de The New York Times, escribieron que nada les impresionó tanto como el mal tiempo en el que se libró la batalla. Además de los datos meteorológicos, el lector encontrará en estas páginas la crónica humana de quienes padecieron el atroz invierno que acompañó el acto central de la Guerra Civil Española, con un relato ilustrado por una gran colección de imágenes de algunos de los grandes fotógrafos que se dieron cita en el Frente de Teruel, como Robert Capa, Harry Randall, Walter Reuter, Kati Horna, Agustí Centelles y Luis Vidal Corella, entre otros. Sus fotos han sido cedidas para esta obra por instituciones como la Biblioteca Nacional, el Centro Documental de la Memoria Histórica y la Universidad de Nueva York.
Sobre El Triángulo de Hielo.
El triángulo geográfico que forman Teruel, Calamocha y Molina de Aragón está considerado el Polo del Frío español. Su singularidad climática ha deparado las temperaturas más bajas de España, con datos extraordinarios como los -30 ºC de diciembre de 1963 y los -28 de enero 1952 y enero de 1971, que constituyen los récords de frío oficiales en zonas habitadas. 
La frecuencia de episodios con temperaturas inferiores a los -20 ºC ha convertido este triángulo de hielo en uno de los iconos del clima de España, en el que se funden cielo y tierra y donde la nieve y el hielo propician paisajes de gran belleza.
Este libro reúne las crónicas del clima del Polo del Frío de España, así como el testimonio humano de sus pobladores, en especial el de los observadores del tiempo que han sido testigos de los grandes acontecimientos atmosféricos de la historia reciente, gente que todavía hoy, en pleno siglo XXI, sale cada día a anotar la temperatura a riesgo de congelarse en el corazón de la Península Ibérica, donde aún no han acabado los tiempos heroicos de la meteorología.
La web del autor, una iniciativa muy edificante:
Alguna entrevista que puede acompañarte:


Cazarabet conversa con Vicente Aupí:
IMG_7767.JPG-Vicente, amigo ¿de dónde te viene esa afición por la meteorología, la astronomía..?
El germen fue el cielo de Teruel. Desde hace muchos años digo, y presumo, que Teruel tiene el mejor cielo de Europa, y yo sucumbí a sus noches estrelladas cuando era pequeño y veraneábamos en Torremocha del Jiloca, el pueblo en el que tengo mis raíces familiares y en el que resido desde hace años. También me influyeron algunos libros de astronomía que compraba mi padre y cuya lectura me dejó fascinado. No entendía muy bien lo que me pasaba, pero había algo que me impulsaba a mirar hacia arriba cuando todavía era un nano. En aquella época vivíamos en Valencia y sólo pisábamos tierras turolenses durante el verano, lo cual me desesperaba, porque no me interesaban sólo las estrellas. Cada vez que veía u oía en el Telediario algo sobre el frío de Teruel o leía en el periódico que había nevado en la zona, le pedía a mis padres y a mis hermanos que me trajeran a ver la nieve, pero no me hacían caso y no lo conseguí hasta los 12 años. Lo cierto es que la nieve me ha fascinado siempre. No sé, hay algo en el cielo de Teruel, tanto en lo cósmico como en lo atmosférico, que me hipnotiza desde niño, y eso es lo que me llevó a comprarme mi primer telescopio al poco de empezar a trabajar y, más tarde, en 1985, a emprender la gran aventura que supuso crear por mi propia cuenta el observatorio que tengo en Torremocha, del que en otoño de 2015 celebré su 30 aniversario. Aquí he observado y fotografiado muchos de los grandes acontecimientos astronómicos de las últimas décadas, como el paso del cometa Halley, y he consumado  una serie climatológica de 30 años en uno de los lugares más singulares de España desde el punto de vista meteorológico. Llevo más de 30 años observando el tiempo y los astros, que se dice pronto pero me llena de satisfacción. Mi devoción por Teruel ha sido tan grande que incluso de joven, cuando aún vivía en Valencia, tenía los telescopios en Torremocha y siempre venía a observar desde aquí. Hubo épocas en que realizaba el trayecto de ida y vuelta tres o cuatro veces por semana. No me interesaba observar las estrellas desde Valencia; prefería hacerlo aquí por la pureza del cielo. Y en lo meteorológico, cuando leí a los 23 años que el récord de frío de España eran los 30 bajo cero de Calamocha, me quedé boquiabierto y decidí que también debía instalar un pequeño observatorio en Torremocha, que no ha dejado de funcionar desde noviembre de 1985. Desde entonces no he parado de investigar el clima ni de observar y fotografiar el cielo. Y lo que realmente empezó como una afición lo acabé vinculando a mi actividad profesional como periodista. Más tarde, todas esas inquietudes y experiencias se trasladaron a mis libros. Lo que me convirtió en escritor fue la necesidad de compartir todo eso: los momentos de magia que he vivido observando y fotografiando el cielo, o asistiendo a las manifestaciones de la naturaleza de las que he sido testigo durante los episodios meteorológicos más notables.

