dilluns, 17 de juliol del 2017

17 de julio. En el 81 aniversario del alzamiento del ejército traidor, un recuerdo al Capitán Virgilio Leret, primer oficial asesinado por las tropas rebeldes.



www.agenciafebus.net El escritor, investigador y Presidente de la Agencia Febus Juan Manuel Menéndez condena el 17 de julio de 1936 y la dictadura franquista...
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http://represaliados.blogspot.com.es/2013/03/e001-virgilio-leret-ruiz.html

El soldado aquí llamado Julio Eduardo Sánchez se llamaba Eduardo Sánchez Lázaro. Era mi tío. Era soldado a las órdenes de Leret.

lunes, 11 de marzo de 2013


E001: LERET Ruiz, Virgilio

VIRGILIO LERET RUIZ
Pamplona, 23 de agosto de 1902 - Melilla, 18 de julio de 1936
Causa de la muerte: asesinado (fusilado). Paradero: desconocido
Virgilio Leret Ruiz
Virgilio Leret Ruiz
Virgilio nace el 23 de agosto de 1902 en Pamplona (Navarra) en el seno de una familia aún no numerosa. Es el tercer hijo que tiene María Luisa Ruíz Ramírez, oriunda de La Habana y casada con Carlos Leret Úbeda, también nacido en la isla y militar que, tras la independencia de Cuba en 1898, se traslada a la península donde profesará como oficial del Ejército destinado en Pamplona durante catorce años. Virgilio tuvo siete hermanos: Carlos, Teresa, Luisa, Guillermo, Isabel, Gabriel y Sofía.

Desde muy pequeño, cuatro años, el pequeño Virgilio acudió a las escuelas que los hermanos Maristas tenían en la ciudad de Pamplona(1). Al finalizar Tercero de Bachillerato, siguiendo los pasos de su padre, se presenta para el ingreso en la Academia de Infantería de Toledo, obteniendo plaza de alumno por Real Orden de 3 de agosto de 1917 firmada por el entonces Ministro de la Guerra, el general Fernando Primo de Rivera y Sobremonte, siendo Presidente Eduardo Dato. Seis días después de cumplir los quince años, Virgilio ingresa con el número 62 de un total de 253.

El 28 de octubre de ese mismo año, 1917, jura fidelidad ante la bandera y el coronel director de la academia, Enrique Marzo Balaguer, que lo fue desde 1914 a 1918.

En 1918, firmado por Luis Riera, se lista a Virgilio como aspirantes a una pensión de 1,50 pesetas al día(2).

El cadete Leret es promovido a alférez de Infantería por Real Orden con fecha del 8 de julio de 1920, estando firmada por el entonces Ministro de Guerra, Luis de Marichalar y Monreal, VII vizconde de Eza y IV marqués de Ciria, cuando curiosamente volvía a ser Presidente del Consejo de Ministros Eduardo Dato. Virgilio obtendría el número 91 de los 284 que finalizaron la carrera junto a él.

Poco tiempo después, el 26 de julio de 1920, recibe su primer destino: el Regimiento de Infantería Serrallo nº 69. Se incorpora al mismo, en Ceuta, el 20 de agosto. El 2 de septiembre marcha a Kudia Federico (nombrada en la prensa española como Cudia Federico) que es donde se concentraba su compañía para volver a Ceuta diez días después. El 15 de septiembre parte su batallón para Laucien al oeste de Tetuán. El día 20 de ese mismo mes su batallón se une a la columna mandada por el general Felipe Navarro, que a su vez estaba a las órdenes de su padre, en ese momento teniente coronel Carlos Leret. Participa en la acciones que van ocupando los poblados de la Kabila de Beni Ider, zoco el Arba (Beni Asan), Tazarut y Dar Acoba (ambas en la Kabila de Ajmas). El 14 de octubre su columna participa en la toma de Xauen, de la región de Yebala. El 2 de noviembre regresan a Tetuán y el 7 de enero de 1921 a Ceuta, donde quedará su compañía como guarnición.

Es seguramente el momento que cambió su destino dentro de su carrera militar cuando el 28 de mayo de 1921 es destacado con su sección al Campamento de Aviación de Sania Ramel, primero que se construyó en el Protectorado Español de Marruecos, al noreste de Tetuán. Su estancia allí se prolongó durante tres meses.
Aeropuerto de Sania Ramel, cercano a Tetuán (Marruecos)
Virgilio estará bajo las órdenes directas de Carlos Leret, su padre, hasta finales de 1921.

Al año siguiente, 1922, entre el mes de mayo y de junio, el alférez Leret junto a la compañía a la que pertenece protege la realización de una pista de vuelo en Arcila o Arzila (Sahel) que servirá para la aviación militar. El 21 de junio es considerado apto para ser ascendido a teniente de Infantería, haciéndose efectivo el 8 de julio, gracias a la Real Orden de 22 de julio de 1922. Se le destina al Batallón de Cazadores de Montaña Barcelona número 3(3). Después sería destinado al número 1 como guarnición del Castillo de Montjuich (Montjuïc); aunque está destacado en Larache (Kabilas de Jolot y Tilig), enclavada en la región de Utzien donde se encontraba el aeródromo de Auamara. En estas fechas es cuando conocerá a la que será su esposa Carlota O'Neill de Lamo(4). El 27 de septiembre se publica la Real Orden en la que se le nombra como alumno de la Escuela Central de Gimnasia, en Toledo, cuya duración se prolongaría hasta final de año(5).

Según la Real Orden del 11 de febrero de 1924 son nombrados los alumnos de la 22ª promoción de pilotos de aeroplanos(6). Ya en la Escuela de Pilotos de Albacete debe ausentarse por necesidades del servicio(7), pues se debe reunir a la mayor brevedad posible a su batallón en el frente de Marruecos. Lo hace el 10 de ese mismo mes en Larache. Vive las acciones de protección de la retirada de Xauen que se inicia el 4 de noviembre. finalizando las operaciones el 12 de diciembre.

Corre 1925, el 7 de enero es destinado a la plana mayor del Batallón de Montaña Barcelona 1º de Cazadores(8). Por Real Orden con fecha del 31 de agosto se le destina al Regimiento de Infantería de Sevilla nº 33, 2º Batallón, que estaba destacado en Cartagena (Murcia), incorporándose el 16 de septiembre. Se desplaza a Madrid, el 27 de septiembre(9), para ser sometido a un reconocimiento médico en el aeródromo de Cuatro Vientos, para poder valorar su aptitud y formarse como observador de aeroplano(10). El 10 de noviembre(11) se listan los alumnos de la 30ª promoción de observadores de aeroplanos. Hay que tener en cuenta que un observador de aeroplano hacía labores de toma de datos, fotografías, croquis y, posteriormente, usando una ametralladora o lanzando bombas(12).

El coronel de la Aviación Militar de Cuatro Vientos le destina, con fecha del 5 de marzo, de 1926 al aeródromo de Los Alcázares (Murcia) para que siguiera allí el curso.
Patio del Antiguo Hospital Militar de Marina de Cartagena (Murcia)
El 10 de marzo es ingresado en el Hospital Militar de Marina de Cartagena (Murcia)  por una accidente de aviación, donde permanecerá hasta el 3 de abril de 1926, recuperación que seguirá en su domicilio hasta el 9 de ese mismo mes. Consigue el carnet que le acredita como observador de aeroplano el 16 de junio, firmado por el Director General de Aeronáutica, Alfredo Kindelán Duany.

De vuelta en Larache, comienza su andadura como observador en los últimos días del mes de mayo en vuelos de reconocimiento del frente, y posterior bombardeo de los poblados de la zona de Xauen. El 10 de agosto se conquista de nuevo. El resto del año se suceden las horas de vuelo y acciones del teniente Leret, Kabilas de Ajmas, Beni Aros, Beni Ider y Beni Gorfet. El 26 de noviembre se ve obligado a tomar tierra por avería en el motor cerca de Tassenit (Kabila de Beni Aros).

En 1927 comienza para Virgilio con un nuevo destino, el 5º Grupo Expedicionario del Aeródromo de Larache; pero poco tiempo después contrae fiebres palúdicas que le mantendrán en el Hospital Militar de Larache entre el 25 de febrero y el 23 de marzo. Lo que resta de mes de marzo, mayo y junio se le concede una licencia por enfermedad que disfrutará en la península.
Virgilio posando junto a un avión
Una Orden de la Jefatura de Aviación con fecha de 4 de mayo le conmina a incorporarse a la Escuela Elemental de Pilotos de Alcalá de Henares (Madrid), lo hace efectiva el 1 de julio. Las buenas noticias se suceden, por Real Orden de 22 de julio, se le declara apto para ser ascendido a capitán de Infantería, haciéndose efectiva con fecha anterior del 8 de ese mismo mes.

Termina las pruebas de piloto de primera categoría en la Escuela de Alcalá y por Orden de Jefatura se le manda a la Escuela de Instrucción o Transformación de Guadalajara (enseñanza avanzada).

El 9 de octubre de 1927 se le firma el carnet, con el número 660, que le acredita como piloto civil de aeroplano, expedido por el Real Aeroclub de España, integrado en la Federación Aeronáutica Internacional (FAI).

Se le clasifica en la Escala del Servicio de Aviación, con la categoría de oficial aviador(13) por Real Orden de 23 de enero de 1928. El 20 de enero es destinado provisionalmente al Grupo de Reconocimiento nº 21 de la Escuela de Madrid con base en Getafe (Madrid). Pasa a ser destinado, por Orden de Jefatura Superior de Aeronáutica con fecha del 19 de febrero, a la Escuadra de Instrucción de Cuatro Vientos (Madrid). El 22 pasa al Grupo de Reconocimiento nº 24 de la Escuadra de Instrucción del mismo aeropuerto. El 7 de abril se publica la Real Orden  donde se le nombra piloto militar de aeroplano, siendo reconocido como tal desde el 18 de enero de 1928(14).

Se disuelve la Escuadra de Instrucción y en una Orden de Jefatura de Aviación con fecha de 15 de septiembre, se le destina de forma interina a dicha Jefatura de Aviación, volando con el Grupo de Instrucción de Getafe (Madrid). Existe una Real Orden manuscrita, con fecha del 16 de noviembre de 1928, en la cual se le concede licencia para que contraiga matrimonio.

Familia Leret O'Neill
El 18 de enero de 1929 se firma la Orden de Jefatura de Superior de Aeronáutica en la que se le destina a la Escuadra Madrid, cuya base es el aeródromo de Getafe, dentro del Grupo de Reconocimiento nº 31. El 10 de febrero contrae matrimonio católico con Carlota O'Neill de Lamo y oficiado en Madrid. A finales de este año 1929, nace su segunda hija, Carlota Leret O'Neill(15).

Obtiene el título de Ingeniero Libre Mecánico Electricista(16). Se matricula en la Internacional Institución Electrotécnica, con sede oficial en Barcelona, obteniendo el título por correspondencia de ingeniero mecánico electricista, con una calificación de 21 (entre 21 y 25 se consideraba excelente, mientras que entre 16 y 20 era notable).

En 1930 sigue ejercitándose en prácticas de tiro y bombardeo en los campos de aviación de Los Alcázares (Murcia), Orihuela (Alacant-Alicante), Teruel y Tárrega (Lleida-Lérida). Meses de tranquilidad que le permiten escribir artículos técnicos y novelas bajo el pseudónimo de El Caballero del Azul. Con dicho alias se registra en el Registro de la Propiedad Intelectual con el número 38.893, el 25 de marzo de 1930. Editará la novela Ismael el Cóndor, que versa sobre los aviones y una población marroquí dominada por España. Crea también la editorial Magreb, publicando otro libro titulado Historia biográfica de Nova-Aquila, en el que refleja inquietudes sobre la sociedad en la que vive y el sistema que domina a esta(17).

Tras el fallido alzamiento a favor de la instauración de la República el 12 de diciembre de 1930 en Jaca, Gonzalo Queipo de Llano, Ramón Franco e Ignacio Hidalgo de Cisneros encabezaron la sublevación acaecida el 15 de diciembre en el aeródromo de Cuatro Vientos (Madrid). Cogieron tres aviones, con la intención de bombardear el Palacio Real, cosa que no culminó; pero sí que lanzaron panfletos sobre Madrid. Desde la jefatura de la base de Getafe (Madrid) se pide a los pilotos que persigan a los sublevados en favor de la proclamación de la República. Leret y otros once pilotos se niegan a obedecer la orden(18) permitiendo a los tres pilotos huir a Portugal tras comprobar el fracaso de la sublevación.

El 19 de diciembre de 1930, Leret, es encarcelado, por sedición, en San Francisco de Madrid con motivo de los sucesos acaecidos en el aeródromo de Getafe el 15 de ese mismo mes. A finales de diciembre es dado de baja en el servicio activo. Podrá usar el emblema cobrando el 20% de su sueldo durante dos años(19).

El 7 de febrero de 1931 se le concede el traslado de residencia a la 3ª Región Militar (Barcelona). El 14 de abril cambia las tornas y el destino de Virgilio, proclamada la República es amnistiado pasando a situación de activo por Orden del 18 de abril, en el Servicio de Aviación(20). El 25 de abril promete fidelidad y adhesión a la República, al día siguiente comienza su actividad de nuevo en el aeródromo de Getafe (Madrid). Merced al Decreto con fecha de 31 de mayo, el capitán general de la 1ª Región Militar (Madrid) dicta sobreseimiento definitivo de la causa declarando nula la responsabilidad en consecuencia de lo previsto en el artículo 536 del Código de Justicia Militar, con respecto a los hechos acaecidos en la sublevación de diciembre de 1930. El Servicio de Aviación se reorganiza y se le destina a la Escuadra nº 3 que tiene base en Barcelona(21).

El 31 de marzo de 1932, recibe orden comunicada de nuevo destino, esta vez vuelta a Madrid, a la Escuadra nº 1, cuya base es el aeródromo de Getafe, dentro del grupo 31. El 21 de mayo se le destina a las fuerzas de África, incorporándose el 22 de junio a la base de El Atalayón (Melilla)(22).

El 9 de agosto de 1932, recibe un telegrama del general José Sanjurjo Sacanell con el siguiente texto "Según conversaciones anteriores, mañana contamos contigo". Leret le contesta de forma inmediata al general y al Ministerio de la Guerra en lo siguientes términos: "Ante requerimiento del general Sanjurjo ofrezco con mi tropa adhesión al Gobierno Constitucional. ¡Viva la República! El Atalayón, Melilla, 9 de agosto de 1932". Posteriormente se hizo tocar la sirena de la base de hidroaviones para dar cuenta de la información a oficiales, suboficiales y tropa(23).

El 29 de octubre se firma escrito por el jefe de Aviación donde se informa a Virgilio que, el Ministro de Guerra, Manuel Azaña Díaz, por orden comunicada del 26 de octubre, felicita al capitán Leret al distinguirse en el cumplimiento de su deber y por su fidelidad demostrada a la República, con motivo de las sublevaciones acaecidas en los días 10 y 11 de agosto 1932 por los generales Fernández Pérez en Madrid y José Sanjurjo en Sevilla.

En uno de los vuelos que le llevaban de Larache a Ceuta sufre una avería en el motor que le obliga a aterrizar en Tánger. Reparada la avería de agua del motor parte a Ceuta en el mismo día. Recibe comunicación de que debe asistir a un curso de pilotos de hidroaviones, por Orden con fecha del 21 de noviembre, que se celebrará en la base de Los Alcázares (Murcia) entre los días 30 de noviembre de 1932 y 28 de febrero de 1933. Terminado el curso se incorpora de nuevo a su destino en la base de hidroaviones de El Atalayón (Melilla).

Base de Hidroaviones de El Atalayón (Melilla)
Por Orden de la Jefatura de Aviación con fecha del 22 de diciembre de 1933 se le insta a asistir al curso de Navegación Aérea que terminará con aprovechamiento, según se recoge en la Orden de la misma jefatura con fecha del 12 de junio de 1934.

Consta en su expediente que cumpliendo el Decreto de 19 de junio de 1934, hace constar que no pertenece a ningún partido político ni sindicato alguno.