-Desde hace unos años que "se miman" en los Telediarios y en diferentes espacios las informaciones vinculadas a la meteorología, al clima, a saber qué tiempo nos espera en la semana, a la imagen que gracias a todo ello podemos captar.¿ a qué crees que se ha debido?
Hay varios motivos, pero el fundamental es que el tiempo, el estado de la atmósfera, nos afecta a todos sea cual sea la vida que llevemos o el trabajo que tengamos. Hasta mediados del siglo XX, los únicos que mostraban un interés continuo eran las gentes del campo y del mar, pero ahora, en los medios de comunicación, tanto audiovisuales como escritos, la información meteorológica es una de las que más atención recibe por parte de todo el mundo. Hasta las actividades de ocio dependen actualmente del tiempo, o los viajes y nuestras vacaciones. Y no digamos el mundo empresarial. Pero, además de todo eso, lo que ha ocurrido de un tiempo a esta parte es que se ha conjugado el auge de las nuevas tecnologías con un creciente interés popular por el medio ambiente, por la naturaleza en general y por su observación en particular. En este momento hay en España miles de aficionados a la meteorología, muchos de los cuales observan además el tiempo en mayor o menor medida tomando las temperaturas y anotando la lluvia que cae en su lugar de residencia. Y gracias a internet se accede a una nube de información meteorológica extraordinaria, hasta el punto de que podemos conocer en tiempo real no sólo las condiciones que tenemos donde vivimos, sino en el otro lado del planeta. Y eso es fascinante. Por tanto, creo que la clave que explica el extraordinario interés por la meteorología es una confluencia entre nuestra dependencia del tiempo que hace y la notable sensibilización social que se ha producido hacia la naturaleza. Puede parecer una contradicción, pero es verdad que al mismo tiempo que nos estamos cargando el planeta como civilización aumenta el número de personas que disfruta del entorno natural y que no se conforma con ir de excursión, sino que además gusta de observarlo como hacían antiguamente los naturalistas.
vicente-aupí.jpg-Me refiero y enlazo un poco con la pregunta anterior que "el tiempo", "el cielo", la astronomía han tomado un protagonismo que antes era casi "ornamental", pero que ahora es fundamental y eso está muy, muy bien porque la gente aprendemos mucho cuando se nos explican bien los fenómenos que tienen que ver con el mundo de la meteorología. Coméntanos.
Eso es verdad, pero no sólo porque se explique bien, que es muy necesario, sino porque realmente las cosas son bastante más fáciles de entender de lo que la mayoría de la gente se piensa. Cuando doy alguna charla, sobre todo en colegios o institutos, les cuento a los chavales que en sólo una o dos noches es posible conocer las principales constelaciones y algunos aspectos básicos sobre el firmamento y la observación del cielo. A partir de ese momento, uno nunca deja de aprender, pero ya dispone de los resortes necesarios para abrirse camino por el Universo. Lo sabemos bien todos los que lo hemos experimentado, pero uno de los momentos mágicos que te ofrece la vida es estar una noche en un paraje natural, alejado de las luces urbanas, y descubrir que la estrella que estás señalando con el dedo en un planisferio es ese punto brillante que deslumbra en el firmamento y que tienes ahí arriba, justo encima de ti. Y también observar los anillos de Saturno por el telescopio. He visto llorar a algunas personas después de contemplarlos.  O ver las cuatro lunas principales de Júpiter rodeando como puntitos brillantes este gigantesco planeta.  Cuando vemos esas cuatro lunas por el telescopio varias noches seguidas comprobamos que van cambiando de posición debido a su órbita, y estamos experimentando lo mismo que Galileo en 1610, cuando fue el primer humano que las vio y se le vino abajo toda su concepción del Universo. Entonces todo el mundo creía que la Tierra era el centro del Universo, y Galileo, al ver la danza orbital de aquellas lunas alrededor de Júpiter, entendió que las cosas eran diferentes a lo que creía, porque no todo giraba alrededor de la Tierra. También había astros que giraban alrededor de otros mundos. Lo meteorológico, como ya he comentado, interesa a todos porque el tiempo nos afecta de una forma u otra, y hay miles de aficionados que miden la lluvia con sus pluviómetros caseros o que anotan diariamente las temperaturas máxima y mínima. Sin embargo, el caso de la astronomía es sorprendente, porque aparentemente, en la vida diaria nos afecta menos que lo meteorológico, y a pesar de ello el número de aficionados es muy superior; hablamos de millones y millones de personas en todo el mundo. Y, como digo, eso de que lo astronómico nos afecta menos es sólo una apariencia, porque si mañana no sale el Sol se acaba todo… Lo que sucede es que no reparamos en su importancia. Pero es determinante: el ser humano es una mota de polvo desde una perspectiva cósmica, porque somos una nimiedad; diminutos organismos que habitan un pequeño planeta que orbita alrededor de una estrella enana perdida en un medio de una galaxia normalita en la que también hay otros 150.000 millones de soles, y esa galaxia, la Vía Láctea,  es una más entre miles de millones de galaxias que, a su vez, forman gigantescos cúmulos y supercúmulos de galaxias. Nuestra grandeza, o nuestro privilegio, consiste en que a pesar de ser esa mota de polvo insignificante podemos observar el universo al que pertenecemos  y ser conscientes de que formamos parte de algo tan increíble.