El 26 de junio, vuela a Los Alcázares (Murcia) para incorporarse al grupo de hidroaviones que realizará una vuelta a España que dará comienzo el 30 de ese mismo mes y que terminaría el 16 de julio otra vez de vuelta en Los Alcázares.

Leret escucha una carta leída en la radio en la que un legionario vierte opiniones políticas contraviniendo el decreto del 19 de julio de 1934, en el cual se prohibía a los militares realizar manifestación de ideología política alguna o pertenecer a partidos políticos, diciendo"mientras exista la Legión el comunismo no entrará en España" en alusión a la rebelión de octubre en Asturias. Tras esto Virgilio escribe una carta a su superior, Manuel Romerales a la postre general jefe de la Circunscripción Oriental del Protectorado, preguntando si se había derogado el decreto de no pertenencia(24). Se le incoa expediente por el cual se le condena a dos meses y un día de arresto por realizar un escrito declarado improcedente. En el Consejo de Guerra se pedía cadena perpetua con treinta años de presidio(25) (26).

El 2 de noviembre de 1934 inicia el arresto impuesto en la fortaleza de El Hacho (Ceuta). El expediente judicial lo abre su superior Romerales Quintero(27). Tras esto el general Agustín Gómez Morato le condena otro mes por sus actuaciones en la sublevación conocida como "sanjurjada", hechos ocurridos en 1932, asunto explicado en párrafos anteriores(28).

Motor Turbocompresor de Reacción Continua de Leret
El 1 de febrero de 1935 sale finalmente del calabozo. Este 1935 es el año de su invento. El 28 de marzo se solicita la concesión de la patente del "turbocompresor de reacción continua, como propulsor de aviones, y en general de toda clase de vehículos". El 2 de julio, con el número de expediente 137.729, se le concede la patente de invención.

Virgilio es destinado al Regimiento Baleares nº 39, causando alta en el Arma de Aviación como agregado. Este despacho está firmado por José Miaja Menant según se puede leer en el Diario Oficial nº 46 de 25 de febrero de 1936(29). Pasará a ser destinado a la base de hidroaviones de El Atalayón (Melilla) según reza en el Diario Oficial nº 56 de 7 de marzo de 1936. En el Diario Oficial número 99, de 29 de abril, pasa a ser integrado en la Escuela de Mecánicos de Aviación en Cuatro Vientos (Madrid) como profesor de plantilla(30).

A mediados de junio de 1936 se inicia la construcción de un modelo experimental de su motor, con la intención de probarlo y evaluarlo en los talleres de la Hispano-Suiza. El plan de trabajo preveía las primeras pruebas de vuelo en el mes de septiembre lo que significaba además, la construcción de un modelo aeronáutico mucho más aerodinámico.

No se tiene constancia de cuál era la Orden por la cual Virgilio tenía como destino la base de hidroaviones de El Atalayón donde finalmente encontraría una vil e inmerecida muerte(31). La base se encontraba en aquellas fechas de julio tranquila y con la mayoría del personal fuera de servicio, los motores, por orden ministerial, estaban desmontados. El capitán Leret disfruta junto a su familia de la comodidad de un buque-draga fondeado en la Mar Chica (Melilla) que pertenecía a la Aviación.

El ataque a la base lo realiza el 2º Escuadrón Tabor de Caballería de Regulares. Del bando rebelde morirán un sargento y un soldado marroquíes (los primeros muertos de lo que se convertiría en Guerra Civil). Ante la resistencia que ofrecen los sitiados el 2º Tabor de Infantería de Regulares, cuyo comandante es Mohamed ben Mizzian, interrumpe su marcha a Melilla para cooperar en el asalto; pero tras tres horas de lucha y agotadas las municiones el capitán Leret decide rendirse asumiendo toda la responsabilidad de la defensa.

El historiador Enrique Caballero Calderón(32) realiza una descripción detallada de los sucesos acaecidos en aquellas primeras horas del Golpe de Estado(33):

«El día está nublado, y transcurre tranquilo. los trabajos de mantenimiento de las aeronaves, Dornier Wal, van demasiado lentos, por lo tanto los hidroaviones permancen parados, a la espera de que se le sustituyan los motores Lorraine de 450 CV, por los fabricados en la casa Elizalde de Barcelona. Cambio motivado por una grave avería en el reductor de la hélice, que ha obligado a la autoridad aeronáutica a la paralización de las aeronaves, por el peligro que representa para el vuelo. La plantilla de personal se encuentra muy mermada en su número, debido a encontrarse de vacaciones parte de su personal, aún así, están en la Base, unos 102 hombres, entre civiles y militares.»

»En el reloj del centro de comunicaciones de la Base, marca las 16:45 cuando la radio de emergencia emite la voz nerviosa y angustiada del Sargento, Gregorio Gómez Limón, encargado de las comunicaciones, en el aeródromo militar de Tauima, Base Aérea situada en la carretera que va desde la Villa de Nador, a la población que da nombre al aeródromo, "La sublevación de los facciosos (salvadores para otros) se está produciendo... Oficiales de Regulares al mando de soldados de la mehala, están ocupando la Base... ¡¡¡necesitamos ayuda!!!»

»El receptor del mensaje, alerta al Oficial de Guardia, el Alférez, Luis Calvo Calavia, que ve entrar, en ese momento, a su compañero, el también Alférez, Armando González Corral, con la cara desencajada y el pelo desaliñado, causado lo primero , por la preocupación que le atenaza y los segundo, por velocidad del coche (sic), con el que había viajado desde Melilla, tras entrevistarse con el Delegado Gubernativo, Jaime Fernández Gil. Se han levantado contra la República, nos van a atacar, gritaba con la voz entrecortada por la excitación, los Regulares, los Regulares y la legión, han sido.»

»El jefe de la guardia acciona la sirena, su agudo e incesante sonido alerta a todo el personal, incluido al Jefe de la Zona Oriental de las Fuerzas Aéreas de África, el Capitán, Virgilio Leret Ruiz, que se encuentra en ese momento, en los aledaños del poblado que hay junto a la misma, paseando con su mujer y su hija (sic), hacia él se dirigen con premura algunos miembros del personal bajo su mando, que le ponen al corriente de lo que está sucediendo. Las mujeres recogen apresuradas a los niños, para llevarlos a la débil seguridad de sus casas, el miedo inunda el ambiente.»

»El Capitán Leret lleva corriendo a su mujer, Carlota O'Neill Lamo (sic) y a sus hijas, Mariela y Carlota, al barco donde residen temporalmente y tras cambiarse de calzado, coge su gorra de Oficial y su arma reglamentaria, un revolver (sic) y se dirige apresuradamente en dirección a las rampas de botadura de los hidroaviones. En el corto trayecto de vuelta, que recorre a bordo de una barca de remos, comienza a recibir disparos, que provienen de la carretera principal, cota desde la que se domina la ensenada y el recinto militar. Preocupado se pone de pie y le ruega a su mujer, que le observa, desde la cubierta del barco, paralizada por el miedo a perderle... ¡¡¡vete, vete abajo... Carlota vete, baja..., palabras desesperadas que Carlota, no quería obedecer, hasta que entonces gritó... ¡¡¡Por las hijas!!!, grito que se convertiría para ella en su último deseo, y que serían las últimas, a las que Carlota respondió bajando al camarote.»

»A su llegada a tierra se une a los que le esperan, dando ordenes (sic) a diestro y siniestro, con los brazos extendidos, mientras se dirige hacia la entrada principal. Las noticias que le transmiten, sus subordinados y amigos, no son buenas, el ataque inicial lo ha llevado acabo la caballería mora, que con gran rapidez se ha aproximado al muro perimetral, por la zona Este, apostándose tras la vía del ferrocarril.» »La escasa guardia que custodia habitualmente la base (8 soldados y un Cabo), han estado batidos por fuego de ametralladoras pesadas, viéndose obligados a abandonar los torreones y a retroceder hacia el interior, lo que han aprovechado los atacantes para pegarse al muro, procediendo a usar las troneras como puntos donde apostarse, para disparar hacia el interior del recinto, tal y como habían previsto en los planes de asalto.»

»Lo sitiados disparan desde las escasas ventanas de los edificios situados al Sur y que forman parte del muro, pero reciben un tupido fuego desde la carretera, que es´ta en lo alto de la ladera del monte, como cobertura al avance de los sitiadores.»

»Los resultados son desastrosos, pues obligan a los defensores a situarse en una pequeña superficie, en torno al pabellón de oficiales, quedando batida por las balas el acceso al arsenal, y por lo tanto sin suministros de munición. El número de fuerzas atacantes es muy superior, muy preparadas para el combate, muy fogueadas, con mucha precisión y gran capacidad de tiro. Después de casi dos horas de intercambio de disparos y de lucha calle a calle, los sitiados, que no habían sido hechos prisioneros, se encuentran parapetados en el edificio de dos plantas que sirve de alojamiento para Oficiales, disparando sus armas, por las ventanas que dan a la calle principal del aeródromo, hasta que la munición se les acaba, es en ese momento cuando el Capitán Leret, sale al exterior y arrojando su arma al suelo rinde la posición, asumiendo para sí toda la responsabilidad.»
La fecha de su muerte no está clara debido a diversas versiones de lo sucedido.

a) Hay una versión que circuló por Melilla y que su esposa escribió en su libro de memorias Una mujer en la guerra de España (en el libro se consignó la fecha del 22 de julio)Leret sería encarcelado junto a los alféreces de aviación Armando González y Luis Calvo en el fuerte de Rostrogordo y fusilado el 23 de julio en el mismo momento que lo fue el capitán Luis Casado Escudero. Existe el sumario de un juicio con contradicciones en las fechas y sin nombrar quién fue el Fiscal ni el Abogado Defensor que asistía al capitán Leret, con sentencia fechada el 23 de julio de 1936.
Virgilio Leret Ruiz
b) En el Archivo Histórico del Ejército del Aire (AHEA) existen en su expediente dos documentos sobre la muerte de Virgilio. El primero de ellos versa sobre el hallazgo de los cadáveres del capitán y dos alféreces: Armando González Corral y Luis Calvo Calavia. El otro documento es un informe de un teniente de ingenieros Hermenegildo Gómez Fabián evadido del bando rebelde, en el que se lee "El Capitán Leret fue pasado por las armas al amanecer del 18 de julio, semidesnudo y con un brazo roto (...) El suboficial Armando fue pasado por las armas momentos después de haber sido retirado el cadáver del Capitán Leret (...) Ambos fueron enterrados en la fosa común (...)".

Apoya esta tesis el relato que el soldado Julio Eduardo Sánchez realiza de las primeras horas del golpe de Estado. Sánchez, como muchos de sus compañeros estaba disfrutando de un permiso, él junto a sus padres que regentaban un bar de la ciudad de Melilla. Recibe la orden de incorporarse a su guarnición a la que llegaría en bicicleta a media mañana del 18 de julio "La carretera estaba sembrada de muertos", explicaba a su mujer años después. La base, según cuenta, estaba tomada por tropas de Regulares. Ve a su mejor amigo, en la zona de hangares, en un rincón, sentado en el suelo llorando y muy perturbado le dice a Eduardo: "Acabamos de matar al capitán Leret" (34) (35).

En el Diario Oficial nº 228, con fecha del 4 de noviembre de 1936, se le promueve a comandante de Infantería con carácter póstumo 'por su lealtad y adhesión al Régimen han quedado bien probados', está firmada por el entonces Ministro de la Guerra y Presidente a la vez de la República, Largo Caballero.

CONDECORACIONES

1921 - Medalla Militar de Marruecos con el pasador de Tetuán.
1922 - Cruz de Primera Clase del Mérito Militar con distintivo rojo.
1925 - Medalla del Homenaje.
1927 - Cruz de Primera Clase del Mérito Militar con distintivo rojo, en atención a los méritos que contrajo en la zona del Protectorado de España en Marruecos en el tiempo comprendido entre el 1 de octubre de 1925 y el 30 de septiembre de 1926(36).
1929 - Cruz de Primera Clase del Mérito Militar con distintivo rojo.
1933 - Medalla conmemorativa de Campaña con el pasador de Marruecos.
NOTAS

(1) Curiosamente uno de los domicilios de los Maristas en Pamplona fue la calle Eslava, número 1, la misma calle donde vivía la familia Leret Ruiz. Poco tiempo después se trasladarían al paseo Sarasate y no sería la última mudanza que viviera Virgilio siendo su alumno.

(2) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 136, del jueves 20 de junio de 1918.

(3) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 290, del jueves 28 de diciembre de 1922. El documento trata, dentro de la Sección de Infantería, de la lista de destinos firmada por Niceto Alcalá-Zamora, con fecha del 27 de diciembre de 1922. Virgilio pasa del Regimiento Serrallo, 69, al Batallón de Cazadores de Montaña Plasencia, 4.

(4) OLIVEIRA Lizarribar, Ana. Documental sobre Virgilio Leret Ruiz. Web: www.foroporlamemoriaragon.org. 16 de marzo de 2011.

(5) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 48, miércoles 27 de febrero de 1924. Donde causa baja, con fecha del 25 de febrero de 1924, por haber manifestado deseos preferentes de seguir el curso de piloto de aeroplano para el que fue designado.

(7) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 193, del martes 1 de septiembre de 1925. Sección de Infantería, Destinos. Circular en la que se relacionan los jefes y oficiales de Infantería que se deben incorporar con urgencia a sus destinos en África, con fecha de 31 de agosto de 1925. Pasa así del Batallón de Montala Barcelona, 1; al Regimiento Sevilla, 33.

(8) En 1924 este es el nombre que tenía, según se lee en Historial del Batallón de Cazadores de Montaña "Barcelona" IV/62. Web: www.ejercito.mde.es.

(9) Según Antonio Cruz González, autor del libro Virgilio Leret: Una vida al servicio de la República, editado por El Viejo Topo, en 2012, escribe en algunos de sus artículos que fue derribado en el desembarco de Alhucemas, y que tras 24 horas de estar andado tras las líneas enemigas llegó a suelo francés. Este punto, me temo, es del todo imposible si damos por cierta la información referida a Virgilio en su expediente militar en el cual se le insta a acudir a realizar un reconocimiento médico el 27 de septiembre de 1925 para poder formarse como observador de aeroplano. El desembarco de Alhucemas fue el 8 de septiembre de 1925, no podía por tanto pilotar un avión ni siquiera como observador de aeroplano.
(10) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 36. Circular de la Sección de Aeronáutica en la que se nombran los candidatos para realizar el curso de pilotos de aeroplano, con fecha de 11 de febrero de 1924. En ese momento Vigilio aparece como perteneciente al Batallón de Montaña Barcelona, 3º de Cazadores y Escuela de Gimnasia.

(11) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 250, del martes 10 de noviembre de 1925. Circular de la Sección de Aeronáutica donde se nombran los alumnos del curso de observadores. Firmado por el duque de Tetuán, Juan O'Donnell y Vargas, Ministro de la Guerra. Virgilio, teniente de Infantería, pertenece al Regimiento de Sevilla, 33.

(12) Anónimo. Avro 504. Web: www.aeropinakes.com. Impreso el 26 de febrero de 2013.
(13) Diario Oficial del Ministerio de la guerra, número 8, del miércoles 11 de enero de 1928. En él se le nombra como oficial aviador.

(14) En esta época el Ministro de la Guerra era Juan O'Donnell y Vargas durante la Dictadura de Miguel Primo de Rivera. Antonio Losada Hidalgo, nombrado en la revista Aeroplano,número 20, no fue ministro interino, en ausencia del titular Julio Ardanaz y Crespo, del Ministerio del Ejército en las siguientes fechas:
  • Del 27.07.1929 al 19.08.1929.
  • Del 23.09.1929 al 08.10.1929.
  • Del 13.10.1929 al 16.10.1929.
Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 79, del martes 10 de abril de 1928. Firmado el nombramiento el 7 de abril de 1928.

(15) CRUZ González, Antonio. Héroes de la 2ª República: Virgilio Leret Ruiz. Web: www.nodo50.org/despage. Publicado el 28 de marzo de 2006.