-Has escrito dos libros El General Invierno y la Batalla de Teruel y El Triángulo de Hielo en los cuales te centras o miras muy de cerca a nuestra tierra, destacando esos picos de frío gélido que, en algunos años más que en otros abrieron brecha.. (Amigo, quien diga que Teruel no existe es que no ha estado en invierno). De todas maneras, ¿qué nos puedes comentar sobre tu experiencia de investigar sobre esos "picos gélidos" en el corazón de la provincia de Teruel?
Me empecé a interesar por el clima de Teruel al descubrir su singularidad. En uno de los primeros libros que leí sobre el clima vi datos que me parecieron increíbles, como los 30 bajo cero que se registraron en 1963 en el observatorio de Calamocha-Fuentes Claras y que constituyen, hoy por hoy, el récord de frío en zonas habitadas de España. Eso me pasó a mediados de los años 80 y me impulsó a investigar y a observar, porque me di cuenta de que merecía la pena al tratarse de una zona de España especialmente interesante por su clima. La provincia de Teruel tiene dos grandes singularidades climáticas: una son sus conocidos fríos y la otra las tormentas, ya que aquí se encuentran los puntos con mayor actividad tormentosa de España. Para los aficionados a la meteorología Teruel es, por ambos motivos, uno de los grandes iconos del clima de España. En mi caso, en lo que concierne a mi experiencia, en los 30 años de observaciones en Torremocha ha habido episodios muy notables, de los cuales el más importante, sin duda, fue el de diciembre de 2001, en el que llegamos a 25 bajo cero. La última semana de aquel año estuvimos bajo cero permanentemente, sin interrupción, con varias noches seguidas en las que se cayó por debajo de los -20 ºC y a mediodía el termómetro no remontaba los 7 u 8 bajo cero. Sí, sí… Siete u 8 bajo cero de máxima. La de 2001 fue la última gran ola de frío comparable a las clásicas de mediados del siglo XX, como las de enero de 1945, febrero de 1956 y las navidades de 1970-71.
vicente-aupí (1).jpg-Teruel en la Guerra Civil fue escenario de varias batallas importantes para el devenir de la contienda… aquel invierno 1937-38 fue, además, de una crudeza sin igual encima de lo cruel que ya es la guerra… Así la batalla de Teruel se convirtió en algo más que en una batalla entre dos bandos. El intensísimo frío fue cruel con los soldados y se cebó con ellos. Cuéntanos un poco al respecto.
Cuando empecé a investigar sobre el tema de la Batalla de Teruel no sabía lo que me iba a encontrar. Me interesaba mucho, pero el temor a que las miserias de la guerra hubiesen generado un mito me hacía dudar. Leas el libro que leas sobre la Guerra Civil Española menciona el asunto del frío al hablar de la Batalla de Teruel, pero nunca encontrabas datos; sólo testimonios, opiniones y cifras contradictorias. Sin embargo, he de decir que El General Invierno y la Batalla de Teruel, pese a ser mi noveno libro, ha supuesto el proyecto más emocionante, hasta el punto de que en algunos momentos no he podido contener las lágrimas cuando lo escribía.  Calculo en el libro que sufrieron congelaciones no menos de 15.000 combatientes de los dos ejércitos. Unos murieron y otros sufrieron la tortura de las amputaciones, en un episodio que supuso un antes y un después para la sanidad militar. La crudeza se resume en que republicanos y nacionales combatían no sólo por la propia guerra, sino también por los postes de madera, que eran uno de los pocos recursos para encender fuego y calentarse. Y las imágenes de los grandes fotógrafos de guerra delatan el alcance de la situación: no hay ninguna otra batalla en la que se vea con tanta reiteración a los soldados con su correspondiente manta, que era más importante que un fusil para salvar la vida. Una de las citas importantes que recojo en mi libro es la de Herbert Matthews al referirse a la Batalla de Teruel:  “Nada en toda esa campaña me impresionó tanto como el increíble mal tiempo en el que se libró la batalla, y estoy seguro de que para los historiadores militares será el aspecto más digno de estudio”. Este testimonio, escrito por uno de los grandes corresponsales internacionales que estuvieron en la Guerra Civil, me causó gran impacto y me convenció definitivamente de que la Batalla de Teruel es uno de los grandes episodios de nuestra historia.