(16) CUESTA Álvarez, Martín. El motor de reacción de Virgilio Leret. Aeroplano. Revista de Historia Aeronáutica, nº20. Ministerio de Defensa. Secretaría General Técnica. Madrid, 2012.
(17) Virgilio Leret: Una vida al servicio de la República. Web: www.elotropais.com.

(18) ÍÑIGUEZ, David. El capitán Virgilio Leret. Ebre 38: Revista Internacional de la guerra Civil 1936-1939, nº2. Editorial Llibres de Matrícula. Barcelona, diciembre 2004.

(19) Diario Oficial del Ministerio del Ejército, número 292, con fecha del domingo 28 de diciembre de 1930, Relación de los disponibles con fecha del 27 de diciembre de 1930, firmado por el entonces Presidente del Consejo de Ministros, Dámaso Berenguer y Fusté.

(20) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 90, del jueves 23 de abril de 1931. Se le cita por pasar a ser destinado en la Escuadra nº 1, firmado por Manuel Azaña, con fecha del 23 de abril de 1931, listado con fecha del 22 de abril del mismo año.

(21) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 71, del viernes 15 de marzo de 1932. Circular, firmada por Manuel Azaña, con fecha del 21 de marzo de 1932 por el que se le destina al Escuadrón Nº 3 de Barcelona, (voluntario).

(22) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 126, del domingo 29 de mayo de 1932. Comunicación de destinos, firmado por Manuel Azaña el 21 de mayo de 1932, donde a Virgilio se le destina a la Escuadra nº 1, a las Fuerzas Aéreas de África (terrestre). Destino voluntario.
(23) LÓPEZ López, Pedro. Reseña del Libro "Virgilio Leret Ruiz: una vida al servicio de la República", de Antonio Cruz Avendaño. Web: www.rebelion.org. Publicada el 22 de noviembre de 2012.

(24) El oficio que envía Virgilio dice lo siguiente: «Excmo. Señor: Habiendo escuchado, emitida por la estación E.A.J.21, radio Melilla, en el día 24 del corriente, edición de las 14 horas, la lectura de una carta dirigida por un legionario a un capitán en que se vierten públicamente varias opiniones, entre ellas la de que "mientras exista la Legión el comunismo no entrará en España". Ruego a V.E. me manifieste si el decreto de 19 de Julio pasado (D.O. nº 165) está derogado en su totalidad o en algunas de sus partes para darlo a entender a los Oficiales, Suboficiales y clase de tropa de esta Base, ya que hasta el presente no he recibido noticias de ello». Romerales le pasa el documento a un juez "... a fin de depurar la naturaleza y finalidad del escrito...". Incoado el expediente judicial por el delito de "supuesta falta grave de hacer reclamaciones en forma irrespetuosa".
(25) CRUZ González, Antonio. Héroes de la II República Española: Virgilio Leret Ruiz. Web: www.nodo50.org. Publicado en marzo de 2006.

(26) Siendo el proyecto más que presumiblemente secreto no hay constancia de informes que corroboren esta información, tan sólo las memorias de su esposa.

(27) Es muy posible que se viera impelido a tomar esta decisión contraria a su parecer pues era liberal, masón y amigo de Azaña, posiblemente por la presión que los estamentos militares ejercieran. Romerales terminó fusilado el 28 de agosto de 1936, o sea, muy fascista y franquista no parece que fuera.

(28) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 285, del domingo 9 de diciembre de 1934. En él se lee: "Este Ministerio ha resuelto que el capitán de INFANTERÍA D. Virgilio Leret Ruiz, que cesa de prestar sus servicios en el Arma de Aviación, quede en situación de disponible en la primera división ornica (sic),...". Firmado por Alejandro Lerroux García, Ministro de Guerra.

(29) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 46, del 25 de febrero de 1936. Firmado por José Miaja Menant el 20 de febrero de 1936.

(30) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 99, del miércoles 29 de abril de 1936. Firmado por Masquelet.

(31) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 143, del martes 23 de junio de 1936. En este momento está destinado en la Base de Hidros de Atalayón (Melilla).

(32) El relato que se consigna estaba publicado en la web www.suboficiales.es que desgraciadamente ya no existe (febrero de 2012), no conozco por tanto, sus fuentes.

(33) ARENEROS, Florentino. Sol y Moscas: Virgilio Leret. Web: florentinoareneros.blogspot.com.es. Publicado el 17 de julio de 2011.

(34) GARCÍA Jaén, Braulio. "Acabamos de fusilar al capitán". Web: www.publico.es. 19 de marzo de 2011.

(35) Esta información se la facilita a Carlota Leret Ruiz (Lotty) la viuda de Eduardo Sánchez, Angelina Gatell quien la escribirá contándoselo. El soldado Sánchez decía que el cadáver de Leret, junto a los dos compañeros alféreces, se los llevaron en un camión aquella mañana.
(36) Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, número 221, del martes 4 de octubre de 1927.

Virgilio (fusilado), Carlota (encarcelada),
Mariela y Carlota (separadas de sus padres)




http://www.publico.es/culturas/acabamos-fusilar-al-capitan.html







"Acabamos de fusilar al capitán"

El primer oficial asesinado por las tropas franquistas fue un precursor del motor a reacciónicidad







El 17 de julio de 1936 era viernes, los aviones de la base militar de Hidros del Atalayón, en Melilla, estaban desmontados para una revisión mecánica y la mayoría de la tropa, de permiso. El soldado Eduardo Sánchez disfrutaba del suyo en el bar que sus padres tenían en la ciudad. Pero recibió la orden de que tenía que volver al cuartel, a donde llegó en bicicleta a media mañana del día siguiente: 'La carretera estaba sembrada de muertos', recuerda su viuda, la poetisa Angelina Gatell. El soldado Sánchez encontró la base tomada por las tropas franquistas y a su mejor amigo, en un rincón de los hangares, sentado en el suelo, llorando y visiblemente 'perturbado': 'Acabamos de matar al capitán Leret', le dijo. Había empezado la Guerra Civil.
'A mi padre lo fusiló un pelotón que obligaron a formar a sus propios soldados', dice Carlota Leret O'Neill, la hija menor de Virgilio Leret Ruiz (Pamplona, 1902-Melilla, 1936), el primer oficial fusilado por los golpistas, aviador e ingeniero y uno de los precursores del motor a reacción. Algo que su hija, que vive desde finales de los años cuarenta en Caracas, Venezuela, no supo hasta hace ocho meses gracias a Gatell (Barcelona, 1926), que le escribió para contárselo. Esta semana se ha estrenado un documental (en el Círculo de Bellas Artes y en Euskal Telebista), Virgilio Leret, el caballero del Azul, que rescata la vida y la personalidad de este militar fiel a la República y pionero de la aviación.
Patentó su motor en 1935, cuatro años antes del primer vuelo a reacción
El documental enfoca, además de la lealtad republicana de Leret, que defendió la base hasta quedarse sin munición, su talla intelectual y científica. El primer avión con motor a reacción, diseñado por el alemán Hans von Ohain, voló en agosto de 1939, al filo de la Segunda Guerra Mundial. Cuatro años antes, sin embargo, el propio Leret ya había patentado su invento en España y, de no ser por que la Guerra Civil estalló ese verano, habría empezado a construirlo en septiembre de 1936. 'Azaña tenía mucho interés en que se empezaran a hacer las pruebas de lo que habría sido el primer motor a reacción del mundo', cuenta Carlota. En 2008, la Fundación Aena, que ahora ha producido el documental junto a la televisión vasca, organizó una exposición en torno a los descubrimientos de Leret. El caballero del Azul es el pseudónimo con el que firmó un libro de relatos.
Carlota Leret, que se resiste a confesar su edad: '¡Casi cien años!', dice riéndose, emprendió un viaje decidido a rescatar la memoria de su padre tras el fallecimiento de su madre, la escritora de origen mexicano Carlota O'Neill, en 2000. Después de encontrar el registro oficial de la patente, Leret O'Neill regresó a Melilla, donde la Guerra la había sorprendido junto a sus padres y su hermana mayor, para rastrear la tumba y las circunstancias de la muerte de su padre, jefe de la zona oriental de las Fuerzas Aéreas en África.
Según un informe secreto, fue fusilado «semidesnudo y con un brazo roto»
El expediente oficial que halló, donde se relata que había sido fusilado cinco días después del comienzo de la Guerra, resultó falso. Un informe secreto elevado por un teniente huido del bando nacional al Partido Comunista en 1937, y que un mando militar actualmente en activo le remitió luego a Carlota Leret, así lo revela: 'El capitán Leret fue pasado por las armas al amanecer del 18 de julio, semidesnudo y con un brazo roto.' Junto a él fueron fusilados dos alféreces: Armando González Corral y Luis Calvo Calavia.
La tumba del cementerio sobre la que años atrás ella misma había depositado un ramo de flores, tampoco alberga el cuerpo de su padre. El soldado Sánchez siempre recordó las palabras de su amigo y así lo contó a sus hijos y a su mujer: que al cadáver de Leret se lo habían llevado aquella misma mañana en un camión. 'Eso de que lo enterraron en un cementerio es mentira', asegura a Público su ahora viuda, Angelina Gatell.
Carlota O'Neill (Madrid, 1905-Caracas, 2000) fue encarcelada en Melilla y sus hijas enviadas a un colegio de huérfanas militares en Madrid. En la cárcel recibió la maleta que contenía los planos y la memoria del motor turbocompresor, consiguió sacarlos envueltos en ropa sucia y ponerlos a salvo en casa de una compañera presa. Ya en libertad, en el otoño de 1941, la autora de Una mujer en la guerra de España entregó los planos al agregado aéreo de la Embajada británica en España. 'Mi madre pensó que los planos podían ayudar a los aliados, que estaban perdiendo la guerra', cuenta Carlota, en su casa de Madrid. Él murió poco después en el frente de la II Guerra Mundial.
Carlota O'Neill, junto a sus hijas, se exilió a Venezuela en 1949. Más de 20 años después, escribió al Foreing Office británico para reclamar los planos. Murió sin obtener respuesta. El primer avión con motor a reacción británico, diseñado por Frank White,despegó en 1942. De no haber sido por la Guerra Civil, cuenta el ingeniero aeronáutico Martín Cuesta Álvarez en el documental, quizá ese 'honor' habría correspondido también al capitán Virgilio Leret.