-De todas formas, ¿piensas que aquel invierno, especialmente cruel, fue importante en el devenir final en la batalla de Teruel. O en qué valoras que influyó aquel invierno del 37-38?
Ésa es una de las claves del libro. Inicialmente, mi primer objetivo fue aportar el primer estudio sobre las condiciones meteorológicas tan adversas que se dieron aquel invierno, pero en seguida me di cuenta de que el frío, la nieve y el hielo se convirtieron en el tercer combatiente, influyendo de manera decisiva en algunos de los episodios fundamentales de la Batalla de Teruel. El caso más evidente es el de la nevada de la Nochevieja de 1937, una jornada apocalíptica por numerosos motivos, pero fundamentalmente porque la gran nevada se alió con el Ejército Popular para detener a las tropas de Franco cuando estaban a las puertas de la ciudad, a punto ya de reconquistarla tras el avance republicano de las semanas previas. Ese vínculo entre los hechos de la guerra y los agentes atmosféricos es el que me impulsó a incluir en el libro un apéndice con un diario en el que anoto el parte de guerra y el parte meteorológico, día por día, para que el lector pueda comprobar en detalle lo que cuento. Y esta circunstancia es la que me ha llevado a incluir la Batalla de Teruel en el historial de guerra del General Invierno.  Hay un paralelismo evidente entre lo que sucedió en Teruel y lo que padecieron las tropas napoleónicas en la estepa rusa en el invierno 1812-1813 y en la expulsión de los nazis de Rusia durante la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, la Batalla de Teruel es un caso único en la historia de España.

hqdefault.jpg-Los inviernos, también los veranos han sido cruciales y decisivos en otras contiendas. De sobras es sabido que Rusia no pudo "ser comida" por Napoleón por el frío y la prepotencia y, también, los alemanes se encallaron sucesivamente en los lodazales, las nieves y los gélidos cuando intentaron tomar esas mismas tierras. ¿Qué nos puedes reflexionar?
A Napoleón y a Hitler les fue muy mal en Rusia. El General Invierno se alió con los soldados rusos para echar a los dos invasores, pero en Teruel republicanos y franquistas tuvieron un enemigo común, totalmente inesperado, en el General Invierno. En el libro opino, y lo sigo pensando, que en ninguno de los casos se puede decir que fue el frío fue el único causante que decantó las guerras hacia uno u otro lado, porque las batallas se ganan o se pierden en función de las estrategias, organización, capacidad y preparación militar. Pero es evidente que el frío influyó de manera decisiva, y en el caso del ejército nazi no deja de ser sorprendente que 130 años después Hitler cometiera  en Rusia los mismos errores que Napoleón. En la Batalla de Teruel el destino hizo que uno de los peores inviernos del siglo XX coincidiera casi milimétricamente, desde el 15 de diciembre de 1937 al 22 de febrero de 1938, con los sucesos en el frente. Quizá ésa sea una de las evidencias que mejor explica que los temporales de frío y nieve fueron uno de los factores determinantes, hasta el punto de que pese a favorecer inicialmente a los republicanos, al final la persistencia  de las bajas temperaturas fue demoledora de cara al desgaste final del Ejército Republicano, que ya estaba muy desmoralizado, durante la Maniobra del Alfambra, que permitió a Franco reconquistar la plaza. Por otra parte, además de este análisis, creo que una de las principales aportaciones de mi libro es el estudio de campo sobre las peculiaridades que se dan en la provincia de Teruel en las condiciones extremas de invierno, como las que se dieron durante la batalla. En el ámbito de la meteorología se conoce bien el concepto de la inversión térmica, que es el que explica que a veces haga más frío en los valles, a menor altitud, que en las zonas de montaña. Pero durante la Batalla de Teruel sucedió algo más, y me lo han constatado mis observaciones en Torremocha durante estos 30 años: en las noches más frías de invierno, sobre todo si el suelo está cubierto de nieve, las temperaturas a ras de suelo pueden ser de 5 a 7 grados más bajas que las que se dan a un metro y medio de altura. Eso quiere decir que si a un metro y medio había 20 bajo cero, a ras de suelo pudo haber entre 25 y 27 bajo cero. El problema es que buena parte de las tropas de ambos bandos se vio obligada a pernoctar al raso durante la Batalla de Teruel, y para dormir lo que hacían era tender algún elemento protector, como plásticos, mantas o lonas, y tumbarse sobre ellos para intentar conciliar el sueño. Aunque muchos lo hacían en grupo para darse calor, al tumbarse en el suelo perdían varios grados de temperatura respecto a los gélidos valores que ya se daban, y los que permanecían de pie en las guardias acababan con sus pies congelados. Es decir, que el proceso de inversión térmica que se da en esas condiciones extremas contribuyó de forma evidente a la proliferación de casos de congelación. En fin, un desastre al que también contribuyeron la falta de equipos adecuados y el hambre y la desnutrición.

-¿Crees que en aquellos tiempos, como en los actuales, no se tiene en cuanta como se debería a los fenómenos meteorológicos a la hora de llevar las determinadas gestiones desde un país, esté o no en guerra?
En aquella época no es que no quisieran, sino que no podían. Como cuento en el libro, la Guerra Civil estalló a los pocos años de una de las grandes modernizaciones de la meteorología en todo el mundo gracias al telégrafo, la radio y la aviación. Durante el siglo XX hubo un cambio comparable al que se ha gestado recientemente gracias a internet, porque el telégrafo y la radio permitieron que los observatorios y centros meteorológicos de todo el mundo se comunicaran entre sí muy rápidamente, lo cual supuso un avance extraordinario en la elaboración de mapas y predicciones. Pero esa información, pese a aquel gran avance, estaba mucho más basada en las observaciones que en las predicciones. Es decir, en la difusión de los datos observados de presión atmosférica, condiciones del cielo, temperatura y precipitación. Eso facilitó una mejora en las predicciones, pero aun así eran muy limitadas si las comparamos con las actuales. Hoy, gracias a los satélites, vemos en directo lo que sucede en la atmósfera con una perspectiva planetaria, y eso, además de otros logros extraordinarios como los modelos predictivos, nos permite ver las cosas en tiempo real y acertar, casi al cien por cien, el tiempo que hará mañana. En la Batalla de Teruel, como en muchos otros episodios históricos, saber el tiempo que iba a hacer no era posible más que de manera intuitiva, y eso explica que la nevada del 11 de diciembre de 1937 obligara el Ejército Popular a aplaza cuatro días su ataque a las posiciones franquistas en Teruel. Ninguno de ambos bandos contaba con una buena predicción, no por ineptitud, sino porque en aquella época nadie disponía de los medios para poder realizarlas en ninguna parte del mundo. En cualquier caso, es probable que los republicanos tuviesen mejor información que el bando sublevado, ya que lograron mantener la tutela del Servicio Meteorológico Nacional, que dependía del Gobierno, y además contaron en Barcelona con el apoyo del Servei Meteorològic de Catalunya.