Virgilio Leret.
Virgilio Leret.






HISTORIA

El militar que Franco mató antes de que construyera el primer avión a reacción

Virgilio Leret registró una patente pionera en el 35 que no pudo hacer realidad al ser fusilado en las primeras horas de la Guerra Civil.









Miguel A. Delgado 
Muy probablemente, Virgilio Leret, fusilado en Melilla el 18 de julio de 1936, fue el primer oficial represaliado por las tropas sublevadas en el inicio de la Guerra Civil. Sus asesinos debieron pensar que simplemente estaban quitándose de en medio a un oficial que, contra viento y marea, había permanecido leal al Gobierno de la República que había jurado defender. Lo que ignoraban es que sus balas estaban abortando la que era, probablemente, la mayor oportunidad que España había tenido nunca para ponerse a la vanguardia de la ingeniería aérea.
"Con el caso de Virgilio Leret nos encontramos, de nuevo, con toda una esperanza para la técnica española que terminó cortada de raíz por la sinrazón de la Guerra Civil", escribe Alejandro Polanco Masa en su libro Made in Spain. Cuando inventábamos nosotros (Glyphos). Y añade: "De no haber caído por las balas al comienzo de la contienda, muy posiblemente hoy día sería recordado como uno de los precursores de la aviación a reacción, junto con los nombres de Frank Whittle o Hans von Ohain".
De no haber caído por las balas al comienzo de la contienda, muy posiblemente hoy día sería recordado como uno de los precursores de la aviación a reacción
Y todo, por una patente que Leret presentó el 29 de marzo de 1935, y que le sería concedida el 2 de julio del mismo año, bajo el nombre de "Un mototurbocompresor de reacción continua, como propulsor de aviones y, en general, de toda clase de vehículos". Una patente que reunía el completo desarrollo teórico de un motor a reacción que estaba listo para pasar a la fase de experimentación.
Si tenemos en cuenta que el primer vuelo de un avión de estas características se consiguió en Alemania el 27 de agosto de 1939, y dado lo avanzado de las investigaciones de Leret, no es descabellado pensar que, de haber concurrido circunstancias normales, el español hubiese logrado su objetivo antes de esa fecha.

Vocación por el aire

Leret había mostrado desde muy temprano una gran vocación por el aire. Militar por vocación y familia, había nacido en Pamplona en 1902, y muy pronto se destacó en escenarios bélicos como Marruecos, donde llegó a resistir un largo asedio al frente de un puñado de soldados. En 1925 se hizo piloto de combate, y también en esa faceta se significó: su avión fue derribado durante el desembarco de Alhucemas, y tuvo que escapar durante horas por territorio hostil, perseguido de cerca por el enemigo, antes de lograr reencontrarse con sus tropas. Además, consiguió fama en los círculos aeronáuticos por sus escritos, firmados con el pseudónimo de El Caballero del Azul, en los que avanzaba su visión de un mundo surcado por veloces aviones que transportarían a la gente de un continente a otro.

Virgilio Leret, sentado el primero por la izquierda, junto a sus padres y hermanos.
Virgilio Leret, sentado el primero por la izquierda, junto a sus padres y hermanos. Revista Aeroplano, ministerio de Defensa.
Su negativa a fusilar a militares sublevados en Getafe en los estertores del reinado de Alfonso XIII le llevó a conocer la cárcel durante un breve tiempo. En 1932 fue destinado a una base de hidroaviones cercana a Melilla, donde se significó por su apoyo al régimen republicano frente al creciente descontento de una buena parte del Ejército de África. Cuando el 17 de julio de 1936 se produjo el levantamiento en la ciudad norteafricana, el puesto al mando de Leret permaneció leal al Gobierno. El asalto que los sublevados dirigieron contra la base produjo los primeros muertos de la contienda, y pronto se hizo evidente que la defensa sería imposible. Leret rindió la base, y al día siguiente fue fusilado junto con el resto de oficiales.

La esposa feminista

Comenzó entonces un calvario para su mujer, la destacada líder feminista Carlota O'Neill, que fue detenida y encarcelada, además de separada de las dos hijas que había tenido con Leret. Mientras estuvo en prisión, recibió una serie de pertenencias de su esposo; entre ellas, le sorprendió descubrir varios papeles entre los que se encontraban los planos originales del mototurbocompresor y la memoria manuscrita de la patente. Consciente de la importancia de aquellos papeles, se los entregó a unos amigos para que los custodiaran hasta que ella saliera de la cárcel.
Virgilio Leret junto a su mujer Carlota O'Neill y sus hijas.
Virgilio Leret junto a su mujer Carlota O'Neill y sus hijas. Archivo familiar.
Cuando finalmente abandonó la prisión en 1940, y mientras batallaba por recuperar a sus hijas, Carlota O'Neill depositó una copia de la documentación de Leret en la embajada británica. El original se lo llevó consigo cuando finalmente logró exiliarse, junto con sus hijas, a Venezuela, y finalmente a México.
A partir de ese momento, lucharía por recuperar la memoria de su esposo, que había quedado reducida, por designio de los vencedores, a la de un traidor. Sobre el camino que siguió la documentación entregada a los británicos, quién la pudo ver y si tuvo alguna influencia en los trabajos que por entonces estaba realizando Frank Whittle en aquel país en el campo de la propulsión a reacción, sólo podemos conjeturar.