-Volvamos a Teruel. Se asocia a Teruel con tierra de frío. Es verdad, Teruel es una amplia provincia y presenta varios "tipos" de frío. Háblanos de ellos porque no es el mismo frío que hace en los valles, por ejemplo en la cubeta de Mas de las Matas que en, por ejemplo Cantavieja.
En mi libro El Triángulo de Hielo evoco La Brevine, un pequeño pueblo de Suiza al que llaman “la Siberia” de aquel país, porque tiene su récord de frío, con casi 42 grados bajo cero. Lo curioso es que cuando entras por internet en la web oficial de La Brevine te encuentras que presumen de sus fríos, y puedes leer este texto: “Las temperaturas más bajas se alcanzan de madrugada tras una hermosa noche estrellada. Una niebla glacial cubre después el fondo del valle, y los primeros rayos del Sol, la escarcha que cubre los árboles, los techos y el tendido eléctrico, todo, nos dibuja un hermoso cuadro. Los días que siguen a estas noches son fríos pero espléndidos...”. Ellos han sabido sacar la esencia a la belleza de sus paisajes invernales, y es evidente que tenemos un paralelismo en el invierno turolense, en el que el blanco de la nieve y el hielo forma un hermoso contraste con el azul del cielo una mañana típica de enero. Pero, como dices, hay notables contrastes en toda la provincia de Teruel, que es muy palpable entre los valles y las zonas de montaña. Suelo explicar en mis charlas que lo habitual es que por el día haga más frío en las zonas de montaña y de madrugada en los valles, porque el aire frío es más denso y durante las largas noches invernales se va deslizando lentamente hacia los puntos más bajos. Por eso a veces, cuando se dan condiciones de inversión térmica, las mínimas son inferiores en el valle del Jiloca o en el del Alfambra que en zonas altas de Gúdar o de los Montes Universales, aunque en estas dos zonas hay gente estudiando puntos especialmente propensos a los fríos en áreas llanas que también son muy propicias para las inversiones térmicas. Asimismo, en las zonas de montaña nieva más que en los valles, tanto en Montes Universales como en el Maestrazgo, donde la cercanía del Mediterráneo favorece las nevadas porque aporta humedad que se mezcla con el aire frío. Todo esto es así, pero no me canso de repetir que el frío de Teruel se ha mitificado en parte. Poniendo como ejemplo a la capital, es cierto que se trata de la ciudad española en la que más frío hace por la noche en invierno. Pero durante el día las cosas cambian y, en las condiciones normales de un día típico de enero o febrero, tanto la capital como buena parte de la provincia ven subir los termómetros por encima de los 10 o 12 grados, cosa que no consiguen a mediodía en extensas zonas de las mesetas, como bien saben los habitantes de Castilla y León. Burgos, Ávila, Soria y Segovia son más frías de día que Teruel en las condiciones normales de invierno, aunque luego, por la noche, aquí hiela más. Y en gran parte de Teruel y su provincia tenemos más de 2.500 horas de sol al año, un balance comparable al de muchas zonas de la costa mediterránea. Eso también es muy importante. Por tanto, en contra de lo que se piensa mucha gente, el clima invernal de Teruel también tiene su lado benigno, y esos valores tan famosos, de los que hablo en mi libro, que nos han llevado a bajar de los 20 bajo cero y llegar al récord de los -30 en 1963, sólo se dan de vez en cuando, en episodios que suceden cada 10, 15 o 20 años.
Firma-2.jpg-Pero también Teruel es tierra de calor muy, muy intenso y tórrido y eso parece que no se entienda cuando lo hablas. Pero es que hablamos de tierra de contrastes. Lo que a mí parecer lo hace muy, muy atractivo. ¿Qué nos puedes decir?
Es que uno de los factores decisivos es la insolación, que es muy notable. Es el factor fundamental que alimenta los calores estivales y las tormentas del semestre de abril a septiembre. En un día clásico de julio o agosto, el Sol caldea el suelo y el aire que está en contacto con la superficie asciende al calentarse. Pero conforme va subiendo se enfría, y al enfriarse se termina condensando y forma gotitas, que a su vez dan lugar a la formación de las nubes y, si alcanzan el tamaño necesario, acaba lloviendo. Es un fenómeno clásico de todo Teruel en los meses más cálidos, hasta el punto de que si uno mira el balance de precipitación de numerosos observatorios turolenses se dará cuenta de que más de la mitad de la lluvia la aportan las tormentas. Respecto al calor, en el Bajo Aragón, además, hay un elemento muy importante a tener en cuenta, que es su menor altitud, que explica que las temperaturas diurnas de julio y agosto sean claramente más altas en Alcañiz, a menos de 400 metros, que en Teruel, cuya altitud supera los 900. O también que en Valdelinares, Griegos y Bronchales, que están todos por encima de los 1.500 y figuran entre los pueblos más altos de España, haya nevado alguna vez en septiembre, y muchos días de verano, cuando el viento rola a cierzo, ni siquiera se alcancen allí los 20 grados. Son grandes contrastes, como dices, que los suelen marcar la altitud y el relieve. La cercanía del Mediterráneo, que ya he mencionado antes, también influye mucho, especialmente en que tengamos en Gúdar uno de los lugares más tormentosos de España y en que la provincia en general tenga ese carácter tan propenso a los rayos y truenos. Pero esos mismos contrastes climáticos se plasman, a su vez, en la diversidad del paisaje y convierten a Teruel en una de las provincias más espectaculares de España por la riqueza de su patrimonio natural.