El fusilamiento del comandante Leret


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Carlota Leret en el osario militar
        Testimonios del asesinato del Comandante Virgilio Leret Ruiz, Jefe de las Fuerzas Aéreas de la Zona Oriental de Marruecos al amanecer del día 18 de julio de 1936
Testimonio que en su oportunidad, el soldado Eduardo Sánchez Lázaro, soldado activo en la Base de Hidros del Atalayón, dio a su esposa Angelina Gatell sobre el asesinato de Virgilio Leret Ruiz. 
       Conocí al que años después sería mi marido en 1947, en casa de unos amigos que se convirtieron muy pronto en las personas, ajenas a mi familia, más importantes de mi vida. Nuestra amistad se fue estrechando y sólo acabó con su muerte. Y ni aun así, porque están siempre presentes en mí. Él, hombre cultísimo, había sido capitán del ejército republicano y, terminada la guerra, pasó algunos años en campos de concentración o de castigo. Ella, María de Gracia Ifach –seudónimo que utilizaba como escritora-, fue una de las primeras biógrafas de Miguel Hernández, al que había conocido durante la guerra en Valencia, en el círculo internacional de Intelectuales Antifascistas. A aquella casa, junto a escritores consagrados, acudíamos los jóvenes que aspirábamos a serlo. Fui acogida en ella y querida entrañablemente por sus dueños. Les debo mucho. Orientaron mis lecturas. Pusieron a mi alcance bienes que mis padres, modestos obreros maltratados por la vida y por sus tendencias izquierdistas –mi padre fue un sindicalista duramente represaliado- nunca hubieran podido darme.
Entre otras personas conocí en aquella casa a varios jóvenes melillenses que viajaban  con frecuencia a Valencia. Dos de ellos, el poeta Miguel Fernández y el director teatral y de T.V. Juan Guerrero Zamora, fallecidos ambos, figuran hoy entre los hijos ilustres de Melilla. Publicaban una revista de poesía y en ella aparecieron mis primeros versos, no sé si por merecimiento o por el interés que por mí sentía su director, poeta que andando el tiempo, ya en Madrid, también alcanzaría merecida consideración. Con él llegó un día a la casa de nuestros amigos el que andando el tiempo sería mi marido. Eran muy amigos. Ambos pertenecían al grupo intelectual melillense. Conocí a Eduardo vestido con el uniforme de aviación. Era sargento, a punto de ser ascendido a brigada. Por aquellos días acababa de pedir su traslado a Valencia por razones que más tarde conocí. Su uniforme despertó en mí un rechazo que no traté de ocultar en ningún momento. Pasó mucho tiempo antes de que supiera, por boca de nuestro anfitrión, Francisco Ribes, que Eduardo  estaba viviendo una época terrible: la tuberculosis que por aquellos días hacía estragos, se había llevado a dos de sus hermanas, otra estaba muriendo en un sanatorio de Melilla, su mujer, -se había casado en Madrid al terminar la guerra-, estaba ingresada en Valladolid en una clínica del Aire, sin esperanzas de curación y su hijo, de apenas dos años, acababa de morir en Valencia adonde él había pedido ser trasladado para que un hermano suyo que vivía allí, se hiciera cargo del pequeño.  Me impresionó, naturalmente, como todos aquellos dramas de la posguerra de difícil olvido. Nos veíamos alguna vez, en las reuniones que nuestros amigos organizaban y donde tuve la suerte de conocer a muchas personas importantes. Entre ellas, a alguien del que tal vez oíste hablar en Caracas, pues allí se refugió y allí murió años más tarde. Era un poeta muy amigo y querido por nosotros: Pascual Plà y Beltrán.
Con el tiempo, se produjo un acercamiento amistoso entre Eduardo  y yo. A los dos nos gustaba mucho el teatro –de hecho yo trabajaba en una compañía semi-profesional-, y, a instancias de nuestros amigos creamos un grupo de cámara que tuvo cierto prestigio y que, unido al Premio Valencia de Poesía que me fue concedido en 1954 hizo que mi nombre no fuera desconocido en Valencia.
Y fue precisamente en 1954 cuando Eduardo y yo nos casamos. Su esposa había fallecido unos años antes. Cuando me propuso matrimonio yo puse una condición: que dejara el ejército. Nunca me casaría con un suboficial del ejército franquista. Aceptó, no sólo porque yo así lo quise, sino también porque él nunca se sintió cómodo, pero las circunstancias familiares que te he referido lo obligaron.  Su falta de recursos económicos sólo era comparable con la mía.
El dinero obtenido con mi premio nos permitió un modesto viaje de bodas. A Melilla. Allí estaban los padres de él, viviendo de un modestísimo bar en un lugar llamado El Mantelete, en el puerto, a los pies  de Melilla la Vieja, al lado de la Ensenada de los Piratas. También tenía allí un hermano, y la única hermana que se había salvado de la tuberculosis, casada  con un oficial de aviación.
Allí, en Melilla, Eduardo me habló del capitán Leret. Comprendí inmediatamente  la impresión que su asesinato le había causado. Y supe que no lo había olvidado ni lo iba a olvidar. Se reencontró con algunos antiguos compañeros y el recuerdo de tu padre estuvo presente muchas veces en nuestras conversaciones. Me di cuenta del recuerdo que había dejado en Melilla. Del afecto y admiración que sentían por él –las personas que yo trataba, claro-, y la indignación que suscitaba aún su asesinato. Yo le pedí ir a la Base de Hidros, que por entonces había sufrido ya muchas modificaciones, pero que, aun así, quería conocer. Se negó rotundamente, pese a que estuvimos  varias veces en Nador donde tenía una prima. Me dijo que nunca más pisaría aquel lugar.
En nuestros largos paseos por Melilla, Eduardo me habló muchas veces de lo ocurrido en aquellos días de julio de 1936. Él estaba de permiso en casa de sus padres cuando recibió la orden de presentarse inmediatamente en la Base. Delante mismo del bar de sus padres estaba la comisaría de policía y creo que fue a través de su teléfono que se pusieron en contacto con él desde la Base. Pero él había salido con sus amigos y volvió a casa muy tarde. Sólo entonces supo que le ordenaban volver y muy vagamente la policía le habló de un asalto a la Base. Las noticias eran muy confusas y nadie sabía nada concreto. Tampoco había medios de transporte, debido a la hora. Sin saber qué hacer, se puso en camino hacia Nador, andando. No sé, no recuerdo, cómo llegó hasta allí y, desde allí, creo que con una bicicleta que le prestaron sus familiares, fue hacia la Base. Empezó a ver cadáveres por la carretera, gente que parecía huir, camiones. Estaba aterrado. No sé a qué hora llegó a su destino, a media mañana, creo. El espectáculo era sobrecogedor. No sabía qué había ocurrido en realidad ni quienes habían provocado aquel desastre, ni cómo se había resuelto el problema. Todo era un caos. Al llegar entró en uno de los hangares medio derruido. Allí, caído en un rincón, encontró a un amigo suyo completamente derrumbado, sin fuerzas para levantarse. Era un chico tan joven como él, 20 años. Eduardo le preguntó si estaba herido. El chico negó mientras balbuceaba: “Hemos fusilado al capitán Leret” –le dijo. No lo tengo muy claro, han pasado muchos años y he olvidado cosas, pero creo que el pobre muchacho había sido obligado a formar parte del pelotón de fusilamiento. Le dijo que se habían llevado su cadáver en un camión.
Es todo lo que sé. Lo oí repetir docenas de veces durante años. Puedo haber olvidado algunos detalles, pero lo que sé muy cierto –siempre por medio de mi marido-, es que era la mañana del 18 de julio, sábado, y que el asesinato se había producido al clarear el día. No sabía –o quizá lo olvidé si alguien me lo dijo, que fue a la muerte semidesnudo y con un brazo roto. Lo leí, sí, en el libro de tu madre y me hizo pensar en las muchas veces que yo soñaba con mi hijo durante los 44 días que no supe de él. Afortunadamente, los sueños que yo tenía no se cumplieron, fueron sólo producto de mi desesperación. Por desgracia, en el caso de tu madre fueron una premonición.
El resto de las cosas ocurridas en la Base las conoces mejor que yo. El desconcierto, el horror, el miedo.