-Pero déjame que insista en lo del frío porque es verdad que está ese triángulo del que hablas que ha batido verdaderos records a la baja con lo de las temperaturas ¿Qué condiciones se dan, tanto geográficas como de otro tipo, para que esto se dé. ¿Qué componentes tiene de periodicidad?
Como cuento en El Triángulo de Hielo, para que se baje de los 20 bajo cero hacen falta unas condiciones muy especiales que sólo se dan con cierta periodicidad. Zonas como el Jiloca y el Alfambra son especialmente propensas porque están muy altas, en el entorno de los 900-1.000 metros de altitud, pero al mismo tiempo son llanas y  de horizontes abiertos, lo que favorece las pérdidas de calor por radiación durante las largas noches de diciembre y enero. Pero, tal como cuento en el libro, todos los grandes episodios de frío en los que se han alcanzado mínimas inferiores a los 20 bajo cero exigen siempre los mismos ingredientes: cielo despejado, viento en calma y suelo cubierto de nieve. Cuando esos tres factores confluyen después de una entrada de aire polar con nevadas, es más que probable que en algún lugar de la provincia de Teruel los termómetros caigan por debajo del umbral de los -20. En cambio, si después de esa entrada de aire polar con nevadas el cielo no se despeja o hace viento y la atmósfera no se calma, las condiciones no lo permiten. Esto último es lo más habitual; a veces, simplemente se produce un cambio de viento y tras las nevadas entra una masa de aire cálido de procedencia atlántica que barre todo el aire frío. Pero si se dan esas tres condiciones, puede haber récord o valores muy próximos. Eso es lo que sucedió en diciembre de 2001, en el último de los grandes episodios: después de las nevadas que hubo en la víspera de Nochebuena, el tiempo anticiclónico subsiguiente calmó la atmósfera y despejó el cielo, lo que unido al enfriamiento por el suelo totalmente cubierto de nieve determinó que en Alfambra y Torremocha se alcanzaran los -25 y que Monreal llegara hasta los -22. Con sus matices, las circunstancias fueron similares en los otros episodios clásicos, como los de enero de 1945 y 1946, diciembre de 1963 y las navidades de 1970-71. Pero que nadie piense que esto ocurre todos los inviernos; ni mucho menos. Hablamos de intervalos de 10 a 15 años en promedio.

VICENTE AUPÍ
 Datos biográficos


Nacido en Valencia en 1960, de raíces turolenses. Profesional del periodismo desde 1978 hasta 2008. Autor de 9 libros de divulgación científica. En 1985 crea por su cuenta el Observatorio de Torremocha del Jiloca (Teruel), en el corazón del Polo del Frío del triángulo Teruel-Calamocha-Molina de Aragón, con sus propios telescopios y una estación meteorológica que en el otoño de 2015 ha culminado una serie climatológica de 30 años. Durante todo este tiempo investiga de forma paralela el clima de España y se especializa en divulgación científica y astrofotografía.


RESUMEN DE LA TRAYECTORIA PROFESIONAL COMO PERIODISTA (1978-2008)

-Inicio de las actividades profesionales en 1978 en Radio Popular de Valencia como informador deportivo y, posteriormente, redactor de información general.
-Redactor de Hoja del Lunes de Valencia desde 1983 hasta 1991.
-Redactor del diario Levante-EMV desde 1991 hasta 2008, especializado en las áreas de ciencia, urbanismo y medio ambiente.
-Colaborador de El País Semanal, La Vanguardia, TVE y Canal 9 entre otros medios informativos.


LIBROS PUBLICADOS

-El General Invierno y la Batalla de Teruel. Editorial Dobleuve Comunicación, 2015.
-El Triángulo de Hielo. Estudio Climático del Polo del Frío Español. Editorial Dobleuve Comunicación, 2013 y 2014.
-Guía del clima de España. Ediciones Omega, 2005.
-Guía para exploradores del cielo. Ediciones Omega, 2003.
-Los enigmas del Cosmos. Editorial Planeta, 2001.
-Fotografiar el cielo. Editorial Planeta, 1999 y 2006.
-Atlas del firmamento. Editorial Planeta, 1998 y 2007.
-Biografía de Santiago Grisolía. Universidad politécnica de Valencia, 1998.
-Biografía de Eduardo Primo Yúfera. Universidad Politécnica de Valencia, 1994.


PREMIOS

—Premio de Periodismo sobre Difusión de la Investigación de la Universidad de Valencia (1990 y 1992).
—Premio de Periodismo de la Universidad Politécnica de Valencia (1992).
—Dos premios del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) por un reportaje y fotografía del cometa Hyakutake (1996).
—Premio al libro de divulgación científica mejor ilustrado, concedido al Atlas del firmamento por la Casa de las Ciencias de La Coruña (1999).
EXPOSICIONES FOTOGRÁFICAS

-Exposición de astrofotografía de la Asociación Valenciana de Astronomía. L’Hemisfèric, Valencia, 2001. (Colectiva).
-Estrellas y Borrascas. Ayuntamiento de Torremocha (Teruel), agosto 2009. (Individual).
-Estrellas y Borrascas. Fundación Teruel Siglo XXI, Teruel, invierno 2009-2010. (Individual).
-Memorias del Halley. El Pecado de Eva, Teruel, otoño 2011. (Individual)
-Punto Photo, Teruel, verano 2012. (Colectiva).
-Librería Railowsky, Valencia, invierno 2014-2015. (Colectiva).


ASOCIACIONISMO Y OTRAS ACTIVIDADES

-Colaborador de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) (actualmente)
-Miembro de la Sociedad Española de Astronomía (SEA) y la Asociación Meteorológica Española (AME) (actualmente).
-Miembro de la Escuela Documentalista de Astrofotografía (DSA) (actualmente).
-Colaborador de The World at Night (TWAN): www.twanight.org
-Presidente del Grupo Astronómico Apex (1985-1995).



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El General Invierno y la Batalla de Teruel. Vicente Aupí. Prólogo de Ramón Buckley
256 páginas       17 x 24 cms.
22,50 euros
Dobleuve


115 fotografías, 16 tablas, 8 mapas de reanálisis meteorológico, 11 mapas históricos.
- Cronología histórico-meteorológica de la Batalla de Teruel día por día


El General Invierno y la Batalla de Teruel es el primer libro sobre el impacto de los temporales de frío y nieve en este decisivo episodio de la Guerra Civil Española, en el que más de 15.000 combatientes padecieron congelaciones que llevaron a la muerte en unos casos y a traumáticas amputaciones en otros, con un balance de bajas equiparable al causado por las balas y las bombas. La Batalla de Teruel es un caso único en la historia de España, ya que por la magnitud de sus fríos pertenece a las guerras del General Invierno, la imaginaria figura que se hizo leyenda en Europa al expulsar a Napoleón y Hitler de Rusia y al actuar como implacable juez en algunas de las más grandes batallas, como las de la Gran Guerra del Norte y el gran asalto de la Caballería Francesa a la Armada Holandesa.

Como otros capítulos de la contienda española, el de Teruel ha sido objeto de análisis en libros históricos y militares, pero sorprendentemente faltaba su estudio fundamental: el de las condiciones meteorológicas del crudísimo invierno 1937-1938, durante el cual se combatió a temperaturas inferiores a los -20 ºC y el campo de batalla estuvo continuamente inmerso en oleadas de aire polar. El lector encontrará aquí la revelación del gran paralelismo entre los hechos históricos de la guerra y los fenómenos atmosféricos, que tuvieron un papel determinante en el desarrollo y desenlace de la batalla, ya que los dos ejércitos mandaron sus filas a Teruel sin tener en cuenta la crudeza del invierno. Asimismo, los estudios de campo realizados por el autor para esta obra aportan luz sobre algunas de las causas que pueden explicar la gran incidencia de las congelaciones merced a procesos meteorológicos como el de la inversión térmica, de consecuencias devastadoras para las tropas que se vieron obligadas a pernoctar en el frente a cielo abierto.

Las Brigadas Internacionales llamaron a Teruel "el Polo Norte", mientras que corresponsales como Herbert Lionel Matthews, de The New York Times, escribieron que nada les impresionó tanto como el mal tiempo en el que se libró la batalla. Además de los datos meteorológicos, el lector encontrará en estas páginas la crónica humana de quienes padecieron el atroz invierno que acompañó el acto central de la Guerra Civil Española, con un relato ilustrado por una gran colección de imágenes de algunos de los grandes fotógrafos que se dieron cita en el Frente de Teruel, como Robert Capa, Harry Randall, Walter Reuter, Kati Horna, Agustí Centelles y Luis Vidal Corella, entre otros. Sus fotos han sido cedidas para esta obra por instituciones como la Biblioteca Nacional, el Centro Documental de la Memoria Histórica y la Universidad de Nueva.