El muchacho aquel y mi marido se juramentaron para huir a la zona republicana. No fue posible. Melilla era como una cárcel. Además, aquel pobre chico murió pronto, no sé cómo. Después, Eduardo fue trasladado a Salamanca. Lo único que le hizo más llevadera su situación, dramática y contradictoria, es que nunca entró en combate. Pasó la guerra en oficinas, en armamento.
Como ya te he contado, siempre recordó con cariño y dolor al capitán Leret. Habló de él a sus hijos muchas veces.  En nuestras frecuentes conversaciones evocadoras de toda aquella tragedia, obsesivamente rememorada, afloraba su nombre, como el de tantos que siempre tuvimos presentes, como el de mi hermano, del que ya te he hablado, como el de un tío mío, muerto en 1941 víctima indirecta del franquismo, como el de todos los que perdimos, entre ellos, mis amados poetas Federico, Miguel Hernández, con cuya familia estuve muy vinculada, y tantos, tantos…
Por cierto, en los documentos que me envías aparece un nombre que me ha sobresaltado, el de Lorenzo Asensio Martínez, asesinado también en la Base, poco después que tu padre. Verás: En 1959 mi marido, mi madre –mi padre había muerto ya- , mi hijo, que tenía entonces cuatro años, y yo nos trasladamos a Madrid. Nuestra vida en Valencia iba siendo cada vez más difícil. Pese a mis premios, a mi preparación, a mi buen nombre, me negaron todos los trabajos que podía desempeñar. Estaba considerada “conflictiva”. Sólo una vez. el periódico Las Provincias, me encargó una serie de reportajes sobre Melilla –otra vez Melilla-. Lo hice poniendo en ella todo mi empeño: 20 reportajes hablando de costumbres, mercados, paisajes, o sea que sin mencionar nada que impidiera su publicación. Empezaron a salir a diario. Sé que gustaban, pero, al quinto, me llamaron al despacho del director: Lo sentían mucho, pero…
No sabíamos cómo subsistir. Mis queridos amigos Ribes –con problemas similares a pesar de pertenecer a una importante familia valenciana, incluso con título nobiliario- se encontraban en la misma situación y se vinieron a Madrid, contratado él por una editorial  creo que latinoamericana. Todos nuestros amigos de Madrid nos llamaban, entre ellos nuestro querido  Buero Vallejo. Nos vinimos. Mi marido obtuvo un modesto empleo en la misma editorial que nuestro amigo. Yo conseguí una prueba en un estudio de doblaje de películas. Me contrataron. Poco a poco, empezamos a ver una luz entre tantas sombras. Publiqué libros, artículos, guiones en T.V, hice innumerables traducciones. Adquirí un pequeño, modestísimo nombre, como modesta fue siempre y sigue siendo mi vida. Pero, nada que ver con el pasado.
Eduardo, no sé si casualmente o por indicación de algún amigo, se reencontró con un antiguo compañero de la Base. Melillense como él. Había abandonado también el ejército y tenía una tienda de fotografía y material fotográfico muy cerca del café Gijón. Iba a nacer mi tercer hijo y ese amigo se empeñó en apadrinarlo. Fue en 1965. Yo me opuse. Aquella persona no me gustaba. Era frívolo, sin preocupaciones. No hablaba de la situación que vivíamos, no daba opiniones. Sí recordaba a tu padre con respeto pero, en mi opinión, con una cierta distancia.  Lo mismo que al referirse a todo lo que habíamos vivido, que seguíamos viviendo. Y, ante mis frecuentes y vehementes comentarios,  callaba, sólo sonreía. Le dije a mi marido: “Juan es franquista o poco menos”. “No –me contestó Eduardo-, eso no, pero las cosas le han ido bien y eso hace que algunas personas cambien- y añadió como aportando un argumento absolutamente irrebatible-: Un hermano suyo murió también en el Atalayón-“. El que fue padrino de mi hijo se llamaba Juan Asensio Martínez. Entre los nombres de los fusilados en julio de 1936 hay, según me dices, un Lorenzo Asensio Martínez. ¿Sería su hermano?
En cuanto a su pensamiento político, si es que lo tenía, si no franquista, por lo menos  era tolerante con el franquismo.  No me equivoqué.
Me he extendido demasiado. Discúlpame. Quizá te he contado cosas que no te interesen ni añadan nada a lo que esperas que te diga. Sólo te servirán para tener una idea de mi charlatanería. Estoy escribiendo una especie de memorias y eso hace que las palabras se me enreden como las cerezas. He visto tantas cosas ya…  No sé si te dije que, a hombros de mi padre, vi en las Ramblas Barcelona,  la proclamación de la República. Todo un privilegio del que pocos ya  pueden presumir.
   En cuanto a las anécdotas que me piden, ahí van las que recuerdo:
El capitán Leret nunca tuteaba a los soldados. Los trataba con un respeto poco usual en el ejército.
Gracias a él, la mesas del comedor de los soldados, estaban cubiertas con manteles. No sé si serían de tela o de hule, pero su aspecto era curioso,  ocultaba la madera tosca de que estaban hechas y les daba una cierta calidez. También disponían de servilletas, cosa insólita  en el ejército.
Una vez, un muchacho protestó por la comida. El cabo que ese día estaba encargado de servir y hacer guardar el orden en la mesa, lo mandó callar, sin duda más por miedo que para quitarle la razón. Acudió, creo,  un sargento con ínfulas de jefe, bien dispuesto para el grito y posiblemente para algo más. El chico que protestaba no se arredró. Hasta la mesa de oficiales –no sé si separada sólo o situada en otro comedor contiguo- llegó la trifulca. El capitán Leret llamó al sargento y le preguntó qué pasaba. Al saber la causa de la protesta, el capitán quiso probar la comida del soldado. “Es la misma que come usted, mi capitán” –arguyó el sargento-. “No importa, quiero probar la de su plato. Tráigamelo”. Algo cortado, el sargento llamó al chico y le ordenó que trajera su plato. En efecto, la comida, aparentemente era la misma, pero, al probarla, el capitán ordenó retirar inmediatamente todos los plato servidos a la tropa y mandó servir patatas fritas y huevos. La comida podía tener los mismos ingredientes pero no hay duda de que el sabor debía ser muy otro.
Otro día, unos chicos recién llegados a la Base cometieron alguna falta y fueron castigados –era domingo- a no ir a la ciudad y a quedarse a barrer los hangares. Resignados, emprendieron la tarea. De pronto, apareció en la puerta alguien a quien creyeron un soldado más. Vestía un mono blanco, quizá como el de ellos, no sé. Uno de los chicos tiró la escoba diciendo: “Pues yo, si este no barre, tampoco pienso hacerlo”. El recién llegado, sin abrir la boca, cogió una escoba y empezó a barrer. Estaban en plena faena cuando apareció un sargento, un cabo o un veterano no sé. Se llevó las manos a la cabeza. “Pero…¿qué hace, mi capitán?” Sólo entonces los castigados supieron el rango del espontáneo barrendero: era el capitán Leret.
Otra vez pasó algo parecido. Iban varios camiones en fila, no sé adónde ni por qué. El terrero era abrupto, había llovido y el camión que iba delante se atascó. Se pararon todos los camiones y los hombres bajaron. Hubo un momento de desconcierto al no poder poner en marcha al camión causante del problema. “¿Qué hacemos?” –preguntó uno de los soldados. “Esto” contestó el capitán Leret empujando con el hombro la parte trasera del camión. Inmediatamente los demás siguieron el ejemplo y entre todos salieron del apuro. El capitán, en ningún momento abandonó su puesto detrás del camión.
     Es cuanto sé. Lo que mi marido contaba, más o menos con estas mismas palabras. Tal vez olvido algo. No sé. Han pasado casi sesenta años desde que se lo oí contar. Y tal vez olvido cosas, pero lo que te cuento es exacto. Lo oí docenas de veces. Yo no sé los demás, amiga, pero Eduardo llevó siempre a tu padre en su recuerdo y, estoy segura, en su corazón.
    PD: Resulta difícil poner una post data a un texto así, proporcionado por Carlota Leret.  Carlota ha removido cielo y tierra y no ha conseguido un solo papel sobre el juicio y causa seguida contra su padre. De la inexistencia podemos deducir dos cosas, una que fue ejecutado sin juicio, y segundo que la verdad sigue siendo ocultada. Virgilio Leret fue el primer defensor de La República, el primero que hizo frente a los sublevados. Fue asesinado en la mañana del día 18, y nadie quiso con posterioridad, rehacer por escrito, la farsa de un juicio que nunca llegó a celebrarse.